Mundo y sociedad imaginados para el siglo XXI

Por Néstor Jaramillo Hernández

Este libro utiliza un lenguaje profundo que invita al lector a cuestionar las estructuras sociales, políticas y económicas actuales. El autor muestra una capacidad de análisis crítico que desafía el pensamiento convencional. Este estilo reflexivo y cuestionador permite al lector involucrarse activamente con el texto y sus ideas.
El escrito está lleno de afirmaciones respaldadas por argumentos sólidos, lo que le otorga una gran credibilidad. Se hacen referencias que no solo enriquecen el contenido, sino que también demuestran un amplio conocimiento del autor en diversas disciplinas.
El escritor emplea un vocabulario rico y variado, que abarca conceptos filosóficos, económicos, políticos y espirituales. La diversidad de conceptos permite explorar el tema desde múltiples perspectivas, lo que enriquece la reflexión y la hace más amplia y profunda.
El autor no solo se dedica a criticar el orden establecido, sino que también ofrece propuestas y reflexiones sobre cómo construir una sociedad más incluyente, justa y armónica liderada por una nueva fase del Homo sapiens: El Humano Estelar. Este enfoque positivo y propositivo le da al texto un tono esperanzador, lo que resulta muy atractivo para el lector.
El libro mantiene una coherencia temática que se refleja en la continuidad de las ideas expuestas. Finalmente, el autor desarrolla una crítica coherente y bien estructurada del ego humano y su impacto en la construcción de la sociedad a través de la historia y en la de los tiempos modernos.

• Idioma: Español
• Editorial: Letrame Grupo Editorial
• Fecha de lanzamiento: 8 abr 2025
• ISBN: 9791370122522

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Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz

Diseño de cubierta: Rubén García

Supervisión de corrección: Celia Jiménez

ISBN: 979-13-7012-252-2

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Soñamos con vivir en una sociedad más incluyente y democrática, donde se propone construir un nuevo modelo educativo, uno económico y también, de gobierno. Apoyados en el libre pensamiento, libertad de mercado y de empresa, además, con la construcción de un nuevo Contrato Social para un gobierno democrático y de autoridad horizontal.

PRÓLOGO

Cuando despertamos al mundo, ya una élite le había puesto límites para su beneficio.

Suena pretensioso el contenido y título de esta obra, sin embargo, son visiones de un ciudadano de a pie que siente y piensa que algo anda mal en el mundo, porque cree, además, que es necesario hacer un punto de inflexión en la historia de los humanos, pues, llevamos escribiéndola y padeciéndola de la misma manera hace miles de años y siempre obtenemos los mismos resultados. Tales como un crecimiento económico y de bienestar exponencial para las élites de la sociedad y un crecimiento marginal y precario para las masas, esta situación origina un desequilibrio no sostenible en el tiempo, y la forma de resolverlo, en muchas ocasiones, siempre ha sido de la misma manera: con lágrimas, guerras y sangre. Nunca se ha ido a la fuente, a las causas primarias que originan las crisis en los procesos sociales para mejorar y cambiar las cosas. Esto ha permitido que se repitan las mismas crisis, en diferentes escenarios, a través de la historia, porque nunca se han resuelto las causas que engendran a las mismas. Si no hay un punto de inflexión en la historia de los humanos, parece que nos autodestruiremos en muy poco tiempo, por la acumulación agresiva de tanta desigualdad e injusticia en el mundo. Parece que la fórmula favorita para combatir los efectos de las crisis es con la represión o el engaño, con falsas promesas a las protestas y reclamos de la comunidad.

La intención de este libro es que, quien conozca estas ideas, las someta a una crítica rigurosa y, si hace empatía con ellas, las haga su estilo de vida; y abogará porque se vuelvan realidad en el entorno social. Llegará a todas las mentes juveniles de buena voluntad para buscar un cambio, y como un virus informático, se instalarán en su conciencia sin pedir permiso donde incubarán hasta transformarlas en la acción práctica.

Como especie, todos soñamos y deseamos la felicidad conseguida con la satisfacción de las necesidades básicas atendidas por medio del trabajo justamente remunerado. Desde los albores de la historia, las élites dirigidas y controladas por la mente del ego, han imaginado y diseñado una realidad artificial no incluyente, consignada en leyes y normas constitucionales que perpetúan sus privilegios. Toma tanta fuerza esta situación en el orden social, que parece que sus mandatos hicieran parte del orden natural, debido, especialmente, a que desde la cuna se enseña a aceptar y adaptarse al orden establecido, el cual se convierte en un pesado fardo de creencias arcaicas que se arrastran toda una vida. Sin embargo, sabemos que toda realidad social del mundo nace, primero, en la imaginación, y luego se diseña y reglamenta con el pensamiento racional para, después, llevarlo a la práctica social. Ese ha sido y es todavía, el oficio de los teóricos y pensadores del establecimiento para inventarse teorías a favor del orden establecido. Existen centenares de documentos bibliográficos en este sentido escritos por defensores de oficio del sistema. Por lo tanto, las élites en el poder han imaginado un modelo de educación para la temprana niñez y también para la vida social del adulto. Continúa con modelo económico para la sociedad y termina con un modelo de gobierno y de Estado; los diseña de una manera tal, que favorezca prioritariamente a las minorías del Gobierno y de la sociedad. Hacen que este proyecto artificial sea sostenible en el tiempo por medio de la ideología, sea esta, filosófica, religiosa o política, y la respaldan y aseguran con el poder de las armas del estamento militar.

No está lejano el día en que la humanidad despierte, liderada por la juventud, entenderá por fin y se fatigará con el modo de hacer y escribir la historia reproduciendo siempre la misma noria de guerras y pestilencias, con un crecimiento desigual, marginando a la mayoría de la población, ya que estas harán que sea posible el cambio con un movimiento de desobediencia civil a escala mundial para acordar un nuevo Contrato Social entre gobernantes y gobernados sobre la base de una democracia universal, un gobierno de autoridad horizontal, libertad de emprendimiento y un modelo económico de libre mercado. Y tomará conciencia de que lo que se viene haciendo por parte de las minorías no es del orden natural, sino que corresponde a un orden imaginado por el ego de Homo sapiens. Para lograr esto, hay que evolucionar, primero, a una fase superior de la conciencia, la del Homo sapiens en la que estamos viviendo ahora, a la del nuevo arquetipo, el Humano estelar, dotado de una brillante inteligencia asertiva y racional, así como, también, de una inteligencia emocional muy sensible. Esta no es una propuesta religiosa, o espiritual, es una necesidad de un nuevo arquetipo humano que demanda con urgencia el equilibrio de la naturaleza, para que la vida sea sostenible en el planeta a corto y largo plazo. Aquí se pretende despertar a las mentes de buena voluntad para que conozcan el modus operandi de las sociedades en la historia y reconozcan la necesidad de un cambio en las estructuras para lograr una armonía entre nosotros mismos y la naturaleza. Entonces, para esto tenemos que redefinir el significado de la vida, entendiendo que este es espiritual, mas no en el sentido religioso, en vez del material, pues todo lo que hacemos a este nivel es vano y espurio para nuestra verdadera naturaleza. Podemos imaginar un mundo mejor, incluyente, democrático, de libre mercado y pensamiento liberal, un modelo educativo sin de prejuicios donde se respete la diferencia y sus derechos. Es una ruta nacida en la imaginación de la utopía donde todos aportan socialmente, pero posible de recorrer con un poco de buena voluntad, que nos llevará a vivir en paz y plenitud con todas las especies vivas y con el planeta.

No podemos olvidar que la naturaleza tiene suficientes recursos materiales para todos.

Tenemos que recordar, además, que existe un derroche abismal de los excedentes sociales que se llevan al gasto militar que está concentrado en las tesorerías de todos los gobiernos, para poder garantizar y perpetuar la desigualdad y la miseria de las masas en el mundo. También para responder a un eventual ataque de una nación, vecina o lejana, interesada en apropiarse de los recursos naturales y de los territorios. Con la represión a la población en las guerras internas y financiación a las externas. Tal accionar perpetúa la desigualdad en el mundo bajo cualquier modelo de gobierno o modelo económico en el mundo. Por tal motivo se invierten astronómicas cifras en municiones, en armas de corto alcance y en armas de destrucción masiva. Existe un miedo latente al otro en los líderes de la sociedad porque siempre están a la defensiva. El lucro, la vanidad y la codicia tienen alienado al Homo sapiens, al que le impiden despertar a una fase superior de su conciencia. Nunca se ha pensado hacer las cosas de otra manera, porque si se llevaran todos estos recursos a atender las necesidades básicas de algunos grupos de la población, no sería necesario hacer tan semejante derroche. Por otra parte, en el modelo económico capitalista, sería ideal democratizar un poco el capital productivo o cualquier modalidad y empoderar al pueblo que aporta la mano de obra para que despierte en él un sentido de pertenencia al mismo y no vea al inversionista como a su contradictor, sino como un aliado para el progreso. Con una nueva consigna en capital de inversión, cooperar en vez de competir. Lograr ver y sentir el mundo desde nosotros, no desde el yo individual. En cualquier modelo de sociedad, sería ideal normalizar el respeto por la diferencia y reconocer sus derechos. La diferencia, que a muchos molesta, y que vemos en el mundo real, hace parte del orden natural, pues sin ella no habría la dinámica del universo. El Homus políticus podría ser el género marginal perteneciente a la especie del Homo sapiens, que ha tomado el liderazgo, el macho alfa, del poder en las sociedades del planeta y lo hace peor que el mismo Sapiens porque su mente se alimenta, especialmente, del miedo, la codicia, la corrupción y la envidia hacia el otro. Es terriblemente pragmático y no tiene el sentido de la compasión y la empatía hacia el otro porque siempre vive a la defensiva y lo acompaña el miedo. Con esa clase de líder en la cúpula del poder es con la que estamos lidiando.

Haciendo uso de la metáfora bíblica de los hermanos Caín y Abel, se evidencia, en su narrativa, la polaridad del bien y el mal. Tenemos algunos Sapiens que bien representan la herencia y la estirpe de Caín, donde han imaginado y diseñado una sociedad y una cultura donde se asesina al hermano, (entendiendo por este a todos los de su misma especie), por celos, envidia o codicia. El comportamiento social de muchos humanos en la sociedad actual se diferencia muy poco del de Caín. Llevamos muchos milenios viviendo y padeciendo y atrapados en una sociedad muy inspirada en este mito bíblico. ¿Será que estamos viviendo en la era de Caín?

Somos la única especie animal, de la mano de ciertos líderes paranoicos, que imaginamos y diseñamos emboscadas para asesinar a los otros por motivos económicos o imperialistas tal como lo hacen y lo han hecho las grandes potencias económicas y militares del mundo en toda la historia humana. En el sentido de la empatía, la cooperación y la compasión, cualquier especie de animal que habita el planeta lo hace mucho mejor que el Sapiens. ¿Por qué no intentamos hacer las cosas de otra manera?

Y más bien nos dedicamos a resolver nuestros problemas domésticos de cada país, imaginando y diseñando una realidad más incluyente y justa que siga las premisas de la ley natural, que es la única que nos garantiza imparcialidad, sin el aval e imposición de ideología alguna, sea esta política o religiosa, ya que esta nos enseña e invita a vivir en paz y armonía con la naturaleza y con nosotros mismos. Podría pensarse y poner en práctica un único mandamiento que abarque a todas las creencias, sean estas religiosas, filosóficas o postulados políticos, que podríamos llamar el mandamiento de la reciprocidad, inspirado en la filosofía de Confucio: «No haré a nadie, lo que no quisiera que me hicieran a mí». Aquí podríamos evidenciar la relación de causa-efecto; acción y reacción, como expresiones de las leyes naturales y formuladas en las leyes de la Física. En otros credos de Oriente nos dicen que existe: el Karma y el Dharma.

NÉSTOR JARAMILLO HERNÁNDEZ

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CAPÍTULO I

Creerse superior al otro es una vana ilusión del ego originada en una crasa ignorancia de la ley natural. Para la naturaleza todos somos iguales porque estamos hechos de una sustancia común. Las diferencias que vemos en la sociedad son culturales, circunstanciales y relativas.

La imaginación, según lo entiende Albert Einstein, es más importante que el conocimiento. Por lo tanto, la imaginación creadora es la plataforma de lanzamiento de los sueños de nuestra conciencia, y con el apoyo del pensamiento racional y la praxis, buscamos hacerlos realidad. La imaginación es la raíz oculta de todo conocimiento. Apalancado en esa premisa, me permito diseñar y soñar con un mundo ideal, orientado por la mente del ser espiritual, ya que, en el que vivimos, ha sido diseñado e imaginado por la mente del ego, y este se encuentra atrapado en un círculo vicioso hace milenios, donde todo se comienza de una forma igual y se hace de una misma manera, y termina con los mismos resultados de siempre. Desde hace muchos siglos, el Homo sapiens, cuando evolucionó y partió desde las praderas de África y marchó hacia todo el planeta, y por lo tanto, comenzó a tener conciencia social haciendo uso de su instinto gregario, siempre ha cometido los mismos errores cuando vive en comunidad y parece que aprende muy poco de las enseñanzas que deja la historia. Manifestada en mucha prosperidad para las élites y marginalidad para la mayoría de la población, dando origen a una tensión que explota, muchas veces, en guerras. Se forman grupos y subgrupos con intereses contrarios y uno de ellos es dominante en la sociedad. La marginalidad y la exclusión son la materia prima de la que se nutren las guerras. Sin embargo, esta conducta, opino, es por la pura y crasa ignorancia. A mi entender, una parte de esto empieza por un error en su psiquis, es decir, en el mecanismo de la percepción, donde percibe un mundo incompleto, auto fragmentado, porque hay un sesgo en su visión de la realidad, y esto precisamente origina la emoción del miedo a todo y a todos. La parte no aceptada de la realidad se convierte en una amenaza latente y sospechosa. Esta emoción arcaica da origen, a su vez, a casi todos los males del mundo en las relaciones sociales, tales como la codicia, los celos, la envidia, la sospecha al otro, etcétera. Los grupos elitistas, locales e internacionales a los que modernamente se les llama oligarcas, dominan y monopolizan los recursos naturales y los explotan para su beneficio, porque tienen la peregrina idea de que no hay suficientes insumos naturales para cubrir las necesidades de todos en la sociedad. Si deseamos un mundo diferente, con unos resultados que satisfagan a todos, tenemos que pensar de manera diferente y hacer las cosas de otra manera.

Parece que la naturaleza de la realidad se manifiesta en una dinámica de contrarios y la psique del Homo sapiens actual ignora este elemental principio natural. La percepción del mundo es una proyección de la mente del observador y, por lo tanto, parece que la mente de este no da cabida al componente contrario de la realidad porque lo ignora o descalifica. Hace falta que nuestra conciencia y la cultura acepten que lo que entendemos por nuestra realidad se compone de muchas cosas que nos agradan y otras que no nos gustan, pero que todas son igualmente válidas para el inventario de la naturaleza. De esa manera, su mundo y realidad se convierten en una amenaza porque desconocen o rechazan una parte de la realidad. Sabemos que lo desconocido siempre nos genera incertidumbre y mucha sospecha. Por un hábito mental milenario, descarta la diferencia e intenta suprimirla de la realidad, al desconocerla o rechazarla, se convierte en una amenaza latente en su mente y la siente en sus emociones que lo persiguen a todas partes. En una comunidad sana, lo ideal sería respetar la diferencia y reconocer sus derechos que hacen parte de lo que entendemos por el mundo real.

Una manera incluyente de percibir el mundo y actuar de otra manera.

Todo este conflicto del mundo interior del yo observador y llevado a la práctica social se podría solucionar en la mente de este con una percepción incluyente, holográfica y universal. Es decir, un nuevo modelo de pensamiento donde incluye la ley de los contrarios en su conciencia, para dar nacimiento a una nueva percepción incluyente y una visión del mundo universal que abarque todos los matices. Una mente universal que no esté atrapada por los prejuicios y la ignorancia, sean estos religiosos, políticos o filosóficos. Esa es la nueva realidad con la que soñamos, originada en la mente o psiquis del que llamamos el Humano