Berta Venegas
“Nuestros hijos aprender a servir por nosotros”

Desde que me acuerdo, escucho a mi mamá hablando de su amiga Bertita.

Bertita, la que trabaja con los enfermos de VIH. Bertita, la que ayuda en el hospital. Bertita, la que está pidiendo sangre para alguien, Bertita la que necesita surtir una receta de medicinas. Bertita, la que necesita apoyo para el tratamiento médico de un enfermo...

Hoy le abrimos los micrófonos a esa Bertita de la que tanto hablamos en mi casa, a esa Bertita sencilla, que calladita, sin luces ni reflectores, ha dedicado su vida entera a servir a los demás.

Bertita es alguien que entiende muy bien eso de "encontrarse a sí misma sirviendo al otro."

Bertita camina todos los días por los pasillos de los hospitales y es el ángel de miles de familias que pasan días y semanas enteras ahí adentro, sin una visita, sin una esperanza... Bertita es quien hace posible lo imposible, quien se acerca y los mira a los ojos para decirles: "¿En qué puedo ayudarte?" ¿Qué necesitas?"

Bertita no trabaja sola, ella tiene a sus propios ángeles afuera, hombres y mujeres que si bien no pueden caminar por los pasillos, la respaldan y la apoyan para que ella pueda tocar los corazones y cambiar la vida de muchos.

A mí me encanta lo que hace Bertita, porque rápidamente y en corto tiempo alivia las penas de muchos y hace que sus cargas sean un poco más ligeras, pero sobre todo porque mira a los que casi nadie ve...

¡Qué diferente sería este mundo si tuviéramos muchas Bertitas en él!

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