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Justificación: El plan de Dios y la visión de Pablo
Justificación: El plan de Dios y la visión de Pablo
Justificación: El plan de Dios y la visión de Pablo
Libro electrónico433 páginas6 horas

Justificación: El plan de Dios y la visión de Pablo

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En lo que se conoce como la 'nueva perspectiva' de Pablo, Wright ha propuesto una visión del mensaje central del apóstol que hace plena justicia a todas las cartas paulinas. En particular se enfoca en la naturaleza centrada en Dios del evangelio de Pablo, argumentando que las lecturas 'tradicionales' de sus epístolas pueden sugerir que el mensaje del apóstol es simplemente sobre nosotros: nuestro pecado, nuestra justificación, nuestra salvación.
Justificación: el plan de Dios y la visión de Pablo, de alcance ambicioso, aunque argumentado de cerca, sugiere que esta comprensión crucial de la teología de San Pablo, y por lo tanto del evangelio de Cristo, se necesita urgentemente a medida que la Iglesia enfrenta las tareas de la misión en un mundo peligroso.
Pocos temas son más importantes para la fe cristiana que la naturaleza, el alcance y los medios de salvación. Muchos han pensado que es en gran parte una transacción que lleva a uno al cielo.

En este fascinante libro, N. T. Wright explica que la salvación de Dios es radicalmente más que esto.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 ago 2020
ISBN9781951539368
Justificación: El plan de Dios y la visión de Pablo
Autor

N. T. Wright

N. T. Wright is the former Bishop of Durham in the Church of England and one of the world’s leading Bible scholars. He serves as the chair of New Testament and Early Christianity at the School of Divinity at the University of St. Andrews as well as Senior Research Fellow at Wycliffe Hall, Oxford University. He has been featured on ABC News, Dateline, The Colbert Report, and Fresh Air. Wright is the award-winning author of many books, including Paul: A Biography, Simply Christian, Surprised by Hope, The Day the Revolution Began, Simply Jesus, After You Believe, and Scripture and the Authority of God.

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    Justificación - N. T. Wright

    Copyright © 2009 by Nicholas Thomas Wright.

    Justificación

    El Plan de Dios y la Visión de Pablo

    de N.T. Wright. 2020, JUANUNO1 Ediciones.

    Título de la publicación original: Justification (England, 2009).

    This translation published by arrangement with the original Publisher, The Society for Promoting Christian Knowledge, London, England.

    Esta traducción es publicada por acuerdo con la casa editorial de origen The Society for Promoting Christian Knowledge, London, England.

    Spanish Language Translation copyright © 2020 by JuanUno1 Publishing House, LLC.

    All Rights Reserved. | Todos los Derechos Reservados.

    Published in the United States by JUANUNO1 Ediciones,

    an imprint of the JuanUno1 Publishing House, LLC.

    Publicado en los Estados Unidos por JUANUNO1 Ediciones,

    un sello editorial de JuanUno1 Publishing House, LLC.

    www.juanuno1.com

    JUANUNO1 EDICIONES, logos and its open books colophon, are registered trademarks of JuanUno1 Publishing House, LLC.

    JUANUNO1 EDICIONES, los logotipos y las terminaciones de los libros, son marcas registradas de JuanUno1 Publishing House, LLC.

    Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

    Name: Wrigth, N. T., author

    Justificación : el plan de Dios y la visión de Pablo / N. T. Wrigth.

    Published: Miami : JUANUNO1 Ediciones, 2020

    Identifiers: LCCN 2020943268

    LC record available at https://lccn.loc.gov/2020943268

    REL006100 RELIGION / Biblical Criticism & Interpretation / New Testament

    REL006720 RELIGION / Biblical Studies / New Testament / Paul’s Letters

    REL067100 RELIGION / Christian Theology / Soteriology

    Paperback ISBN 978-1-951539-35-1

    Ebook ISBN 978-1-951539-36-8

    Traducción: Alvin Góngora

    Corrector: Tomás Jara

    Diagramación interior: María Gabriela Centurión

    Portada: JuanUno1 Publishing House LLC

    Director de Publicaciones: Hernán Dalbes

    First Edition | Primera Edición

    Miami, FL. USA.

    -Agosto 2020-

    Hablan de...

    Este trabajo de Tom Wright, vibrante y ameno, y aun así, sólido, es una respuesta que se presenta con una argumentación cuidadosa y enraizada en las escrituras para aquellos que temen que él haya malentendido completamente la doctrina de la justificación en Pablo. Si bien es un texto escrito especialmente para quienes ya están familiarizados con el debate entre diversas perspectivas académicas en torno a Pablo, en realidad se trata de una exposición directa y razonablemente, resumida de la interpretación de Tom, que incorpora una defensa de su abordaje general a Pablo y su exégesis de pasajes específicos en Gálatas y Romanos, en particular. Este es definitivamente uno de los libros más emocionantes y significativos que leí durante este año. al igual que todos los otros libros del autor, fue muy difícil para mí soltarlo una vez que empecé a leerlo. Lo recomiendo decididamente.

    I. Howard Marshall, Investigador Honorario,

    Profesor de Nuevo Testamento, Universidad de Aberdeen.

    N. T. Wright nos trae una vez más otra exposición refrescante y emocionante del apóstol Pablo. aquí, nos muestra la manera en la que Pablo proclamó la justificación por la fe como parte de la historia teodramática de la salvación en la Biblia, un relato que se rastrea desde la creación y pasa por Abraham e Israel hasta llegar a Jesús, el Mesías. Wright responde las muchas críticas que se han planteado, incluyendo la de John Piper y, sin importar si uno se inclina hacia la interpretación de Wright o hacia la de Piper, no puede sino más que disfrutar las chispas que vuelan cuando estos dos pastores-académicos chocan sus sables en torno al apóstol. además, Wright se las ingenia para llevar a sus lectores al mundo narrativo de Pablo y nos ofrece un retrato emocionante a los gentiles y su evangelio.

    Michael F. Bird, Catedrático en Nuevo Testamento, Highland Theological College

    Como si fuera el mismo Pablo escribiéndoles a los gálatas, en este libro el obispo Tom expone y defiende su interpretación de la enseñanza del apóstol sobre la justificación con pasión y convencimiento. al mismo tiempo, Wright busca ir más allá de las categorías divisorias a fin de que Pablo pueda hablar desde su propio contexto y, por lo tanto, hablarnos a nosotros hoy. El resultado es una síntesis extraordinaria que debe ser leída por quienes simpatizan, por quienes sospechan y por todos los demás.

    Michael J. Gorman, The Ecumenical Institute of Theology St. Mary’s Seminary & University Baltimore, Maryland.

    Desde hace algún tiempo, vengo observando con asombro la manera en que algunos críticos, viéndose ellos mismos como defensores del evangelio de Pablo, han ridiculizado a Tom Wright como si fuera un peligroso traidor de la fe cristiana. De hecho, el evangelio de la gracia de Dios, redentora y transformadora del mundo, en Pablo, no tiene otro expositor más ardiente y elocuente en nuestro tiempo que Tom Wright. Si sus detractores leen este libro con cuidado, se van a ver inmersos en una exégesis detallada de las cartas de Pablo y desafiados a unirse a Wright en la tarea de enfrentarse con la lógica profunda del mensaje del apóstol. Más allá de los clichés y las caricaturas de lecturas luteranas y Nueva Perspectiva, la tarea delante de nosotros es la de reinterpretar para nuestro tiempo esas cartas difíciles y teológicamente fecundas. El boceto del pensamiento de Pablo que Wright elabora de manera amplia e incisiva en este libro nos será de gran ayuda para acometer esa tarea.

    Richard B. Hays, Profesor George Washington Ivey de Nuevo Testamento, The Divinity School, Duke University

    Me parece bastante sorprendente que un libro que trata el tema de la justificación pueda ser una lectura tan convincente —en el transcurso verás que el libro te atrapará en su atracción creciente y su energía, lo que te llevará a la atracción creciente y la energía de EL LIBRO— lo cual es, por supuesto, la intención de Tom.

    Rob Bell, pastor fundador de Mars Hill Bible Church

    a la larga, John Piper nos hizo un gran favor a todos. Al escribir la crítica que invitó esta respuesta, le dio al obispo Wright la oportunidad de resumir de manera clara, directa, apasionada y concisa muchos de los temas claves de su proyecto académico y pastoral aún en proceso, pero ya histórico. Wright muestra, de manera convincente, cómo la visión integral de Pablo, Romanos, justificación, Jesús, y la vida y misión cristianas que él ha contribuido a articular abraza tanto las verdades que los reformadores estuvieron ansiosos por exponer como las verdades que, en su afán, dejaron de lado. al prestar sus oídos a esta conversación, los lectores que recién llegan a Wright podrán entrar de lleno en los temas principales de su trabajo y la importante discusión de la que forma parte. Y, en cuanto a sus críticos, tendrán un sentido aún más claro de lo que están rechazando cuando se aferran a sus preciados odres viejos de pensamiento convencional.

    Brian McLaren, pastor (www.crcc.org) y autor (www.anewkindofchristian.com)

    Este es un libro claramente polémico, y N. T. Wright ocasionalmente se eleva a alturas de exasperación paulina ante sus oponentes. Sin embargo, en el fondo, se trata del abc paulino —conceptos básicos sobre Abraham e Israel, escatología y pacto, sala de audiencias de la corte y cristología. Con debates sobre perspectivas antiguas y nuevas que se baten alrededor como un ciclón, Wright hace lo de siempre: nos guía cuidadosamente a través del texto. Sin duda, algunos permanecerán escépticos ante la revolución copernicana que propone, pero todos estamos en deuda con él por recordarnos de nuevo la amplitud del evangelio de Dios y la majestad del Dios del evangelio.

    Peter Leithart, autor de Salomon among the Postmoderns.

    "A veces, la discusión teológica franca es un esfuerzo necesario. La Justificación de Tom Wright es su respuesta sustantiva al trabajo crítico de muchos, incluido John Piper, en torno a la Nueva Perspectiva. Wright nos recuerda correctamente que ese enfoque debería llamarse Perspectivas Nuevas o Perspectivas Frescas. El objetivo es abrir el texto y conectarlo con lo que originalmente se dijo en el siglo I, no cambiarlo. Este libro establece una conversación significativa entre los campamentos que se han establecido en este campo de debate a través de su interacción directa con la crítica. Es un libro que debe leerse y considerarse tal como ha de hacerse con el trabajo proveniente del otro lado. Así que recomiendo este libro y digo, además: acerque una silla a la mesa y preste especial atención a la conversación. En el diálogo, todos aprenderemos más sobre lo que Pablo y las Escrituras dicen acerca de la justificación (y algunas otras cosas también)".

    Darrell Bock, profesor investigador de Estudios del Nuevo Testamento, Seminario Teológico de Dallas

    CONTENIDO

    Cover

    Portada

    Legales

    Portada

    Hablan de...

    Prefacio

    Prólogo

    Abreviaturas

    Parte I

    INTRODUCCIÓN

    1. ¿De qué se trata todo esto y por qué es importante?

    2. Reglas de participación en la discusión

    3. Judaísmo del siglo I: pacto, ley y tribunal

    4. Justificación: definiciones y rompecabezas

    Parte II

    EXÉGESIS

    5. Gálatas

    6. Interludio: Filipenses, Corintios y Efesios

    7. Romanos

    8. Conclusión

    Bibliografía

    PREFACIO

    N. T. WRIGHT Y SU LECTURA DE LA JUSTIFICACIÓN: PELEANDO LA BUENA BATALLA; LA JUSTICIA ESTÁ EN JUEGO

    Alvin Góngora

    Justo ahora, cuando escribo estas líneas, la propagación de un virus mortal nos tiene a todos en suspenso. Y con miedo. El número de muertos aumenta constantemente. El de casos confirmados en casi todos los continentes sigue cuesta arriba de manera incesante, rumbo a una cumbre que no se puede prever. A diferencia de las plagas de antaño o las que devastan comunidades geopolíticamente sin relevancia alguna, la amenaza del coronavirus de hoy se encuentra en la cima de la cresta de la ola actualmente globalizada. Los esfuerzos para combatir el virus son de naturaleza multilingüística, plurinacional y colectiva. Se acerca rápidamente una tragedia para recordarnos que no estamos aislados. Irónicamente, también nos lleva de vuelta a la mesa comunal que somos tan propensos a abandonar, reduciendo así el diálogo al soliloquio, las conversaciones a los monólogos, las polifonías a los discursos en un solo idioma.

    El destino humano común y el drama también dan lugar a buenas noticias de esperanza y redención. Sí. Las catástrofes nos ponen a todos en modo supervivencia y ponen en peligro nuestro sentido de solidaridad. Sin embargo, también abren nuevas y ya largamente probadas avenidas hacia territorios de interés mutuo. La oscuridad fomenta nuevos amaneceres.

    De manera similar, las buenas noticias de los sueños de Dios de liberación, redención y salvación, noticias que, en mi caso, llegaron y siguen viniendo en Jesucristo, arribaron a nuestras costas del sur global entremezcladas con la espada de los conquistadores, las cadenas de los esclavistas y el aliento fétido de sus misioneros acompañantes. El colonialismo resultante, un coronavirus histórico mortal, no fue lo suficientemente letal como para sofocar la salvación. A pesar de que logró erigirse como el eje central alrededor del cual las sociedades colonizadas se han definido históricamente, en última instancia, el colonialismo no pudo reprimir, ni tampoco suprimir, el fermento revolucionario del evangelio. Intentó, eso sí, definir los términos por los cuales la vida humana y el medio ambiente deberían justificarse, pero lo sobrecogió el terror cuando el evangelio gritó su propio mensaje de justificación y clamó: No es la mentalidad aristocrática del colonialismo sino la justicia de Dios en acción en la historia lo que a la postre recupera para la humanidad y la creación su dignidad fundante.

    Sin embargo, todavía se habla de tal mensaje de salvación en los idiomas dominantes, que hacen eco de las culturas dominantes. Europa salió de sus pestes negras y se apoderó del mundo entero, construyó imperios cuyos tentáculos alcanzaron los recovecos más ocultos de las culturas y territorios humanos y difundieron sus cosmovisiones, idiomas, valores y fútbol (por lo cual os perdonamos, ¡oh pérfida Albión!). Los misioneros españoles y portugueses llegaron a América Latina; los protestantes, a la parte norte del hemisferio occidental y otras partes del mundo. Todos parecieron trabajar en sincronía cuando se trataba de servir a sus amos terrenales, sin importar cuán amargas fueron sus rivalidades. Solo ve y pregúntales a los monarcas españoles e ingleses; ve y ausculta a Trento, y Augsburgo, y Dordt, y Westminster.

    Simplemente ve y sumérgete en los mitos occidentales fundacionales de la justificación.

    La plantilla que usaron para escribir sus respectivos guiones fue la misma: tan solo hay justificación en el modelo blanco occidental androcéntrico.

    *****

    Aquí viene, ahora, N. T. Wright; su hacha en la raíz de un árbol que ha afirmado serlo durante, al menos, quinientos años, está lista para despejar el camino y llevarnos de regreso allí donde, quizás, podamos escuchar el evangelio. Wright se esfuerza minuciosamente por crear un espacio en el que podamos sentarnos, saborear una taza de café, tomarnos un mate, disfrutar una copa de vino, alegrarnos con algo de ron, probar una taza de chocolate humeante cultivado localmente, dejar que un poco de tequila nos encienda… Como les vengo diciendo, Wright viene para que redescubramos juntos, como comunidad de personas reconciliadas, un evangelio que no es la ideología del amo colonial (ahora neocolonial). Es, más bien, el evangelio cuya voz susurra: Relájense, puesto que Dios es justo es, además, fiel y ha urdido un pacto de dimensiones ecuménicas y universales por el cual ustedes están justificados; no es porque tengan que seguir a sus amos de piel clara, que les enseñaron a menospreciar sus lenguas maternas, sino por la terquedad del Gran Misterio, el mismo que habitó en un oscuro carpintero en Galilea, que aquello que el patrón les arrebató es lo que les da validez a ustedes. Misterio y Carpintero odian las cadenas y la opresión y los involucran a ustedes y a la creación en la lucha por traer salvación.

    Irónicamente, esta vez N. T. Wright toma su lugar en la mesa en una conversación que alguien podría descartar por su hálito neocolonialista. Wright sostiene un debate con John Piper, quien es más conocido en nuestros vecindarios debido a sus credenciales de evangélico purasangre. Wright y Piper podrían quedarse solos en sus debates domésticos como si se tratara de un asunto que solo puede incumbir a dos dignos herederos de imperios desaparecidos (Wright) y en desaparición (Piper). Además —agregaría nuestro crítico hipotético—, en sus disputas, los dos voceros occidentales ni siquiera se molestan en aventurarse fuera del rincón del Atlántico Norte en el que viven. Por ejemplo, todos los autores por ellos citados —continuaría diciendo nuestro comentarista imaginario— provienen de Estados Unidos o de Inglaterra, con algunos alemanes esparcidos aquí y allá.

    De hecho, N. T. Wright menciona a los teólogos con tanta familiaridad, que un lector fiel de sus libros —como yo— se siente tan incómodo como un entrometido en la intimidad de un jardín interior donde dos pesos pesados luchan con problemas que no son de su (mi) interés.

    En efecto, esos temas no me involucrarían si no fuera por la retórica evangélica hoy reinante en los cotarros cristianos del mundo hispanohablante y que parece estar a tono con la expuesta por John Piper. La de Piper es la voz que insiste en que uno se justifica porque emite un enunciado que lo pone del lado de una propuesta teológica con un largo historial de aprobación de desigualdades sociales y económicas de cuño colonial. Con todo, y a pesar de reducirse enfermizamente a la parcela noratlántica, la conversación Wright-Piper es relevante para nosotros en el Sur global y, particularmente, para su sección de habla hispana. No obstante, un lector empedernido como este amanuense puede encontrar decepcionante que una figura tan imponente como N. T. Wright ignore totalmente las contribuciones de los eruditos no occidentales. Solo un botón de muestra: es difícil aceptar que una voz como la de Elsa Támez, relevante y todo, principalmente la que se escucha en Contra toda condena: La justificación por la fe desde los excluidos,¹ no haya llamado la atención de Wright. Por supuesto, sin que ello menoscabe su solidez, un trabajo académico como el de Wright no puede dar cuenta de todo lo que sucede bajo el sol. Algunas íes, necesariamente, van a quedar sin sus puntos.

    Sin embargo, este debate, a pesar de que se desarrolla en acentos innegablemente neocoloniales, lleva consigo las semillas de una nueva siembra que algunos (por ejemplo, JuanUno1 Ediciones) están regando hoy. Son las semillas para una sementera de esperanza. En este momento, América Latina está siendo pretendida por aquellos que temen que sus privilegios se encuentren en riesgo. En todo el continente vemos el surgimiento de una combinación peligrosa: la de las políticas autoritarias de extrema derecha y la de un discurso pseudoneocalvinista en el que esas políticas buscan su justificación. Los lazos comunes que unen a las comunidades se debilitan intencionalmente a medida que las políticas públicas traen al escenario político la equivalencia a la salvación individual, tan característica de una soteriología evangélica, que Wright se esfuerza por desmantelar. A lo largo de esas líneas soteriológicas, según las cuales el medio ambiente no tiene un papel a desempeñar en los sueños de liberación y redención de Dios, el primer violín lo ejecuta la destrucción total de la creación de Dios para complacer un consumismo sin fondo centrado en el ego. Es una ejecución que todos podemos escuchar y ver. Ese futuro distópico que los evangélicos aprendieron a cultivar (cortesía del dispensacionalismo) como el punto Omega de fuego y azufre hacia el que se dirige el cosmos todavía ocupa vastas extensiones del imaginario colectivo; por lo cual, mis correligionarios no se esfuerzan en absoluto por construir alternativas de justicia, paz y reconciliación unos con otros y con el medio ambiente.

    Es posible que N. T. Wright se sorprenda (y que, tal vez, no le provoque el más mínimo gesto de aprobación) al descubrir que su libro sobre justificación en la literatura paulina pulse unas cuerdas que llevan una fuerte carga política no intencionada —como las que aquí se pulsan. Sin embargo, en su conversación con Piper se hace evidente que la justificación como actor clave en el drama de la salvación juega un papel principal aquí y ahora, en la trama que se está desarrollando en la historia de este lado de la eternidad, en el lodazal de lo histórico-político.

    Por lo tanto, lean el libro que aquí se presenta con sus oídos abiertos a la batalla que se libra a nuestro alrededor. Las voces de Wright y Piper serán útiles. Ellos pueden embelesarse citando académicos aquí y allá, y con ello pueden dar la impresión de que no les importa si nosotros seguimos su razonamiento o no. Al fin y al cabo, no somos angloparlantes nativos. Podrían fruncir el ceño ante nuestro acento extranjero si nos atreviéramos a levantar la mano en la sesión de preguntas y respuestas. Y preguntas es lo que tenemos. Por ejemplo: toda esa justicia de Dios que Wright rastrea desde Deuteronomio 30, desde Daniel 9, ¿tiene algo que decirle a un continente tan victimizado, al punto de no estar seguros de si somos nosotras y nosotros (mujeres, el medio ambiente, comunidades aborígenes, campesinos, estudiantes, los urbanos pobres) los que hemos de ser perdonados? ¿No será, antes bien, al contrario? ¿No será, acaso, que el perdón deba venir de nosotras y nosotros, y que la justificación deba ser preocupación de otros actores? ¿Cuál justicia es la que está en juego cuando le oímos a Pablo —vía Wright— hablar de justificación?

    La contribución de Wright es, por lo tanto, relevante para América Latina. Lo es, por cuanto reviste una importancia crucial para una dinámica que nos lleve a poner en perspectiva crítica los matices cristianos de los grandes relatos aún vigentes que excluyen a muchos de la mesa de la comunidad a la que la justicia de Dios nos invita a todos. Excluidos han quedado las mariposas y los árboles, los seres humanos y los ríos, las ciudades bulliciosas y los arroyos burbujeantes, las fiestas ruidosas y las alondras.

    Siguiendo la empresa de Wright, que destaca el siglo en el que Pablo vivió y trabajó y del cual nos habla, redescubramos nuestros propios momentos históricos mientras luchamos con nuestro sentido de justificación o su ausencia. No es, como sugieren algunas versiones del posmodernismo, que la historia haya alcanzado su punto de Game Over. No estamos siendo arrojados a un presente interminable que se extiende sin rumbo hacia el vacío. El mensaje de justificación revela la falacia de la mentalidad neoliberal actual que manufactura una realidad monocromática e insiste en que la rica variedad de la vida debe sacrificarse en el altar del mercado para ser declarada digna. ¿Ante qué dioses y deidades se erigen esos altares?

    Por lo tanto, en lugar de ver a nuestro continente, sus habitantes, sus paisajes como atados a los grilletes de su larga historia de violencia y violación colonialista, volvamos nuestros ojos a una justificación, cuyas raíces se hunden profundamente en un pacto de resistencia y celebración entre Dios, el medio ambiente y las personas. Redescubramos la relevancia de tal mensaje. Las palabras de Wright muestran el camino. Pero, eso sí, prepárense para la gimnasia exegética que les espera.


    1 Elsa Támez, Contra toda condena: La justificación por la fe desde los excluidos, San José, Costa Rica: Editorial DEI, 1991.

    PrÓLOGO

    Cuando escuché acerca del libro de John Piper, The Future of Justification: a Response to N. T. Wright, me debatí entre dos reflexiones. Por un lado, como dicen, al actor no le importa si su papel es el del héroe o el del villano siempre y cuando su nombre figure en la marquesina. Por otro lado, existe el peligro de que, si la gente te identifica solo como el villano, la imagen pueda permanecer al punto que ya puedas desempeñar otro papel. así que, a pesar de mi reticencia inicial a dejarme llevar por los detalles del debate cuando estoy realmente demasiado ocupado con otras cosas, finalmente decidí ofrecer una respuesta inicial.

    Digo respuesta inicial porque de ninguna manera creo que este libro sea una palabra final. Piper es tan solo uno entre un número creciente de académicos que, por temor a que la gran tradición Reformada de lectura y predicación paulinas esté siendo atacada, ha salido en su defensa, al punto de que cada semana que transcurre nos trae un nuevo lote de respuestas cargadas de preocupación y ansiedad a la nueva perspectiva de Pablo, a mí y a algunos de sus exponentes. No puedo entrar a debatir con todo eso. En efecto, hay muchos escritores importantes con los que simplemente no puedo interactuar en detalle. Espero, eso sí, como lo digo en el primer capítulo, esbozar algo más parecido a un ejercicio de rodeo por los flancos que a un ejercicio de desafío directo en todos los frentes posibles. Esto último —el ataque frontal— resultaría en una lucha cuerpo a cuerpo, no solo en cada renglón de Pablo, sino también en torno a lo que todos han dicho sobre cada uno de esos renglones. Hay un lugar para esa clase de libro, pero este es de un orden diferente.

    Entonces, ¿de qué se trata todo esto? Un simpático crítico inglés proveniente de una parte de la iglesia que generalmente no se preocupa demasiado por los detalles de la doctrina de la justificación habló de un toma-y-dame de textos y combates teológicos. Con eso quiso decir no se trata nada más que de un torneo intramuros puesto en escena solamente para aquellos a quienes les gusta ese tipo de cosas, pero no algo relevante para las preocupaciones de envergadura de las que se ocupa la iglesia. No se sorprendan si les digo que yo no comparto esa opinión. La justificación es muy importante. Los debates que se han dado alrededor de esa doctrina en una variedad de contextos son en realidad los puntos cardinales de muchos otros problemas a los que todos nos enfrentamos.

    ¿Qué es lo polémico, entonces, en todo esto? De eso es, por supuesto, de lo que el libro se trata. Sin embargo, puede ser provechoso señalar brevemente en dónde están algunos de los principales puntos de presión.

    Para empezar, la pregunta es, en parte, sobre la naturaleza y el alcance de la salvación. Muchos cristianos en el mundo occidental, durante muchos siglos, han visto la salvación como ir al cielo al morir. Junto con otros, he sostenido que eso es inadecuado. En la Biblia, la salvación no habla de un Dios que rescata la gente del mundo, sino que rescata al mundo mismo. Toda la creación debe ser liberada de su esclavitud a la decadencia (Romanos 8:21). He escrito sobre esto en otras partes, especialmente en Sorprendido por la esperanza.¹ Muchos en la tradición reformada representada por John Piper estarían de acuerdo en este punto. No obstante, no creo que hayan permitido que esa perspectiva afecte su forma de pensar en torno a las preguntas que sobrevienen como consecuencia.

    En segundo lugar, la cuestión que se plantea es sobre los medios de salvación; cómo se consuma la salvación. Aquí, John Piper y la tradición que él representa han dicho que la salvación se logra por la gracia soberana de Dios, la cual opera a través de la muerte de Jesucristo en nuestro lugar y en nuestro nombre, y que uno se debe apropiar de la salvación solo por la fe. Estoy de acuerdo al cien por ciento. No hay una sílaba en ese resumen de la que yo pueda tener queja alguna. Con todo, falta algo, o, mejor dicho, alguien ha desaparecido. ¿Dónde está el Espíritu Santo? En algunos de los grandes teólogos Reformados, nada menos que en el mismo Juan Calvino, la obra del Espíritu es tan importante como la del Hijo. Sin embargo, no puedes simplemente ir y agregar al Espíritu al final de la ecuación y esperar que siga conservando la misma forma. Parte de mi alegato en este libro es que la obra del Espíritu se tome en serio en relación tanto con la fe misma de la persona cristiana como con la forma en que esa fe actúa mediante el amor (Gálatas 5.6). La manera en que la fe impulsada por el Espíritu actúa en forma concreta a través del amor y todo lo que fluye de él explica cómo se hace completo el rescate final de Dios a favor de su pueblo, que lo saca de la muerte misma (Romanos 8.1-11).

    En tercer lugar, viene la pregunta sobre el significado de la justificación; a qué se refieren en realidad ese término y los conceptos afines. Algunos cristianos usan justificación y salvación como si fueran palabras intercambiables, pero esto es claramente erróneo frente a la escritura misma. La justificación es el acto de Dios por el cual las personas son declaradas justas delante de él. Es así como lo dicen los grandes teólogos de la Reforma, John Piper incluido. Y así es, en verdad. Por supuesto. Pero, ¿qué implica esa declaración? ¿Cómo se produce? Piper insiste en que la justificación significa la imputación de la rectitud —la obediencia perfecta de Jesucristo— a la persona pecadora, revistiéndola con ese estado de rectitud, de justicia imputada, desde el primer momento en que tiene fe hasta su llegada final al cielo (Piper, 9).

    Entiendo la fuerza de esa propuesta y el sentido de seguridad que aporta. Además, estoy de acuerdo en que la doctrina de la justificación ofrece, de hecho, un sentido de seguridad, tal como lo expone Pablo. Con todo, como sostengo en este libro, la forma como Pablo procede no corresponde a la de Piper. La doctrina de justificación en Pablo es el lugar de encuentro de cuatro temas que Piper, y otros como él, se las han ingeniado para ignorar o dejar de lado.

    En primer lugar, la doctrina de justificación en Pablo es acerca de la obra de Jesús, el Mesías de Israel. No se puede entender lo que Pablo dice acerca de Jesús —ni sobre el significado de su muerte para nuestra justificación y salvación— a menos que se vea a Jesús como aquel en quien todas las promesas de Dios encuentran su Sí (2 Corintios 1: 20). Para muchos escritores del estilo de Piper, la larga historia de Israel parece funcionar simplemente como telón de fondo, una fuente de textos de prueba y tipos, más que como la historia de los propósitos salvíficos de Dios. Piper y otros como él me han acusado de minimizar el significado de la muerte salvífica, de hecho, substitutiva, de Jesús en la doctrina de la justificación de Pablo. Espero que este libro les dé a tales elucubraciones su debido descanso, mientras les recuerdo a mis críticos cómo esa parte de la teología de Pablo realmente funciona.

    En segundo lugar, la doctrina de la justificación en Pablo trata, por lo tanto, acerca de lo que bien podemos llamar el pacto —el que Dios hizo con Abraham—; el pacto cuyo propósito fue desde el principio un llamado a una familia mundial a través de la cual los propósitos salvadores de Dios para el mundo se harían realidad. Para Piper, y muchos como él, la sola idea de un pacto de ese tipo sigue siendo extrañamente ajena y extraterrestre. Él y otros me acusan de haberme inventado la idea de la historia de Israel como una narración en curso en la que el exilio en Babilonia se había extendido por cientos de años, de tal manera que los judíos en los días de Pablo todavía estaban esperando el fin del exilio, el verdadero cumplimiento de las promesas del pacto. A pesar de la robusta teología del pacto del mismo Juan Calvino y de su lectura positiva de la historia de Israel como cumplida en Jesucristo, muchos que hoy reclaman para sí una herencia calvinista o Reformada se resisten a aplicarla de la manera que, como sostengo en este libro, el mismo Pablo lo hace a tono con los fundamentos bíblicos sólidos que sustentan el tema del exilio continuo.

    En tercer lugar, la doctrina de justificación en Pablo se centra en el tribunal divino. Dios, como juez, encuentra que están a favor de y, por lo tanto, absuelve de su pecado a los que creen en Jesucristo. La palabra justificar tiene esta base metafórica jurídica. Para John Piper y otros que comparten su perspectiva, el imaginario del tribunal suscita otro tipo de lectura en la que la atención se centra más bien en el supuesto logro moral de Jesús al obtener, a través de su obediencia perfecta, una rectitud que luego puede transmitir a su pueblo fiel. Piper y otros me han acusado de imponer sobre Pablo este marco del tribunal. Yo sostengo que es Pablo mismo el que insiste en eso.

    En cuarto lugar, la doctrina de justificación en Pablo está ligada a la escatología, es decir, a su visión del futuro de Dios para todo el mundo y para su pueblo. A través de sus escritos —especialmente en Romanos— Pablo prevé dos momentos: a) la justificación final cuando Dios ponga todo el mundo en orden y levante a su pueblo de entre los muertos; y b) la justificación actual que anticipa ese momento. Para John Piper y la escuela de pensamiento que representa, la justificación actual parece recibir todo el peso. Piper y otros me acusan de alentar a las personas a pensar en sus propios esfuerzos morales como contribuciones a su justificación final y, por lo tanto, de comprometer el evangelio mismo. Yo insisto en que simplemente estoy tratando de hacerle justicia a lo que Pablo realmente dice y que, cuando traemos al Espíritu a colación, vemos que ese señalamiento no tiene fundamento.

    Todos estos debates descansan sobre una base: el texto de las cartas de Pablo. Piper dice ser fiel a las escrituras; por supuesto, yo también. algunos de

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