Rompiendo los mitos del metabolismo
Lunes, 3 p.m.: le estás echando el ojo a una rebanada de pastel en la cocina de la oficina, mentalmente calculando cuántas sentadillas extra tendrías que hacer para quemarla en el gimnasio en la noche, cuando tu compañera extra delgada te la gana. “¡Tengo metabolismo rápido!” dice, disculpándose un poco, mientras tú intentas salvar un pequeño bocado con tu tenedor. La vida no es justa y, al parecer, tampoco los metabolismos. Pero, apostamos nuestro próximo pastel de cumpleaños (caramelo y avellanas, gracias por preguntar) a que todo lo que sabes sobre ellos es incorrecto.
Aquí está la cosa: como la nube y la iniquidad de pago de género, el metabolismo es una de esas cosas que sabemos que existen, pero no entendemos realmente. Nuestras mamás, nuestros amigos y personas al azar nos han dicho que uno rápido es bueno y uno lento es lo peor, mientras todos a menudo hablan de cómo activarlo (sí, ¡sabemos que lo has leído en esta revista!). Pero, ¿qué es exactamente tu metabolismo, y qué es lo
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