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Cuando tu persona vitamina se convirtió en toxina
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Libro electrónico250 páginas3 horas

Cuando tu persona vitamina se convirtió en toxina

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Información de este libro electrónico

A lo largo de la vida, todos nos enamoramos. Esta sensación puede ser, sin duda, algo maravilloso, sobre todo al inicio de la relación. En esos momentos nunca se nos pasa por la cabeza pensar que esa extraordinaria sintonía vaya a desaparecer, ni mucho menos que la relación pueda finalizar; es algo inimaginable. Y es aquí donde este libro entra en escena, no para quitarnos esa ilusión, ni mucho menos, sino para hacernos reflexionar. Reflexionar y entender las relaciones de pareja desde un punto de vista diferente.
De la mano de Marco y Valeria, y respaldados por afirmaciones de varios profesionales de la salud mental y por expertos en temas de crecimiento personal, como por ejemplo la doctora Rojas, conoceremos la historia y las experiencias de esta pareja real —con algunas concesiones a la ficción que se han incorporado para preservar la intimidad de los protagonistas—. Estamos convencidos de que muchos lectores se sentirán identificados con ellos.
Una de las principales tesis que el libro sostiene es que resulta necesario considerar que no es imprescindible que haya ocurrido un trauma grave, como robo o violencia, para dar un diagnóstico formal de trastorno de estrés postraumático. Diversos estudios recientes han demostrado que las experiencias diarias de la vida, como los problemas relacionales cotidianos tienen muchas veces efectos tan devastadores como podrían ocasionar eventos más espectaculares. Estamos convencidos de que esta obra va a aportar una visión interesante de las relaciones más íntimas y ayudará al lector a que sus personas vitamina no se convierta en toxina, se le claven como una espina y le haga fosfatina.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 ene 2024
ISBN9788411819527
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    Cuando tu persona vitamina se convirtió en toxina - Virtudes Muñoz Egea

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    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Virtudes Muñoz Egea

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1181-952-7

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    A mis libros, esos queridos compañeros de viaje.

    Prólogo

    Sin raíces no hay alas

    (Bertold Ulsamer)

    Escribir un libro es una tarea difícil y ardua, y si este se sitúa en un proceso terapéutico, la complejidad se multiplica exponencialmente.

    Una terapia es un compromiso, del paciente y del terapeuta, basado en el respeto y acuerdo de ambos, que a través del vínculo interpersonal establecen un diálogo y una escucha activa, cuyo objetivo es el crecimiento personal para profundizar y recuperar el control de la vida del paciente.

    La familia, nuestro primer núcleo experiencial, es el terreno donde debemos tener nuestras primeras raíces y, desde esta base sólida, nos crecerán las alas para poder volar a los siguientes retos y objetivos que nos marquemos en la vida. Pero si estas raíces han sido superficiales, frágiles o no nutridas, nuestras alas no serán iguales y, en algún momento de nuestra vida, las alas se quedarán sin fuerzas y nuestro vuelo se tornará lento, pesado y sin vitalidad.

    No me gustan los libros de autoayuda en general, ni los mensajes wonderfull, ni la instantaneidad y superficialidad de las redes sociales. La vida, nuestra vida, la de las personas que viven, desean y anhelan un futuro con unas expectativas positivas, es dura y compleja. Nos enfrentamos a muchos contratiempos y la resolución de estos muchas veces está imbricada en redes profundas ancladas en traumas no resueltos de nuestra infancia.

    Este libro, Cuando tu persona vitamina se convirtió en toxina es valiente y real, de una profesional acompañando a dos personas en su proceso terapéutico, donde pasado, presente y futuro confluyen, se interfieren y revelan cómo heridas profundas del pasado influyen en nuestro presente y de qué forma, si no las sabemos resolver, condicionarán el resto de nuestra vida.

    Es una obra sensible y cruda a la vez, asentada en bibliografía de reconocidos autores del ámbito de la salud mental que nos puede hacer reflexionar sobre el complejo hecho que es vivir, amar, formar una pareja y una familia, la idealización del enamoramiento y las dificultades de seguir adelante si hemos tenido apegos no seguros en nuestras familias de origen. Es un libro para leer y releer, siempre habrá una nueva aportación a nuestra vida emocional.

    Espero que el lector lo disfrute como yo lo he disfrutado.

    Isabel López Arteche. Doctora en Medicina.

    Especialista en psiquiatría­. Terapeuta familiar.

    .

    El propio acto de escribir desata a la vez los argumentos y los recuerdos. La urgencia de comprender, de intentar explicarme a mí mismo el presente, me devuelve fragmentos del pasado.

    Muñoz Molina, A: Todo lo que era sólido

    1. INTRODUCCIÓN

    Soy una admiradora de la doctora Rojas, sigo de manera asidua los vídeos de sus conferencias en YouTube y he leído todos los libros que tiene publicados hasta la fecha. Me encantan la vitalidad, el entusiasmo y la vocación que destila por su profesión.

    Me siento identificada con esas características y reflejada en ella cuando yo tenía 10 años menos.

    Como Marian Rojas, soy madre de cuatro hijos varones, y he experimentado situaciones parecidas a las suyas, como la de tener bebés con problemas al nacer que necesitaron pasar algunas semanas en cuidados neonatales.

    A nivel profesional, estoy dedicada a la docencia desde hace más de cuarenta años y al desarrollo personal como psicopedagoga desde hace veinte. Mi formación académica y mis actividades profesionales me han llevado a avanzar en estos dos ámbitos, los cuales identifico desde que era adolescente como la manifestación de una verdadera pasión por conocer la mente humana, por tratar de entenderme y de comprender a los demás. Finalmente, coincidimos en que ambas tenemos una vida profesional intensa, conciliándola con el cuidado de una familia numerosa.

    Son pequeñas anécdotas que, además de la admiración profesional, me hacen empatizar con ella.

    ¿Por qué he escrito este libro?

    Cuando leí su segunda publicación: Encuentra tu persona vitamina, algo que podría considerarse una objeción empezó a bullir en mi cabeza. Lo primero que se me ocurrió de una manera fulgurante y clara fue el título que podría llevar ese amago de réplica: Cuando tu persona vitamina se convirtió en toxina. El título fue lo primero que percibí con nitidez. A partir de ahí releí varias veces el libro y las ideas empezaron a hilarse.

    No es mi intención, en absoluto, llevar a cabo una objeción sistemática de lo que la doctora Rojas plantea, más bien al contrario: son muchas las coincidencias con Marian. Pero, aun así, podría hablar de ciertas discrepancias… o más que discrepancias, de nuevas aportaciones, de matizaciones a sus postulados y de puntos de vista diferentes.

    El detonante que me llevó a iniciar esta réplica, una de las afirmaciones que más llamó mi atención fue la de que resulta necesario confrontar al comienzo de una relación los aspectos coincidentes.

    Rojas afirma, refiriéndose a la fase de enamoramiento:

    Es muy difícil poder discernir, analizar y tomar decisiones de forma fría —la corteza prefrontal está desactivada—. Ser dueños y señores de nuestras decisiones —no me refiero a anular los sentimientos, sino a encauzarlos— es una llave poderosa para tener éxito después de esos primeros momentos de pasión o chispa. Hay que usar la cabeza.

    Suelo explicar en las conferencias, en consulta o a la gente cercana a mí que lo ideal es hacerse varias preguntas: «¿Me conviene?», «¿me hace ser mejor persona?», «¿es lo que siempre he pensado que encajaría con mi forma de ser y de ver la vida?». «¿Está dentro de mis criterios?». (Rojas, M. Encuentra tu persona vitamina).

    Este fragmento fue uno de los que más me impulsó a rebatir algunas cuestiones de las que la doctora Rojas propone. No creo, sinceramente, que responder afirmativamente al principio de una relación, incluso después de años de vida en común, a estas preguntas pueda realmente garantizar que esa relación vaya a fructificar adecuadamente.

    Mi experiencia en el ámbito terapéutico, ámbito en el que se enmarca este relato, me ha llevado a concluir que las cosas son bastante más complejas y tienen innumerables matices, entresijos difícilmente detectables al principio de un noviazgo, matrimonio o la denominación que se quiera dar a un compromiso de pareja.

    Durante años he acompañado a personas en procesos de crecimiento personal, personas que iniciaron su andadura en común con el convencimiento de que la solidez de su relación era indestructible, de que nada ni nadie sería capaz de quebrantarla y a las que la vida colocó en situaciones realmente complicadas de las que no siempre pudieron salir indemnes.

    No solamente abordo en esta narración cuestiones acerca de las relaciones de pareja, sino también de otros vínculos personales que en algún momento han podido resultar inapropiados para el soporte de un individuo.

    Este libro está pensado para los siguientes perfiles personales:

    1.Todas aquellas personas que experimentaron falta de apoyo, decepciones e incluso traiciones en su infancia por parte de las figuras de apego que habrían debido ser su soporte y que, por circunstancias diversas, no resultaron adecuadas en el desempeño de sus roles.

    2. Los que iniciaron relaciones de pareja con el convencimiento de que el conocimiento que tenían el uno del otro no dejaba lugar a dudas y que la andadura vital los llevó a concluir algo bien distinto.

    3. Quienes durante gran parte de su vida se han considerado vitamina para sus seres queridos y que en algún momento se han dado cuenta de que se han convertido en un problema para ellos. Que de vitamina pasaron a toxina.

    Si te encuentras reflejado en uno o varios de los supuestos anteriores, creo que esta obra es para ti.

    Comenzaré con un texto que ilustra el segundo de los supuestos.

    Por supuesto, la cosa es algo más complicada que eso, ya que en las relaciones entre dos personas hay en realidad cuatro mentes implicadas. A menos que entiendas que esas cuatro mentes son capaces de trabajar contra sí mismas, estarás buscando el amor en los lugares equivocados. Esa es la razón por la que los libros de autoayuda y los textos terapéuticos a menudo ofrecen conocimientos sin fomentar ningún cambio real: ¡Solo se enfrentan con dos de las cuatro mentes que participan en las relaciones! (Lipton, B. El efecto luna de miel).

    Me parece realmente impresionante esta afirmación y corrobora con contundencia lo que planteo en esta objeción:

    El problema es que cuando estás tan unido a tu pareja ante esos maravillosos primeros días y meses, el ciento por ciento de tus acciones están controladas mediante el procesamiento de tu mente consciente. Tu mente consciente es la mente creativa, la que actúa en beneficio de tus anhelos y deseos. Así pues, cuando las mentes conscientes de dos amantes se entrelazan, juntas crean una armonía mágica. Puesto que las parejas de luna de miel actúan en función de sus más profundos anhelos y deseos, el resultado de su interacción es... voilà, ¡el cielo en la tierra!

    Sin embargo, con el tiempo, el inconsciente se carga de pensamientos propios del ajetreo de la vida diaria: equilibrar presupuesto, organizar tus tareas, planear el fin de semana. El procesamiento de la mente consciente pasa de crear las experiencias de la luna de miel, a crear la administración y las estrategias para las necesidades que se perciben. El resultado es que la mente consciente renuncia al control de la conducta y se lo deja a los programas predeterminados almacenados previamente en la mente subconsciente.

    En lo que se refiere a las parejas, de repente hay cuatro mentes en lugar de dos. Y esas dos mentes subconscientes «extra» pueden hacer estragos en las relaciones de felices para siempre. Cuando nuestras mentes conscientes dejan de prestar atención al momento, perdemos el control sobre nuestra creación de luna de miel, porque, sin saberlo, adoptamos comportamientos preprogramados que adquirimos a lo largo de nuestras experiencias vitales de desarrollo. Para muchas parejas, una vez que la programación subconsciente toma las riendas, el resplandor de la luna de miel se desvanece a toda prisa.

    Y no es de extrañar, ya que los comportamientos programados en la mente subconsciente - muchos de ellos negativos y desautorizantes- derivan en esencia de la observación y son copia del comportamiento de otras personas, sobre todo de los padres, de la familia inmediata, de la comunidad y de la cultura. Empiezas a ver una faceta de tu pareja -y de ti mismo- que jamás había aparecido durante la luna de miel.

    El consciente deja de prestar atención al momento presente, de manera automática y, lo que es más importante, inconscientemente, empiezas a mostrar comportamientos que has copiado de otros. (Lipton, B. El efecto luna de miel).

    «¡Uff, ¡cuánta gente, cuatro mentes!», bromeó mi amiga Concha —con su agudo sentido del humor— cuando un día compartí con ella este texto. Sí, en realidad más gente de la que nos gustaría.

    2. LOS COMIENZOS

    Clarificar antes del inicio de una relación los aspectos fundamentales de la vida: gestión del dinero, educación de los hijos, relaciones... está muy bien, es necesario. Sin embargo, desde la experiencia, he comprobado que todas esas cuestiones no es factible ponderarlas en profundidad al comienzo de un noviazgo —por mucha cabeza que le queramos poner—, especialmente por dos razones:

    1. Las circunstancias que pueden llegar a acontecer en la vida de una persona, de una pareja, de una familia son imposibles de prever y nadie, creo que nadie, en los comienzos de un vínculo sentimental y de una vida en común es capaz de vislumbrar, ni de lejos, los dramas que el periplo vital le tiene preparados y la magnitud de los retos que habrá de afrontar.

    2. Los traumas que uno arrastra del pasado no siempre han aflorado a la consciencia, o han aflorado y se han encubierto, con la convicción de que uno mismo los podía gestionar, de que no tenían tanta importancia, por lo que no se han sanado adecuadamente.

    La propuesta que abordo, aunque parezca una obviedad, es que no resulta fácil mantenerse unidos, avanzar en la vida con la persona que un día creíste vitamina, cuando en la existencia aparecen situaciones de extrema complejidad. Situaciones en la historia de un hombre y de una mujer que iniciaron su vida con ilusión, creyendo conocerse profundamente. Cuando se construyeron vínculos personales muy estrechos, afectos familiares intensos, en ocasiones incluso compromisos empresariales. Cuando en el devenir de la existencia, pese al amor, las ganas de apoyar y el deseo de permanecer unidos, surgen impulsos, a veces irrefrenables, de abandonar y empezar de nuevo. Cuando el miedo, la frustración y la desolación acechan hasta doblegar la voluntad.

    Esta circunstancia es especialmente desafiante para mí, cuando acompaño a parejas que llevan una larga trayectoria en común

    En el ámbito de las relaciones de pareja, aunque reitero que no será el único al que me aproximaré, la constatación de que la persona que para ti en algún momento fue vitamina, de un tiempo a esta parte se ha convertido en toxina es demoledora.

    Miras al compañero, a la compañera, por la que toda la vida apostaste, esa persona que parecía no tener ningún reducto escondido para ti y que de pronto parece haberse convertido en un extraño.

    El desconcierto se revela como el lastre capaz de arrastrar a una situación caótica, incluso hasta el abismo.

    Hay un miembro de la pareja que habitualmente manifiesta un nivel mayor de conciencia —lo más frecuente es que sea la mujer—, es el que quiere avanzar contra viento y marea, aunque en el proceso haya momentos en los que sienta que no es capaz de seguir caminando con ese fardo tan pesado y, por otra parte, no se imagina la existencia sin la compañía de aquel que ha sido su compañero de viaje durante tanto tiempo. No es capaz de abandonar al niño herido que percibe en el corazón de su compañero , porque es evidente que la vida que queda no es mucha y los traumas han empezado a manifestar sus secuelas a una edad en la que es difícil cambiar.

    Se da cuenta del peso que arrastra su pareja, pero también ve el que recae sobre ella... y le fallan las fuerzas.

    La persona vitamina se ha convertido en toxina y se hace muy difícil desenredar el nudo.

    Considero imprescindible que todos, llegados a la adultez, especialmente ante la posibilidad de adquirir compromisos familiares, fuésemos capaces de ahondar en nuestras vidas y de poner conciencia a lo vivido, que todos y cada uno de nosotros reconociéramos los traumas sufridos en la infancia, que los hubiéramos dejado salir a la superficie y los tuviéramos presentes a la hora de establecer vínculos que impliquen profundamente a otros.

    Pero ¿qué pasa cuando te das cuenta «tarde» de que te has involucrado en un proyecto de vida con una persona que arrastra muchas carencias, probablemente igual que las que arrastras tú?

    Esta es una idea troncal en la que me reiteraré —con el aval y la perspectiva singular de diversos autores expertos en la materia— durante todo el texto.

    Obviamente, quiero centrarme en las relaciones con aquellas personas que han sido y son nucleares en la vida de un individuo y de las que no es posible alejarse de manera fácil. Hablo de parejas, de padres y madres, hermanos y de cualquier otra persona del círculo más próximo que constituya un referente emocional de primera índole. Puede resultar relativamente sencillo alejarse de un amigo, de un compañero de trabajo, de una persona secundaria que te intoxica, pero ¿qué hacer si las personas «toxina» son columnas fundamentales de tu existencia?

    Mario Alonso Puig, doctor en medicina, escritor y conferenciante sobre temas de crecimiento personal, es uno de los autores versados en la idea del peso que el inconsciente tiene en todos y cada uno de nosotros.

    A los seres humanos nos encanta controlarlo todo y tendemos a rebelarnos ante la idea de que muchas de nuestras conductas tienen un origen inconsciente y que, por lo tanto, se escapan a nuestro control. Nos parece que eso implica un determinismo, una falta de libertad que es inaceptable. Sin embargo, nadie ha dicho que no tengamos libertad, sino que, si no se comprende cómo actúa el inconsciente y cómo conectar con él, seguirá controlando, sin que lo sepamos, muchas de nuestras reacciones ante las cosas que nos suceden. Reacciones cuyas consecuencias no son favorables para nuestras vidas. (Alonso P, M. Reinventarse).

    Avanzaremos en el tema de las cargas inconscientes con algunas reflexiones sobre el trauma y sus efectos.

    Peter A. Levine, doctor en Física de la Medicina y Biología por la Universidad de California, en Berkeley, y doctor en Psicología por la International University, autor del libro autor del libro Sanar el trauma, afirma: «El trauma es la causa más evitada, ignorada, negada, peor comprendida y menos tratada del sufrimiento humano».

    Pero ¿qué entiende Levine que es el trauma?

    Cuando uso la palabra trauma, estoy hablando de los efectos debilitantes que muchas personas sufren después de vivir experiencias que han percibido como abrumadoras o como una amenaza para su vida. Recientemente, la palabra «trauma» se viene usando de manera imprecisa para referirse al estrés cotidiano, como en «he tenido un día traumático en el trabajo». No obstante, ese uso es completamente engañoso. Si bien es cierto que todos los sucesos traumáticos resultan estresantes, no todos los sucesos estresantes resultan traumáticos.

    Al hablar del trauma, no hay dos personas que

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