MUJERES ESPÍAS
Las primeras mujeres espías aparecen ya en la Biblia. En el Antiguo Testamento se cuentan las historias de Judith y Dalila, quienes, en el siglo XII a.C., desplegaron sus armas de seducción para sonsacar toda la información posible a los hombres. Durante siglos, informadoras como ellas sirvieron a intereses relevantes de la política y, poco a poco, el papel de las espías cobró importancia. Fueron enfermeras, tenderas, damas de honor o, en muchos casos, mujeres nobles que pudieron recopilar información porque pasaban desapercibidas y no se creía que fueran políticamente activas. Además, empleaban técnicas fascinantes en la recopilación de datos y un ingenioso arsenal de herramientas, como huevos crudos (que se ablandaban remojándolos en vinagre para luego introducir pequeños mensajes en ellos) o jugo de alcachofas (que se usaba como tinta invisible que se podía revelar con una simple vela).
En el siglo XVII encontramos ya nombres propios como el de Luisa de Carvajal de Mendoza, que en su segundo apellido lleva el sello de la que era entonces la familia más poderosa de España –junto con los Medinaceli– y que se educó en la corte de Felipe II. Luisa eligió un destino peculiar: viajar a Inglaterra, la tierra de los protestantes británicos, para convertir herejes. Respaldada por la red política y de espías católicos tejida en torno al Colegio Inglés de Valladolid, que conspiró para derrocar a Jacobo I y recuperar el trono británico para el catolicismo, llegó a Londres en 1605. Fue perseguida, entre otras cosas, por
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