La naturaleza, vivimos en ella y ella vive en nosotros
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Este segundo volumen de la colección "Otra miradar" ofrece temas de reflexión, métodos para reenfocar y armonizar con la naturaleza y las fuerzas del universo. El autor enfatiza la necesidad de abrirse a la vida de la naturaleza, de tejer vínculos con todas las existencias. ¿Por qué, desde sus orígenes, el ser humano ha sentido la necesidad de explorar el mundo que le rodea? … "No es solo para asegurar su supervivencia, nos dice Omraam Mikhaël Aïvanhov, sino porque todo lo que existe en el cielo y en la tierra también existe dentro de él. Inconscientemente, también es él a quien quiere estudiar y comprender…"
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La naturaleza, vivimos en ella y ella vive en nosotros - Omraam Mikhaël Aïvanhov
Por qué la naturaleza siempre ha despertado la curiosidad de los humanos
Desde sus orígenes, el ser humano ha sentido la necesidad de explorar el mundo que le rodea. Y no solo lo ha hecho para asegurar su supervivencia, sino porque todo lo que existe en el cielo y en la tierra, todo lo que existe en los diferentes reinos de la naturaleza, existe también en él. En realidad, él mismo quiere estudiar y comprender. Hasta que no tome conciencia de las causas profundas de su curiosidad, se contentará con mirar la naturaleza desde el exterior sin descubrir nunca lo esencial. Debería impulsar ahora estas investigaciones en sí mismo, para extender al infinito los límites de su conciencia.
El saludo que se debe dar desde la mañana a toda la creación
Cuando nos encontramos con personas que conocemos o incluso con desconocidos, a veces les dirigimos desde lejos un saludo con la mano. Pero nuestra mano no es solo un medio de relacionarnos con los seres humanos, gracias a ella podemos entrar también en relación con la naturaleza. Cuando, por la mañana, abrís vuestra ventana o vuestra puerta, pensad en saludar al cielo, al sol, a los árboles... ¡Saludad a toda la creación! Os preguntaréis si esto es útil. Sí, esto sirve para comenzar el día con un acto esencial: os unís a las fuentes de la vida. En respuesta a vuestro saludo, la naturaleza se abre también a vosotros, os envía energías para esa jornada que comienza.
El sol: luz, calor y vida
El sol no es solo ese astro que brilla en el cielo y que, a lo largo del año, rige los días y las estaciones. Él es la sabiduría con su luz; él es el amor, un impulso hacia todo lo que es bueno, constructivo; y él es la vida, la vida espiritual, la vida pura, que brota. Por lo tanto, el sol conlleva toda una ciencia. Por eso no basta con ir a exponerse en las playas o en otros lugares. Lo importante es tratar de alcanzar, más allá, más arriba, estos tres principios superiores que son la luz, el calor y la vida.
Microcosmos y macrocosmos: el hombre en el universo
Puesto que todo lo que existe en el universo existe también en el hombre, los antiguos sabios han llamado al universo el macrocosmos (gran mundo) y al hombre, el microcosmos (pequeño mundo). El hombre es infinitamente pequeño, el universo es infinitamente grande, pero entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande existe una multitud de correspondencias. Todos los órganos de nuestro cuerpo físico, así como los de nuestros cuerpos psíquicos y espirituales, están en correspondencia con regiones del universo. Por la ley de afinidad podemos tocar, en el espacio, centros y fuerzas que corresponden a centros y fuerzas dentro de nosotros, para participar en la vida cósmica.
Abrirse a la vida de la naturaleza
A fuerza de observaciones y descubriendo que el universo obedece a leyes, los humanos han creado las llamadas ciencias «naturales»; pero esto no es razón para calificar los fenómenos naturales de mecánicos. Los que piensan así, no ven la vida en la naturaleza, e impiden que esta vida penetre en ellos. Porque la naturaleza no solo está viva, también es inteligente, y si nos abrimos a ella, nos responde haciéndonos partícipes de su vida. No llegaréis a ser verdaderamente vivos e inteligentes hasta el día en que decidáis abriros a esta vida inmensa, inagotable, que se manifiesta por todas partes en el universo.
El cuerpo humano: un libro cuyos caracteres son dados por los cuatro elementos
Del mismo modo que un libro se compone de caracteres de imprenta, un cuerpo humano se compone de partículas dadas por los cuatro elementos. Según su grado de evolución, el alma que habita este cuerpo lo convierte en un libro magnífico, o mediocre, o francamente malo que, donde quiera que pase, deja huellas como tantos ejemplares de sí mismo. Luego, un día, las letras de este libro se separan y vuelven a la tierra, al agua, al aire y al fuego de donde han venido. No queda nada del cuerpo. Pero el alma que habitaba este cuerpo sigue viva, y se va a escribir otros textos en otras regiones del espacio. Llamamos muerte a la descomposición de un texto previamente compuesto y que más tarde será recompuesto de nuevo. Así pues, lo que llamamos muerte es solo una convención.
A la salida del sol
Contemplar la salida del sol es tratar de impregnarse del fluido sutil que circula en el universo, es comer y beber esta luz y este calor vivos que poco a poco se difundirán en todas las células de nuestro cuerpo, las fortalecerán e iluminarán.
Vivir es establecer vínculos con todo lo que existe
El objetivo de la vida es vivir, simplemente; y solo se puede vivir realmente estableciendo vínculos, no solo con los seres humanos, sino con todo lo que existe. Esto puede comenzar con gestos muy simples. Os acercáis a un río, a un lago, a un bosque, a una montaña... Deteneos un momento y mandadles una señal con la mano, dirigidles unas palabras. Cuando sepáis mantener una relación consciente con la naturaleza, ya no os sentiréis ni vacíos, ni pobres, ni solos, porque entonces la vida universal vendrá a colmaros.
La atención mantiene y enriquece nuestra vida
La atención... Aprended a cultivar esta cualidad tan preciosa, porque mantiene la vida, mantiene el amor. Prestad atención a los seres humanos, pero también a los árboles, a las flores, a los pájaros, a las mariposas, a las gotas de rocío... Un día descubriréis que también en vosotros hay mariposas que revolotean de flor en flor, y pájaros que cantan en los árboles. A veces, al abrir vuestra ventana por la mañana, ¿no os sentís habitado por presencias invisibles como si las gotas de rocío brillaran sobre las flores y las hojas de vuestra alma? Tratad de retener esta sensación el mayor tiempo que os sea posible.
El amor: una quintaesencia que llena el espacio
El amor es una energía cósmica expandida por todo el universo. Entonces, ¿por qué debéis sentiros privados de amor porque no tenéis a un hombre o a una mujer en vuestros brazos? No es el cuerpo, ni la carne lo que os da amor. El amor puede servirse del cuerpo físico como soporte, pero él está en otra parte, está en todas partes. Podéis encontrarlo en la tierra, el agua, el aire, el sol, las estrellas... Podéis encontrarlo en las piedras, las plantas, los animales... Y también, por supuesto, podéis encontrarlo en los seres humanos; pero no solo en ellos, como tenéis tendencia a creer. El amor es una quintaesencia que llena el espacio.
Nuestro pensamiento es un imán
¡El pensamiento tiene grandes poderes! Nos da los medios para captar en todo el universo los elementos que necesitamos, así como para llegar a los seres que queremos alcanzar. Es él el que, por la ley de la afinidad, se encarga de alcanzar estos elementos o estos seres. Incluso si la persona en la que pensáis está al otro lado del mundo, entre los miles de millones de personas que están en la tierra, vuestro pensamiento irá exactamente hacia ella y no hacia otra persona; es como si fuera un imán. Así que, ahora, ya sean elementos o seres, pensad en ellos sin preocuparos del lugar en dónde están. Si sois intensos, vuestro pensamiento os unirá a ellos.
El árbol que saludamos al pasar
A veces pasáis varias veces al día frente a un árbol sin apercibiros de que él también es una criatura viva. En lo sucesivo, estad más atentos, e incluso acercaos a él para hablarle, para penetraros de su quintaesencia.
El árbol se enriquecerá con vuestra presencia y vosotros os enriqueceréis con la suya. Entraréis en comunicación con esta vida que circula desde sus raíces hasta los extremos de sus ramas. También conoceréis a las entidades que lo habitan y lo cuidan. Porque hay entidades que se ocupan de mantener la vida por todas partes en la naturaleza.
Los desórdenes que los humanos crean en la naturaleza
Para satisfacer sus necesidades, su comodidad, sus placeres, los humanos han logrado, a lo largo de los siglos, imponerse cada vez más a la naturaleza. Por supuesto, la naturaleza es paciente, pero si los humanos se obstinan en alterar el orden que la rige, responderá, y deberán sufrir sus respuestas no solo en su entorno sino también en ellos mismos. Creen poder entregarse impunemente a todo tipo de abusos, pero estos mismos desórdenes que crean en el gran organismo de la naturaleza, los crean también en ellos, en su organismo físico y psíquico.
Como el agua, el amor transforma nuestros desiertos interiores en tierras fértiles
¡Cuántas tierras se han convertido en desiertos por falta de agua! ¡Pero también, cuántos desiertos donde se ha podido llevar el agua se han transformado en tierras fértiles! El agua es la vida que circula. Por lo tanto, si queréis convertiros en una tierra fértil, dejad siempre que el agua fluya en vosotros. Dejar fluir el agua significa no dejar nunca de amar. Pase lo que pase, nunca cerréis vuestros corazones, porque entonces el desierto se instalará en vosotros. Los demás pueden no necesitar vuestro amor, pero vosotros necesitáis amar.
Nuestra mano, una entidad viva
El ser humano ha adquirido, gracias a sus manos, lo esencial de todo lo que posee hoy. Sin ellas, ¿qué hubiera podido crear? Por el momento, está usando sus manos para actuar en el plano físico, pero es muy poco... ¡muchas realizaciones son todavía posibles en áreas que no conoce! La Inteligencia cósmica ha creado la mano del hombre como una entidad viva que tiene su cerebro, su sistema nervioso, su estómago... Es pues una síntesis de todo su cuerpo. Y puesto que cada parte de su cuerpo está en correspondencia con una parte del universo, sus manos también están en relación con el universo entero.
Para atravesar el bosque de la existencia
Aquél que se aventura a atravesar un bosque en plena oscuridad se expone a todo tipo de peligros, y lo más peligroso todavía, es el miedo que se crea el mismo al no saber cómo interpretar los ruidos y las formas indecisas que ve agitarse. Ahora bien, tener miedo es dar a lo que tememos condiciones para ser nocivo. Así sucede en la vida de los seres humanos cuando no poseen un verdadero conocimiento. Solo un verdadero conocimiento puede acompañarlos como una luz a través del bosque de la existencia. Una vez que conocen la realidad de las cosas, siguen avanzando con confianza.
Alimentarse no significa comer
No basta con saber lo que el acto de comer representa para nuestra salud, también es importante comprender que hay un trabajo a hacer con el pensamiento. El que se contenta con comer para saciar su hambre, no absorbe más que la parte material del alimento; por lo tanto, se priva de los elementos sutiles que podrían sostener su vida psíquica. Comer es una cosa, alimentarse es otra. Hay en los alimentos partículas vivas que solo pueden ser captadas con la concentración del pensamiento. Ejercitaros, y no solo seréis capaces de afrontar las tareas diarias, sino que también os volveréis más sensibles a las manifestaciones sutiles de la vida.
Nuestras deudas con la naturaleza
Los elementos de los que está formado nuestro cuerpo, así como el aire, el agua, la comida, la luz y el calor del sol, los materiales de los que hacemos nuestra ropa, nuestras casas, nuestras herramientas... todo se lo debemos a la naturaleza. Y lo que recibimos de este modo se inscribe en detalle en alguna parte como deudas que contraemos con ella y que debemos pagar. ¿Cómo?... Con una moneda llamada respeto, reconocimiento, amor y la voluntad de estudiar lo que está escrito en su gran libro. Todo lo que nuestro corazón, nuestra inteligencia, nuestra alma y nuestro espíritu son capaces de producir de bueno puede ser un pago. En el plano espiritual, nuestras posibilidades son infinitas.
Abrir nuestras puertas a los rayos del sol
Para recibir todas las bendiciones del sol que sale, pensad que sus rayos entran en vosotros como entran en vosotros el alimento, el agua, el aire. Abridle vuestras puertas. Estos rayos, que están vivos, que son poderosos, imaginad que penetran en las células de vuestro cerebro, pero también en vuestro plexo solar que es como un depósito. Y de este depósito siempre tendréis la posibilidad de sacar energía, consuelo, luz.
Del dinosaurio al pájaro
Ahora sabemos que los dinosaurios son los ancestros de los pájaros. Con el tiempo, y a través de sucesivas transformaciones, las patas delanteras de algunos de estos reptiles se convirtieron en alas. ¿Cómo podemos entender esta evolución? Quizás había entre ellos algunos individuos más curiosos, más audaces, que quisieron liberarse arrancándose del suelo, y otros siguieron su ejemplo... Tomad esta interpretación como queráis. Pero si se traslada este fenómeno al mundo humano, se puede decir que siempre ha habido en la historia, audaces que han intentado escapar de las pesanteces abriendo nuevos caminos. La humanidad progresa gracias a los audaces, y a cada uno corresponde decidir si quiere seguir su ejemplo.
El aire mantiene en nosotros el fuego