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Nuestras charlas a los matrimonios: La transcripción de los consejos que Hilda y Marcelo Laffitte depositaron en el corazón de muchas parejas
Nuestras charlas a los matrimonios: La transcripción de los consejos que Hilda y Marcelo Laffitte depositaron en el corazón de muchas parejas
Nuestras charlas a los matrimonios: La transcripción de los consejos que Hilda y Marcelo Laffitte depositaron en el corazón de muchas parejas
Libro electrónico127 páginas1 hora

Nuestras charlas a los matrimonios: La transcripción de los consejos que Hilda y Marcelo Laffitte depositaron en el corazón de muchas parejas

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Este libro refleja, casi textualmente, algunos de los talleres, conferencias o predicaciones que Hilda y Marcelo Laffitte han dictado en los últimos años. El lector advertirá rápidamente un estilo coloquial y sencillo, propio de una transcripción de charlas. Esto conforma un libro ameno y muy fácil de leer y comprender. En algunas de las conferencias se ha incluido hasta el saludo inicial de los oradores para acentuar lo que realmente son: charlas a matrimonios ofrecidas en un ámbito de confianza y cercanía. Y lo más importante: Son talleres que sintetizan todo el caudal de experiencia que Hilda y Marcelo han sabido capitalizar en sus muchos años de casados.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 ene 2021
ISBN9789874435958
Nuestras charlas a los matrimonios: La transcripción de los consejos que Hilda y Marcelo Laffitte depositaron en el corazón de muchas parejas

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    Nuestras charlas a los matrimonios - Hilda Laffitte

    Claves para futuros esposos o recien casados

    Muchos creen, equivocadamente, que al casarnos se arreglan todos nuestros conflictos. Como el matrimonio comienza con una luna de miel, dan por descontado que todo lo que sigue es dulce. La psicóloga y escritora Lynne Darling dice: Después de todo, los matrimonios comienzan con una falsa ilusión bajo los efectos de la droga del amor. Y con una mentira, si el hecho de no saber quién es uno y quién es el otro puede llamarse una mentira.

    Por eso es bueno escuchar a quienes, como es el caso de Hilda y mío, hablamos y aconsejamos desde la profundidad de la experiencia. Es verdad que la luna de miel es muy fugaz y al poco tiempo de casados nos damos cuenta que esta cosa de convivir bajo un mismo techo en armonía tiene sus bemoles. Pero debemos ser, aparte de realistas, muy optimistas por una sola razón: a diferencia de los miles y millones de matrimonios que luchan por la felicidad con sus propias fuerzas y sus propios razonamientos, nosotros, los que un día hemos aceptado a Cristo y le hemos dado la bienvenida en nuestros corazones al Espíritu Santo, no peleamos la batalla solos.

    ¡Pero cuidado! Podemos ser cristianos que se ocupan poco de la fe (la fe debe fortalecerse cada día) y entonces la posibilidad de llevar una vida victoriosa estará un poco más lejana. Por eso, a los que están por casarse, a los que han comenzado hace poco a transitar el camino del matrimonio y en definitiva a todos los matrimonios creyentes, nuestro primer y gran consejo es este:

    Si lo que buscamos es un matrimonio feliz y armonioso hay un elemento que no puede faltar: la presencia de Dios en medio de la casa.

    Pero no hablamos de un Dios dominguero o esporádico sino de un Dios diario y permanente que interviene en nuestras decisiones y acciones.

    Con Hilda muchas veces hemos estado en la encrucijada de no saber qué hacer. ¿A quién le hemos preguntado cómo seguir? Al Señor. Y hemos esperado su respuesta antes de actuar.

    Por eso el primer consejo en este tiempo previo al casamiento y en los primeros tiempos de casados es este: Reforzar la fe. Revitalizarla, tomar la decisión de tener una relación más estrecha con el Señor. Esto, no lo duden, hará la diferencia. Permítanme preguntarles: ¿Cómo definirían ustedes su fe? ¿Débil? ¿Fuerte? ¿Dominguera? ¿Permanente?

    En su Palabra, el Señor nos invita a examinarnos interiormente para comprobar cómo está nuestra fe.

    Escudríñame, oh Señor, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. Salmos 26:2

    Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. 2 Co 13:5

    ¿Alguna vez me casaré? ¿Está cerca el fin de mi búsqueda? Hay lámparas que quiero encender; y espero encenderlas juntos.

    Esta etapa que ustedes van a comenzar no funcionará, insistimos, con una fe light, con una fe pobre y débil.

    Pregúntenle a cualquier matrimonio con varios años de casados y todos les van a decir lo mismo: Sin Dios nuestra pareja estaba destinada al fracaso. (Esto lo dice Silvia Himitián en su sólido libro Casamiento: ¿sueño o pesadilla?)

    ¿Por qué ponemos tanto énfasis en fortalecer la fe en Dios?

    Porque el único modelo de matrimonio que puede llegar a buen puerto es el modelo M3: Matrimonio de tres: La pareja y Jesucristo. ¡Ese sí que es un cordón triple que no se rompe!

    Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto. Eclesiastés 4:12

    Somos tan difíciles y tenemos tantas limitaciones que si el Espíritu Santo no sigue moldeando cada día nuestro carácter el matrimonio no funcionará. Poco y nada puede hacerse usando solamente nuestras fuerzas humanas y nuestra voluntad.

    Y si no tenemos grabadas a fuego las enseñanzas de Jesús en nuestros corazones, hay fracaso seguro.

    ¡Esos dos factores operaron el milagro de nuestras vidas: el Espíritu Santo y las enseñanzas de la Biblia fueron claves en nuestro matrimonio!

    ¡Y si Dios lo pudo hacer durante tantos años en nuestras vidas, puede hacerlo en ustedes también!

    Por eso, en lugar de idealizar, en lugar de dejar todo librado al romanticismo de los poetas, el mejor camino es estar preparados: Guerra anunciada no mata gente. Y en el matrimonio a veces se desatan batallas. Sepan que la luna de miel muchas veces se convierte en luna de hiel. Pero también es cierto que la hiel después se endulza nuevamente.

    Algunos se aman tanto y se llevan tan bien que suponen que nunca enfrentarán crisis.

    Pero la vida real y la convivencia del día a día nos van a plantar indefectiblemente ante situaciones difíciles que solamente con la ayuda de Dios podremos salir.

    Un arma poderosa: la oración de la pareja

    La oración en conjunto del matrimonio es un arma muy eficaz que permite arribar a la solución de muchos problemas. ¡Vaya si lo hemos experimentado! ¿Y por qué orar juntos? ¿Y por qué tanto énfasis en fortalecer la fe y tener cerca a Dios?

    Porque de lo contrario, no vamos a poder entender el verdadero propósito del matrimonio que fue dado precisamente por Dios. La oración no es solo un tema de pedir y recibir. Pensar así es minimizarla. Mientras oramos tomados de la mano Dios revela verdades, revela su voluntad. Si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que está en el cielo se lo dará…Mateo 18:19.

    ¿Alguna vez me casaré?

    Hay secretos que mi corazón anhela decir a alguien que busca lo que yo busco, y quiere que busquemos juntos.

    Estas charlas que damos con tanto gusto con Hilda, exigen dejar muy en claro el propósito de Dios para la familia ya que esto dará sentido y razón a todos los temas que sigan.

    La pregunta clave que deben hacerse ustedes es: ¿Para qué nos vamos a casar?

    Muchos simplemente no saben que Dios hace todo con un propósito. Entonces no se hacen preguntas.

    Se casan

    Trabajan

    Se esfuerzan

    Adquieren cosas

    Tienen hijos

    …Pero no saben por qué y para qué hacen todo esto.

    Si le preguntamos a muchos novios próximos a casarse ¿Para qué se casan? El 90 por ciento no podrá dar una respuesta correcta.

    Planean muchísimos detalles del casamiento: el vestido, la fiesta, el viaje, los muebles, la lista de invitados, el departamento… Pero muy pocos se han hecho

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