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Infrapolítica y ética menor
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Libro electrónico240 páginas9 horas

Infrapolítica y ética menor

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“Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles.” Con este enunciado comienza La lotería de Babilonia de Jorge Luis Borges, un cuento “metafísico” para los impacientes lectores del boom latinoamericano, pero un referente clásico para pensar la dimensión
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 ene 2022
ISBN9786074175981
Infrapolítica y ética menor
Autor

Ángel Octavio Álvarez Solís

Ángel Francisco Méndez Montoya (compilador) es licenciado en Danza y Filosofía por la Universidad de Texas, en Austin, y maestro en Filosofía por la St. Louis University. Cuenta con la maestría en Teología y la maestría en Divinities, por la Aquinas Institute of Theology. Obtuvo su doctorado en Teología filosófica en la Universidad de Virginia y escribió su tesis doctoral en calidad de Scholar in residence en University of Cambridge, Reino Unido. En el 2009 su tesis doctoral fue publicada por Wiley-Blackwell, en Oxford, bajo el título, The Theology of Food: Eating and the Eucharist. Esta obra ha sido nominada por el premio de excelencia teológica, Michael Ramsey Prize 2011, otorgado por Rowan Williams, ex arzobispo de Canterbury. En diciembre del 2010, este mismo libro ha sido publicado por la editorial JUS bajo el título, Festín del deseo: hacia una teología alimentaria. Es profesor de tiempo completo en el departamento de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y coordinador editorial de la Revista Iberoamericana de Teología (RIBET). Ha impartido diversos cursos, seminarios y conferencias en diversas universidades e instituciones académicas tanto en el país como en el extranjero. Ha publicado en varias antologías y en revistas nacionales e internacionales, entre las que se encuentran, Revista Christus, Anales de Antropología, New Black-Friars, Concilium, CrossCurrents, Wort Und Antwort, Modern Theology, The Bible InTransmission.

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    Infrapolítica y ética menor - Ángel Octavio Álvarez Solís

    Infrapolítica y ética menor

    INFRAPOLÍTICA Y ÉTICA MENOR

    ÁNGEL OCTAVIO ÁLVAREZ SOLÍS

    (Compilador)

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    [LC] JF 799 I447.2018                                              [Dewey] 323.042 I447.2018

    Infrapolítica y ética menor / Angel Octavio Álvarez (compilador). – México: Universidad Iberoamericana Ciudad de México, 2018. – Publicación electrónica. – ISBN: 978-607-417-598-1

    1. Participación política. 2. Ciudadanía - Aspectos sociales. 3. Política y cultura. 4. Cambio social. 5. Ética. I. Álvarez Solís, Ángel Octavio, compilador. II. Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Departamento de Filosofía.

    D.R.© 2018 Universidad Iberoamericana, A. C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Primera edición: 2018

    Versión impresa

    ISBN: 978-607-417-538-7

    Versión electrónica

    ISBN: 978-607-417-598-1

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    PRÓLOGO

    Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles. Con este enunciado comienza La lotería de Babilonia de Jorge Luis Borges, un cuento metafísico para los impacientes lectores del boom latinoamericano, pero un referente clásico para pensar la dimensión infrapolítica de la existencia.

    El presente libro analiza y ensaya, precisamente, esta dimensión en su esencia humana y la enmarca en las relaciones éticas que establecen los seres humanos en situaciones de conflicto. En efecto, la infrapolítica es una forma de pensamiento que intenta teorizar el subsuelo de las condiciones existenciales que hacen posible el acto político, aun cuando tales condiciones no agotan las posibilidades de la existencia. La infrapolítica asume que no todo en la experiencia es politizable ni que toda experiencia política es reducible a una práctica hegemónica. La infrapolítica piensa así la descarga de la politización, el abandono de lo político, sin por ello ser una estrategia antipolítica o despolitizadora.

    Para describir la pertinencia filosófica de la infrapolítica es necesario señalar dos situaciones filosóficas, dos planos disciplinares, dos registros en los que se ha tematizado recientemente este concepto. La primera, proveniente de la antropología crítica norteamericana, tiene una firma: la obra de James Scott. En Domination and the Arts of Resistance, Scott empleó la palabra infrapolítica para referirse a las prácticas de resistencia que algunos grupos subalternos utilizan para impedir ser dominados por completo. La infrapolítica, en este sentido aún rudimentario, es una forma de hacer política que no pasa por los canales tradicionales de intervención política como los palenques afrocaribeños o los grupos tribales que utilizan la cultura popular para negociar, subrepticiamente, las relaciones de poder. La infrapolítica de James Scott es dependiente, entonces, de una visión hegemónica de la política en la que siempre existe una relación entre dominantes y dominados.

    En contraste, la segunda forma de infrapolítica —proveniente del subalternismo de la diferencia— conlleva necesariamente una visión poshegemónica de la política, un planteamiento teórico en el que es posible el fin de la subalternidad. La infrapolítica como aparato teórico enuncia la posibilidad de la no-dominación, el fin de la dialéctica del amo y el esclavo como un elemento inescrutable para el pensamiento político. Según esta escalada conceptual, tal versión de la infrapolítica tiene mayor afianzamiento teórico porque opera como un concepto que intenta apuntar hacia el lugar inconceptuable de la experiencia política. El nombre de referencia aquí es el de un grupo: el Infrapolitical Deconstruction Collective, un grupo de discusión que reúne a una cantidad considerable de investigadores de Estados Unidos, España, Argentina, Chile y México. No obstante, aunque el grupo es reciente, plural y heterogéneo, los problemas planteados en el círculo más profundo del colectivo tienen una genealogía de discusión más remota.

    La infrapolítica es un proyecto teórico que tiene un origen netamente hispánico o que, por lo menos, ha surgido de la discusión acerca de la incidencia de la deconstrucción en el campo de los estudios latinoamericanos. El concepto de infrapolítica tiene, entonces, un primer antecedente en los análisis que realizó Alberto Moreiras en la década del noventa acerca del tipo de literatura escrita por Jorge Luis Borges. En aquella época, Moreiras se preguntaba, deconstrucción mediante, qué tipo de literatura ofrecen algunos textos borgeanos. La respuesta fue elusiva: si la crítica al populismo realizada por Borges en La lotería de Babilonia no es política ni antipolítica, entonces ¿qué tipo de crítica incuba este texto? Una crítica infrapolítica. Por esta razón, la infrapolítica tiene una fuerte marca de origen con la crítica literaria y con la instrumentación de la deconstrucción en los estudios latinoamericanos realizados en Estados Unidos. Y sólo podría emerger en ese espacio intelectual no marcado completamente por las institucionalizaciones de los identitarismos ni por la defensa irrestricta de la filología y la historia de las ideas.

    La primera preocupación de la infrapolítica como proyecto teórico proviene de un tipo de deconstrucción —el que no es reducible a un método literario— y de la crítica a la tradición intelectual latinoamericana —el pensamiento latinoamericano reducido a pensamiento identitario—. Posteriormente, la preocupación infrapolítica, muy asignada a los estudios de campo, fue afianzándose como un proyecto teórico de mayor calado, con mayor desprendimiento de su origen latinoamericanista para conformarse como una opción novedosa de modalidad deconstructiva o, si se prefiere, una alternativa para volver a pensar la co-pertenencia entre el pensamiento y lo político. Por esta razón, los debates actuales acerca de la especificidad y alcance de la infrapolítica deben leerse en diálogo con el actual pensamiento impolítico italiano, con la izquierda heideggeriana, con las derivas no domesticadas del posestructuralismo francés y, de manera especial, con el registro marrano como la forma y el habitus que adquiere del pensamiento hispánico en la modernidad. El pensamiento infrapolítico coincide con algunos lugares del ensayismo producido en lengua española y con las filosofías americanas que no aspiraron a formar un sistema.

    El presente libro es la primera aproximación a la infrapolítica publicada en el espacio latinoamericano. La primera formulación de la infrapolítica como proyecto teórico apareció en Transmodernity. Journal of Peripheral Cultural Production of the Luso-Hispanic World (Volume 5, Issue 2, 2015), revista auspiciada por la University of California. La segunda ocasión tuvo ocasión en España en el dossier Infrapolítica y poshegemonía de la revista Debats (128, 2015, 3) publicada en la ciudad de Valencia. Por lo anterior, Infrapolítica y ética menor cumple una doble función: ofrecer al lector una introducción a la infrapolítica y extender la discusión de este proyecto teórico a los linderos de la reflexión ética.

    El libro está dividido en dos partes. La primera plantea una serie de discusiones en torno al concepto de infrapolítica, así como su campo de incidencia en el análisis teórico (Sobre un tono infrapolítico adoptado recientemente en la teoría de Ángel Octavio Álvarez Solís), la crítica literaria (La religión marrana y el secreto literario de Alberto Moreiras) y la filosofía de la historia (Derrida y la historia universal en sentido cosmopolita de Sergio Villalobos-Ruminott). La segunda parte del libro está dedicada a pensar la posibilidad de una ética menor en un registro infrapolítico, o bien en una visión de la ética entendida como forma de vida de las experiencias no conceptuales. Contrario a la Magna Moralia de Aristóteles, la ética menor intenta explicar la relación que establecen los seres humanos con las dimensiones morales no explicitadas en la experiencia, razón por la cual esta ética no intenta prescribir un modelo de conducta universal ni justificar los enunciados normativos con los cual es posible la acción moral. Por el contrario, la ética menor teoriza acerca de las dimensiones inframorales que adoptan los seres humanos en la experiencia del mundo de la vida, ya sea como contención de la violencia, como formaciones de los diversos procesos civilizatorios o como la dinámica de adaptación de los afectos políticos. Este libro, por consiguiente, analiza algunas dimensiones filosóficas que pueden ser tipificadas como el despliegue de una ética menor: la supresión de la violencia como una forma de violencia originaria (Demetrio incacabado. Violencia y fundación de José Luis Villacañas), la importancia de la negatividad en la formación de una ontología de la situación falsa (Negatividad e irreductibilidad. Adorno y lo político de José Valero), la an-omalía ética como individuación de la excepción (An-omalía ética de Luis Armando Hernández) y la detección de las aporías del concepto de comunidad en tanto representación de la imperfección humana (Sobre comunidad y cultura civilizada. Kant más allá del contrato social de Carolina Bruna).

    Cabe añadir que la contribución última de esta colección de ensayos es fungir como ejercicios del pensamiento con una intención crítica transdisciplinaria: emplean argumentos filosóficos, obras literarias, notas sociológicas, apuntes hermenéuticos y reflexiones ensayísticas para dar cuenta de la importancia de la teoría en la reflexión sobre la experiencia infrapolítica, la condición poshegemónica del pensamiento y la explicitación de otra forma de vida ética. Finalmente, este libro no hubiese sido posible sin el apoyo de amigos e instituciones preocupadas por la defensa del quehacer teórico y filosófico. En este tenor, agradezco al Consejo Editorial del Departamento de Filosofía de la Universidad Iberoamericana por confiar en el proyecto. Al doctor Pablo Lazo Briones, Director del Departamento de Filosofía, por el apoyo y las gestiones recibidas para publicar este trabajo. Al doctor Alberto Moreiras y su grupo de investigación en Texas A&M University. Al doctor José Luis Villacañas Berlanga y su equipo de trabajo en la Universidad Complutense de Madrid. A José A. Neftalí Gamboa Sánchez, quien logró la unidad en el método de citación. A los amigos chilenos, españoles y estadounidenses interesados en que sus investigaciones tuviesen un alojamiento editorial mexicano. Por último, agradezco al Infrapolítical Deconstruction Collective porque sus rigurosas y detalladas discusiones constituyen el origen de esta publicación y del proyecto infrapolítico.

    ÁNGEL OCTAVIO ÁLVAREZ SOLÍS

    1

    SOBRE UN TONO INFRAPOLÍTICO ADOPTADO RECIENTEMENTE EN LA TEORÍA

    Ángel OCTAVIO Álvarez SOLÍS (1)

    En 1796, Immanuel Kant escribió una intervención crítica en la cual denunció los excesos místicos de los proclamadores del fin de la filosofía: Sobre un tono distinguido recientemente ensalzado en filosofía (Von einem neuerdings erhobenen ton in der Philosophie). Casi doscientos años después, Jacques Derrida pronunció una conferencia en Cerisy-la-Salle, en la que imita y parodia el opúsculo kantiano: Sobre un tono apocalíptico adoptado recientemente en filosofía (D´un ton apocaliptique adopté naguere en philosophie, 1982). El texto de Kant está dirigido principalmente contra el tono distinguido utilizado por los mistagogos de su tiempo: los místicos que transgreden las leyes de la razón humana. En cambio, el texto de Derrida, más interesado en el sustantivo que en el adjetivo, pone la atención en el tono apocalíptico de los mistagogos que proclaman el fin del hombre, de la filosofía y de la modernidad. Las diferencias de estilo son importantes, pero menores. Kant está más preocupado por lo distinguido que por el tono; a Derrida le interesa el tono y desvía el interés de lo apocalíptico. Sin embargo, ambos textos son intervenciones críticas, objetos de denuncia política, manifiestos ilustrados en contra de los excesos del irracionalismo moderno. ¿Derrida un ilustrado kantiano? ¿Kant un deconstructor de la mística antifilosófica? Para responder a estas preguntas es necesario no sucumbir frente a un vértigo argumental: la Ilustración y la deconstrucción son dos dispositivos semánticos que activan los prejuicios políticos de las prácticas teóricas. Por esta razón, este texto no intenta trazar un linaje teórico ni un antecedente filosófico; por el contrario, su objetivo es más modesto pues, más que seguir con la secuencia argumental de Kant o Derrida, su tarea consiste en anticipar un dato, una situación filosófica, un cambio de registro en la co-pertenencia entre el pensamiento y la política: el advenimiento de un tono infrapolítico adoptado recientemente en la teoría.

    La infrapolítica y la teoría están implicadas en la experiencia, pero la teoría sin más no existe. La teoría es siempre teoría adjetivada, teoría de algo: teoría del objeto, teoría de la literatura, teoría de la filosofía; incluso, teoría de la teoría. La teoría es así un modo de interrogar los fenómenos, los objetos de la conciencia, el mundo y la experiencia, pero también constituye una interrogación acerca de las representaciones teóricas y las prácticas discursivas con las cuales aprehendemos los objetos teóricos. La teoría es distancia y distanciamiento del mundo y, al mismo tiempo, apropiación y expropiación de la vida. Por consiguiente, el tono infrapolítico adoptado en la teoría piensa la intersección, el linde, la frontera entre la teoría y la vida. Institucionalmente, el tono infrapolítico no sólo supone un cambio tonal de la filosofía, de la crítica literaria o de los estudios de campo; el cambio de tono es un cambio en la orientación del pensamiento, un cambio en la frágil estructura conceptual de la teoría, un cambio en la manera en que las prácticas discursivas admiten nuevos horizontes de experiencia. Por consiguiente, este ensayo está dirigido a tematizar y tamizar la relación recíproca entre el tono como un recurso político, la teoría como un instrumento retórico y la infrapolítica como la formación de una nueva forma de anunciar la experiencia política.

    DEL TONO DISTINGUIDO AL TONO APOCALÍPTICO

    Kant es probablemente el último de los ilustrados en la medida en que la confianza normativa que deposita en la razón y la especie humana es equivalente al grado de pesimismo antropológico en el que enmarca sus investigaciones empíricas. Por esta razón, la lectura de Kant no debe ser reducida al estudio académico de las tres críticas, ya que en los textos menores subyacen las preocupaciones políticas de uno de los principales críticos de la crítica ilustrada. Precisamente, Sobre un tono distinguido recientemente ensalzado en filosofía es uno de los textos menores de la obra kantiana en los cuales puede atisbarse la experiencia de un ilustrado radical, porque encuentra en la denuncia de los mistagogos de la razón, la posibilidad política de la formación del arte de vivir en una sociedad cosmopolita. En este texto, la preocupación de Kant es una preocupación política mediada por una discusión filosófica, pues para declarar su posición política (republicana), tiene que proponer una política de la filosofía, una normatividad intrínseca al discurso filosófico que pasa necesariamente por un criterio de selección política.

    A pesar de los intérpretes liberales de Kant, la política de la filosofía kantiana es básicamente republicana, cosmopolita y con un fuerte desencanto ilustrado. Esto implica que las filosofías que mantengan supuestos aristocráticos, nacionalistas y románticos son tipificadas como transgresiones a la racionalidad crítica. Por ello, la oposición kantiana a los mistagogos de su tiempo radica en las implicaciones políticas de su práctica filosófica: los mistagogos mantienen un tono distinguido o aristocrático opuesto a los designios cosmopolitas de la razón. Sin embargo, antes de deslindarse de los recursos liberales, cabe preguntarse acerca de los límites políticos de la filosofía kantiana. ¿Por qué Kant denuncia las prácticas aristocráticas y simultáneamente considera que el monarca es capaz de encarnar el espíritu de la ilustración? ¿Por qué es compatible el entusiasmo revolucionario con la condena de la violencia revolucionaria? La respuesta a esta aparente contradicción antropológica conduce al núcleo político del kantismo: la desconfianza histórica en las formas de dominación sin racionalidad.

    La primera advertencia política de Kant, entonces, no radica en el imperativo emancipador comúnmente asociado con el proyecto ilustrado (sapere aude), sino en la exigencia de actualidad demandada por el pensamiento crítico. La crítica ilustrada es crítica política porque piensa las condiciones del presente. De manera que Kant practicó varios ejercicios políticos de crítica republicana al denunciar los excesos aristocráticos de algunos discursos filosóficos. En particular, en Von einem neuerdings erhobenen ton in der Philosophie, argumentó que el tono distinguido está relacionado directamente con la comunicación del secreto (philosopia arcani), pues el acceso al secreto —secreto que adopta la forma epistemológica de la cosa en sí— constituye una transgresión política de los límites de la razón: supone la existencia de algunos señores distinguidos capaces de conocer y develar los arcani imperii.

    Por un lado, a los señores distinguidos les basta su prestigio y no están obligados a dar cuenta de nada (2) porque son beneficiarios directos de las viandas del poder institucional. Esto sugiere que la actitud filosófica de los señores distinguidos está en función del detrimento de la igualdad civil. Además, los señores distinguidos no son filósofos porque abandonan la actitud crítica para identificarse como poseedores de un alto sentimiento que puede ser vivido sin ser comunicado por completo. La sustitución de la razón por el alto sentimiento es una estrategia política aristocrática: El principio de querer filosofar por influjo de un alto sentimiento es, entre todos, el que más ha hecho por el tono distinguido. (3) Por consiguiente, como el principio del alto sentimiento contradice el programa crítico, Kant reclamó en un gesto irónico !Viva la filosofía de los sentimientos, que nos lleva directamente a la cosa en sí!. Por lo tanto, el problema no reside en la transgresión cognitiva del entendimiento, sino en el abandono del trabajo del concepto por el presentimiento místico, por la incursión injustificada de la corazonada de lo suprasensible. Por otro lado, explica por qué los filósofos que admiten un tono gran señor en su enunciación discursiva realizan una operación mística y, por extensión, terminan por instituir la muerte de la filosofía, pues sin el trabajo del concepto y del entendimiento, la filosofía se convierte en sueños de un visionario.

    Es evidente por sí mismo que consiste en cierto tacto místico, un sobresalto (salto mortale) de los conceptos a lo impensable, una capacidad de captación de aquello a lo que no alcanza concepto alguno, una expectación de misterios, o más bien una dilación con éstos, pero de suyo una desavenencia de las cabezas hasta el entusiasmo. Pues una corazonada es una oscura expectativa, y encierra la esperanza de una explicación, que, sin embargo, sólo es posible como tarea de la razón mediante conceptos. (4)

    Los conceptos son así el instrumento para medir la capacidad comunicativa de la razón y el influjo político de una práctica filosófica. Sin embargo, la filosofía y el uso público de la razón no pueden reducirse al ámbito condicionado de los conceptos, pues la corazonada difiere de lo incondicionado en la medida que la primera está apoyada en una intuición suprasensible libre de conceptos universales y, el segundo, en una intuición intelectual justificado por conceptos trascendentales.

    Finalmente, el tono distinguido de los mistagogos kantianos, al carecer del trabajo del concepto y violar los principios de la razón, sustituye el saber filosófico por un impulso sin esfuerzo. Este acto epistémico conduce rápidamente a una acción política: el paso del misterio al ministerio. El cuidado y la reserva del misterio depende de una institución capacitada para salvaguardar celosamente esta información privilegiada. Los grandes señores son políticos disfrazados de filósofos porque, a pesar de su pretensión de actuar como iniciados y adoptar un tono distinguido, incurren en una pedantería sentimental que no es digna de ser llamada

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