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Para leer el evangelio según san Lucas: Cuaderno Bíblico 173
Para leer el evangelio según san Lucas: Cuaderno Bíblico 173
Para leer el evangelio según san Lucas: Cuaderno Bíblico 173
Libro electrónico136 páginas3 horas

Para leer el evangelio según san Lucas: Cuaderno Bíblico 173

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¿Y si bastara con leerlo lentamente? El tercer evangelio es un relato llevado a cabo extraordinariamente. El proyecto teológico de Lucas, apoyado en sus cualidades de historiador, es mostrar cómo Dios sitúa a Jesús en el centro de la historia de la salvación. La lectura cursiva, realizada aquí, hace emerger el misterio de aquel que es presentado de entrada como "Hijo del Altísimo", y, luego, como "Salvador" y "Cristo Señor". Sencillamente -siguiendo el hilo narrativo-, la trayectoria nos invita a ir río arriba (las promesas a Israel) y río abajo (la vida de la Iglesia, que tiene su inicio en los Hechos de los Apóstoles). El aparato crítico se ha reducido intencionadamente al mínimo. El lugar se deja al placer del texto.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 jun 2016
ISBN9788490732540
Para leer el evangelio según san Lucas: Cuaderno Bíblico 173

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    Para leer el evangelio según san Lucas - Pierre Debergé

    I – De Juan el Bautista a Jesús (Lc 1,5–4,13)

    Lucas construye los cuatro primeros capítulos de su obra (Lc 1,5–4,15) como un díptico donde los acontecimientos se suceden en torno a los nacimientos Juan el Bautista y de Jesús, para resaltar así el carácter específico de la identidad y de la misión de Jesús.

    Utilizando la técnica, entonces muy extendida, de la syncrisis (‘puesta en paralelo’), Lucas comienza contando los anuncios a Zacarías y a María (1,5-38), y, después, el nacimiento y la circuncisión de Juan (1,57-80) y de Jesús (2,1-21). Cada gran etapa es marcada por un cántico de alabanza: el Magnificat (1,47-56) y el Benedictus (1,67-79). Llenos de referencias al Antiguo Testamento, sitúan la llegada de Juan y de Jesús en el despliegue del plan de Dios.

    Los dos anuncios de nacimiento (Lc 1,5-25; 1,26-38)

    Para quien considera que los relatos de la infancia constituyen un verdadero prólogo teológico que precede al relato del ministerio de Jesús, la presencia de mensajeros divinos no es fortuita. Lucas evoca así la presencia activa de Dios a lo largo de todo su relato. El hecho de que se inspire en otros anuncios de nacimiento (Gn 16–18; Jue 6,11-24; Jue 13) y otros pasajes del Antiguo Testamento responde a su proyecto de situar la novedad inaudita de la venida de Jesús en el marco del proyecto salvífico de Dios, tal y como se despliega en toda la Escritura (cf. Lc 24,44).

    Aparece ya desde el primer relato, cuando, «en tiempos de Herodes, rey de Judea» (Lc 1,15), Zacarías se encuentra realizando la liturgia en el templo de Jerusalén. Él es sacerdote y su mujer Isabel es de ascendencia sacerdotal. Los dos cumplen la ley de Moisés, pero no tienen hijos. Además de la esterilidad de Isabel, su ancianidad constituye una imposi­bi­lidad complementaria para concebir, lo que nos recuerda la situación de Abrahán y de Sara y, así también, la intervención divina de la que fueron beneficiarios (Gn 16–17).

    De hecho, en el templo de Jerusalén, un ángel se aparece a Zacarías y le anuncia el nacimiento de Juan: más adelante descubriremos que se trata del ángel Gabriel (Lc 1,19; cf. Dn 8,16-17; 9,1-27), encargado de dar la señal de los tiempos mesiánicos. Por sí mismo, el nombre del niño, que significa «Dios hace gracia», evoca la iniciativa de Dios a favor de Zacarías e Isabel. Se dice que Juan será «grande ante el Señor» (v. 15). Hombre consagrado a Dios (v. 15; cf. Nm 6,3-4; Jue 13,4.7.14) y situado en la estela profética de Elías (v. 17), tendrá como misión preparar un pueblo para el Señor que viene (vv. 17-18; cf. Mal 3,1.23-24). Sin embargo Zacarías duda, cuando tendría que haberse acordado de que Dios había superado la ancianidad y la esterilidad de Abrahán y de Sara, dándoles a Isaac. En consecuencia, es reducido al silencio hasta que se cumpla lo anunciado (v. 22). Al final del relato, Lucas menciona a Isabel, que se ha quedado embarazada pero que, en lugar de alegrarse por lo que el Señor ha hecho por ella (v. 25), se oculta durante cinco meses. Se comprenderá a continuación que esta extraña actitud prepara la visita de María, la primera en aclamar su embarazo, etapa inicial del cumplimiento de la historia de la salvación.

    La situación de María es completamente diferente a la de Zacarías. Reside en una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret (Lc 1,26). Desde el inicio, Lucas evoca su juventud, su relación con José, su nombre (1,27) y, un poco más adelante, su parentesco con Isabel (1,36). A diferencia del anuncio de Juan, presentado como respuesta a la oración de Zacarías (1,13), el mensaje del ángel Gabriel que anuncia el nacimiento de Jesús, «Dios salva» (1,30), seis meses después, no responde a ninguna petición que suscitara la intervención divina. Finalmente, en el caso de Zacarías se pone de relieve su justicia mientras que a María no se le atribuye ninguna cualidad particular, lo que contribuye a subrayar la gracia de la que es beneficiaria. Toda la escena se ubica bajo el signo de la alegría escatológica introducida por el saludo del ángel (Lc 1,28; cf. Sof 3,14) y la misión ya sugerida mediante la revelación de que el Señor está con

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