Mis sueños y sus insomnios: Mi sueño americano
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A mi abuela Nila Con dedicación especial a la señora más grande de mi familia, no por los 102 años de vida que Dios le dio, sino por las bendiciones que recibió por parte de toda la gente humilde a quien ella sirvió como partera o comadrona en diferentes rincones del pueblo, y en ncas, aldeas y caserillos. A quienes en más de una oportunidad ell
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Mis sueños y sus insomnios - Osmar E. Maldonado
MIS SUEÑOS
Y SUS
INSOMNIOS
Mi sueño americano
OSMAR E. MALDONADO
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Publicado por Ibukku, LLC
www.ibukku.com
Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico
Copyright © 2022 Osmar E. Maldonado
ISBN Paperback: 978-1-68574-147-1
ISBN eBook: 978-1-68574-148-8
Índice
Prólogo
El sueño americano
Reconocimiento
Comentarios de amigos y mi esposa
Realidad hecha en un sueño
Mi primer cumpleaños sin mi padre
Mary, mi primer amor
Una joven de visita en mi pueblo
Oficina de correos
Mi viaje en busca de oportunidades
Transportes Tifón
En busca de mi primer trabajo
Primer día de trabajo en Almacén Coto Escobar
Segundo trabajo, Electrónicas Unidas
Cavisa, el trabajo que cambió mi vida
Primer día de trabajo en Cavisa
Visita de Mary, la exnovia de mi pueblo
Mi amigo Calico en busca de ayuda
Mi primera compra, una moto Yamaha 125cc
Primeros meses de vida conyugal
Una enfermedad que pudo haber terminado con mi vida
Me hizo más daño la duda que el desengaño
Instituto Técnico de Capacitación (Intecap)
La moto Honda y la Suzuki 125cc
Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales Comercio Sección Nocturna
Terremoto de 1976 en Guatemala
Toyota 1000, modelo 1968
Muerte de mi amigo Roberto Castillo
Hyundai Pony 1978, mi primer carro del año
Mi primo hermano Wilfin, prófugo sin causa
Centro de Instrucción Audiovisual, CIAV
Mi amiga doña Clara Luz Dubón
Mi renuncia presentada a Cavisa
Trabajar por cuenta propia
Preparativos para emigrar a los Estados Unidos de América
Aeropuerto de Newark, Nueva Jersey
Diploma de Escuela Superior – High School Diploma – GED Program
Matrimonio con la joven colombiana
Reencuentro con doña Clara
En busca de trabajo como inspector en control de calidad
ESNA, Elastic Stop Nuts Associated
El peor de mis insomnios
Manejando bajo efectos del licor (DUI, por sus siglas en inglés)
Si no aprendes, la vida te repite la lección
Noralba y su promesa cumplida
Un viaje de aventuras a Guatemala
Linda Vista, Villa Nueva
Recesión económica de los años 90
Mis amigos Betty y Mac
En busca de mi futura esposa
Visita a mi futura suegra
Un viaje más a Guatemala
Boda Maldonado Eguizábal
El viaje de mi esposa a Estados Unidos
Thales Avionics, Inc. InFlyt Experience
Atentado a las Torres Gemelas de Nueva York
Certificación AS9100 Standard
El edificio 58 era el edificio central
El edificio 48 era el edificio de contabilidad
El edificio 51
El edificio 55 y la cafetería Inflyt Cafe
El edificio Toledo Thales
ECS Franklin, Wisconsin
Iglesia del Nazareno, Corona, California
Mi encuentro con dos amigos en Chicago, Illinois
El único jefe hispano en mi paso por Thales
Supervisor de Control de Calidad en Thales Avionics
Países y otros lugares visitados
Wichita, Kansas
El más bello recuerdo de mi trabajo
Consejo a los jóvenes
Mi mensaje
A todos los presentes
Algunos pasajes de mi vida
El señor de la carreta de refrescos
Un día antes de mi cumpleaños
En la cooperativa de mi pueblo
La empresa Boeing
El vendedor de chocolate de canela
¡Mucha! ¡Vamos a nadar al río!
El muchacho de la tienda
El hombre que emigró solo
Fallecimiento de mi señora madre
Safran Cabin, INC.
Prólogo
Este libro no refleja un plan específico para que una persona tenga éxito en la vida. Es solamente la historia de un niño que nació en la pobreza, miembro de una familia llena de muchas necesidades, pero gracias a su abuelo Rosendo, pudo leer la vida de Thomas Alva Edison y otros libros de motivación personal que lo inspiraron a aferrarse al éxito en la vida basado en el trabajo, el estudio, el respeto a sus compañeros, la honestidad, el sacrificio y el amor por servir a los demás sin esperar nada a cambio.
Es una historia que muestra el valor de tomar decisiones en los momentos adecuados sin perder el objetivo de lo que se busca, y afrontar los desafíos de la vida NO como un castigo sino como una oportunidad para alcanzar las metas que se han trazado y así poder salir adelante.
El éxito obtenido no necesariamente tiene que basarse en dinero en efectivo o en bienes materiales adquiridos, este también se puede demostrar en la satisfacción de lograr cambiar el rumbo de vida en desorden y convertirla en paz interior, basado en el amor de Dios, en la amistad de muchas personas, el amor recibido de ellas y la disponibilidad de poder servirles en momentos oportunos y sentir la satisfacción de ser útil.
Osmar E. Maldonado
El sueño americano
El término sueño americano
es propio de los Estados Unidos de América. Es una variedad de ideales en los que se cuenta con libertad de tomar decisiones que nos permiten encontrar la oportunidad de salir adelante y obtener el éxito que se desea.
Se mejora el nivel de vida en muchos aspectos, a través del estudio y trabajo arduo, después de adaptarse a una sociedad con buenos principios basados en leyes y con algunas barreras posibles de superar.
El sueño radica en tener un trabajo, estabilidad económica, seguridad social y libertad en todo sentido.
Si al final de nuestra vida útil o al momento de nuestro retiro laboral, sabemos que hemos asegurado el resto de nuestros años de vida, con solvencia económica y con muchas otras ventajas, nos convencemos de que hemos logrado nuestro sueño.
Osmar E. Maldonado
Reconocimiento
Ante la imposibilidad de nombrar a todos y cada uno de mis amigos que de una u otra manera me han ayudado, quiero expresarles mi agradecimiento sincero a todos por haber estado presentes en el momento justo cuando necesité de ellos.
Sin embargo, algunos han dejado una marca muy profunda en mí y sus nombres constantemente cabalgan en mi pensamiento exigiendo ser nombrados directamente.
Mi pequeña lista está encabezada por aquella mujer joven y bonita, aquella que le cambió a mi vida el rumbo y todo lo demás. Aquella que con su amor supo motivarme para que yo fuera capaz de construir tantos momentos agradables a su lado.
A mi esposa Doris.
Dentro de sus limitaciones, mi madre tuvo la capacidad de enseñarme a trabajar con mucha responsabilidad y honradez. Me enseñó los principios fundamentales de la vida, suficientes para que yo sintiera seguridad y confianza de vencer cualquier obstáculo que se presentara en mi camino.
A mi madre Adela
A mi señor padre Adolfo, a mi hermana Erica, mis hermanos Meme, Rudy y Osvelí, quienes compartieron conmigo muchas cosas que aún existen en mis pensamientos.
A mi querido abuelo Rosendo, a quien no tuve la dicha de visitar en su lecho de enfermo.
A mi primo hermano Wilfin, quien en todo momento se hizo presente para darle una mano a mis hijas en el tiempo que las dejé solas.
Le agradezco por la ayuda que siempre me ha dado para que yo pueda solucionar mis problemas de la manera más fácil.
A todos mis tíos de parte de mi mamá y mi papá, a todos mis primos, especialmente a mi primo hermano Guayo, quien trabajó desde muy temprana edad para que en la mesa de mis abuelitos y mi tía Sofía no faltara alimento.
A mi primo Maco, a quien, en las oportunidades que lo busqué, lo encontré y estoy muy agradecido por su ayuda.
A mi amigo Augusto, quien se hizo presente en los momentos más difíciles de mi vida, proveyéndome de lo más básico para que yo subsistiera, llenándome de esperanza y muchos deseos de seguir viviendo. Lo recuerdo como un verdadero amigo, único y especial.
Eterno agradecimiento al personal de Thales Avionics, Inc. Especialmente a:
Jury Weber
Jack Portman
Marty Segari
John Lewis
A mis hijas y a mis hijos
Finalmente, están mis hijas y mis hijos.
Mi hija Ingrid (mi negrita), la primera de mis tres hijas y la única que vivió conmigo un paseo en moto por las carreteras de la costa y tierra fría de mi país, Guatemala.
Mi Saida Emilia, la que me llenó de amor desde muy pequeñita, siempre fue muy atenta y especial conmigo cuando yo llegaba a la casa después de un día de trabajo.
Mi Sheila, ella tenía apenas dos años cuando por necesidad me tuve que separar de ella y sin lugar a dudas fue por quien más sufrí al sentir que estaba lejos de todo y de todos.
Ignacio (mi chito), mi primer hijo varón. Tuve la fortuna de disfrutar de sus primeros años de vida, de nadar en las piscinas y montar en bicicleta en la Maitri Road y jugar a la pelota en los campos de Corona.
Mi Pablito rebelde. Decidí grabar en mi familia el recuerdo de un gran amigo a quien le tengo mucho aprecio, Pablo Ciolfi.
Comentarios de amigos y mi esposa
Hoy quiero de corazón dar gracias a Dios por sus infinitas bendiciones, pero quiero agradecer en especial a mi esposo por su inmenso amor, esfuerzo y dedicación para mí y mi familia. Un GRAN hombre en toda la extensión de la palabra, con un corazón para todos, ¡¡¡siempre pendiente de la gente y amigos!!! Lo que hace es incondicional, un hombre emprendedor, trabajador, honesto y sincero, siempre con la vista al frente y no hay nada que lo haga cabecear ni retroceder, para él no existe algo que sea imposible. Osmar, siempre te he admirado y te admiraré de corazón, mis acciones dicen más que mil palabras... ¡Firmes y adelante! ¡I LOVE YOU!
Doris Eguizábal Dubón (mi esposa)
¡Oh! ¡¡Mi amigo Wilfin, qué gusto saber de vos!!
Te agradezco mucho, y espero poder comunicarnos, mientras volvemos a vernos.
Qué excelente la idea de Osmar de escribir sus memorias. Eso habla muy bien de él, de su nobleza de corazón y humildad, aun después de haber llegado a ser un triunfador en la vida, un respetable hombre, oriundo de nuestra bella tierra.
Me siento muy honrado de ser mencionados, mis padres y yo, en ese lindo pasaje.
Osmar es un hombre admirable, que supo salir adelante en la vida, en medio de sus limitaciones.
Por favor, lo felicitas de mi parte, y le agradeces su deferencia.
Quizás él no lo sepa, pero es una persona a quien aprecio mucho.
Lic. SP ER
Tío, quiero manifestarle que usted para mí ha sido como mi papá. Recuerdo que cuando niño yo disfrutaba mucho que usted pasara a verme a la casa de mis abuelitos. Mantengo muy vivo el recuerdo de cuando usted me regaló un carrito de metal, lo cuidé y aprecié mucho. Aparte de ello usted fue la primera persona que conocí como familia de mi papá, bendiciones.
Myllor Maldonado
Lo describiré como dicen los colombianos: usted es un berraco, una persona muy inteligente, cuesta mucho entender la voluntad de Dios, pues no digamos los designios de Él.
Usted es un buen amigo. No se me olvida, no se escondió como muchos paisanos sino que nos tendió la mano cuando llegamos con mi hermano a Los Ángeles; yo sé que no llegamos con el fin de quedarnos definitivamente a vivir ahí, pero usted no sabía, nos tendió la mano buscando un lugar para trabajar, cosa por lo cual vivo agradecido con usted, que es un hombre con metas, con desafíos, un hombre que lucha, que se esfuerza hasta lograrlo. El triunfo adquirido es el premio a la perseverancia, a lo constante que ha sido en el camino que en algunos momentos se tornó difícil, pero no desmayó.
Felicidades, amigo; siempre lo admiraré, un abrazo y a continuar porque hay mucho potencial todavía.
Miguel de León
Felicitaciones, sus viajes fueron un gran premio a su esfuerzo por haberse superado en la vida.
Julio Gómez (ex Cavisa)
Buenas tardes, señor Osmar. Espero no equivocarme porque pasaron muchos años, pero si usted trabajó en Aranda, es la misma persona que siempre recuerdo con mucho cariño por todos los favores que me hizo cuando estuve en California y a la cual le debo entre otras cosas una disculpa por mi comportamiento cuando dejé los Estados Unidos.
Por si usted no me recuerda soy Héctor Meade, de la ciudad de Córdoba, Argentina. Espero no haberlo molestado, desde ya muchas gracias y si no es usted el Osmar que yo conocí le pido disculpas.
Héctor Meade. Córdoba, Argentina
Es imposible describir a una persona con palabras… Solo puedo decirte que tus sueños son tu meta y tus acciones tu familia… Dios te bendiga siempre.
Ángel M. Escobar
Realidad hecha en un sueño
Después de un arduo día de trabajo en mi casa, situada en Mirasol y Flamingo, en la tranquila ciudad de Corona, California, decidí dormir una siesta en un rincón del patio en reconstrucción de aquella obra que me había propuesto realizar en la casa. No soy constructor, pero algo me motivó a hacer ese trabajo de albañilería el cual quedó muy bien terminado. Con la ayuda de mi ayudante Doris, mi esposa, todo eso fue posible.
En lo más profundo de aquel reparador sueño, me encontré rodeado de varios amigos de mi infancia. Tres o cuatro de ellos, sentados bajo la sombra de uno de los dos árboles de almendra de aquel descuidado parque de mi bello pueblo, frente a una de sus calles empedradas en tramos verticales, en dirección a la salida de la finca El Porvenir.
Platicábamos de todo un poco mientras el aroma a frijoles fritos, que se escapaba entre el cerco de la cocina de las casas aledañas al lugar, se expandía por todos lados y aceleraba el apetito de todos los presentes, invitándonos a la cena de las seis.
El murmullo de los sanates y clarineros acomodándose para pasar la noche en los árboles de bambú plantados en el terreno de don Carlos Escobar, al fondo del lado derecho, donde estaba situada la planta que generaba luz eléctrica por solamente las primeras cuatro horas de la noche en el pueblo. Este gran motor de color rojo funcionaba con diesel y su olor a combustible quemado nos ponía locos a todos los patojos que nos acercábamos a él.
En las interrupciones de la plática con mis amigos, yo observaba cuidadosamente todo lo que le daba el toque original al lugar y, sin descuidar ningún detalle, imaginariamente hice una pequeña lista de lo que le daba vida a aquel momento.
En el área del parque había cuatro bancas grandes de concreto, formando cada una de ellas un radio grande bien elaborado en cada esquina.
Estas bancas estaban repelladas con un terminado fino. Una estaba en la esquina frente a la Municipalidad y la otra estaba frente a la esquina donde estaba construida la vieja iglesia católica. Las otras dos bancas estaban en las otras dos esquinas, una en esquina opuesta a la casa de doña Goya García y la otra en la esquina frente a la casa de doña Rumualda Solano, quien fuera, unos años más tarde, la primera alcaldesa de mi pueblo.
Había dos fuentes tipo colonial que adornaban el lugar. Vertían agua las veinticuatro horas, eran las que apagaban la sed a los patojos que corrían descalzos sobre el terreno rústico del área alrededor de la frondosa ceiba.
En medio de esas dos esquinas, frente a la municipalidad, estaba construida la cancha de basquetbol, lugar de recreación y entretenimiento para los jóvenes del pueblo.
En el área opuesta a la cancha de basquetbol, ponían sus ventas algunos comerciantes los lunes. A pesar del esfuerzo que hacían las autoridades municipales, aún no lograban convencer a algunos vendedores de que la construcción del mercado municipal ya había sido terminada y de que se tenían que trasladar al nuevo lugar para que efectuaran sus ventas.
En ese mismo instante, como para darle más vida al encuentro con mis amigos, el sol pintaba el cielo de verano con brochazos a capricho de colores rojo, blanco, gris y amarillo, formando una superficie de tremendas lajas con matices de color naranja, sumándose al bello paisaje un desfile de chocoyos en dirección a la caída del sol.
Bajo ese lindo panorama, recordábamos el final desastroso de un partido de basquetbol femenino entre el equipo del municipio de Malacatán y el equipo local de San Pablo. Como resultado de ese conflicto deportivo, hubo varios golpes e insultos entre los equipos participantes y la intervención del público fue inevitable.
Los ataques verbales y físicos entre sus habitantes dañaron la bonita relación de hermandad que había entre los dos municipios y tuvieron que esperar muchos años para que todo volviera a la normalidad y todos se trataran nuevamente como buenos vecinos.
El deporte es para unir a los pueblos, para que estos se traten y convivan como hermanos.
Estábamos en lo mejor de nuestra plática cuando, de repente, se acercó un patojo con vestimenta un tanto desordenada y sucia. Sin zapatos, con los pies llenos de tierra, la camisa sin abotonar y con la panza al aire. En una mano llevaba un puño de maníes aún con cáscara y con la otra sostenía un chocobanano, esa mano la tenía manchada de chocolate.
El patojo un tanto tímido se quedó parado por un momento frente a nosotros sin decir nada, nos observó y dijo: Edu, ahorita que pasé por el mercado escuché que mencionaron su nombre, creo que quieren hablar con usted, hay mucha gente reunida y lo están esperando. Es usted Edu, ¿verdad?
.
—Sí, yo soy Edu, gracias por hacerme saber que me buscan, pronto iré para allá… Gracias.
Después de varios minutos, me despedí de mis amigos y fui rumbo al mercado municipal para ver de qué se trataba el llamado.
Al llegar al lugar me llevé una gran sorpresa, me pude dar cuenta de que había preparativos de fiesta, el conjunto de marimba Los Hermanos López o Cumbreña iban a amenizar el festejo, Teófilo y sus hijos ya estaban haciendo el calentamiento necesario para iniciar la celebración.
Sobre una tarima rústica había una mesa con varios premios simulados, un micrófono con muchos años de uso, hojas de pacaya pegadas a los postes o pilares y un chucho caminando entre los presentes. Se notaba que habían improvisado el festejo.
Los personajes más importantes estaban sentados en las bancas de madera y las personas más humildes tenían que permanecer de pie durante el homenaje programado.
En primera fila se encontraban don Lizandro Solano y su esposa doña Lucila, don Maximiliano Solano y doña Vicenta Vargas, don Julio Orosco y doña Nolberta, don Carlos Maldonado y doña María Laparra, don Natalio y doña Angelina, don Beto López y doña Juliana, don Benedicto Barrios y doña Juanita, don Beto Maldonado y doña Locha su esposa, y otras personas de avanzada edad. Ellos eran las personas más importantes del pueblo —los VIP, por sus siglas en inglés.
Entre las personas que estaban de pie pude observar a Abelino, con su pinta de campeón, con los pies un tanto separados uno del otro, el derecho marcando las once y el izquierdo casi la una de las agujas del reloj. Sus rodillas mal formadas haciendo contacto una con la otra, un tanto arqueado y sin camisa, muy respetuoso y saludando a todo mundo, con un cigarrillo en los labios y con una mano en alto en señal de perfección y la otra en la cintura queriendo disimular su desbalance. Los efectos del primer tucanazo ya se hacían visibles.
Chus Pija solamente observaba el movimiento de toda la gente. Él era una persona pacífica, no le gustaban los problemas; sin embargo, no faltaba uno que otro patojo que lo provocara y lo sacara de sus cabales.
También estaba presente Mariano Chilel, Juan Tijuitz, Nolberto Clemente, y muchas personas más, oriundas del caserío La Cumbre y del Trapiche Viejo.
El lugar estaba tan lleno que no alcanzaba a distinguir a todos por su nombre.
También pude ver a Lipe Caja, parado junto