Una escuela en ronda: Ideas y recursos para una pedagogía artística
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Con sabiduría y generosidad, Magdalena Fleitas comparte los entretelones de un jardín en que el lenguaje musical y el arte dan forma a las rutinas, los proyectos y los vínculos entre docentes, directivos, niños y familias. Nos cuenta que cada momento tiene sus rituales, sus colores y sus sonidos. Nos deja espiar por la ventana las reuniones con docentes y la planificación de las actividades, y nos da permiso para curiosear sin apuro las cajas de tesoros con los que dar vida a cada propuesta que invita a aprender. Para eso, se nutre de su vastísima experiencia como formadora de formadores, directora, maestra, música y mamá.
Una escuela en ronda abre las puertas al juego y a la exploración. Y para eso nos invita a bucear en nuestras propias fuentes: las canciones y los juegos de la infancia, aquello que nos emociona, y los conocimientos de la comunidad de la escuela, para conectarnos con la creatividad más profunda que habita en cada casa y en cada institución. Bienvenidos a esta aventura pedagógica que canta y baila, a esta escuela en ronda, en la que crecer es crecer con otros y descubrir la propia voz.
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Vista previa del libro
Una escuela en ronda - Magdalena Fleitas
Índice
Cubierta
Índice
Portada
Copyright
Este libro (y esta colección)
Dedicatoria
Prólogo. Soñar la música
Introducción
1. El lenguaje musical y la comunidad. Desde las infancias para todos
Obertura
El lenguaje musical
Cuerpo y música
Sentir y escuchar
Educación, arte y salud
Relatos de infancia: las olas, las olas de la mar
¿Qué es la música? Tratando de definir el misterio
Los componentes de la música
Las fuentes sonoras
Mapa de viaje, la lectura de este libro
2. Una pedagogía artística
Una introducción a la pedagogía artística
Volver a las fuentes
Darse cuenta: los caminos para pensarnos desde lo pedagógico
El rol del docente
Mundos pedagógicos: el sentido de la selección y la combinación de elementos
¿De qué se trata jugar con la música?
Escuchar tiene sentido: yo con todos, yo con vos…
¿Cómo se enseña la música en la escuela?
La aventura de oír
Acerca de la creatividad: ¡siga a ese Conejo Blanco!
Estar disponibles emocionalmente
3. Infancias en comunidad
La infancia, el territorio del juego
¿Qué es un niño?
Todo niño que crea aprende
El mundo de los niños no es rosa, es multicolor
Valores centrales para pensar las infancias
La empatía, ese bien necesario
Acompañar los procesos
Los cinco sentidos
El sentido del tiempo al tiempo
La escuela, un lugar de infancias donde cada cual trae su historia
4. El gran mundo de la escuela
La vida en las instituciones
¿Qué pasa con las familias y la escuela?
¿Qué podemos hacer para integrar a la comunidad del mundo escuela
?
¿Cómo podemos fortalecer a los equipos?
Empecemos por la formación docente
La escuela, un factor de cambio en la comunidad
¿Cómo son las maestras y los maestros de esta pedagogía?
¿Cómo invitamos a las familias a participar? ¿Qué pasa cuando esto sucede?
Notas, cartas y circulares
El camino de construir una voz colectiva
Las instituciones educativas: la tensión entre la esencia y los requerimientos del sistema
La identidad: la importancia de los espacios y de las formas que toma el contenido
¿Cómo nos comunicamos? El valor de hablar fácil
5. Un año en la escuela. Ciclos y rituales: la organización de la vida cotidiana en el jardín
Los ciclos en la escuela (y en la vida)
Ciclo de un día
Ciclo de un año
Proyectos pedagógicos con cada sala
Proyectos pedagógicos con la comunidad
Los ciclos de la naturaleza en la escuela
Más proyectos institucionales: las fiestas en el barrio
Las fiestas: diarios de una escuela que canta y baila
6. La formación pedagógica. Multiplicar es la tarea
A la hora de transmitir: las capacitaciones para docentes
La pedagogía en acción
Contagiar el entusiasmo
Contagiar la colaboración
Producir, realizar y plasmar: el arte de cumplir los objetivos
La formación docente dentro de la escuela
Capacitar para la integración: familias y escuelas en un mismo camino
Cómo construir la experiencia colectiva
Cómo transmitir el cuidado de las personas
Apelar a la propia voz: los recursos de bolsillo
Cómo cuidar la vitalidad en la institución. El fluir de la energía
A modo de cierre
7. Musicalizar, aquí y ahora
¿Cómo suena mi escuela?
Musicalizar las instituciones
Musicalizar: un proyecto colectivo
Infancia y canto en la escuela, en el jardín, con las familias
Guía para musicalizar la escuela
Docentes en juego: aprender a jugar de grandes
Explorar el sonido
Qué hace falta para improvisar
Se aprende música haciendo música
¿Qué recursos tiene un maestro?
El juego sonoro-corporal: improvisación, exploración, escucha y despliegue
El cancionero: una guía musical
¿Qué caracteriza a la música para chicos?
¿Cómo nos acompañamos a la hora de cantar?
La musicalidad de las palabras
¿Cuál es el repertorio de Risas de la Tierra?
Rituales en la escuela, la tribu musical
Las rondas
8. A la hora de jugar. Ideas y recursos de bolsillo
Mundos y objetos lúdicos y multicolores
Cajas temáticas como dispositivos organizadores
¿Vamos a jugar con la música?
Los exploradores de sonidos
Escenarios: retablos y telones
Títeres
Telas, sábanas, barriletes y… palanganas
9. La canción de despedida
Bonus track: Una aventura de transformación. La historia de Risas de la Tierra
De cómo crece y se desarrolla una pedagogía
Los primeros pasos
Los grupos rodantes
Crecer a pura intuición: todas las hojas son del viento
El Jardín de Magda
Un gran cambio: de mí hacia el inconsciente colectivo
Hacer un jardín: a rodar la vida
Por qué Risas, por qué de la Tierra
Fortalecer la pedagogía artística
Una escuela de formación docente: multiplicar es la tarea
Epílogo. El cuento más corto del mundo
Agradecimientos
Referencias
Magdalena Fleitas
UNA ESCUELA EN RONDA
Ideas y recursos para una pedagogía artística
Fleitas, Magdalena
Una escuela en ronda / Magdalena Fleitas.- 1ª ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2022.
Libro digital, EPUB.- (Educación que Aprende / dirigida por Melina Furman)
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-801-136-3
1. Pedagogía Especial. 2. Juegos Infantiles. 3. Arte para Niños. I. Título.
CDD 371.397
© 2022, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.
Diseño de colección y de cubierta: Pablo Font
Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina
Primera edición en formato digital: febrero de 2022
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN edición digital (ePub): 978-987-801-136-3
Este libro (y esta colección)
Voy a apagar la luz,
voy a encender las estrellas,
voy a buscar en la noche
las luciérnagas más bellas…
Magdalena Fleitas, La canción de Monstriña
Cantando esta frase empezaba La música que nos acerca
, la charla que Magdalena dio hace unos años ante un auditorio de miles de personas, una combinación de música y palabras que puso a la multitud que en ese momento la escuchaba embelesada en una sintonía profunda. Las diez mil personas que poblaban el estadio, yo entre ellas, nos encontramos pensando, cantando e imaginando juntas a través del canal que abría (y abre siempre) su música.
Preparando esa charla nos conocimos. Y descubrí en ella no solo a la gran artista que ya admiraba, sino a un ser profundamente luminoso, una gran usina de ideas, de sabiduría e intuición, creadora incansable de nuevas aventuras y de espacios de encuentro.
El poder de la música como canal que nos acerca, nos reúne, nos invita, nos acompaña en la vida y en la educación es uno de los grandes pilares de toda la obra de Magdalena. Es un concepto que atraviesa este libro y que le da forma a cada uno de los proyectos que ella genera. Una música que entra a las escuelas y los jardines con las canciones de las maestras, los chicos, las chicas y sus familias, en los actos escolares, los juegos, las rondas y tantos espacios que cobran vida cuando la música los atraviesa. Una música que va más allá del rato de la hora de Música
, para empapar cada aspecto de la vida de la comunidad.
En este libro, Magdalena comparte los entretelones de tener un jardín artístico donde el lenguaje musical y el arte en general dan forma al día a día de las rutinas, los proyectos y los vínculos entre docentes, directivos, niños y familias. Nos deja espiar por la ventana las reuniones con docentes y la planificación de las actividades cotidianas, y nos da permiso para curiosear sin apuro las cajas de tesoros con ideas y recursos para darle vida a cada propuesta que invita a aprender y a jugar.
Para eso, se nutre de su vastísima experiencia como formadora de formadores, directora, maestra, música y mamá. Nos cuenta que cada momento del jardín tiene sus rituales, sus colores y sus sonidos. Nos propone abrir las puertas al juego y a la exploración. Y para eso nos invita a bucear en nuestras propias fuentes –las canciones y los juegos de nuestra infancia, aquello que nos emociona– y en las experiencias y los conocimientos de la comunidad de la escuela, para conectarnos con la creatividad más profunda que habita en cada casa y en cada institución.
Este libro propone un recorrido por una pedagogía de autora, que se para en los hombros de gigantes cuando se nutre de otros autores y fuentes, pero que tiene un sello único, propio. Un sello personal que es también la plataforma en la cual se formaron muchos docentes y artistas de toda la Argentina y Latinoamérica, porque las ideas de Magda han sido un semillero para la educación musical y las propuestas culturales para las infancias en toda nuestra región.
Aquí, como una amorosa hada madrina, Magdalena no solo nos dice que cada escuela puede llenarse de música y de arte, sino que comparte con su varita mágica los entretelones tan importantes del cómo se hace. Nos da la llave de esos secretos que combinan conceptos profundos con materialidad bien concreta, orientaciones precisas, pero también libertad y confianza para que podamos hacerlos nuestros y recrearlos en nuestros jardines, escuelas, casas y en todas partes.
Van a encontrar aquí montones de ideas y recursos para inspirarse y ensayar, desde cómo pensar la comunicación con las familias y organizar los festejos del jardín, hasta cómo armar un cancionero o crear nuestros propios rituales de bienvenida y despedida. Desde cómo pensar la formación docente al interior de la escuela, hasta cómo acompañar los distintos ciclos del año y de la vida en el jardín, las alegrías y también, de vez en cuando, las tristezas. Y un espacio para reflexionar sobre la complejidad de sostener la esencia de una institución a través del tiempo, con una identidad propia, pero, al mismo tiempo, con la capacidad de seguir transformándose y creciendo.
¡Que se abra la puerta para ir a cantar!
Este libro forma parte de la colección Educación que Aprende
, pensada para todos aquellos involucrados en la fascinante tarea de educar. Confluyen aquí reflexiones teóricas y aportes de la investigación pero también ejemplos y orientaciones para guiar la práctica. Porque la educación ha sido, desde sus inicios, un terreno de exploración y búsqueda permanente que se renueva con cada generación de educadores, niños y jóvenes. Y porque, para educar, tenemos que seguir aprendiendo siempre.
Melina Furman
A Risas de la Tierra, con amor y agradecimiento.
Prólogo
Soñar la música
¿Sostiene la hoja seca
a la luz que la encanta,
o la luz
a la hoja encantada?
Juan Ramón Jiménez, Suavidad
Durante la infancia, creía y me fascinaba más aquello que discurría por la imaginación que lo que acontecía en la realidad. Como cualquier niño, era feliz inmerso en esa especie de ensoñación donde la música ocupa un espacio prioritario; sensación que hoy día continúa inquebrantable. En ocasiones, inventaba lugares o creaba seres que parecían salidos de un cuento; personajes que construían su día a día apoyándose más en la imaginación que en las formalidades cotidianas. Gente soñadora, que ya Calderón de la Barca anunciaba con aquello de que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son
, o que Jorge Luis Borges perpetuaba declamando solo del otro lado del ocaso verás los arquetipos y esplendores
.
Soñar tiene mucho que ver con viajar, conocer otras culturas, deleitarse con nuevos sabores y aromas, apreciar la variedad y riqueza de las lenguas, embelesarse con músicas insólitas, bellas y refinadas, dejarse hipnotizar por la plasticidad de una danza… Viajar también es descubrir personas singulares, tejedoras de sueños, artesanas del sonido y la palabra, repartidoras de ilusión y felicidad, transmisoras de emociones… Y yo conozco a uno de estos seres fantásticos, como salido de un relato, que habita en un lugar encantado y teje su vida, y la de tantos otros, con palabras, música y quimeras.
Recuerdo con especial magia aquel día en que conocí a Magdalena Fleitas. Fue en su casa en Buenos Aires, gracias a un contacto muy especial: nuestra querida y admirada maestra y amiga Violeta Hemsy de Gainza. Una velada inolvidable en la que había artistas de la palabra hablada y cantada como el Dúo Karma, Luna Monti, también Juan Quintero, Georgina Hasan, Mariana Baggio y Luis Pescetti. Y no olvido que por allí también merodeaba, inquieto y vivaz, un pequeño soñador que se abría paso entre cantos y acordes de guitarra mientras trataba, impaciente, de entreverarse con la original –y también enrevesada– letra de La Ñáñara
que interpretaba el dúo cubano. Me refiero a Vicente, hijo de Magda y claro ejemplo de lo que siempre me maravilló en mis dilatadas experiencias por tierras africanas: que tradición es sinónimo de transmisión. Una imagen que permanece imborrable en mi memoria, con la certeza, ahora, de que el traspaso continúa y habrá llegado a Santiago, el hermano pequeño.
La primera impresión que tuve al encontrarme con ella fue que nos conocíamos de toda la vida, como si hubiéramos compartido otros momentos musicales y experiencias artísticas. Nos entendimos a la primera. Su abierta, generosa y comunicativa sonrisa, en consonancia con una mirada despierta y sagaz, me transmitieron una alegría y una vitalidad desbordantes. Y así comenzó a forjarse una amistad que perdura y se refuerza cada vez que hablamos o nos vemos online para seguir compartiendo sensaciones. ¡Aun estando a miles de kilómetros de distancia, todo es cercano!
En aquel encuentro tuve la oportunidad de vivir otra extraordinaria experiencia, no ya en el aspecto humano, sino en lo puramente educativo y académico. Fue a raíz de mi participación como formador en la más que especial, única ¿escuela?… o, mejor dicho, taller de alquimia
que es Risas de la Tierra. Y es que el nombre habla por sí mismo: un espacio de formación integral para pequeños y mayores donde la música no solo constituye la columna vertebral, sino que va de la mano y abraza el resto de las artes. Una metodología activa dirigida al desarrollo de la sensibilidad en toda su dimensión y profundidad, que eleva la experiencia educativa y el aprendizaje a su cota más holística. Todo a través del juego, del ojo y el oído atentos, del ritmo en el cuerpo y en el lenguaje; de la palabra, la poesía y el cuento al encuentro con las artes… o simplemente por medio del insustituible e incomparable placer que es cantar, tocar y bailar. Todo allí es un constante, colorido y cautivador despertar de los sentidos. Como cuando se observa con deleite un agitado mar que golpea contra la roca, creando sonidos y formas de danza, mientras uno desea que jamás cese el encantamiento…
Y tanta fascinación fue lo que experimenté al compartir mis experiencias y conocimientos con los profesores de Risas de la Tierra, un colectivo entusiasta que rezuma música, alegría y vitalidad por los cuatro costados. ¡Qué maravilla! Qué satisfacción tan grande poder disfrutar con incondicionales continuadores de esa admirable, bella y esencial misión que es educar y sensibilizar. Fue entonces cuando tuve otra revelación trascendental: una sola persona puede cambiar el mundo, diluir sus fronteras, abrir ventanas al conocimiento y a la sensibilidad, colmar la vida de músicas, repartir felicidad a raudales e invitar a soñar. Como la luz y la hoja encantadas
’ que abren este texto, vislumbré que aquel grupo de educadores estaba impregnado, y hasta la médula, de los valores educativos, humanos y artísticos que Magda destila: sensibilidad, creatividad, alegría, emoción, generosidad y mucha magia. De todo ello acabaremos hechizados con los tesoros que encierra este hermoso libro.
Polo Vallejo
Introducción
Este libro es como la vida, multicolor e integrado. En sus páginas no encontrarán áreas compartimentadas, porque la intención es desplegar los mundos tal como son, mezclados, unidos, separados, en una dinámica interactiva que posibilita la comprensión de las experiencias en toda su riqueza.
No obstante, podríamos decir que en sus páginas se desarrollan tres grandes ejes, con zonas felizmente comunes:
el lenguaje musical;
las infancias en comunidad;
la vida en las instituciones.
Encontrarán también una gran sección didáctica de bitácoras, ideas y recursos de bolsillo basados en prácticas de campo y en la vasta experiencia de mi escuela, Risas de la Tierra, donde se despliega la pedagogía artística que aquí comparto, como un modelo concreto, casi etnográfico, para inspirar tanto el trabajo individual como el de las instituciones, para aprender incluso por imitación. A través del relato de anécdotas, de la propia experiencia y de las reflexiones que se desprenden, podremos echar luz sobre la complejidad en estas áreas, aportar procedimientos y descubrir distintas maneras para crecer en sociedad. El objetivo es traer a la superficie conocimientos que pueden ser afines tanto a la educación, al arte y a la gestión cultural, como a la salud y a la crianza.
En vez de darles un manual, les propongo sumergirnos en nuestras infancias y recordar, mediante la experiencia artística, la esencia de nuestra identidad y núcleo de la vocación, con el fin de vitalizarnos, resonar, contagiar entusiasmo, crear puentes y ser aliados con las familias, desde el trabajo institucional, para avanzar juntos al servicio de las infancias. Con los chicos y las chicas, para toda la comunidad.
* * *
Este libro propone pensar lo que significa pasarla bien
en las instituciones, mirando hacia adentro y hacia afuera, para develar los talentos ocultos que construyen un camino de alegría, sentido, creatividad y logros positivos. Por eso mismo, no será un proceso arduo, gradual y esforzado, sino que vamos a desenvolver y reconocer lo que ya está dentro de nosotros, comenzando con una limpieza de oídos, desde el silencio y la escucha receptiva. Desde allí, avanzaremos hacia las polifonías institucionales, el baile en ronda y la sinfonía universal. Pinta tu aldea y pintarás el mundo
.
La intención, entonces, es precisamente entrelazar estas tres grandes áreas para que dialoguen entre sí y se sintonicen. El cómo lo vamos a hacer
es parte de la pedagogía que desarrollaré aquí: queremos hablar el lenguaje musical, desplegar el juego, despertar los sentidos, crear conexiones, compartir, ya sea en la escuela, en casa, en la calle, en la plaza, con niños, niñas o con grandes, al servicio de todos y todas; queremos hablar acerca de la felicidad, con sus luces y sombras, como un camino posible para recorrer con consciencia, en ronda y con canciones.
Como además soy música y la aventura de musicalizar, aquí y ahora, también es mi alegría, les cuento un secreto de este libro: el primer pulso que late en estas páginas es la invitación a reconocer la propia voz, en resonancia con nuestra cultura, con la voz colectiva, Solos y juntos
, como dice la zamba de Alfredo Zitarrosa.
* * *
Buen viaje, mis queridos amigos, buen viaje a los mundos musicales, con el bolso lleno de la vitalidad de las infancias en red, con la satisfacción de recorrerlo juntos y la posibilidad de compartir nuestros saberes y recursos, para enriquecer la tarea, abordar temas institucionales y encontrar soluciones para los desafíos que implica la grupalidad; un complejo recorrido con otros, donde aprendemos a reconocernos.
Como en los cuentos de antes, allá vamos, hacia el infinito y más allá, con la confianza en que tiene sentido y que, además, puede ser un buen viaje.
Tierra de cuentos
Magdalena Fleitas
Había una vez una historia que viajó de boca en boca,
navegó por la memoria y es tu puerta la que toca.
Érase un tiempo lejano, ya no recuerdo ni dónde,
o quizá era cercano, y aquí está, o tal vez se esconde.
Cuentos, cuentos y más cuentos, para abrirnos los oídos,
recordar que el tiempo es tiempo, y despertar los sentidos.
Quiero en mi vida de cuentos un conjuro de las hadas,
un verso que cada día pueda abrir puertas cerradas.
Quiero un hechizo del tiempo, un guía para el destino,
una voz que cante al viento y aliados para el camino.
Ser felices para siempre, con perdices o sin ellas,
que los cuentos me enseñaron a volver la vida bella.
Quiero hechizos y conjuros, magia y llave abreportones
para atravesar los muros y conquistar corazones.
Quiero volar en un cisne, conversar con los dragones
y que venga Pulgarcito a encontrarme los botones.
Las fuentes de este libro: el valle interior
La música se transmite desde tiempos remotos, desde el origen de la humanidad, y muchas de las palabras que digo en este libro ya han sido dichas, al igual que las experiencias ya fueron realizadas. Muchas de las ideas ya fueron formuladas por mi amiga Violeta Gainza, gran pedagoga en educación musical. Incluso las actividades son fruto de lo vivido en mi adolescencia con mi maestra Pepa Vivanco, quien me enseñó a trabajar en grupo, de manera cooperativa. Los cánones, los quodlibets y las primeras canciones transmitidas por mi profe de la infancia, Alicia Lurá, forjaron una sonoridad en mi alma, un cancionero y repertorio de juegos que todavía me acompaña y emociona. En el recorrido profesional, contacté con musicólogos geniales como Polo Vallejo, quien se dedicó a estudiar los sistemas musicales de distintas culturas, como por ejemplo el pueblo wagogo, en Tanzania, África, y luego organizó el material para transmitirlo de forma muy didáctica. Todo eso fortaleció mi relación con el canto colectivo y la construcción de rituales sonoros para acompañar la vida. En cuanto a educación y cultura, la gestión inspirada de la Chiqui González marcó un camino creativo de cómo generar mundos maravillosos para los niños y cómo transmitir con inteligencia, humor y juego. Graciela González, la fundadora y directora de El Jardín de la Esquina y Aequalis, además de tenerme paciencia cuando empecé en su institución como secretaria a los 18 años, me enseñó a pensar la pedagogía y enriquecer la tarea dentro de la sala, primero como ayudante y luego como maestra. Melina Furman me invitó a dar una charla TEDx Río de la Plata y allí comprendí el arte de transmitir, a mi manera, con su generoso acompañamiento. Fue el primer paso para reconocer mi propia voz en resonancia con la voz colectiva. Fernando Tomasenía, músico y escritor, dedicó tiempo valioso a leerme y ayudarme en el proceso de escribir. Así podría seguir nombrando muchos referentes y seres queridos que enriquecieron mi trabajo y están hoy presentes en este libro. Tengo un gran impulso de crecimiento, soy así y me gusta compartirlo. Ese es el sentido de este libro que se inspira en artistas, en la gran banda, docentes, colegas, pares, en mi familia y en el gran equipo de Risas de la Tierra.
Ronda al sol
Magdalena Fleitas (huayno)
Hay una ronda esperando en algún lugar,
es un encuentro de luces que bailan en paz.
Te invita a sumarte al abrazo, a sentir el calor,
bailar esta ronda liviana, girando hacia el sol.
Blanco en lo blanco de tierra y de cielo tendrás,
giran las flores del ceibo como un espiral.
Hay una ronda de abrazos y manos al sol,
el viento que sopla, inspira y despierta tu voz.
La vida es un regalo, baila cada día.
Con lluvia, con nubes, con sol,
traé tu alegría y sentí
que los sueños se van más allá y la tierra nos cuida.
La vida es un misterio, canta cada día.
Con lluvia, con nubes, con sol,
traé tu alegría y sentí
que los sueños se van más allá y la tierra nos cuida.
Ya no estés solo, traé tu tristeza y bailá,
se encienden el cuerpo y el alma en este girar.
Y vamos cantando en este milagro de amor,
el viento que sopla despierta tus alas al sol.
Pinta la luna en la noche vestida de azul,
vueltas y vueltas mis sueños se vuelven de luz.
La garza del río te avisa que el agua subió,
y suben tus manos al cielo volando hacia el sol.
1. El lenguaje musical y la comunidad
Desde las infancias para todos
Donde presentamos varios temas, el lenguaje musical, qué es musicalizar, nos preguntamos acerca de nuestra propia voz, conocemos un poquito de Risas de la Tierra y nos damos cuenta de que la educación, el arte y la salud se integran en la vida, desde las infancias hacia toda la comunidad.
Obertura
Musicalizar es despertar el mundo interior, compartirlo con los demás y enriquecerlo durante el camino; es una invitación a encontrarnos mediante la escucha, el juego sonoro, las canciones, los bailes; es comprender que lo musical nos abre un camino de comunicación cercano, fácil y accesible, que nos impulsa a expresarnos, a construir nuestra identidad y a tejer sentimientos de belleza y de bondad.
El acto de musicalizar nos permite reconocer la propia voz y resonar con la voz colectiva a través de la alegría del encuentro, de la apertura a la escucha, despertando los sentidos y abriéndonos, como seres resonantes que somos, a una vigilia receptiva. Como parte de esa voz colectiva nos conectamos con el sonido de nuestra tribu, de nuestra escuela, de nuestra casa, de las fuentes de donde provenimos, de los folclores que nos atraviesan, de nuestra propia cultura. Gracias a esa voz descubrimos el valor de nuestros rituales, que son puentes para la vida: rituales para darnos la bienvenida, para despedirnos, para trasladarnos de un lugar a otro, como hacen los niños y las niñas cuando cantan desde el patio hasta la sala del jardín, desde la cocina hasta la pieza, cuando ven la lluvia tras la ventana o en una mañana de sol; rituales para cantarles y bailarles a las estaciones del año, reconociendo la singularidad de cada una; rituales para los ciclos escolares, para la pequeña jornada escolar, para arrullar a un bebé que nace y también para despedir a un ser querido. En esos instantes la música se convierte en un todo indisociable con el intenso momento que nos toca transitar.
En las tradiciones rurales, sobre todo en los pueblos africanos, la música es parte de la vida cotidiana y acompaña cada momento del ciclo vital; no está separada, sino que es parte del día a día, tan naturalizada como el acto de respirar, como la conversación. La música, con toda su riqueza y complejidad, es un lenguaje. Pero en las ciudades nos pasa otra cosa: vivimos nuestra relación con la música de forma diferente, nos falta esta experiencia que nos integra. Tenemos incluso el desafío de musicalizarnos, mediante prácticas, estudios y, especialmente, a través de preguntas, con una nueva mirada que invita a reconocer, en primera instancia, que el lenguaje musical es un idioma cercano, posible, que nos expresa, que nos sintoniza con nosotros mismos y con los demás. Este proceso implica aprender a escuchar, tanto hacia afuera como hacia adentro: nos invita a despertar los sentidos, a reconocer la propia voz, lo que queremos decir y cómo queremos decirlo, pero también a construir un repertorio en conjunto con nuestro entorno, un folclore común, para integrar nuestras experiencias, para fortalecer la comunidad, generar alianzas entre las escuelas y las familias que nos permitan ir todos juntos hacia adelante, en beneficio de las infancias, de una escolarización más feliz para todas las personas que son parte de la experiencia. Pero, ¡atención!: para lograr ese objetivo, la música tiene que dejar de ser una actividad compartimentada, una clase de cuarenta minutos en un aula, una vez por semana o, con suerte, dos y solo para unos pocos elegidos. Para musicalizarnos, necesitamos que la experiencia sea parte de la vida cotidiana, en casa, en la escuela, en la plaza, y que esté disponible para grandes y chicos. Solo así podremos comunicarnos mediante la música, refinar nuestra sensibilidad y encontrar los valores más profundos que nos ofrece este puente maravilloso: la posibilidad de escucharnos, de vitalizarnos a través de la música y de construir nuestra propia voz en resonancia con la voz colectiva.
El lenguaje musical
La música es una experiencia multidimensional que involucra la energía de los cuatro elementos; es vida que suena y resuena, un alimento que nutre y sostiene; es vital, es de todos y para todos. No se trata de un patrimonio exclusivo de los músicos, ya sean vocacionales o profesionales. La música es una forma más de expresión y de comunicación humana, como el lenguaje hablado. Quienes amamos la música estamos seguros de que, sin duda, se trata de la forma de comunicación más hermosa, que no solo nos conecta con el resto de los seres humanos, sino también con la naturaleza, con lo divino y, muchas veces, con nosotros mismos.
Pero empecemos por el principio, para que no se convierta en una utopía idealizada, por más bella que esta utopía pueda parecernos. La música no es una experiencia elitista, es un derecho de todos los seres humanos y, básicamente, es una oportunidad, una invitación a vivir más felices. Hay personas que creen que para vivir la música hay que saber leer partituras o tocar un instrumento. Sí, es cierto que son conocimientos que tienen que ver con la alfabetización musical, pero la verdadera búsqueda consiste en el acercamiento a la experiencia musical, a la posibilidad de sensibilizar, de resonar con nuestro mundo interior
