Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Guía de la Biblia: Introducción general a la Sagrada Escritura
Guía de la Biblia: Introducción general a la Sagrada Escritura
Guía de la Biblia: Introducción general a la Sagrada Escritura
Libro electrónico656 páginas7 horas

Guía de la Biblia: Introducción general a la Sagrada Escritura

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Un buen viaje necesita su preparación. Las guías de viajes son imprescindibles para descubrir en profundidad una ciudad, una tierra, una cultura. En ellas encontramos itinerarios, mapas, esquemas, resúmenes, lugares para visitar, espacios por conocer. Este libro es una guía para hacer un gran viaje por la Biblia. Sus páginas contienen la información necesaria para acercarnos a la Sagrada Escritura y recorrer su geografía, descubrir su arqueología, recordar su historia y escuchar la riqueza de sus textos. Con esta guía daremos un paseo por cada uno de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento y descubriremos los materiales necesarios para poder leer y entender cualquier texto de la Biblia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 mar 2019
ISBN9788490734797
Guía de la Biblia: Introducción general a la Sagrada Escritura

Lee más de Jaime Vázquez Allegue

Relacionado con Guía de la Biblia

Libros electrónicos relacionados

Cristianismo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Guía de la Biblia

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

1 clasificación1 comentario

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Es una estupenda guía para moverte por la Biblia teniendo en cuenta su contexto. Un material excelente para profesores de Religión y para todo aquel que tenga interés en comenzar una lectura bíblica.

Vista previa del libro

Guía de la Biblia - Jaime Vázquez Allegue

LA TIERRA DE LA BIBLIA

1

Geografía de la Biblia

Una de las denominaciones clásicas del país de la Biblia es la de Media luna fértil. Su forma de «L» invertida con cierta inclinación, hizo que desde tiempos remotos la región fuese identificada con esa media luna tan presente en las tradiciones orientales. El adjetivo de fértil tiene que ver con el vergel que producen las aguas que fueron cuna de grandes civilizaciones desde los cauces de los ríos Tigris y Éufrates, pasando por las colinas en donde nacen las aguas de Galilea a través del río Jordán hasta su desembocadura en el mar Muerto. La Media luna fértil es la descripción de una geografía sin barreras ni límites, una región que hoy está marcada por las fronteras de países como Siria, Líbano, Irak, Jordania y Egipto y que tiene su centro en el actual Israel y Palestina. Pero la Media luna fértil era, al mismo tiempo, lugar de paso y cruce que unía los caminos naturales entre las dos grandes civilizaciones de la Antigüedad, Mesopotamia y Egipto. Cualquier comunicación, comercio, intercambio, ruta de caravanas, pasaba necesariamente por los caminos que unen el Próximo Oriente Antiguo: Egipto con Mesopotamia o Mesopotamia con Egipto. Aquella ruta comercial, reflejada en multitud de referencias a lo largo de la Biblia, fue la disculpa para considerar esa zona como un territorio muy apreciado desde la Antigüedad tanto para comerciantes que atendían a viajeros, como por bandoleros que asaltaban a las gentes desprotegidas que iban de un lado a otro. Aquella ruta de caravanas marcó un itinerario de comunicación que se conocía como la Via Maris o Camino del Mar, que bordeaba la costa del Mediterráneo oriental como alternativa a la Via Regalis o Camino Real, que discurría por el interior.

El país de la Biblia no es, por tanto, un lugar con fronteras que se han ido modificando con el paso de los siglos, tampoco es un estado concreto, ni tan siquiera una única región del Mediterráneo. En sentido general, el país de la Biblia es un enorme camino que une Mesopotamia con Egipto. En sentido particular, el país de la Biblia vive gran parte de su historia en las fronteras naturales que marca la costa mediterránea y el río Jordán. Estos dos escenarios, el primero más amplio y genérico, el segundo más específico y concreto, determinan una buena parte de las historias que se narran en los textos bíblicos. Una geografía que ha sido referente indiscutible para las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam.

Media luna fértil. Ruta que une Mesopotamia y Egipto.

La geografía bíblica o el estudio del país de la Biblia es, en realidad, la aplicación de los estudios de la geografía universal como disciplina al análisis de las tierras bíblicas, estudiadas como una especialización aplicada a un lugar concreto. A esta área de conocimiento llamamos geografía bíblica o el estudio del país de la Biblia. El análisis de la geología, la hidrología, la climatología, la orografía o el relieve y todos los posibles estudios realizados desde la ciencia de la geografía, aplicados al país de la Biblia, se convierten en análisis específicos que llevan el apelativo de bíblica. Así, hablamos de geología bíblica, hidrología bíblica, climatología bíblica, orografía bíblica. Algo parecido sucede con la arqueología universal y su aplicación en el mundo de los estudios bíblicos en lo que llamamos la arqueología bíblica.

El país de la Biblia está situado en el Mediterráneo oriental. Forma parte de la geografía del mar Mediterráneo, escenario de los mayores acontecimientos de la historia antigua. Situado en un lugar estratégico, el país de la Biblia hace de frontera natural entre el este de Europa, el norte de África y el oeste de Asia, o, lo que es lo mismo, Europa meridional, África septentrional y Asia occidental. El mar Mediterráneo (del latín Medi Terraneum, mar en el medio de las tierras, también llamado Mare Nostrum) baña una buena parte de las costas de la zona occidental del país de la Biblia (costas de Siria y Líbano, Israel y Gaza, Egipto y la península del Sinaí).

Aunque este país de la Biblia no tiene fronteras ni límites geográficos y se sitúa en el marco de distintos países y regiones que van desde Mesopotamia hasta Egipto y desde Siria y Líbano hasta la península del Sinaí, vamos a estudiar de forma especial el núcleo o centro de este país de la Biblia, situándonos de forma particular en los actuales territorios ocupados por los actuales Palestina, Israel y oeste de Jordania.

El centro del país de la Biblia, el escenario de una buena parte de los acontecimientos que describen los textos sagrados, se sitúa en el espacio de la cuenca hidrográfica que forman el Jordán y el mar Muerto en línea paralela con la costa mediterránea y que forma una profunda fosa tectónica. Este hecho da lugar a tres regiones geográficas que caracterizan el centro del país de la Biblia: Transjordania al oriente, Cisjordania al occidente y, en medio, la cuenca del Jordán.

1.1. Geología

El país de la Biblia es el resultado de una larga evolución geológica que dio lugar a una zona de regresión marina progresiva. El precámbrico (hasta hace 530 millones de años) determinó la configuración de la península del Sinaí. El paleozoico (530-225 m.a.) configuró la formación del mar Muerto y el inicio de la cuenca del Jordán, dando lugar al nacimiento de la región de Transjordania. El mesozoico (225-65 m.a.), que incluye los períodos triásico (225-180 m.a.), jurásico (180-135 m.a.) y cretácico (135-65 m.a.), determinó el nacimiento del desierto del Négueb y la configuración del macizo central de Transjordania. La era terciaria (65-1,75 m.a.) dio lugar a la configuración de las montañas centrales que constituyen la cordillera del Carmelo y crean las colinas de Galilea y la zona montañosa que discurre desde Samaría y Judá hasta Transjordania. Finalmente, en la era cuaternaria (1,75-10.000 años) se formó la cuenca del lago de Galilea, el trazado del río Jordán y se terminó de configurar el mar Muerto. En esta época surgieron las diferencias orográficas que caracterizan las regiones de la zona y se desarrollaron las depresiones que produjeron la profundidad del mar Muerto, origen del proceso de desecación y salificación de la zona.

1.2. Orografía

El desarrollo y la evolución de la geología en el país de la Biblia provocaron la aparición de diferentes zonas o regiones que determinan la orografía del territorio. La posición estratégica en la geografía hace del país de la Biblia una tierra de contrastes y cambios. La costa mediterránea, el desierto, la cuenca hidrográfica del Jordán, las cordilleras y zonas montañosas. Una orografía marcada también por una climatología que dio lugar a la aparición de zonas fértiles y espacios desérticos y pedregosos. El relieve terrestre del país de la Biblia se puede dividir en tres zonas de oeste a este: la región cisjordana, la cuenca del Jordán y la región transjordana.

a) La región cisjordana: La región cisjordana se sitúa de oeste a este entre la costa mediterránea y la cuenca del río Jordán, y de norte a sur entre la cordillera del Hermón y el final del desierto del Négueb y la península del Sinaí. Una buena parte de la región se corresponde con el territorio sobre el que se asienta el actual Israel y Palestina, el sur del Líbano y el suroeste de Siria. Se trata de una región que nace en la costa mediterránea a la altura del nivel del mar, para llegar a alcanzar en su parte central más alta los 1.020 m en la zona de Hebrón y volver a descender de altitud de forma brusca hacia la cuenca del Jordán situándose a alturas por debajo del nivel del mar. Esta situación hace que en el estrecho margen de los 25 km que hay entre la parte central de la región y la fosa del Jordán llegue a haber un desnivel de más de 1.400 m.

Estructura de las regiones físico-políticas del país de la Biblia.

En la zona norte de la re­gión cisjordana se encuentra la alta Galilea, que se asienta sobre una zona escarpada sembrada de montes y colinas, escenarios de muchas narraciones bíblicas. En esta región se encuentran poblaciones bíblicas como Nazaret, Naín, Séforis, Caná. La parte central está ocupada por las montañas de Samaría. Entre ellas se sitúa la gran llanura del Esdrelón. En la parte baja de esta llanura se asienta el monte Tabor (588 m). Al oeste, configurando la costa mediterránea, una amplia llanura distribuye poblaciones localizadas en el Antiguo Testamento como Aco (San Juan de Acre), Dor, Jope, Asdod, Ascalón, Gaza y la llanura de Filistea. Y en el Nuevo Testamento con la incorporación de Cesarea del Mar. Hoy también son ciudades costeras Tel Aviv y Haifa.

El sur de la región cisjordana, a la altura de la desembocadura del Jordán en el mar Muerto, en el centro de la altiplanicie, se encuentran las montañas de Judá. La zona, conocida bíblicamente como la llanura de Benjamín (Jos 18,11-28), se sitúa en el corazón del país de la Biblia. Se trata de una región poblada por colinas poco perfiladas de altura media. Entre ellas destacan las colinas de Jerusalén, que se elevan en el desierto de Judá. En ese entorno, además de Jerusalén, se sitúan poblaciones bíblicas como Belén, Betania, Betfagé y bajo ellas, Berseba y el desierto del Négueb.

b) La cuenca del Jordán: La región central del país de la Biblia está determinada por el río Jordán y los lagos que lo acompañan a lo largo de su recorrido. El río Jordán nace en el monte Hermón (2.814 m), situado en las fronteras actuales de Israel, Siria y Líbano, en la región que se conoce como Antilíbano. Su nacimiento es el resultado de varias fuentes de agua que surgen en la ladera frondosa del Hermón. Fruto de la unión de los arroyos que abastecen el nacimiento del río, nos encontramos con lo que fue el lago de Hulé. Un pequeño lago en la actualidad desecado fruto del proceso de riego que durante el último siglo fue utilizado por el sistema agrícola del kibutz. En su recorrido hacia el sur, el Jordán desciende durante unos 15 km más de 200 m, para desembocar en el lago de Galilea, también llamado mar de Galilea, lago Kinéret, lago de Genesaret o lago Tiberíades. El lago de Galilea, situado a una altura de 210 m bajo el nivel del mar, tiene forma de arpa (kinnor en hebreo). Mide 21 km de largo por 12 km de ancho. Tiene una profundidad que alcanza los 40 m. Se caracteriza por ser lago de agua dulce y por contar con numerosos bancos de peces. En la ribera del lago de Galilea encontramos poblaciones bíblicas como Corazín, Cafarnaún, Genesaret, Tiberíades, Betsaida, Tabga, Magdala.

La cuenca del Jordán.

El río Jordán continúa su curso descendiendo a través de numerosos meandros que no solo lo bajan de norte a sur sino que lo van enterrando, dando lugar a una cuenca cada vez más profunda. Durante su recorrido de más de 100 km, el Jordán se ve abastecido de agua a través de varios afluentes procedentes de la región transjordana, como son el Yamuk al norte, el Yaboc a medio recorrido y el Arnón en el corazón del mar Muerto. El punto de la desembocadura se encuentra a 403 m bajo el nivel del mar Mediterráneo, convirtiéndose en el río más profundo del mundo.

Lago de Galilea.

La cuenca del Jordán termina en el mar Muerto, también llamado mar de la Sal. Se trata de un lago al que, por sus grandes dimensiones, los antiguos llamaban mar. El mar Muerto mide 85 km de norte a sur; 15 km de este a oeste en su punto más ancho, y 3 km en el más estrecho. Está situado a unos 400 m bajo el nivel del mar y su punto más bajo está a otros 400 m. Estas medidas lo convierten en el punto más bajo de la tierra. Su nombre «muerto» tiene que ver con la inexistencia de vida en su entorno. La profundidad en la que se encuentra, la densidad del ambiente y el alto grado de salinidad hacen que en su entorno no pueda desarrollarse ningún tipo de vegetación, fauna y flora marina.

En las inmediaciones de la desembocadura del Jordán sobre el mar Muerto se sitúa el oasis de Jericó, la ciudad de las palmeras. Jericó es la ciudad más antigua del mundo, la cuna de la civilización. Al sur, en la ribera noroeste del mar Muerto, se descubrieron los manuscritos del mar Muerto en el entorno arqueológico de Qumrán. En el centro sur de la costa se alza la fortaleza de Masada, último bastión judío frente a los romanos. En un lugar emblemático de la costa se encuentra Engadí con sus abundantes fuentes de agua. La península de Lisán, situada en la ribera sur occidental, no solo establece los niveles más altos de densidad del agua, sino que confirma el proceso de evaporación y solidificación a que está sometido el mar Muerto en su mitad sur.

c) La región transjordana: El recorrido del río Jordán hace de frontera natural. Al este de la cuenca se encuentra la región transjordana. Se trata de una gran altiplanicie con forma de meseta que conduce hasta el desierto siroarábigo. Al norte, haciendo de territorio fronterizo, se encuentran los altos del Golán, que constituyen la única región montañosa de la zona. El resto es una gran llanura que se extiende a lo largo de la parte sur de la actual Siria y el centro y norte de Jordania. En la meseta central, en uno de los quiebros de la orografía con la cuenca del Jordán, se encuentra un monte que muchos arqueólogos han identificado con el bíblico monte Nebo (810 m), en donde se sitúa el lugar de la muerte y tumba de Moisés. En el desierto sur occidental de Transjordania se encuentra la mítica ciudad de Petra. Una ciudad excavada en la roca, que fue la capital del antiguo reino nabateo (IV a. C.-I d. C.). Transjordania cuenta con otras localizaciones bíblicas como Gerasa, una de las ciudades de la Decápolis; Madabá y su mosaico bizantino que contiene la representación cartográfica más antigua que se conoce de la ciudad de Jerusalén; Cesarea de Filipo o Banias, que mandó construir Filipo, uno de los hijos de Herodes el Grande, en honor al emperador romano.

1.3. Climatología

El clima en el país de la Biblia es, ante todo, mediterráneo. Sin embargo, las diferentes regiones que configuran el entorno están llenas de matices que caracterizan los múltiples escenarios bíblicos. Los expertos definen la zona como de transición entre el clima mediterráneo dominante y el inicio de un clima desértico. El mar Mediterráneo y el desierto son los elementos que determinan la climatología del país de la Biblia y producen una permanente inestabilidad meteorológica. En general, los veranos son secos, pero se ven refrescados por masas de aire húmedo procedentes del Mediterráneo, que por las noches suelen dejar rocío. Las épocas de lluvia son el comienzo del otoño y el comienzo de la primavera. Las zonas más lluviosas se sitúan en la alta Galilea, Samaría y las montañas de Judá. Los textos bíblicos reflejan la inestabilidad climática que pasa de abundantes sequías a frecuentes lluvias. El hamsín es un viento terral que aparece en otoño y primavera. Arrastra bajas presiones que generan un aire caliente y seco cargado de arena y tierra procedente de Arabia y de África (Dt 28,24).

a) La costa es fértil, acompañada por vientos húmedos que se adentran en el interior por las regiones de la alta Galilea y el valle de Yizreel. Tiene un clima propiamente mediterráneo que se sitúa entre los 10º-15º C en invierno y los 25º-30º C en verano. Este clima suave da lugar a la aparición de un paisaje verde coronado con numerosos bosques elevados, sobre todo de cedros y de encinas.

b) Las montañas de Samaría y la región de Judá son más pobres en vegetación. Sin embargo, cuentan con abundantes plantaciones de vid y olivo. La ciudad de Jerusalén, rodeada de colinas, se caracteriza por las grandes diferencias de temperatura entre el día y la noche, pudiendo alcanzar de día los 30º y por la noche los 15º. La media anual de lluvias en Jerusalén es de 600 mm.

c) El desnivel decreciente de la cuenca del Jordán hace que el aire al descender se caliente un grado cada cien metros, provocando un ambiente cada vez más seco, dando lugar a una presión atmosférica muy fuerte y haciendo desaparecer de forma progresiva la vegetación. Las lluvias aisladas suelen caer de forma torrencial, provocando barrancos, generando grandes torrentes y dando lugar a cauces que permanecen secos durante largos períodos de tiempo. El cauce del Jordán nace en un marco fértil y de regadío que va desapareciendo a medida que desciende, para terminar convirtiéndose en un paisaje desértico y árido. En medio, a la altura de su desembocadura en el mar Muerto, el cauce del río crea un microclima tropical que da lugar a la aparición de algunos oasis aislados como el de Jericó, que tiene una temperatura de 40º de media en verano.

d) El desierto, que ocupa la mitad sur del país de la Biblia, de manera especial la región del Négueb, no recibe la humedad de los vientos del Mediterráneo. Este hecho lo convierte en un enorme desierto en el que la media anual de lluvias no alcanza los 150 mm.

Las colinas de Betel en Judea.

1.4. De Dan a Berseba

El país de la Biblia no tiene fronteras, ni podemos establecer unos límites geográficos definidos. Las diferentes épocas, los acontecimientos y la propia historia han ido determinando la geografía. El centro del país de la Biblia –los lugares en donde se sitúan la mayoría de los acontecimientos– se sitúa en los actuales Israel, Palestina, Siria y Líbano. Sin embargo, la propia Biblia establece unos límites que determinan lo que los antiguos israelitas fijaban como márgenes de la tierra prometida. Según los textos bíblicos, el mismo Moisés describe la tierra del país de la Biblia con estas palabras: «Porque la tierra adonde vas a entrar para tomarla en posesión no es como la tierra de Egipto de la que saliste, donde sembrabas tu semilla y la regabas mediante tus pies, como una huerta de vegetales. La tierra adonde vais a pasar para tomarla en posesión es una tierra de montes y valles que recibe el agua del cielo» (Dt 11,10-11).

La delimitación que figura en la memoria del pueblo de Israel establece unos límites de norte a sur, de Dan a Berseba. En ningún momento, los textos bíblicos fijan límites fronterizos al este o al oeste ya que es la propia geografía la que marca como frontera natural al oeste el mar Mediterráneo y al este el cauce del río Jordán. Para los autores bíblicos, la tierra prometida de norte a sur va de Dan a Berseba. Dan como una de las fuentes del Jordán que se sitúa al norte y Berseba, en el desierto, que se sitúa al sur. Así lo afirma el autor del libro de los Jueces: «Todos los israelitas como un solo hombre, desde Dan hasta Berseba y la región de Galaad, fueron a reunirse ante el Señor en Mispá» (Jue 20,1). El autor del primer libro de Samuel utiliza el mismo marco para limitar la totalidad del territorio administrado: «Todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel estaba acreditado como profeta del Señor» (1 Sm 3,20). El autor del segundo libro de Samuel establece los límites del reino con estas palabras: «Quitar el reino a la casa de Saúl y establecer el trono de David sobre Israel y sobre Judá desde Dan hasta Berseba» (2 Sm 3,10). El mismo autor garantiza las fronteras: «Yo más bien aconsejo que todo Israel, desde Dan hasta Berseba, se reúna en torno a ti, tan numeroso como las arenas que hay a orillas del mar, y que tú mismo en persona vayas con ellos» (2 Sm 17,11).

De Dan a Berseba.

1.5. Fauna y flora

La variedad de climas y los contrastes que se producen en la zona, hacen que la vegetación en el país de la Biblia sea variada y a la vez contrastada. Los tipos de cultivo dependen del tipo de tierra y de la climatología de la zona. La fauna también está relacionada con la climatología de la región. Aunque los territorios están marcados por estas diferencias, el entorno general sigue siendo el propio de la flora y fauna mediterránea.

a) La fauna: Desde el libro del Génesis con la serpiente del paraíso hasta el libro del Apocalipsis con los dragones y animales extraordinarios, la Biblia está llena de imágenes de animales. Los estudios de fauna hablan de más de 100 especies de mamíferos que pueblan el país de la Biblia. Se calculan unas 350 especies diferentes de pájaros y 70 de peces. Hablan de casi 5.000 tipos de insectos. El primer libro de Samuel cuenta que David mató a un león y un oso (1 Sm 17,34). La literatura legal establece una normativa sobre el consumo alimenticio de diferentes tipos de pájaros (Lv 11,13-19; Dt 14,12-18), y de insectos que podían formar parte de la alimentación (Lv 11,21-22; Dt 14,20). Jeremías habla de los pájaros que emigran: «Hasta la cigüeña en el cielo conoce el momento de emigrar; tórtolas, golondrinas y grullas barruntan el tiempo de regresar» (Jr 8,7). El propio Juan Bautista dice que los saltamontes son parte de su alimentación (Mc 1,6).

La literatura bíblica remite a mamíferos de los que se obtenía lana, cuero, leche con la que hacían productos lácteos. Se habla de carne de vaca, de toro, de oveja. Leemos referencias a cabritos, carneros. En la Pascua, el cordero era el centro simbólico de la celebración. El Templo de Jerusalén era lugar de ofrendas animales. El palacio real contaba con establos y caballerizas.

El mundo animal estaba vinculado a la región, a la búsqueda de pastos y a los lugares para abastecerse de agua. La gente se alimentaba con la carne del ganado vacuno, caprino y ovino. Cebaban aves. Prohibían el consumo de carne de cerdo y de conejo, considerados animales impuros. En la Biblia se habla de ciervos, gacelas, gamos como pobladores de zonas desérticas y escarpadas. Los camellos y dromedarios formaban parte del escenario general en todo el país.

b) La flora: En muchas ocasiones, la literatura bíblica describe el país como la tierra fecunda que mana leche y miel: «He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel» (Ex 3,8). Un país de contrastes en el que nos encontramos con una flora muy variada según las regiones. En general, el país de la Biblia se caracteriza por una mitad norte mucho más verde y frondosa, y una mitad sur más desértica y pedregosa. En buen grado, es la climatología de la región la que determina el tipo de flora y la vegetación. Esta variedad hace que se hayan identificado 3.000 tipos de plantas diferentes en todo el país de la Biblia.

Los textos bíblicos hablan de más de 20 tipos de árboles autóctonos. Las palmeras constituyen uno de los símbolos más recurrentes. El oasis de Jericó está lleno de dactileras. Se habla con frecuencia de higueras y granados. El norte está coronado con bosques de cedros y coníferas (Is 10,17; Sal 50,10) y otros tipos de árboles de hoja perenne. Por todo el territorio hay plantaciones de olivos. Los textos bíblicos hablan de moreras y albaricoques, de almendros y nogales. Además hay plantas de enebros, sándalos, flores silvestres. Los espías de Moisés que se adelantaron para ver la tierra prometida volvieron con higos, granadas y uvas. El evangelista Mateo habla de lirios del campo en el escenario del Sermón de la Montaña (Mt 6,28). En cuanto a los cultivos, los textos bíblicos dan cuenta de plantaciones de trigo y cebada para hacer pan. Además de cereales, hablan de plantas aromáticas como el comino, el anís, la menta. Se describen sembrados de alubias y de lentejas. La literatura legal establece el calendario litúrgico y muchas celebraciones festivas a la luz de las recolecciones. La fiesta de la siega o las fiestas de la cosecha de viñedos y de olivos (Ex 23) eran celebraciones litúrgicas relacionadas con los frutos del campo.

Bibliografía

Artus, O., Geografía de la Biblia, CB 122, Verbo Divino, Estella 2005.

Atlas Bíblico. La Biblia en el espacio: Geografía, Verbo Divino, Estella 2018.

Carbajosa, I., J. González Echegaray y F. Varo, La Biblia en su entorno, Verbo Divino, Estella 2013.

Díez, F., Guía de Tierra Santa, Verbo Divino, Estella 1990.

González Echegaray, J., El creciente fértil y la Biblia, Verbo Divino, Estella 2012.

Haag, H., El país de la Biblia. Geografía, historia, arqueología, Herder, Barcelona 1992.

Lawrence, P., Atlas histórico de la Biblia, Edelvives, Madrid 2006.

May, H. G. (dir.), Atlas bíblico Oxford, Verbo Divino, Estella 1998.

Murphy-O’Connor, J., Tierra Santa, Acento, Madrid 2000.

Ochoa, J., Atlas histórico de la Biblia. Antiguo Testamento, Acento, Madrid 2003.

Ohler, A., Atlas de la Biblia, Akal, Madrid 2009.

Page, N., Atlas de la Biblia, Desafío, Grand Rapids (MI) 2013.

Rogerson, J., Tierras de la Biblia, Folio, Madrid 2005.

Tidwell, J. B., Geografía bíblica, Mundo Hispano, Madrid 2003.

2

Arqueología bíblica

La arqueología [ἀρχαῖος-λόγος] es la ciencia que estudia la Antigüedad a través de los restos materiales. La arqueología forma parte, con la historia antigua, de las ciencias autónomas que intentan demostrar lo que fue el pasado de forma empírica, como conocimiento fundamentado en la demostración. En general, los restos encontrados y las ruinas halladas son el resultado de estudios previos sometidos a su confirmación en las excavaciones que se realizan sobre el terreno. Aunque siempre ha habido un interés por los restos del pasado, la ciencia arqueológica es relativamente moderna. Sus primeros pasos se sitúan en el siglo XIX.

Hoy la arqueología está dividida en numerosas ramas especializadas. La clasificación más frecuente de las disciplinas arqueológicas viene dada por la cronología (arqueología antigua, arqueología medieval, arqueología moderna…). Así como la arqueología egipcia se centra en un momento y un lugar determinado de la historia, de la misma forma la arqueología bíblica pone su atención en todo lo que tiene que ver con el descubrimiento de restos relacionados con el libro sagrado en el entorno geográfico del llamado país de la Biblia. La arqueología bíblica es una rama de la arqueología general. Se trata, junto a la arqueología egipcia, de una de las especializaciones más destacadas del mundo de las excavaciones.

Aunque la arqueología bíblica es una ciencia que podíamos considerar moderna, ya desde muy antiguo tenemos evidencias del interés por el descubrimiento y la identificación de lugares del pasado. Con la conversión del Imperio romano (313 d. C.) surge un interés especial en el cristianismo por identificar los escenarios en donde se situaron los acontecimientos bíblicos. Santa Elena, madre del emperador Constantino († 329 d. C.), está considerada la patrona de la arqueología bíblica por el afán que puso en localizar los lugares santos. Posteriormente, las cruzadas se convirtieron en una nueva razón para identificar espacios sagrados y hacerse con escenarios bíblicos que servían como disculpa para tomar posesión de la tierra.

2.1. Historia

Fue en el siglo XIX cuando la arqueología bíblica se convirtió en la disculpa que atrajo a curiosos y aventureros dispuestos a conseguir tesoros fantásticos. Junto a historiadores y arqueólogos llevados por Napoleón a Egipto, surgieron personas interesadas en aplicar los procesos que se realizaban en la tierra de las pirámides, en el país de la Biblia. Así, mientras los franceses excavaban en Egipto, los ingleses comenzaron a desplazarse al país de la Biblia con el objetivo de descubrir lugares de la Sagrada Escritura sepultados por el paso del tiempo. Edward Robinson (1794-1863) fue uno de los primeros en excavar en las inmediaciones de Jerusalén. Su intención era confirmar lo que decía la Biblia. Años después, en 1865, la propia Reina Victoria de Inglaterra puso en marcha la Palestina Exploration Fund, destinada a la financiación de campañas arqueológicas en Tierra Santa. De esta manera, los británicos Charles Warren (1840-1927) y Charles Wilson (1836-1905) iniciaron sus excavaciones en distintos lugares de Jerusalén en 1867. Tres años después, en 1870, los norteamericanos, viendo la oportunidad, iniciaron su proceso arqueológico a través de la creación de la American Palestine Exploration Society. En 1890, el arqueólogo británico Flinders Petrie (1853-1942) comenzó sus excavaciones en la zona con un método nuevo, más científico y riguroso, analizando la cerámica encontrada, estudiando el entorno del lugar… elementos de análisis que lo convertirán en el padre de la arqueología bíblica. Fue en ese momento, en 1889, cuando los dominicos franceses pusieron en marcha la École Biblique et Archéologique Française (EBAF) en Jerusalén con grandes figuras que pasaron a la historia de la arqueología bíblica, como la de M.-J. Lagrange (1855-1938).

Durante el Mandato Británico de Palestina (1922-1948) las campañas arqueológicas en la zona se multiplicaron. El arqueólogo William Foxwell Albright (1891-1971) se convirtió en una de las referencias más importantes de la historia de la arqueología de la zona, para muchos el verdadero padre de la arqueología bíblica. Albright elaboró un sistema de datación de los restos encontrados, sobre todo de la cerámica, de las monedas y de todos aquellos elementos que podían ayudar a fechar los estratos de los hallazgos. El descubrimiento de los manuscritos del mar Muerto en 1947 fue el final de una época entrañable en la que se mezclaba la aventura con la ciencia de la investigación.

Con la creación del Estado de Israel en 1948, la arqueología bíblica cambió. En primer lugar, su control pasó a manos de las autoridades israelíes. Ese año, el gobierno del nuevo Estado creó la Israel Antiquities Authority (IAA), para garantizar la continuidad de las excavaciones en el territorio. A pesar de ello, las campañas internacionales se vieron condicionadas por las situaciones de conflicto a que se veía sometida la zona. De esta época destacan las excavaciones realizadas por la arqueóloga británica Kathleen Kenyon (1906-1978), sobre todo las realizadas en el entorno de Jericó. De esta misma época son las campañas dirigidas por el dominico francés Roland de Vaux (1903-1971), sobre todo las realizadas en la región de Qumrán.

Torre circular en la muralla de Jericó (K. Kenyon).

En el año 1955, de la mano de Maximino Romero de Lema (1911-1996), se creó el Colegio Casa de Santiago de Jerusalén, una institución de la Conferencia Episcopal Española destinada a acoger a arqueólogos y biblistas que pronto se convertiría en el Instituto Español Bíblico y Arqueológico de Jerusalén (IEBA), conocido popularmente como la Casa de Santiago y gestionado académicamente por la Universidad Pontificia de Salamanca. El arqueólogo español Joaquín González Echegaray (1930-2013) realizó la primera excavación de la Casa de Santiago en 1960 en Mogaret Dalal (Jordania). Un año después, el también español Martín Almagro Basch (1911-1984) inició sus excavaciones en Nubia (Egipto). Formaron parte de las primeras generaciones de biblistas y arqueólogos españoles de la Casa de Santiago figuras como Vicente Vilar Hueso (1922-1995), Emilio Olávarri Goicoechea (1929-2002), José Ángel Ubieta López (1926- ) y Joaquín González Echegaray (1930-2013).

2.2. El método

La arqueología bíblica no difiere sustancialmente de la arqueología en general o universal. Sin embargo, hay unas características que hacen de la arqueología bíblica una disciplina científica específica. En un principio, el interés de la arqueología bíblica era confirmar lo que decía la Biblia. Los primeros arqueólogos, lejos de ir a la caza de tesoros, tenían una misión apologética. El racionalismo de la época había puesto en cuestión muchas de las afirmaciones de corte teológico que figuraban en la Biblia. Aquel cuestionamiento parcial se convirtió en una sospecha general que solo podía ser acallada con la confirmación científica de que lo que se dice en la Escritura sucedió tal y como se describe. De ahí que la búsqueda de los lugares bíblicos se convirtiese en el primer objetivo de quienes se aventuraban con el pico y la pala. En el ideario de su fundación, la Palestine Exploration Fund anunciaba su intención de «verificar que la historia bíblica es una historia real, a la vez en el tiempo, en el espacio y a través de los acontecimientos, a fin de ofrecer un refutación a la increencia». El paso del tiempo y la experiencia de muchas campañas en lugares arqueológicos confirmaron que aquella intención inicial no tenía nada que ver con los resultados encontrados y que, lejos de confirmar o desmentir lo que la Biblia narraba, la arqueología bíblica era una ciencia que aportaba mucha información al estudio y conocimiento de los libros bíblicos. Además de la preparación para la expedición o campaña arqueológica, el arqueólogo ha de tener en cuenta estas características que determinan el método de la arqueología bíblica:

a) Localización: El primer paso que ha de dar el arqueólogo bíblico es la localización del lugar o escenario en el que va a iniciar la excavación. Centrados en el contenido de su mensaje, muchos autores bíblicos obviaron la identificación de escenarios geográficos o la descripción de lugares. A esto tenemos que añadir que muchos escenarios han desaparecido con el paso de los siglos y hoy no sabemos en dónde se encontraban. Se dan casos de lugares que han cambiado de nombre o han modificado su emplazamiento. La primera tarea del arqueólogo consiste en estudiar los lugares para localizar los escenarios. La búsqueda de escenarios óptimos, abastecidos de agua, protegidos de climatología adversa o de amenazas enemigas, son algunos de los elementos que ayudan a localizar lugares bíblicos perdidos. A todo eso tenemos que añadir la desaparición de elementos como restos construidos con materiales perecederos.

b) Examen de superficie: Identificado el lugar de la excavación, llega el examen de superficie. Ese examen viene dado por las características topográficas del lugar. Se trata de una colina, se trata de un valle, se trata de un desierto… En ese momento entran en juego dos términos específicos de la arqueología bíblica: El tell y el khirbet.

Yacimiento de Hazor (norte de Israel).

El tell es un elemento dominante en la arqueología bíblica. Tell (en hebreo תל) significa «colina». El tell es una colina artificial que se ha ido formando con el paso del tiempo como resultado de múltiples asentamientos en un mismo lugar. Numerosas regiones, poblaciones y ciudades antiguas y actuales incluyen el vocablo: Tel Aviv, Tel Arad, Tel el-Amarna, Tel Dotán, Tel Eilat Gasul, Tel es-Sultán, Tel Tanak, Tel Balata, Tel Halif, Tel el-Far’a… Esa colina artificial implica la aparición sobre un llano, sobre una meseta, incluso sobre una colina, de una elevación artificial fruto de numerosos asentamientos que fueron elevando el nivel del suelo con el paso del tiempo y la sedimentación, dando lugar a estratos de diferentes niveles. Aquellos montículos de ciudades destruidas o desaparecidas formaron una montaña que esconde en su interior los estrados sucesivos que ha ido dejando el tiempo y los restos de los asentamientos que vivieron en el lugar. Los restos encontrados en los diferentes estratos serán los que permitan establecer una datación y situar en el tiempo la época del asentamiento al que perteneció cada uno de los estratos. Además de las poblaciones que hemos visto, que en su denominación evidencian las características arqueológicas del lugar, encontramos una alusión bíblica a esta formación artificial en el libro de Josué: «Josué incendió Ay y la convirtió para siempre en un tell, en desolación hasta el día de hoy» (Jos 8,28).

Tell creado por sucesivos asentamientos formando estratos.

El khirbet es lo contrario al tell. El término árabe significa «ruina de» (en hebreo חִרְבֶּת). Un vocablo que en la mayoría de los casos va acompañado de la localización de la ruina. Así, por ejemplo, hablamos de Khirbet Qumrán, Khirbet Bei Lei, Khirbet Kefireh, Khirbet Safa, Khirbet Kana, Khirbet al-Deir… Habitualmente se refiere a poblaciones que fueron abandonadas o destruidas y quedaron formando parte del entorno en el que se situaban en proceso de deterioro progresivo. La mayoría de estas poblaciones eran pequeñas, villas de carácter agrícola o relacionadas con el campo. El trabajo del arqueólogo, al contrario que en la excavación del tell, resulta en principio más sencillo por tener a la vista restos de lo que en su día fue una población o asentamiento.

c) Estratigrafía: Tanto en la estratigrafía en general como en la estratigrafía bíblica, el arqueólogo analiza los restos extraídos de la parte seccionada del tell y, en el laboratorio o lugar de trabajo, determina la fecha a la que pertenece el estrato localizado. La cerámica, las inscripciones y las monedas son algunos de los elementos que ayudan a datar un estrato. En 1890, Flinders Petrie (1853-1942) incorporó el estudio de la cerámica a través de los estilos, las modas y las formas que caracterizaban los utensilios utilizados en unas épocas o en otras. La cerámica se ha convertido en el reloj de la arqueología bíblica, ya que señala el tiempo al

¿Disfrutas la vista previa?
Página 1 de 1