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Viaje a través del Libro de ejercicios de Un curso de Milagros. Volumen 7
Viaje a través del Libro de ejercicios de Un curso de Milagros. Volumen 7
Viaje a través del Libro de ejercicios de Un curso de Milagros. Volumen 7
Libro electrónico816 páginas13 horas

Viaje a través del Libro de ejercicios de Un curso de Milagros. Volumen 7

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La presente obra es la septima entrega de Viaje a través del libro de ejercicios de Un curso de milagros, colección que nuestra editorial publicará en siete volúmenes. Estos libros contienen los comentarios del autor —Ken Wapnick, el editor original del curso— sobre las 365 lecciones del Libro de ejercicios de Un curso de milagros. Entre los grandes méritos de esta colección está la incomparable claridad y comprensión que Ken tenía de los principios metafísicos del curso, de sus niveles de interpretación y de las claves prácticas para la mejor comprensión de los contenidos y del vocabulario. Sentimos un profundo agradecimiento por su contribución y por la luz que aporta a todo el material. Se trata, en nuestra opinión, de una obra maestra por su claridad, brillantez e integridad. Un documento imprescindible para entender la pureza no dual de Un curso de milagros, así como su práctica y aplicación en la vida diaria. Estamos seguros de que muchos estudiantes comprometidos con la práctica de los ejercicios también se sentirán agradecidos. Es nuestro deseo que pueda llegar a todos aquellos que buscan una guía clara para entender e integrar la profundidad de las enseñanzas de Un curso de milagros.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 mar 2022
ISBN9788412513905
Viaje a través del Libro de ejercicios de Un curso de Milagros. Volumen 7

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    Es de la mejores colecciones que te puedas encontrar de un curso de milagros cada lección viene perfectamente explicada

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Viaje a través del Libro de ejercicios de Un curso de Milagros. Volumen 7 - Kenneth Wapnick

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Viaje a través del Libro de Ejercicios de

UN CURSO DE MILAGROS

Septimo volumen:

Segunda parte — Lecciones de la 221 a la 365

Viaje a través del Libro de

Ejercicios

De

UN CURSO DE MILAGROS

DR. KENNETH WAPNICK

Foundation for A Course in Miracles®

Título en inglés:

Journey through the Workbook of A Course in Miracles

Copyright © 2015 by

the Foundation for A Course in Miracles®

Título en castellano:

Viaje a través del Libro de Ejercicios de Un curso de milagros

Subtítulo

Septimo volumen: Segunda Parte — Lecciones de la 221 a la 365

Autor

Dr. Kenneth Wapnick

Traducción

Félix Lascas, Miguel Iribarren

Revisión

Loles Morales, Jordi del Rey

Diseño

Félix Lascas

Primera edición

Febrero 2022

Copyright © 2020

El Grano de Mostaza

Depósito legal B 2868-2022

ISBN Libro impreso 9788412338898

ISBN Libro electrónico 9788412513905

EDICIONES EL GRANO DE MOSTAZA, S. L.

Carrer de Balmes, 394 ppal. 1.ª

08022 Barcelona

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra

(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45)».

Viaje a través del Libro de Ejercicios de Un curso de milagros

CONTENIDO de cada volumen

Volumen uno

Prefacios

Agradecimientos

Preludio

Introducción

Nivel uno: la Unidad del Cielo

Nivel uno: la trinidad impía del ego

Nivel dos: el sistema de pensamiento de culpabilidad y ataque de la mente errónea del ego

Nivel dos: el sistema de pensamiento de perdón de la mente correcta del Espíritu Santo

Introducción al Libro de Ejercicios

Lecciones de la 1 a la 60

Apéndice

Volumen dos

Lecciones 61-90

Volumen tres

Lecciones 91-120

Volumen cuatro

Lecciones 121-150

Volumen cinco

Lecciones 151-180

Volumen seis

Lecciones 181-220

Volumen Siete

Introducción a la Segunda Parte

Lecciones 221-365

Epílogo

Postludio

Índice

Introducción a la Segunda Parte.

1. ¿Qué es el perdón?

LECCIÓN 221

Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten.

LECCIÓN 222

Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.

LECCIÓN 223

Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya.

LECCIÓN 224

Dios es mi Padre y Él ama a Su Hijo.

LECCIÓN 225

Dios es mi Padre y Su Hijo Lo ama.

LECCIÓN 226

Mi hogar me aguarda. Me apresuraré a llegar a él.

LECCIÓN 227

Este es el instante santo de mi liberación.

LECCIÓN 228

Dios no me ha condenado. Por lo tanto, yo tampoco me he de condenar.

LECCIÓN 229

El Amor, que es lo que me creó, es lo que soy.

LECCIÓN 230

Ahora buscaré y hallaré la Paz de Dios.

2. ¿Qué es la salvación?

LECCIÓN 231

Padre, mi voluntad es únicamente recordarte.

LECCIÓN 232

Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.

LECCIÓN 233

Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.

LECCIÓN 234

Padre, hoy vuelvo a ser Tu Hijo.

LECCIÓN 235

Dios, en Su Misericordia, dispone que yo me salve.

LECCIÓN 236

Gobierno mi mente, la cual solo yo debo gobernar.

LECCIÓN 237

Ahora he de ser tal como Dios me creó.

LECCIÓN 238

La salvación depende de mi decisión.

LECCIÓN 239

Mía es la Gloria de mi Padre.

LECCIÓN 240

El miedo, de la clase que sea, no está justificado.

3. ¿Qué es el mundo?

LECCIÓN 241

En este instante santo llega la salvación.

LECCIÓN 242

Este día se lo dedico a Dios. Es el regalo que Le hago.

LECCIÓN 243

Hoy no juzgaré nada de lo que ocurra.

LECCIÓN 244

No estoy en peligro en ningún lugar del mundo.

LECCIÓN 245

Tu Paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo.

LECCIÓN 246

Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.

LECCIÓN 247

Sin el perdón aún estaría ciego.

LECCIÓN 248

Lo que sufre no forma parte de mí.

LECCIÓN 249

El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida.

LECCIÓN 250

Que no vea ninguna limitación en mí.

4. ¿Qué es el pecado?

LECCIÓN 251

No necesito nada más que la verdad.

LECCIÓN 252

El Hijo de Dios es mi Identidad.

LECCIÓN 253

Mi Ser es amo y señor del universo.

LECCIÓN 254

Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.

LECCIÓN 255

Elijo pasar este día en perfecta paz.

LECCIÓN 256

Dios es mi único objetivo hoy.

LECCIÓN 257

Que no me olvide de mi propósito.

LECCIÓN 258

Que recuerde que Dios es mi objetivo.

LECCIÓN 259

Que recuerde que el pecado no existe.

LECCIÓN 260

Que recuerde que Dios me creó.

5. ¿Qué es el cuerpo?

LECCIÓN 261

Dios es mi refugio y seguridad.

LECCIÓN 262

No dejes que hoy perciba diferencias.

LECCIÓN 263

Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas.

LECCIÓN 264

El Amor de Dios me rodea.

LECCIÓN 265

Lo único que veo es la mansedumbre de la Creación.

LECCIÓN 266

Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.

LECCIÓN 267

Mi corazón late en la Paz de Dios.

LECCIÓN 268

Que todas las cosas sean exactamente como son.

LECCIÓN 269

Mi visión va en busca de la faz de Cristo.

LECCIÓN 270

Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.

6. ¿Qué es el Cristo?

LECCIÓN 271

Hoy solo utilizaré la visión de Cristo.

LECCIÓN 272

¿Cómo iban a poder satisfacer las ilusiones al Hijo de Dios?

LECCIÓN 273

Mía es la quietud de la Paz de Dios.

LECCIÓN 274

Este día le pertenece al Amor. Hoy no tendré miedo.

LECCIÓN 275

La sanadora Voz de Dios protege hoy todas las cosas.

LECCIÓN 276

Se me ha dado la Palabra de Dios para que la comparta.

LECCIÓN 277

Que no aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.

LECCIÓN 278

Si estoy aprisionado, mi Padre no es libre.

LECCIÓN 279

La libertad de la Creación garantiza la mía.

LECCIÓN 280

¿Qué límites podría ponerle yo al Hijo de Dios?

7. ¿Qué es el Espíritu Santo?

LECCIÓN 281

Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño.

LECCIÓN 282

Hoy no tendré miedo del amor.

LECCIÓN 283

Mi verdadera identidad reside en Ti.

LECCIÓN 284

Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.

LECCIÓN 285

Hoy mi santidad brilla clara y radiante.

LECCIÓN 286

La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.

LECCIÓN 287

Tú eres mi única meta, Padre mío, solo Tú.

LECCIÓN 288

Que me olvide hoy del pasado de mi hermano.

LECCIÓN 289

El pasado no existe. No me puede afectar.

LECCIÓN 290

Lo único que veo es mi actual felicidad.

8. ¿Qué es el mundo real?

LECCIÓN 291

Este es un día de sosiego y de paz.

LECCIÓN 292

Todo tendrá un desenlace feliz.

LECCIÓN 293

El miedo ya se acabó y lo único que hay aquí es amor.

LECCIÓN 294

Mi cuerpo es algo completamente neutro.

LECCIÓN 295

El Espíritu Santo ve hoy a través de mí.

LECCIÓN 296

El Espíritu Santo habla hoy a través de mí.

LECCIÓN 297

El perdón es el único regalo que doy.

LECCIÓN 298

Te amo, Padre, y también amo a Tu Hijo.

LECCIÓN 299

La santidad eterna mora en mí.

LECCIÓN 300

Este mundo dura tan solo un instante.

9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento?

LECCIÓN 301

Y Dios Mismo enjugará toda lágrima.

LECCIÓN 302

Donde antes había tinieblas ahora contemplo la luz.

LECCIÓN 303

Hoy nace en mí el Cristo santo.

LECCIÓN 304

Que mi mundo no nuble la visión de Cristo.

LECCIÓN 305

Hay una paz que Cristo nos concede.

LECCIÓN 306

El regalo de Cristo es lo único que busco hoy.

LECCIÓN 307

Abrigar deseos conflictivos no puede ser mi voluntad.

LECCIÓN 308

Este instante es el único tiempo que existe.

LECCIÓN 309

Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí.

LECCIÓN 310

Paso este día sin miedo y lleno de amor.

10. ¿Qué es el Juicio Final?

LECCIÓN 311

Juzgo todas las cosas como quiero que sean.

LECCIÓN 312

Veo todas las cosas como quiero que sean.

LECCIÓN 313

Que venga a mí ahora una nueva percepción.

LECCIÓN 314

Busco un futuro diferente del pasado.

LECCIÓN 315

Todos los regalos que mis hermanos hacen me pertenecen.

LECCIÓN 316

Todos los regalos que les hago a mis hermanos me pertenecen.

LECCIÓN 317

Sigo el camino que se me ha señalado.

LECCIÓN 318

Soy el medio para la salvación, así como su fin.

LECCIÓN 319

Vine a salvar al mundo.

LECCIÓN 320

Mi Padre me da todo poder.

11. ¿Qué es la Creación?

LECCIÓN 321

Padre, mi libertad reside únicamente en Ti.

LECCIÓN 322

Tan solo puedo renunciar a lo que nunca fue real.

LECCIÓN 323

Gustosamente sacrifico el miedo.

LECCIÓN 324

No quiero ser guía. Quiero ser simplemente un seguidor.

LECCIÓN 325

Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.

LECCIÓN 326

He de ser por siempre un Efecto de Dios.

LECCIÓN 327

No necesito más que llamar y Tú me contestarás.

LECCIÓN 328

Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero.

LECCIÓN 329

He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.

LECCIÓN 330

Hoy no volveré a hacerme daño.

12. ¿Qué es el ego?

LECCIÓN 331

El conflicto no existe, pues mi voluntad es la Tuya.

LECCIÓN 332

El miedo aprisiona al mundo. El perdón lo libera.

LECCIÓN 333

El perdón pone fin al sueño de conflicto.

LECCIÓN 334

Hoy reclamo los regalos que el perdón otorga.

LECCIÓN 335

Elijo ver la impecabilidad de mi hermano.

LECCIÓN 336

El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.

LECCIÓN 337

Mi impecabilidad me protege de todo daño.

LECCIÓN 338

Solo mis propios pensamientos pueden afectarme.

LECCIÓN 339

Se me concederá todo lo que pida.

LECCIÓN 340

Hoy puedo estar libre de todo sufrimiento.

13. ¿Qué es un milagro?

LECCIÓN 341

Tan solo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.

LECCIÓN 342

Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.

LECCIÓN 343

No se me pide hacer ningún sacrificio para encontrar la Misericordia y la Paz de Dios.

LECCIÓN 344

Hoy aprendo la ley del amor: que lo que le doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí mismo.

LECCIÓN 345

Hoy solo ofrezco milagros, pues quiero que retornen a mí.

LECCIÓN 346

Hoy la Paz de Dios me envuelve y me olvido de todo excepto de Su Amor.

LECCIÓN 347

La ira procede de los juicios. Y los juicios son el arma que utilizo contra mí mismo a fin de mantener el milagro alejado de mí.

LECCIÓN 348

Ni mi ira ni mi temor tienen razón de ser, pues Tú me rodeas. Y Tu Gracia me basta para satisfacer cualquier necesidad que yo perciba.

LECCIÓN 349

LECCIÓN 350

Los milagros reflejan el eterno Amor de Dios. Ofrecerlos es recordarlo a Él, y mediante Su recuerdo, salvar al mundo.

14. ¿Qué soy?

Comentarios introductorios.

LECCIÓN 351

Mi hermano impecable es mi guía a la paz.

Mi hermano pecador es mi guía al dolor.

Y el que decida ver será el que contemplaré.

LECCIÓN 352

Los juicios son lo opuesto al amor. De los

juicios procede todo el dolor del mundo,

y del amor, la Paz de Dios.

LECCIÓN 353

Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo

propósito; estar al servicio de Cristo a fin de que Él

pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.

LECCIÓN 354

Cristo y yo nos encontramos unidos en paz y seguros

de nuestro propósito. Su Creador mora en Él,

tal como Él mora en mí.

LECCIÓN 355

La paz, la dicha y los milagros que otorgaré

cuando acepte la Palabra de Dios son ilimitados.

¿Por qué no aceptarla hoy?

LECCIÓN 356

La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado.

La curación no es sino otro nombre para Dios.

El milagro es, por lo tanto, una invocación que se le hace a Él.

LECCIÓN 357

La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios,

respondiendo primero con milagros, y luego

retornando a nosotros para ser ella misma.

LECCIÓN 358

Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o

no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro:

Su Respuesta es la única que realmente deseo.

LECCIÓN 359

La respuesta de Dios es alguna forma de paz. Todo dolor

Sana; toda aflicción es reemplazada por alegría.

Las puertas de la prisión se abren. Y se comprende

que todo pecado no es más que un simple error.

LECCIÓN 360

Que la paz sea conmigo, el santo Hijo de Dios.

Que la paz sea con mi hermano, que es uno conmigo.

Y que por medio de nosotros el mundo sea

bendecido con paz.

LECCIONES FINALES

Introducción

LECCIONES 361 a la 365

Te entrego este instante santo.

Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte,

seguro de que Tu dirección me brindará la paz.

Epílogo

Prefacio del editor

Es para El Grano de Mostaza Ediciones un honor publicar la colección en siete volúmenes de Viaje a través del Libro de ejercicios de Un curso de milagros, de Kenneth Wapnick.

Esta es sin duda la mejor guía que se ha hecho para entender las lecciones del Libro de ejercicios de Un curso de milagros en toda su pureza no dual. Kenneth Wapnick fue el abanderado de la interpretación no dual pura del Curso, y estamos muy contentos de publicar la versión en castellano, que permite entender e integrar el contenido de las lecciones. Esta colección en siete volúmenes es un tesoro incomparable para el practicante comprometido de Un curso de milagros.

Por otra parte, nos gustaría indicar que, si bien circulan por Internet algunas versiones de esta serie, traducidas por estudiantes interesados en difundir su contenido, queremos dejar claro que esta es la versión oficial, aprobada y validada por el editor original, la Fundación para Un curso de milagros de Estados Unidos.

Nuestro plan es publicar un nuevo libro cada pocos meses hasta completar la serie. Una vez que todos estén publicados, la serie estará disponible como tal en nuestra página web.

Hemos añadido el Apéndice en el primer volumen porque consideramos fundamental hacerlo llegar al público en una primera toma de contacto con la serie, pues enmarca todo el trabajo con las lecciones del Libro de Ejercicios y le da contexto y contenido, aclarando además muchas dudas y haciendo recomendaciones pertinentes para la mejor lectura y aprovechamiento del material.

Por último, nos gustaría indicar que el propio autor, Kenneth Wapnick, desaconseja utilizar estos volúmenes en la primera ronda de práctica de las lecciones del Curso.

Queremos dar gracias desde aquí a todos los colaboradores que han intervenido en la elaboración de esta obra y a los futuros lectores. Estamos seguros de que atesorarán la luz contenida en estos libros y el amor con que fueron transmitidos por toda la cadena de participantes. También queremos agradecer de manera especial a la Fundación para Un curso de milagros (FACIM, por sus siglas en inglés) la confianza depositada en nosotros.

Es nuestro deseo que la luz contenida en estos volúmenes pueda extenderse a un mundo necesitado. De la mano de Ken Wapnick y con una pequeña dosis de buena voluntad, podemos amigarnos con el trabajo que conllevan las lecciones de Un curso de milagros, logrando así una inversión de pensamiento que nos proporcionará paz, amor y, sobre todo, la experiencia de unidad, de que en realidad somos uno.

Introducción a la Segunda Parte.

Como preludio a los comentarios de la Segunda Parte, volvemos a la Introducción del Libro de ejercicios:

El libro de ejercicios está dividido en dos secciones principales, la primera trata de deshacer la forma en que ves ahora, y la segunda, de la adquisición de la verdadera percepción (L-in.3:1).

Por lo tanto, el propósito de la Primera Parte ha sido deshacer el sistema de pensamiento del ego. Hemos visto en varias ocasiones que Jesús nos presenta las creencias erróneas y correctas de la mente apelando a que elijamos entre ellas. Tras haber consolidado todo lo que hemos aprendido hasta ahora —elegir en contra del especialismo del ego—, las lecciones y los resúmenes de la Segunda Parte nos ayudan con el siguiente paso: a adquirir la verdadera percepción. Una vez que hayamos elegido en contra del ego, oiremos la voz de Jesús con más frecuencia y empezaremos a ver con más claridad.

(1:1) Las palabras apenas significarán nada a partir de ahora.

Este tema ya nos resulta familiar: Jesús hace hincapié en que debemos practicar fielmente lo que ha enseñado, aprendiendo a no depender de la forma, sino solo de su contenido.

(1:2-5) Las utilizaremos únicamente como guías de las que no vamos a depender. Pues lo único que nos interesa ahora es tener una experiencia directa de la verdad. Las lecciones que aún nos quedan por hacer no son más que introducciones a los períodos en que abandonamos el mundo del dolor y nos adentramos en la paz. Ahora empezamos a alcanzar el objetivo que este curso ha fijado y a hallar la meta hacia la que nuestras prácticas han estado siempre encaminadas.

Ahora que hemos hecho el trabajo introductorio, comienza el verdadero viaje. Jesús no espera que estemos a un paso del Cielo, de hecho, al final del Libro de ejercicios nos dice: Este curso es un comienzo, no un final (L-ep.1:1). Así, nos pide que recordemos que nuestro objetivo es encontrar el fin hacia el que siempre se orientó nuestra práctica; es este objetivo el que hace que los ejercicios tengan sentido, y refleja el principio que se articula en el siguiente pasaje:

En cualquier situación en que no sepas qué hacer, lo primero que tienes que considerar es sencillamente esto:" ¿Qué es lo que quiero que resulte de esta situación? ¿Qué propósito tiene?". El objetivo debe definirse al principio, pues eso es lo que determinará el resultado. [...] El valor de decidir de antemano lo que quieres que ocurra es simplemente que ello te permite percibir la situación como un medio para hacer que tu objetivo se logre. Haces, por lo tanto, todo lo posible por pasar por alto lo que interfiere en su logro y te concentras solo en lo que te ayuda a conseguirlo. [...] La situación tiene ahora sentido, pero solo porque el objetivo ha hecho que lo tenga (T-17.VI.2:1-3; 4:1-2,6).

Caminamos por la fina línea que supone prestar atención al ego, pero evitando la trampa de regodearnos en su ingeniosa complejidad. Jesús advierte: recuerda que nuestro objetivo es saltar a las aguas del ego y nadar hasta el mundo real que se encuentra al otro lado, no estar tan encantados con su especialismo que acabemos buceando en busca de su tesoro enterrado. Por lo tanto, es importante ser consciente del ego, pero no anteponer sus preciados ídolos a nuestra meta de paz, la cual alcanzamos examinando nuestras relaciones especiales para poder liberarnos de ellas, el medio que utiliza Jesús para guiarnos a casa.

(2:1-2) Lo que nos proponemos ahora es que los ejercicios sean solo un preámbulo. Pues aguardamos con serena expectación a nuestro Dios y Padre.

Jesús nos pide que nos tranquilicemos, incluso en medio de un día ajetreado. Como vimos en la Sexta Revisión, el objetivo ahora es aprender a silenciar los chillidos del ego en nuestras mentes. En este pasaje de cierre de El canto de la oración, escucha a Dios Padre hablarnos del Amor que se recuerda dentro de la quietud de nuestras mentes aquietadas:

Venid de nuevo a Mí, criaturas Mías, sin ninguno de esos tergiversados pensamientos en vuestros corazones... Mis Brazos están abiertos para recibir al Hijo que amo, que no sabe que ha sanado ni que sus oraciones jamás han dejado de entonar su jubiloso canto de agradecimiento al unísono con toda la Creación en la santidad del Amor. Aquiétate un instante. Bajo los ásperos y amargos sonidos de lucha y derrota hay una Voz que te habla de Mí. [...] Regresa a Mí que nunca abandoné a Mi Hijo. Escucha, hijo Mío, tu Padre te llama. No rehuses escuchar la Llamada del Amor (S-3.IV.6:1; 7:3-5; 8:5-7).

(2:3-7) Él nos ha prometido que Él Mismo dará el paso final. Y nosotros estamos seguros de que Él cumple Sus promesas. Hemos recorrido un largo trecho y ahora lo aguardamos a Él. Seguiremos pasando un rato con Él cada mañana y cada noche, mientras ello nos haga felices. No vamos a considerar el tiempo ahora como una cuestión de duración.

En el Manual para el maestro, Jesús habla de esta misma estructuración del tiempo, que depende más de nuestra necesidad que de cualquier ritual formal:

Este curso es siempre práctico. Es posible que el maestro de Dios no se encuentre en una situación que sea propicia a pasar unos minutos en un estado de quietud nada más despertarse. Si ese es el caso, que recuerde tan solo que su elección es pasar un rato con Dios lo antes posible, y que lo haga. La cantidad de tiempo que Le dedique no es lo más importante. Uno puede fácilmente pasarse una hora sentado inmóvil con los ojos cerrados y no lograr nada. O bien puede, con igual facilidad, dedicarle a Dios solo un instante, y en ese instante unirse a Él completamente. [...] Por la noche se debe seguir el mismo procedimiento. [...] Si te es posible, un momento apropiado para dedicárselo a Dios es justo antes de irte a dormir. Esto pone a tu mente en un estado de reposo y te aparta del miedo (M-16.4:1-6, 5:1,6-7).

Es obvio que Jesús no está hablando de tiempo, sino de actitud. Es posible estar físicamente ocupado, pero con una mente tranquila. De hecho, ese es el objetivo: no que estemos físicamente tranquilos las veinticuatro horas del día, sino que estemos mentalmente tranquilos, aunque el cuerpo esté muy activo. Jesús nos dice que su curso es práctico, por lo que no sugiere que neguemos nuestras responsabilidades mundanas, pero sí nos insta a recordar nuestra responsabilidad principal: elegirle a él en lugar de al ego. Aprender a estar dedicados a nuestro maestro Jesús como nuestro maestro es lo que nos acelera en el viaje sin distancia (T-8.VI.9:7), y entonces tu Padre descenderá hasta ti y dará el último paso por ti, elevándote hasta Él (T-11.VIII.15:5).

(2:8-9) Dedicaremos tanto tiempo como sea necesario a fin de lograr el objetivo que perseguimos. No nos olvidaremos tampoco de nuestros recordatorios de cada hora, y recurriremos a Dios siempre que nos sintamos tentados de olvidarnos de nuestro objetivo.

No tenemos que renunciar a nuestra práctica estructurada, porque todavía la necesitamos. Sin embargo, Jesús nos dice que dependamos cada vez menos de ella. Esto permite que nuestra necesidad se convierta en el factor determinante para pedir ayuda, y hemos sido entrenados para estar atentos a nuestras elecciones egoicas a fin de poder pedir a Jesús que nos recuerde nuestro objetivo de volver a casa.

(3) Durante el resto de los días venideros seguiremos utilizando un pensamiento central para introducir nuestros períodos de descanso y para calmar nuestras mentes, según lo dicte la necesidad. No obstante, no nos contentaremos únicamente con practicar los demás instantes santos con los que concluye este año que le hemos dedicado a Dios. Diremos más bien algunas palabras sencillas a modo de bienvenida y luego esperaremos que nuestro Padre se revele a Sí Mismo, tal como ha prometido que hará. Lo hemos invocado y Él ha prometido que Su Hijo recibirá respuesta siempre que invoque Su Nombre.

Puesto que Dios está presente en nuestras mentes a través del Espíritu Santo —Su memoria—, que se revele a Sí Mismo simplemente significa que hemos eliminado los obstáculos que nos impedían tomar conciencia a Su Presencia, invirtiendo la decisión de la mente de no estar plenamente presente para Él. Por lo tanto, nuestra práctica diaria no debería ser una cuestión de completar un ejercicio específico o de hacer lo que la lección nos indique que hagamos, sino que debería incluir una vigilancia continua hacia el ego.

(4:1) Ahora venimos a Él teniendo únicamente Su Palabra en nuestras mentes y en nuestros corazones, y esperamos a que dé el paso hacia nosotros que nos ha dicho, a través de Su Voz, que no dejaría de dar una vez que Lo invitásemos.

La frase clave es una vez que Lo invitásemos. Es nuestra elección invitar al Espíritu Santo. En el contexto de que compartamos su pensamiento de que dar y recibir es lo mismo, Jesús afirma:

Esta es la invitación al Espíritu Santo. He dicho ya que puedo ascender hasta lo alto y hacer que el Espíritu Santo descienda hasta ti, mas solo puedo hacer eso a instancia tuya. El Espíritu Santo se encuentra en tu mente recta tal como se encontraba en la mía. La Biblia dice: Que more en ti la mente que estaba en Cristo Jesús y lo utiliza como una bendición. Se trata de la bendición de la mentalidad milagrosa. Te pide que pienses tal como yo pensé, uniéndote de esta manera a mí en el modo de pensar de Cristo (T-5.I.3).

(4:2) No ha dejado solo a Su Hijo en su locura ni traicionado la confianza que este tiene en Él.

El Amor de Dios está plenamente presente en nosotros, y por lo tanto nuestra confianza en Él está fundamentada y no ha sido traicionada. Recuerda, el ego quiere que creamos que Dios y Jesús nos engañan y, que este curso no funciona y no merece confianza. Vuelve a leer este pasaje del Texto que describe cómo nuestro especialismo nos lleva a pensar en Dios como un ego:

Tú que prefieres la separación a la cordura no puedes hacer que haya separación en tu mente recta. Estabas en paz hasta que pediste un favor especial. Dios no te lo concedió, pues lo que pedías era algo ajeno a Él, y tú no podías pedirle eso a un Padre que realmente amase a Su Hijo. Por lo tanto, hiciste de Él un padre no amoroso al exigir de Él lo que solo un padre no amoroso podía dar. Y la paz del Hijo de Dios quedó destruida, pues ya no podía entender a su Padre. Tuvo miedo de lo que había hecho, pero tuvo todavía más miedo de su verdadero padre, al haber atacado su gloriosa igualdad con Él (T-13.III.10).

Sin embargo, el hecho es que queremos sentirnos traicionados, pues es el medio para ocultar la creencia de que nosotros somos los pecadores traicioneros. Dado que nuestro aparente pecado no tuvo ningún efecto, no hay nada que ocultar o defender. Por eso, Jesús nos recuerda que Dios no ha traicionado nuestra confianza, y que únicamente tenemos que recordar Su fiel Amor:

¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Pero tú olvidaste Su Presencia y no recordaste Su Amor. [...] Sin embargo, Él nunca dejó Sus Pensamientos a merced de la muerte sin que su Fuente estuviese eternamente en ellos. ¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Y así como Él no podría separarse de ellos, ellos no pueden excluirlo a Él de sí mismos. Moran unidos a Él, y en Su Unicidad se mantienen íntegros (T-31.IV.9:1-2,6; 10:1-3).

(4:3-6) ¿No le ha hecho acaso Su Fidelidad acreedor a la invitación que Él espera para hacernos felices? Le extenderemos esa invitación y Él la aceptará. Así es como transcurrirán nuestros momentos con Él. Expresaremos las palabras de invitación que Su Voz sugiere y luego esperaremos a que Él venga a nosotros.

En esta Introducción, Jesús se equipara con el Espíritu Santo. Aunque para Helen estaba claro que la que escuchaba era la voz de Jesús, aquí nos dice que estas son las palabras del Espíritu Santo. Sin embargo, Helen no escuchaba dos voces, pues únicamente hay una: el Espíritu Santo, Jesús y la Voz no son más que distintos símbolos del Amor no simbólico de Dios. En última instancia, es irrelevante si estas lecciones provienen de Jesús o del Espíritu Santo. Lo único que importa es su aplicación. Así, lo anterior constituye nuestra invitación al Espíritu Santo para que nos enseñe sus lecciones de perdón, el medio para recordar nuestra verdadera Identidad en el Reino de Dios, junto con todos nuestros hermanos:

Busca primero el Reino de los Cielos porque ahí es donde las Leyes de Dios operan verdaderamente, y no pueden sino operar verdaderamente. [...] Pero busca solo eso, puesto que no puedes encontrar nada más. No hay nada más [...] El amor solo necesita esta invitación. Y llega libremente a toda la Filiación, al ser lo que la Filiación es. Cuando despiertas al amor, estás simplemente olvidando lo que no eres, lo cual te capacita para recordar lo que sí eres (T-7.IV.7:1-3,9-12).

(5:1-2) La hora de la profecía ha llegado. Ahora es cuando las antiguas promesas se honran y se cumplen sin excepción.

La hora de la profecía ha llegado se refiere a la antigua promesa hecha por Dios de que su Hijo sería para siempre uno con Él. A lo largo de Un curso de milagros, especialmente en el Texto, Jesús habla de estas promesas, todas ellas relacionadas con nuestra unidad con Dios. Recordemos esta hermosa declaración.

Dios cumple Sus promesas; Su Hijo cumple las suyas. Esto fue lo que su Padre le dijo al crearlo: Te amaré eternamente, como tú a Mí. Sé tan perfecto como Yo, pues nunca podrás estar separado de Mí. Su Hijo no recuerda que Le contestó: Sí, Padre, si bien nació como resultado de esa promesa (T-28.VI.6:3-6).

En el instante en que parecimos separarnos de Dios y quedarnos dormidos, el recuerdo de Quiénes somos como Su Hijo quedó grabado en nuestras mentes como el Espíritu Santo y Su Expiación, la antigua promesa de que lo que siempre ha sido, sigue siendo y siempre será. Nada de lo que creamos en sentido contrario ha tenido ningún efecto sobre la verdad: nunca abandonamos a Dios, y por tanto seguimos siendo uno con nuestro Creador y Fuente. La profecía se ha cumplido.

(5:3) No queda ningún paso por dar del que el tiempo se pueda valer para impedir que se cumplan.

En el mundo cuasi-infinito del tiempo y el espacio, que abarca miles de millones de años, no ha afectado a la realidad. En el instante santo atemporal y no espacial en el que elegimos estar con Jesús, el tiempo no existe: no existe el pecado, la culpa ni el miedo; no hay ni pasado ni presente ni futuro. Solo queda el recuerdo de Quiénes somos, el cual deshace el pensamiento de que alguna vez pudimos haber sido otra cosa. He aquí tres breves afirmaciones que reflejan la verdad sin tiempo ni espacio del instante santo:

Ocurrió hace tanto tiempo y por un intervalo tan breve que no se perdió ni una sola nota del himno celestial (T-26.V.5:4).

El tiempo parece ir en una dirección, pero cuando llegues a su final, se enrollará hacia el pasado como una gran alfombra extendida detrás de ti y desaparecerá (T-13.I.3:5).

Sin embargo, la separación no es más que un espacio vacío, que no contiene nada ni hace nada, y que es tan insubstancial como la estela que los barcos dejan entre las olas al pasar. Dicho espacio vacío se llena con la misma rapidez con la que el agua se abalanza a cerrar la estela según las olas se funden. ¿Dónde está la estela que había entre las olas una vez que estas se han fundido y han llenado el espacio que por un momento parecía separarlas? (T-28.III.5:2-4).

(5:4-6) Pues ahora no podemos fracasar. Siéntate en silencio y aguarda a tu Padre. Él ha dispuesto que vendrá una vez que hayas reconocido que tu voluntad es que Él venga.

Aquí se habla de Dios como si fuera una persona. Se trata simplemente de símbolos, pero como creemos que somos seres humanos, solo podemos entender el lenguaje ubicado en ese marco de referencia. Sin embargo, la verdad es que la Voluntad de Dios es Unidad perfecta. Cuando elegimos entender que la separación no nos trajo paz y por eso ya no la deseamos, hemos aceptado la Expiación y sabemos que la Voluntad de Dios es una con nosotros, y la nuestra es una con Él.

(5:7) Y tú nunca habrías podido llegar tan lejos si no hubieras reconocido, por muy vagamente que fuese, que esa es tu voluntad.

La frase por muy vagamente que fuese se encuentra también en el capítulo 2, donde Jesús habla de la inevitabilidad de que reconozcamos que debe haber otro camino:

La resistencia al dolor puede ser grande, pero no es ilimitada. A la larga, todo el mundo empieza a reconocer, por muy vagamente que sea, que tiene que haber un camino mejor (T-2.III.3:5-6).

Lo que nos permitió iniciar el camino y llegar hasta aquí fue darnos cuenta de que estar separados de Dios y complacernos en nuestro especialismo no nos hacía felices. Por lo tanto, no podía reflejar nuestra voluntad.

(6:1-2) Estoy tan cerca de ti que no podemos fracasar. Padre, Te entregamos estos santos momentos como muestra de agradecimiento por Aquel que nos enseñó a abandonar el mundo del pesar a cambio del que Tú nos diste como substituto.

Este es uno de los pocos lugares en el Libro de ejercicios donde Jesús nos habla en primera persona. Observa también que en algunos lugares de Un curso de milagros Jesús es nuestro maestro; en otros como aquí, el Espíritu Santo tiene ese papel. Los Dos son intercambiables, porque en realidad en nuestras mentes no hay dos Personas, como tampoco existen dos Voces. Recuerda que Jesús utiliza símbolos que nos hablan a niveles que podamos aceptar y comprender.

(6:3) Ahora no miramos hacia atrás.

Se trata de una referencia al conocido símbolo mitológico, que se encuentra, por ejemplo, en el relato bíblico de la mujer de Lot (Génesis 19:26) y en el mito de Orfeo y Eurídice. En este caso, mirar hacia atrás significa mirar al ego como nuestro maestro. Jesús señala nuestro error para que podamos mirar solo en la dirección de la mente correcta: mirar al ego y decirle no.

No mires atrás excepto con honestidad. Y cuando un ídolo te tiente, piensa en lo siguiente:

Jamás te dio un ídolo cosa alguna, excepto el regalo de la culpabilidad. Cada cosa que te dio se compró con la moneda del dolor, y nunca fuiste únicamente tú quien pagó por ella.

[...] Mira, pues, solo hacia adelante; y camina lleno de confianza con el corazón latiendo felizmente con esperanza y no palpitando con temor (T-30.V.10:1-4,8).

(6:4) Miramos hacia adelante y fijamos la mirada en el final de la jornada.

Ten en cuenta que el objetivo es despertar del sueño, no ser más feliz dentro de él. El medio para despertar es elegir a Jesús como maestro, pues te ayudará a perdonar tus relaciones especiales. Como te pregunta en el Texto, si el fin que persigues es despertar del sueño del ego, ¿por qué no vas a aceptar los medios de perdón que se te ofrecen para ayudarte a alcanzar tu objetivo? Además, explica, no es el perdón lo que es difícil o aterrador, sino a la meta de Dios a la que te conduce. Como siempre, Jesús nos ruega que seamos honestos con nosotros mismos y con él.

Reconoces que deseas alcanzar el objetivo. ¿Cómo no ibas a estar entonces igualmente dispuesto a aceptar los medios? Si no lo estás, admitamos que eres el que no es consistente. Todo objetivo se logra a través de ciertos medios, y si deseas lograr un objetivo tienes que estar igualmente dispuesto a desear los medios. ¿Cómo podría uno ser sincero y decir: Deseo esto por encima de todo lo demás, pero no quiero aprender cuáles son los medios necesarios para lograrlo?.

Para alcanzar el objetivo, el Espíritu Santo pide en verdad muy poco. Y pide igualmente poco para proporcionar los medios. Los medios son secundarios con respecto al objetivo. Cuando dudas, es porque el propósito te atemoriza, no los medios. Recuerda esto, pues, de lo contrario, cometerás el error de creer que los medios son difíciles. Sin embargo, ¿cómo van a ser difíciles cuando son algo que simplemente se te proporciona? Los medios garantizan el objetivo y concuerdan perfectamente con él. Antes de que los examinemos más detenidamente, recuerda que si piensas que son imposibles, tu deseo de lograr el objetivo se ve menoscabado. Pues si es posible alcanzar un objetivo, los medios para lograrlo tienen que ser posibles también (T-20.VII.2:3-7; 3).

(6:5) Acepta de nuestra parte estas humildes ofrendas de gratitud, mientras contemplamos, por medio de la visión de Cristo, un mundo que está más allá del que nosotros construimos y que aceptamos como substituto total del nuestro.

Jesús nos dice que él le pide a Dios que acepte nuestros pequeños regalos de agradecimiento, pues antes de trascender la percepción debemos contemplar el mundo a través de la visión de Cristo —el mundo sanador del perdón— y, luego aceptar el mundo real en lugar del nuestro. Este es el penúltimo paso antes de que Dios dé el último y estemos en casa. El pasaje siguiente resume el papel que desempeña la curación de la separación con nuestros hermanos a la hora de recordar a nuestro Creador:

Irradia tu luz sobre tus hermanos en recuerdo de tu Creador, pues Lo recordarás a medida que invoques a los testigos de Su Creación. Aquellos que cures darán testimonio de tu curación, pues en su plenitud verás la tuya propia. Y a medida que tus himnos de alabanza y de alegría se eleven hasta tu Creador, Él te dará las gracias mediante Su inequívoca respuesta a tu llamada, pues es imposible que Su Hijo Lo llame y no reciba respuesta. La Llamada que te hace a ti es la misma que tú le haces a Él. Y lo que te contesta en Él es Su Paz (T-13.VI.9).

(7:1-2) Y ahora aguardamos en silencio, sin miedo y seguros de Tu llegada. Hemos procurado encontrar el camino siguiendo al Guía que nos enviaste.

Y así encontramos la paz que realmente buscamos.

(7:3-4) Desconocíamos el camino, pero Tú no te olvidaste de nosotros. Y sabemos que tampoco Te olvidarás de nosotros ahora.

Aquí encontramos ecos de la segunda y encantadora parte de la lección 189. El ego pretende hacernos creer que si Dios no nos castiga, nos olvidará, lo que significa que nos quedaremos huérfanos y abandonados. Sin embargo, en nuestra mente correcta está el mensaje sanador de que Dios no podría abandonarnos ni olvidarnos, porque somos uno con Él. Recordemos este pasaje conmovedor:

Eres absolutamente irreemplazable en la Mente de Dios. Nadie más puede ocupar tu lugar en Ella, y mientras lo dejes desocupado, tu eterno puesto simplemente aguardará tu regreso. Dios te recuerda esto a través de Su Voz, y [...] Tu valía se encuentra en la Mente de Dios y, por consiguiente, no solo en la tuya (T-9.VIII.10:1-3,7).

(7:5-8) Solo pedimos que Tus promesas de antaño se cumplan tal como es Tu Voluntad. Al pedir esto, nuestra voluntad dispone lo mismo que la Tuya. El Padre y el Hijo, Cuya santa Voluntad creó todo lo que existe, no pueden fracasar en nada. Con esta certeza daremos estos últimos pasos que nos llevan a Ti, y descansaremos confiadamente en Tu Amor, el cual jamás defraudará al Hijo que Te llama.

Estas promesas representan la verdad de que siempre hemos sido uno con nuestro Creador. El resultado es tan cierto como Él porque nuestra Unidad nunca ha cambiado:

Un espacio donde Dios no se encuentra o una brecha entre Padre e Hijo no es la Voluntad de ninguno de Ellos, que prometieron ser Uno. La promesa de Dios es una promesa que Él se hizo a Sí Mismo, y no hay nadie que pueda ser desleal a lo que Su Voluntad dispone como parte de lo que Él es. La promesa de que no puede haber brecha alguna entre Él y lo que Él es no puede ser falsa. ¿Qué otra voluntad podría interponerse entre lo que no puede sino ser Uno y en Cuya Plenitud no puede haber brecha alguna? (T-28.VII.1:5-8).

(8:1-2) Y así damos comienzo a la parte final de este año santo que hemos pasado juntos en busca de la verdad y de Dios, Quien es su único creador. Hemos encontrado el camino que Él eligió para nosotros, y decidimos recorrerlo tal como quiere que hagamos.

Jesús insiste continuamente en la importancia que tiene reconocer que puesto que elegimos un camino equivocado, ahora podemos elegir el que nos llevará a casa. El párrafo inicial del Epílogo de la Clarificación de términos expresa con gran belleza el final del viaje, la meta segura a la que el perdón y Jesús nos conducen con suavidad:

No olvides que una vez que esta jornada ha comenzado, el final es seguro. Las dudas te asaltarán una y otra vez a lo largo del camino, y luego se aplacarán solo para volver a surgir. El final, no obstante, es indudable. Nadie puede dejar de hacer lo que Dios le ha encomendado que haga. Cuando te olvides de esto, recuerda que caminas a Su lado, con Su Palabra impresa en tu corazón. ¿Quién puede desalentarse teniendo una esperanza como esta? Ilusiones de abatimiento parecerán asaltarte, pero aprende a no dejarte engañar por ellas. Detrás de cada ilusión está la realidad y está Dios. ¿Por qué ibas a seguir esperando por esto y substituirlo por ilusiones, cuando Su Amor se encuentra tan solo un instante más allá en el camino donde todas ellas acaban? El final es indudable y está garantizado por Dios. ¿Quién se detendría ante una imagen inerte, cuando con un paso más el más Santo de todos los Santos abre una puerta inmemorial que conduce más allá del mundo? (C-ep.1).

(8:3-5) Su Mano nos ha sostenido. Sus Pensamientos han arrojado luz sobre las tinieblas de nuestras mentes. Su Amor nos ha llamado incesantemente desde los orígenes del tiempo.

Nunca hemos estado solos porque el Amor de Dios siempre ha estado con nosotros, apoyando nuestros esfuerzos, iluminando nuestras mentes y recordándonos a través de Su Voz que regresemos a casa.

(9:1-3) Quisimos privar a Dios del Hijo que creó para Sí. Quisimos que Él cambiara y fuese lo que nosotros queríamos hacer de Él. Y creímos que nuestros desquiciados deseos eran la verdad.

Este es el núcleo del sistema de pensamiento del ego. Queremos que Dios decepcione a su Hijo, porque eso demuestra que tenemos razón y que no se puede confiar en Él. Sin embargo, sí se puede confiar en nosotros porque solo nosotros sabemos lo que más nos conviene. Es importante destacar que no solo queremos que Dios nos falle, sino también toda figura representativa de autoridad. Queremos que las autoridades nos traten injustamente —que no nos apoyen, ni nos den el consuelo, el amor y la ayuda que necesitamos— porque eso demuestra que nuestro juicio era correcto. El problema de autoridad convierte a Dios en la imagen que hemos fabricado de Él, en lugar de vernos a nosotros mismos a Su imagen. Estos dos pasajes expresan la sustitución que hacemos del verdadero Dios de Amor por un Padre vengativo que castiga a sus hijos pecadores:

La Expiación se convierte en un mito, y lo que la Voluntad de Dios dispone es la venganza, no el perdón. Desde allí donde todo esto se origina, no se ve nada que pueda ser realmente una ayuda. Solo la destrucción puede ser el resultado final. Y Dios Mismo parece estar poniéndose de parte de la destrucción para derrotar a Su Hijo (T-23.II.8:2-5).

El pecado no es ni siquiera un error, pues va más allá de lo que se puede corregir al ámbito de lo imposible. Pero la creencia de que es real ha hecho que algunos errores parezcan estar por siempre más allá de toda esperanza de curación y ser la eterna justificación del infierno. Si esto fuese cierto, lo opuesto al Cielo se opondría a él y sería tan real como él. Y así, la Voluntad de Dios estaría dividida en dos y toda la Creación sujeta a las leyes de dos poderes contrarios, hasta que Dios llegara al límite de Su Paciencia, dividiese el mundo en dos y se pusiera a Sí Mismo a cargo del ataque. De este modo Él habría perdido el juicio, al proclamar que el pecado ha usurpado Su Realidad y ha hecho que Su Amor se rinda finalmente a los pies de la venganza (T-26.VII.7:1-5).

Sin embargo, nada de esto es cierto, y nuestra elección de recordar la verdad del Amor de Dios aterroriza al ego, que exige un odio incesante hacia Él:

[Los especiales] odian la llamada que los puede despertar y maldicen a Dios porque no convirtió su sueño en realidad (T-24.III.7:5).

(9:4) Ahora nos alegramos de que todo esto haya desaparecido y de que ya no pensemos que las ilusiones son verdad.

Por supuesto que detrás de la alegría está la gratitud. Tenemos que sentirnos contentos y agradecidos que se nos haya demostrado que estábamos equivocados. Una vez que aceptamos este hecho feliz, la interferencia a la verdad desaparece:

No puedes hacer que lo que no es verdad lo sea. Si estás dispuesto a aceptar lo que es verdad en todo lo que percibes, dejas que sea verdad para ti. La verdad supera todo error [...] (T-3.II.6:2-4).

Y así, el pasaje anterior continúa:

Maldice a Dios y muere, pero no por mandato de Aquel que no creó la muerte, sino solo en el sueño. [...] Perdona a tu Padre el que no fuese Su Voluntad que tú fueras crucificado (T-24.III.7:6; 8:13).

(9:5-7) El recuerdo de Dios titila a lo ancho de los vastos horizontes de nuestras mentes. Un momento más, y nosotros que somos los Hijos de Dios, nos encontraremos a salvo en nuestro hogar, donde Él quiere que estemos.

El Texto termina de forma similar:

Pues hemos llegado allí donde todos somos uno y finalmente estamos en casa, donde Tú quieres que estemos (T-31.VIII.12:8).

(10:1-2) A la necesidad de practicar casi le ha llegado su

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