Fuente: Blog de Luis Bermejo - Luis Bermejo - Consultor Internet
A veces en esas mañanas o tardes o calurosas noches de verano, abrimos de par en par puertas y ventanas en un intento de que, al correr el aire, se refresque algo el ambiente del interior de nuestra estancia… Entornamos los ojos, como si eso disminuyera el movimiento de nuestro cuerpo para intentar bajar la intensidad del calor y entonces nos ponemos a recordar que hubo un día…
Y si que recordamos, si que recordamos que hubo un día en que habríamos dado cualquier cosa por la persona que estaba a nuestro lado, e inexplicablemente ahora no le prestaríamos ni la mas mínima atención…
Nunca entenderé por qué algunos aseveran que el ser humano es un animal social. Quizás se base en que para subsistir nos necesitamos los unos a los otros porque una persona sola no puede ejercer de pescador, cazador, cocinero, granjero, agricultor… O quizás si… Hay algunos náufragos que han sobrevivido en una Isla durante mucho tiempo con la única compañía de un tal “Wilson“. Pero fuera de bromas, parece que desde que se inventó el dinero que todo lo compra, nos hemos vuelto egoístas… Nos hacemos acompañar de alguien durante un tiempo, a veces un día, otras veces tres, otras unos años y llega un momento en que nuestro verdadero ego aflora y sale fuera quienes realmente somos… Y es que llevamos caretas, si, nos ponemos la careta de seres ideales y complacientes y atentos para conquistar, y cuando vemos que el otro a cogido confianza, ¡zas! ¡En toda la boca! Sale nuestro verdadero yo, e intentamos jugar a ahora quiero esto y de pronto quiero aquello, desconcertando totalmente a la otra persona…
A ver si en el fondo, hubo un día en que fuimos mas sociales y no quisimos imponer nuestra manera de querer vivir la vida a nuestra conveniencia queriendo condicionar la vida de los demás, aunque esas no sean las normas ni lo aconsejable. A ver si hubo un día en el que al desear algo, no nos dimos cuenta que no podíamos hacerlo por nuestra cara bonita llevándonos el gato al agua, es decir, a nuestro terreno, y que los otros se adapten a nuestras circunstancias sin tener en cuenta que faltamos al respeto y la integridad de esa otra persona… Y es que no podemos pretender que se nos den las cosas sin mas, ni hacer el mínimo esfuerzo por ceder o buscar mas tiempo para compartir…

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44. Hubo un día. es original de Luis Bermejo Jiménez para Blog de Luis Bermejo