¿Adictas post-covid?

Ursula trabaja en una multinacional francesa con sede en Madrid. Antes de la pandemia por COVID-19 ya sentía que su empleo era muy exigente, pero con el confinamiento todo fue a peor. Su jefa cayó enferma y ella tuvo que hacerse cargo de sus tareas, entre las que estaba reportar al comité directivo en París. La soledad en su piso, las jornadas eternas ante el ordenador y la falta de apoyo por parte de su compañía acabaron haciendo mella. Se le vino el mundo encima: «Mi hermana me aconsejó que llamara al médico de la Seguridad Social para pedir una baja por estrés, pero el doctor ni la consideró». En vez de eso