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La mujer cibernética
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Libro electrónico81 páginas1 hora

La mujer cibernética

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En un presunto futuro los humanos viven en una sociedad mucho más avanzada. Hasta el punto de que se construyen androides super mejorados, prácticamente iguales a los humanos. Les suplen en muchas de sus tareas, incluso hay los que se dedican a prestar servicios sexuales.

Aparecen entonces los "cibernéticos" una gama aún superior dentro de los androides más sofisticados 

Rowan, el protagonista de esta historia, es un hombre bastante introvertido, pero se encontrará sin quererlo en medio de una misteriosa trama relacionada con los "cibernéticos" y no cejará hasta llegar al final para averiguar que está ocurriendo.

En el camino le esperan muchas sorpresas...

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 oct 2023
ISBN9798223702351
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    La mujer cibernética - Fernando Riera

    Prólogo

    El oficio de escritor madura con la disciplina y el manejo de la imaginación. Las famosas musas tienen muy poco que ver. No hay cuentas pendientes con ellas, lo que se necesita es constancia, mucha lectura, continuidad, emoción, deseos, suplir carencias con búsqueda de información y horas de mucho trabajo, así como paciencia.

    Fernando Riera, es así, tiene oficio y trabaja su oficio y lo hace desde el papel y la tinta, como yo, manuscrito. Ferrán corrige, repasa, añade, repasa, quita, piensa y sigue escribiendo. De eso no hay duda.

    Y como domina el relato como pocos en cualquier extensión esta vez lo hace desde el género fantástico y la clásica ciencia ficción con versatilidad, sin abandonar una pátina de ironía, así como casi lo que podría ser una novela corta, o una novelette y, por supuesto, es una narración.

    Un personaje en primera persona, su vida y anécdotas, con una atmósfera de androides y robots en una sociedad avanzada en la que hasta el sexo por lo general puede llevarnos a la asepsia.

    Desde ese momento el autor nos introduce es una narración con una estructura perfecta muy pulp, de tono erótico, agradable de leer, en 9 capítulos en los que no pierdes el hilo de lo que se cuenta, profundizando en los personajes, como muy bien sabe hacer, con ágiles diálogos que son narración también, una cuestión difícil de conseguir para muchos autores y autoras, en el que sensaciones como la empatía se ponen en juego con brotes de tonos cínicos sin llegar a lo grotesco, donde el juego sexual tiene una garantía en un juego de relaciones

    ¿entre humano y máquina, en una atracción fatal, letal? No voy a hacer spoilers. El autor os va a sorprender.

    Fernando Riera, supera unos cuantos límites narrativos, tensa las emociones y la narración dibuja los tiempos entre una buena cantidad de sensaciones manteniendo a quien lee en el terreno de las afecciones y de la reflexión cuando la historia presenta inflexiones y giros en los que la moral, la ética, la ciencia, que solo con los fallos acierta y la misma ciencia ficción ahondan más en la conducta de las personas en una sociedad, la del relato, en la que hay, tal vez, pocas escapatorias, y en la que van a comenzar a aparecer algunas leyes para androides, algunas leyes robóticas, que me han remitido a Asimov.

    Y ¿algo más?

    Por supuesto. El autor maneja los ingredientes que va preparan-do en un cóctel excelente: existencialismo, aventura, acción, violencia, ternura, melancolía, tristeza, fantasía, misterio, ética, moral y muchas 5

    más cuestiones que ya he señalado y nos hace vivir porque al escribir crea vida. Una cuestión, la de crear vida, muy importante y hasta aquí puedo hablar.

    Ahora os toca leer para vivir y sentir, seguro que disfrutáis como he disfrutado yo leyendo La mujer cibernética.

    Barcelona, 20 de agosto de 2023

    Julián Sánchez Caramazana

    Escritor, periodista, asesor editorial y literario, educador social 6

    La mujer cibernética

    Capítulo I

    ––––––––

    Me llamo Rowan, y soy un hombre de cincuenta y tantos años. Me gustan las mujeres, pero nunca he querido complicarme la vida con ellas. Bueno, la verdad es que eso era lo que pensaba antes hasta que conocí hace un par de años a Angie, una mujer cibernética. Pero mejor, vayamos por pasos...

    Vivíamos ya en una sociedad muy adelantada después de superar varios conflictos internacionales graves. Nos habíamos instalado en la seguridad y la comodidad, llena de grandes adelantos científicos. Yo tenía mi vida bien organizada. Un buen trabajo, mis aficiones y mi libertad. Creía que esa sociedad que estábamos construyendo me daba justamente lo que necesitaba, y yo a ella también; pero, por lo que parece, no era del todo así.

    Tenía pocas amistades, sólo las justas y necesarias. ¿Relaciones emocionales con mujeres? ¡Nunca! En cuanto a las relaciones sexuales, jamás repetía con la misma mujer. De hecho, mis necesidades, en ese sentido, cada vez eran más esporádicas. El sexo ya no era para mí primordial; incluso llegó un momento en que rehuía consumar el acto sexual. Llegué a evitar proponer o insinuar cualquier tipo de relación sexual con ninguna mujer. No sé por qué etapa de mi vida estaría pasando ¿Me habría vuelto demasiado egoísta, desconfiado o temeroso?

    Pero, de pronto, algo ocurrió, y coincidió con la sorprendente aparición de un producto sofisticado, de gran avance técnico. Se trataba de los androides diseñados para proporcionar placer sexual, tanto de similitud masculina como femenina. Ese gran avance era algo que años atrás era aún irrealizable. También porque era considerado como una aberración moral por algunos grupos de la sociedad. Pero ahora ya no. En esa nueva sociedad ya no había mucho espacio para discutir lo que era moral o lo que no. Los ciudadanos de a pie ya no decidíamos nada, si es que alguna vez habíamos podido hacerlo de verdad. En esta sociedad ya no existen la democracia ni los políticos.

    Y esto último seguro que es lo mejor.

    Lo que sí existía desde hacía algunos años era el androide de apariencia humana, pero asexual, o sea, que sus características físicas no hacían suponer que fueran de un sexo u otro. Ocupaban puestos de trabajo muy concretos, y a la vez variados, como de cara al público o empleos que implicaran un riesgo

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