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La idea de la pobreza en la literatura griega antigua
La idea de la pobreza en la literatura griega antigua
La idea de la pobreza en la literatura griega antigua
Libro electrónico278 páginas4 horas

La idea de la pobreza en la literatura griega antigua

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La pobreza es un fenómeno que ha estado presente en todas las sociedades, en todas las épocas. En cada una de ellas, el tema ha sido motivo de preocupación de las mentes más lúcidas. En el caso de la Grecia arcaica, la pobreza fue motivo de reflexión y discusión de numerosos poetas: desde la gran épica hasta la lírica del siglo VI antes de nuestra era. A partir de Hesíodo la reflexión se da en dos vías: la primera, relativa a la pobreza como resultado de la voluntad y acción de las potencias divinas o del azar y el destino; y en la segunda, como resultado de la acción o la inacción humana. Este libro traza un hilo conductor a través de los ejes vertebradores del discurso político, filosófico y económico que comienza a formarse en la aurora del pensamiento griego, y explica los alcances y ecos que tales reflexiones tienen en nuestros días. Se trata de un texto que abreva de la literatura, del pensamiento filosófico y estético, construyendo una mirada amplia y abarcadora de la idea de la pobreza en la antigüedad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 abr 2024
ISBN9786073085793
La idea de la pobreza en la literatura griega antigua

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    La idea de la pobreza en la literatura griega antigua - Saúl Arellano Almanza

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    La idea de la pobreza en la literatura griega antigua

    Saúl Arellano Almanza

    Universidad Nacional Autónoma de México

    2023

    Coordinación de Humanidades

    Programa Universitario de Estudios del Desarrollo

    Este libro fue sometido a un proceso de dictaminación por pares académicos expertos y cuenta con el aval del Comité Editorial del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de México para su publicación.

    Primera edición: 5 de diciembre de 2023

    D.R. © 2023 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

    Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, Cd.Mx.

    Programa Universitario de Estudios del Desarrollo

    Planta baja del edificio Unidad de Posgrado,

    costado sur de la Torre II Humanidades

    Ciudad Universitaria, Cd.Mx.

    Coyoacán, c.p. 04510

    http://pued.unam.mx/

    ISBN: 978-607-30-8579-3

    Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México.

    Prohibida su reproducción parcial o total por cualquier medio, sin autorización escrita de su legítimo titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México

    Contenido

    Resumen

    Abstract

    Presentación

    Introducción

    Capítulo 1. Las divinas tensiones como contexto

    1.1. Una recuperación de Dioniso

    1.2. La doble resurrección dionisiaca

    1.3. La tensión con Apolo

    1.4. Un último giro en torno a la tensión dionisiaca-apolínea

    1.5. La otra tensión: Afrodita frente Atenea y Artemisa

    1.6. Escolio sobre las tensiones divinas en el mundo homérico

    Capítulo 2. La idea de la pobreza en los textos homéricos

    2.1. Un mundo de riquezas en disputa

    2.2. Algunas situaciones excepcionales

    2.3. La riqueza, la extranjería y la hospitalidad

    Capítulo 3. Hesíodo: de la justicia divina a la pobreza de los hombres

    3.1. Hesíodo como gran «civilizador»

    3.2. Trabajos y días: un primer esfuerzo civilizatorio

    3.3. Una tríada definitoria: justicia, trabajo y pobreza

    3.3.1. Eris, justicia, trabajo y política

    3.3.2. Dos ciudades: de guerra y de paz

    3.4. Justicia, trabajo, pobreza y riqueza

    3.4.1. El origen del hombre y la justicia

    3.5. El poder y la justicia

    3.6. La justicia y la pobreza

    3.7. La potencia histórica de Hesíodo: el comentario de Plutarco

    Capítulo 4.La pobreza en la poesía lírica griega

    4.1. Tirteo o la deshonra de la pobreza

    4.2. Calino de Éfeso y los resabios de la guerra

    4.3. Arquíloco de Paros: entre lo excelso y lo mundano

    4.4. Hipónax: la tristeza de la pobreza

    4.5. Teognis de Megara: la puesta en duda de la justicia

    4.6. Teognis y Alceo: el rechazo de la pobreza

    Capítulo 5. Reflexiones finales

    Referencias

    AVISO LEGAL

    Resumen

    Esta investigación explora las distintas concepciones que se generaron en la literatura griega antigua con respecto a la idea de la pobreza. Para ello, se recurre a los textos de la literatura del denominado periodo arcaico, que comprende de los siglos

    viii

    al

    v

    antes de la era común (a. e. c.). Específicamente, el análisis que se presenta recorre las obras de la gran épica homérica, pasando por los textos de Hesíodo, y cerrando con los fragmentos de la poesía lírica del periodo. En todas estas fuentes se encuentran elementos para comprender el significado que se dio a la pobreza en la cultura griega de la antigüedad, lo cual permite poner en perspectiva los significados y el sentido que se le da a este fenómeno en el presente.

    Abstract

    This research explores the different conceptions that were generated in ancient Greek literature regarding the idea of poverty. To do this, we resort to the literature texts of the so-called archaic period, which spans from the 8th to the 5th centuries before our era. Specifically, the analysis presented covers the works of the great Homeric epic, passing through the texts of Hesiod, and closing with the fragments of the lyric poetry of the period. In all these sources there are elements to understand the meaning given to poverty in ancient Greek culture, which allows us to put into perspective the meanings and sense given to this phenomenon in the present.

    Presentación

    Pensar la pobreza en el siglo

    xxi

    , cuando en todos los continentes persisten condiciones de hambre y miseria, al lado de superabundancia y desperdicio, se impone como una responsabilidad tanto académica como ética. Es cierto que en todas las sociedades han existido personas consideradas como pobres; y es igualmente un hecho incontrovertible que en todas las regiones y en todas las épocas siembre ha habido personas y grupos de población que carecen de todo o casi todo.

    Pero eso que para algunas posturas representa una cuestión cuasi natural que se revela igualmente como una alerta para preguntar por qué nunca, en la historia de la humanidad, la pobreza ha dejado de ser un problema presente en todas las sociedades.

    Uno de los argumentos centrales que siempre se han esgrimido para legitimar la persistencia de la pobreza es que los recursos son siempre limitados o escasos, y que las necesidades de la población son crecientes. Pero esto puede ponerse en tensión porque en las sociedades donde ha sido posible que algunas personas tuviesen el tiempo suficiente para reflexionar y escribir sobre la realidad, hay evidencia suficiente para suponer que había superabundancia —siempre relativa a las condiciones en que vivían los más necesitados— y que esta se ha concentrado históricamente en unas cuantas manos.

    En su poema Preguntas de un obrero que lee, Bertolt Brecht (2012) plantea:

    … Si aun en la legendaria Atlantis, la noche en que la que la tragó el mar

    Los que se ahogaban aullaban reclamando sus esclavos.

    El joven Alejandro conquistó la India

    ¿Él solo?

    César derrotó a los galos.

    ¿Ni siquiera llevaba un cocinero consigo?

    Felipe de España lloró cuando se hundió su armada.

    ¿Nadie más lloró ese día?

    Federico II venció en la Guerra de los Siete Años. ¿Quién

    venció además de él?

    Cada página una victoria.

    ¿Quién cocinaba el festín?

    Cada diez años un gran hombre.

    ¿Quién pagaba los gastos?

    A tantos informes

    tantas preguntas.

    (pp. 102-103, vv. 14-28)

    Estas preguntas adquieren pleno sentido para la presentación de esta indagación porque orientan la mirada sobre lo no visto en la historia de las ideas relativas a la pobreza, la riqueza y, en general, el bienestar de las poblaciones. Si había la capacidad de generar pirámides, era porque tanto en Egipto como en Mesoamérica, y en todos los lugares donde fueron edificadas, había la cantidad de trabajo y energía suficientes para hacerlo; y que esta se utilizaba predominantemente en favor de quienes tenían el poder.

    Los bellísimos edificios en Grecia, Roma o Constantinopla, las imponentes catedrales góticas, la belleza incomparable del Barroco, entre otros, revelan lo mismo: concentración de poder y riqueza, así como una utilización simbólica de la energía y los recursos disponibles para el beneficio de élites y grupos privilegiados.

    La realidad del presente no es muy distinta: mientras que en las lujosas calles de las metrópolis de las principales potencias económicas del mundo el lujo y la ostentación hacen parecer al Palacio de Versalles como un juego de párvulos, en las calles de los países más pobres hay niñas y niños que mueren de hambre, personas que defecan al aire libre y millones que se consumen en la lucha diaria por la supervivencia.

    ¿Esto es natural? ¿Se trata de una realidad que ha existido siempre y frente a la cual debe asumirse que seguirá existiendo y que se debe contentar con paliar los efectos negativos que las peores condiciones de la existencia tienen para legiones de marginados? Estas interrogantes permiten plantear cómo es que se ha pensado a lo largo de la historia de Occidente este fenómeno, y qué es lo que puede aprenderse hoy de ese conocimiento que se remonta a los orígenes de la civilización y que se ha acumulado en miles y miles de páginas de saber a lo largo de los siglos.

    Frente a lo anterior, el problema de fondo al que se enfrenta quien se plantea estas cuestiones es que no existe como tal una historia de la idea de la pobreza y de las ideas que se le asocian. Existen, en efecto, historias relativas a las condiciones de pobreza en ciertas regiones del mundo y sobre cuál ha sido la posición que han tenido las sociedades y los Estados sobre la cuestión. Pero no se ha construido una obra en la cual se rastree desde la antigüedad hasta la actualidad el debate que se ha dado entre diferentes posiciones y tradiciones.

    Esta dificultad debe entonces ser resuelta en dos dimensiones. La primera es la relativa al método desde el cual puede llevarse a cabo una indagación como la señalada; la segunda está relacionada con las fuentes a las que debe recurrirse para pensar en una cuestión de la magnitud y complejidad como la que aquí se apunta.

    Sobre el método, en la introducción al texto se plantea con mayor extensión que es a través del análisis hermenéutico como puede generarse una reflexión crítica que haga emerger de textos los planteamientos y posiciones que se han construido para explicar, legitimar o cuestionar a la pobreza y otros conceptos que le están asociados y le son correlativos (riqueza, justicia, desigualdad, caridad, compasión, envidia, codicia, etc.).

    Sobre las fuentes a las que es necesario recurrir para emprender la empresa señalada es importante decir que la propuesta es recorrer tres amplios senderos del pensamiento generados a lo largo de la historia. Por una parte, se encuentra el sendero del saber literario, pues, en efecto, en la obra de las y los principales poetas, líricos, comediógrafos y, más recientemente en la modernidad, en el drama y la novela se han escrito obras de gran calado literario, pero también con un profundo sentido de crítica social, en los que se expresan y desarrollan profundas ideas y tesis acerca de la pobreza, sus causas, su razón de ser o la exigencia de su erradicación.

    El segundo sendero es el que se encuentra en el saber filosófico, en el cual será necesario, además, contextualizar las ideas alrededor de la pobreza, en el marco y alcances de los sistemas y perspectivas filosóficas que han existido a lo largo de la historia. En ese sentido, se considera fundamental distinguir lo que significa la pobreza, solo por citar un ejemplo, en un autor idealista como Platón, de lo que significa hacerlo en uno realista como Aristóteles, pues, aunque vivieron en un contexto temporal y cultural sumamente próximo, las conclusiones y consecuencias que extraen respecto de la idea de la pobreza son radicalmente distintas. La reflexión histórica guiada por la hermenéutica debe permitir avanzar, teniendo como criterio de investigación la sucesión histórica de los autores, hasta llegar al presente.

    Finalmente, el tercer sendero de indagación es el saber religioso, particularmente en la tradición judeocristiana que ha dado lugar a profundas reflexiones sobre la pobreza, desde una perspectiva teológica, pero también filosófica que ha llegado hasta el presente bajo la denominación genérica de doctrina social de la Iglesia, en el marco del catolicismo.

    Como se observa, la tarea de pensar la idea de la pobreza representa un reto mayor en términos de búsqueda, reflexión e interpretación de las ideas que pueden extraerse en los 28 siglos que han transcurrido desde que aparecieron los primeros poemas épicos en la Grecia antigua. Sin embargo, la magnitud del reto solo se corresponde con la magnitud de la deuda que la humanidad tiene consigo misma, en el sentido de no haber logrado construir sociedades justas y con bienestar generalizado para todos los habitantes de la Tierra.

    En este texto se aborda la primera etapa del primero de los senderos aludidos y se aboca al estudio de la idea de la pobreza en la poesía griega arcaica. Al respecto, es importante señalar que este estudio no se aboca al análisis técnico, sino que la propuesta se centra en una interpretación que se nutre de la sociología, la filosofía, así como del análisis de contenido, con el propósito de desentrañar lo que pensaron los poetas helénicos acerca de la pobreza, su origen y significado en la vida social y económica de su tiempo.

    Introducción

    Cuando Heidegger se propuso pensar en la idea de la pobreza, decidió hacerlo a través del análisis hermenéutico de un poema atribuido a Hölderlin. Retoma de él los siguientes versos:

    Entre nosotros, todo se concentra en lo espi-

    ritual, nos hemos vuelto pobres para llegar a

    ser ricos. (Heidegger , 2008, pág. 93)

    Reflexionando sobre el tema, Heidegger dirá:

    « Entre nosotros, todo se concentra sobre lo espiritual» – no hay aquí ninguna constatación histórica de una realidad factual de la época, sino el nombrar, en pensamiento y poesía, un Acontecimiento latente en el Ser mismo […] Este mismo carácter del decir poético lo tiene también lo que sigue a la primera parte de la sentencia: «Entre nosotros, todo se concentra sobre lo espiritual, nos hemos vuelto pobres para llegar a ser ricos». ¿Qué quiere decir «pobre»? ¿En qué consiste la esencia de la pobreza? ¿Qué quiere decir «rico», si sólo llegamos a ser ricos en la pobreza y por ella? (Heidegger, 2008, pp. 105, 107).

    Son dos las cuestiones que se derivan de lo anterior. La primera es la relativa a que Heidegger encuentra en el hablar poético la clave para construir las preguntas fundamentales que permiten descender a las profundidades de la complejidad del concepto o idea de la pobreza; la segunda es la relativa a cómo llega a la determinación de que es a través de la poesía y su análisis hermenéutico como puede llegar a la respuesta de las cuestiones planteadas.

    En Ser y Tiempo había planteado precisamente que en la estructura y contenido de la pregunta está en germen la estructura y contenido de la respuesta no como un acto de anticipación o de universalización de las oraciones para de ellas deducir lógicamente nuevos postulados, sino que en el camino del interrogar es donde se encuentran las posibilidades de hacer hablar al lenguaje.

    Una de las respuestas que da a la cuestión de en qué consiste la esencia de la pobreza es la siguiente:

    Ser pobre quiere decir: no carecer de nada, salvo de lo no necesario; no carecer de nada más que de lo Libre-Liberante […] El llegar a ser-rico no sigue al ser-pobre como el efecto sigue a la causa, sino que propiamente ser-pobre es en sí el ser-rico. Por el hecho mismo de que la pobreza no nos hace carecer de nada, tenemos de entrada todo, nos mantenemos en la sobreabundancia del Ser, que desborda por anticipado todo lo necesitante de lo necesario. (Heidegger, 2008, pp. 111, 113, 115 ).

    La problematización y las definiciones que construye el filósofo pueden cuestionarse e incluso, desde otras perspectivas, refutarse. Pero eso no es lo que interesa aquí, sino, sobre todo, cómo es que llegó a la construcción de esas ideas. El sendero que sigue es el propio de la indagación hermenéutica que busca e interroga, al lenguaje mismo, algo que está más allá de las constataciones históricas y que solo pueden encontrarse en el habla del lenguaje mismo.

    Es la poesía la que ofrece un sendero tal, aunque que no necesariamente las respuestas. En el hablar de los poetas se cifra la inteligencia metafórica, que es una que escapa a los procesos de racionalización que guían, por ejemplo, a la indagación empírica, la cual exige cúmulos de evidencia y determinaciones causales.

    La reflexión heideggeriana sobre la pobreza, vista vis a vis con la realidad contemporánea del hambre y la persistencia de la pobreza en todo el mundo y, lo que es más, su profundización y expansión en la mayoría de las regiones después de la pandemia

    covid

    -19, impone el reto de pensar en el origen de la pregunta que interroga por el ser pobre y sus notas definitorias, esenciales, más allá de su referencia estrictamente a lo material empírico.

    En primer término, surge la interrogante sobre si conviene preguntar solo por el pasado reciente, y por; y desde; el presente mismo en torno a qué es la pobreza y cómo puede ser caracterizada, o si bien debería dirigirse el pensar hacia un origen posible, en el sentido de abordar la construcción de una genealogía que indague en el pasado profundo de la cultura y las raíces civilizatorias, sobre cuáles son las fuentes de lo que ha determinado el pensamiento y comprensión acerca de la pobreza y, su contraparte, la riqueza.

    Lo anterior cobra un mayor sentido si se piensa que, como en prácticamente todas las ramas del saber, de la pobreza hay casi tantas definiciones y consideraciones conceptuales como autoras y autores que han abordado la problemática. ¿Por qué, a pesar de que hay a partir de la segunda mitad del siglo

    xx

    numerosos diálogos y foros internacionales para debatir sobre la cuestión, no se ha llegado a una definición relativamente satisfactoria, en el sentido de que permita avanzar hacia el objetivo explícito planteado por la comunidad de las naciones, de erradicar la pobreza en todas sus formas en el año 2030?

    Dice al respecto la Organización de las Naciones Unidas (

    onu

    ):

    Poner fin a la pobreza en todas sus formas es el primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. [...¿Qué es la pobreza?...] La pobreza va más allá de la falta de ingresos y recursos para garantizar unos medios de vida sostenibles. Es un problema de derechos humanos. Entre las distintas manifestaciones de la pobreza figuran el hambre, la malnutrición, la falta de una vivienda digna y el acceso limitado a otros servicios básicos como la educación o la salud. En 2015, más de 736 millones de personas vivían por debajo del umbral de pobreza internacional. Actualmente, alrededor del diez por ciento de la población mundial vive en la pobreza extrema y tiene dificultades para cubrir sus necesidades más básicas, como la salud, la educación y el acceso al agua y al saneamiento, entre otras cosas. (Naciones Unidas, s. f.).

    Empero, ¿eso es todo? ¿La humanidad podría sentirse satisfecha si se alcanzan ese y los demás objetivos planteados? Actuar así, ¿no llevaría a las sociedades a un estado generalizado de no pobreza, en un sentido negativo, si se piensa desde Heidegger? Es decir, de lograr que todo ser humano se ubique por arriba de los umbrales de lo que se considera como lo fundamental condicionante del bienestar, ¿implicaría que se ha salido de la pobreza? ¿O hay algo más?

    Alertaría Heidegger (2008):

    El peligro de la hambruna, por ejemplo, y de los años de escasez, si se considera en su totalidad lo propio del destino occidental, no reside de ningún modo en que muchos hombres pueden perecer, sino en que aquellos que se salvan no viven más que para comer a fin de vivir. La «vida» gira sobre ella misma en su propio vacío, que la asedia bajo la figura, apenas notada y a menudo inconfesada, del aburrimiento. En este vacío, el hombre se extravía. Se equivoca de camino sobre el cual aprender la esencia de la pobreza. (pp. 115 y 117).

    El filósofo da por sentado que hay un camino para aprender la esencia de la pobreza, pero ¿cuál es este? Al menos en el texto referido no lo señala con precisión, aunque implícitamente lo que está apuntando es que un camino tal está todavía por ser construido en tanto que la reflexión no es sobre los hechos concretos y condiciones que han determinado el vacío tedioso que señala de las sociedades, sino del lenguaje en el que se habla y se habita en el ser pobre.

    Con el texto citado, Heidegger acertó al señalar el sendero que es idóneo para seguir en la indagación de qué es la pobreza y por qué debe iniciarse su andar a través del lenguaje poético. Pero ello significa solamente estar enfrente del camino, en un estado casi de total desconocimiento sobre los senderos, brechas y callejones sin salida a los que se puede enfrentar el caminante que pretenda recorrerlo. Y, lo que es más, iniciar el andar, como dice también el poeta Machado, implica construir simultáneamente el camino que se pisa y que se abre con cada paso que se avanza.

    Abrir esta ruta implica, por otra parte, hacerlo desde la conciencia de lo que Koselleck llamaría futuro pasado y su indagación a través de una historia de conceptos. Una que se remonta a los orígenes mismos de nuestra civilización, y que debe ser capaz de traernos a la reflexión sobre la interpelación contemporánea que se cifra en la existencia de alrededor de mil millones de personas en hambre o muy cerca de la condición del hambre[1].

    Pero si Heidegger tiene razón en su planteamiento, la indagación que debe emprenderse debe tener como objetivo el replanteamiento del sentido de la pregunta que interroga por el ser pobre y por el ser rico, pues su construcción, su comprensión social y su presencia fáctica en la realidad cotidiana de todos los periodos históricos de Occidente han sido una cuestión que va mucho más allá de lo carencial-material y se ha integrado como parte esencial de las discursividades culturales, políticas y económicas que se han desarrollado a lo largo de los siglos.

    Una dificultad mayor a la que se enfrenta esta forma de plantear la interrogación en torno a la determinación de la esencia de la pobreza es que el andar que se ha señalado no ha sido recorrido de manera previa, por lo que no hay un andar metodológico del cual abrevar o al cual cuestionar. Al tratarse de un primer dar el paso hacia el pasado, se hace necesario plantear varios interrogantes previos para trazar los horizontes temporales que deben abarcarse para no extraviarse en el profundo bosque que debe atravesarse.

    Heidegger inicia su reflexión sobre la pobreza recurriendo al saber poético. Y esto genera el interrogante sobree quiénes fueron, en todo caso, los primeros en escribir sobre esta materia, en una tesitura y estructura del pensar que sea posible rastrear desde coordenadas que se ubiquen en el horizonte de lo comprensible en nuestras culturas contemporáneas.

    ¿Qué diferencias y similitudes pueden encontrarse en lo pensado con respecto de la pobreza y la riqueza en el pasado de la cultura? ¿Algo de ello se mantiene, en una especie de continuum histórico, o cada uno de los periodos definidos por los historiadores ha

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