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Los Toc y Toc
Los Toc y Toc
Los Toc y Toc
Libro electrónico112 páginas1 hora

Los Toc y Toc

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Los Toc y Toc se hicieron picapedreros, el árbol los protegió y arropados por las estrellas durmieron.

Una gallina ha visto a los Rocavara picar piedras y como le ha dado en el pico que ellos y sus descendientes serán grandes picapedreros que construirán pirámides, calzadas, murallas, castillos... ha decidido cambiarles el nombre y llamarles los Toc y Toc.

Los Toc y Toc han pasado algunas vicisitudes como enfrentarse a un volcán en erupción y sobrevivir a un pantanal de papiros lleno de cocodrilos e hipopótamos. Han visto un eclipse solar y siguiendo el Nilo han llegado hasta el mar Mediterráneo, por el cual han navegado y se han salvado. Juntos y con la experiencia de Drina y Curro han salido adelante.

Rasim y Tari, que siguen locos por la música, han vuelto a visitar la Tierra y después de pasar algunas aventuras han enseñado a cantar a Monguvu, Riqui y Kouchi.Rasim y Tari han explicado a un amigo suyo, logotín Delicado, que en la Tierra hay unos seres vivos maravillosos que son las flores. Delicado ha bajado a la Tierra a comprobarlo y después de pasar algunos malos ratos y, todo hay que decirlo, ayudado por algunos Xperiens, ha cumplido su misión.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento21 may 2021
ISBN9788418500954
Los Toc y Toc
Autor

Azucena Casado Fernández

Azucena, nacida en Barcelona, es licenciada en Informática e Historia. Actualmente, trabaja gestionando proyectos de desarrollo web. En su tiempo libre, le apasiona la historia, la lectura de todo tipo de novelas y la danza. Junto a su hermano Guillermo han creado el mundo de los Rocavara y los Toc y Toc. Su pasión por la prehistoria es lo que empujó a ambientar estas historias en los homínidos.

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    Los Toc y Toc - Azucena Casado Fernández

    1. El mono Tico

    Hola, soy el mono Tico. Menudo trauma he tenido. Estaba en los árboles con mi mamá cuando ha aparecido una gran familia de papiones. No nos ha dado tiempo a escapar. Yo, aterrorizado y con la cabeza metida en los pelos de mi madre, he sentido los gritos de terror de mis amigos. Más tarde he percibido como las ramas de los árboles se movían estrepitosamente. La rama donde estábamos mi madre y yo se ha roto y nos hemos caído al suelo desde una altura considerable. Con el golpe me he quedado como atontado y mis manos han perdido los pelos de mi madre. De pronto, he visto entre la hojarasca como esos terribles monos se han llevado a mi mamá. Ni me he movido. No me han visto. He pasado un rato escuchando gritos de terror de mi familia y no podía dejar de temblar y de cerrar los ojos. Solo quería volver a estar en el regazo de mi madre. Al poco rato ya no he escuchado los ladridos de los babuinos.

    Me duele la mano, me duele mucho, me duele un montón. ¿Dónde está mi mamá? «¡Mami, mami, mami!». Cómo me duele la mano, no la puedo mover y la tengo muy hinchada. ¡Ay, ay, ay!

    De pronto, una mano ha apartado las hojas y he visto la cara de un Rocavara. Casi me muero del susto. Me ha cogido suavemente y me ha hecho caricias. Me ha llevado con su familia, y una vieja canija y otra mujer muy guapa me han mirado la mano. Yo no digo esta boca es mía, solo me acuerdo de mi madre. Estoy muerto de hambre. La vieja me ha tapado la cara y del dolor casi me desmayo, pero ya no me duele el muñón. Estoy que me muero de hambre. Ya me han dado de mamar. Ya comienzo a sentirme mejor.

    Walter ahora es como mi madre, siempre voy agarrado de sus pelos y enrollo mi cola en su brazo. Me desparasita, me hace cosquillas, mastica la comida y me la da. No para de rascarme y atusarme el pelo. Me pone en su hombro, en su cabeza y también muchas veces me balancea. Con él me lo paso chachi.

    Yo también le enseño a Walter mi lenguaje y ya ha aprendido cómo decimos en nuestro idioma «serpiente venenosa», «águila» y «leopardo».

    Ya estoy muy contento, tengo una nueva familia que no cambio por nada. Paso de unas manos a otras y todos me quieren, solo me mira raro Curro, que siempre está diciendo: «¡Vivir para ver!».

    Ya tengo una nueva familia que me cuida y también tengo una teta. Una teta es una teta, aquí y en Vladivostok.

    ¿Qué dices, tronco?, ¿que no sabes qué es Vladivostok?

    Es una ciudad del este de Rusia, el país más extenso del mundo.

    Soy mono, pero no tonto.

    2. Curro escucha la tierra

    Hola, soy Curro. Estoy muy preocupado. Ya hace un día que se han marchado casi todas las aves. Me he puesto de rodillas y he escuchado la tierra. Se han puesto en movimiento grandes manadas. Están huyendo de la montaña Leoncia. Hemos de esperar para ver hacia dónde se dirigen, porque si nos pillan en medio, nos aplastarán.

    He puesto mi oreja en su piel

    y la tierra me ha susurrado

    que la gran migración ha comenzado.

    3. El pájaro Picabueyes

    Hola, esto da miedo. Soy un pájaro muy pájaro, me llamo Picabueyes. Algo va a pasar, otros pájaros se han marchado, pero yo voy a esperar porque se dirigen hacia aquí manadas de patimóviles huyendo del volcán, y yo me marcharé con la despensa.

    Para pasar el rato, desde una rama me he puesto a mirar a un monillo que, como yo, siempre va motorizado encima de un piojoso Rocavara. Después me he quedado medio dormido. Me he despertado sobresaltado, la tierra se mueve. ¡Madre mía! Menuda polvareda. Casi no se puede respirar. Ya lo distingo, menuda migración de patimóviles. Las primeras, los radares rayados, las cebras, dirigen la migración porque son las más prudentes y sabias. Y detrás, elefantes, jirafas, topis, gacelas, ñus… No había visto en mi vida nada igual. ¡Madre mía, cuánta comida!

    Bueno, primero voy a subir al ascensor, desde la cabeza de la jirafa veo todo el panorama. Lo dicho, todos huyendo del volcán, los que van más separados son los búfalos y es que todos temen sus estampidas. Pero a mí no me dan miedo. Volando hacia las locomotoras, me coloco en la cabeza del búfalo, me mira y está contento. Pues a comer garrapatas y pulgas. Después un poco de mocos bien sabrosos y de postre un buen picotazo y un buen trago de sangre. Hoy no podré hacer la siesta en un árbol. Además, el búfalo está nervioso, estaré con cien ojos no me dé un latigazo con la cola o se enfurruñe. A

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