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El apagón analógico: Y el despertar del periodismo digital
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Libro electrónico339 páginas4 horas

El apagón analógico: Y el despertar del periodismo digital

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"En medios de constantes cambios, el periodismo hacia todo lo posible por adaptarse a los tiempos de la sociedad red, que caminaba bajo la estela digital y la ubicuidad comunicativa. Los procesos de reconfiguración en marcha incentivaban las prisas, lo que favoreció la improvisación y el desconcierto en muchas estrategias. Con todo, a pesar de las dificultades, la necesidad de afrontar desafíos y la constante innovación alimentaron la
ilusión por emprender la conquista de nuevos tiempos para el periodismo durante la primera etapa de la transici6n al escenario digital, en el que convivían y competían medios migrantes digitales y nativos digitales".

Xosé López García
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 dic 2020
ISBN9789978775158
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    El apagón analógico - Paúl Mena Mena

    digital.

    EL ANÁLISIS Y LA VISUALIZACIÓN DE DATOS EN LA INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA: UNA REVISIÓN DE CINCO CASOS LATINOAMERICANOS

    Paúl Mena Mena, MLitt

    University of Strathclyde, Glasgow, UK

    hpaulmena@gmail.com

    RESUMEN

    En Latinoamérica cada vez es más común que las investigaciones periodísticas se sustenten en el análisis de datos, y que sus publicaciones vayan acompañadas de visualizaciones de los mismos. Ante este escenario cabe preguntarse: ¿de qué manera el análisis y la visualización de datos se han integrado a la metodología de la investigación periodística? A partir del estudio de los cinco proyectos que fueron galardonados con el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación entre 2013 y 2018, el presente ensayo muestra que el trabajo con bases de datos ya no se utiliza solo para contextualizar y profundizar los hallazgos de una investigación, sino que los periodistas usan los datos como fundamento para confirmar sus hipótesis planteadas previamente, para abrir nuevas líneas de investigación e, incluso, para consolidar sus revelaciones mediante la construcción de bases de datos propias. Además, este ensayo expone cómo ha ido creciendo la aplicación de técnicas narrativas basadas en datos para crear visualizaciones con el fin de explicar de mejor manera las revelaciones de las investigaciones periodísticas. Para entender qué implicaciones epistemológicas se derivan del trabajo con datos, este artículo hace un recorrido teórico sobre la definición y la metodología del periodismo de investigación, se discute el lugar que ocupan los datos en la investigación periodística, y se repasan las técnicas narrativas basadas en datos que han sido aplicadas al trabajo periodístico.

    INTRODUCCIÓN

    El periodismo de datos ha ganado terreno en los medios de comunicación latinoamericanos en los últimos años. Importantes medios han integrado en sus redacciones a equipos combinados de periodistas y programadores dedicados exclusivamente al desarrollo de esa disciplina. Su influencia también ha dejado marca en la metodología aplicada a las investigaciones periodísticas. Este tipo de publicaciones expone la gran cantidad de datos que los periodistas deben ordenar y analizar para comprobar sus hipótesis, lo que supone el uso de técnicas asistidas por computador para evitar el naufragio en un mar de datos. Asimismo, cada vez es más usual que los reportajes investigativos vayan acompañados de visualizaciones de datos, desde tablas hasta aplicaciones, para dar sustento a los que revelan. Esto deja ver cómo el análisis de bases de datos se ha integrado a la metodología de la investigación. Para dar cuenta del espacio que ese tipo de trabajo ha ganado en la investigación periodística latinoamericana, el presente ensayo estudia los reportajes que ganaron el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación, el galardón más importante de la región, entre 2013 y 2018. Al momento de elaborar este estudio, aún no se celebraba la edición 2019 del premio. Este trabajo parte de una discusión teórica sobre el periodismo de investigación, sobre el lugar que el análisis de datos ocupa en la metodología de la investigación periodística y sobre las técnicas narrativas impulsadas por datos. Estas consideraciones teóricas sirven de insumo para el análisis de las investigaciones ya mencionadas.

    EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

    La discusión sobre si todo periodista es investigativo o, al menos debería serlo, suele ser recurrente en las aulas donde se preparan los futuros reporteros. Si bien la cobertura de una noticia requiere de una mínima investigación previa, esto no hace que esa publicación sea considerada como investigativa. Tampoco el hecho de que en los medios televisivos y radiales se llame investigación al trabajo que hacen los reporteros para recolectar la información que servirá de insumo para cualquier tipo de reportaje. Lo que hace que el periodismo de investigación sea considerado como tal son tres características: primero, que su objetivo sea revelar algo que un grupo de poder ha mantenido oculto con el fin de preservar sus intereses; segundo, que esa revelación sea de interés público; y, por último, que sea el periodista quien realiza la investigación, no una autoridad cuyo informe sale a la luz gracias a la publicación de un medio (Santoro, 2004; Atwood, 2010). Estas tres condiciones esenciales hacen de la investigación una disciplina diferenciada de otros tipos de periodismo.

    Varios autores agregan otras características que distinguen al periodismo de investigación. La mayoría coincide en la recolección de gran cantidad de documentos, tanto públicos como privados (Atwood, 2010; Dinges, 2010; Hunter, 2013; Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002). El periodismo anglosajón llama documents state of mind a la habilidad de reconocer, recolectar, ordenar y analizar la mayor cantidad de papeles que se producen alrededor de un asunto (Dinges, 2010; Houston, 2010). Un documento lleva a otro y este a otro, debido a los hechos que cada uno va evidenciando. De esta manera, es común que los reporteros se llenen de papeles y que los testimonios queden en segundo plano como validadores de datos. Otro elemento diferenciador del periodismo de investigación es el tiempo prolongado que el periodista dedica al proyecto (Hunter, 2013; Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002). El trabajo no se publica hasta que la información no esté completa. Esto no sucede en la cobertura diaria, pues la historia que se publica incompleta un día puede ampliarse en la edición siguiente. En definitiva, el periodismo de investigación es una disciplina que requiere la revisión de una gran cantidad de documentos, sin importar el tiempo que esto conlleve, pues el objetivo es abarcar la mayor cantidad de aristas alrededor de la historia.

    Si bien los pasos a seguir en una investigación periodística divergen según cada autor, existen criterios comunes que permiten establecer ciertas normas generales al momento de plantear una metodología. Esas divergencias se dan por varias razones. Primero, hay que considerar que algunos autores advierten que el método no es una camisa de fuerza inamovible, sino que su aplicación depende de cada proyecto; además, el esquema de investigación tiene principalmente fines didácticos y difícilmente puede aprehender la flexible y compleja realidad (Santoro, 2004; Dinges, 2010). Asimismo, hay que tomar en cuenta que algunas propuestas hacen hincapié en que no se trata de seguir un paso tras otro, sino que las etapas se deben aplicar de manera simultánea (Santoro, 2004; Atwood, 2010). Por último, cada autor decide extender una fase o aplicar recursos extras de acuerdo con su experiencia previa. Por estas razones es que se registran diferencias entre las propuestas metodológicas. Por ejemplo, hay divergencias sobre el momento en que se debe delimitar el tema de investigación. Mientras el periodista argentino Daniel Santoro (2004) propone hacer la delimitación antes de plantear la hipótesis, el periodista estadounidense Roger Atwood (2010) anota que hay que hacerlo después. Otros desacuerdos son más significativos. Tras la elaboración de la hipótesis, Atwood plantea que se debe presentar el proyecto al director del medio, no sin antes establecer cuál será el mínimo de revelaciones a conseguir. El investigador estadounidense John Dinges (2010) agrega que, junto con esa declaración de resultados mínimos, el periodista debe exponer todas las evidencias² que posee hasta ese momento para darle fuerza a su plan. El investigador francés Mark Lee Hunter (2013) va más allá, pues añade que se debe hacer un cronograma, un presupuesto y un plan de promoción de la historia que será dirigido a la audiencia. En todo caso, los autores analizados coinciden en que antes de iniciar la recolección de la información, es necesaria la planificación, cuyo núcleo es el planteamiento de la hispótesis, la misma que deberá ser corroborada o negada más adelante. Esta es la primera etapa de la investigación.

    TABLA 1

    EL MÉTODO DE INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA

    IllustrationIllustration

    La siguiente fase es la de reportería. Los métodos revisados coinciden en que las fuentes, tanto documentales como personales, se deben consultar desde lo general a lo particular. Hunter (2013) recomienda consultar todas las fuentes abiertas, que son de acceso público, antes de consultar a las fuentes personales. Además, los autores consultados siguen el modelo from the outside in, planteado por los investigadores del The Philadelphia Inquirer, James Steele y Donald Barlett (Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002). El modelo propone hacer un esquema de círculos concéntricos donde el investigado se encuentre en el centro y, a su alrededor, los personajes con los que se relaciona, dependiendo de su cercanía: los más alejados afuera y los más cercanos adentro. Los primeros en ser consultados serán los más apartados. Paulatinamente, el periodista debe ir cerrando los círculos hasta que, al final y solo al final, contacta al protagonista de la trama para la entrevista de contrastación. Dinges (2010) hace una clasificación de fuentes personales para determinar en qué orden deben ser consultadas. Para este autor, primero se debe contactar a las fuentes de conocimiento indirecto, que son expertos en el campo que se está investigando. Los académicos, los activistas y otros investigadores o periodistas entran en esta clasificación. Luego hay que ir por las fuentes de conocimiento directo: los testigos, las víctimas y los posibles culpables. La contrastación con los personajes cuestionados se realiza al final por cuestiones de estrategia y seguridad, pues si un poderoso se da cuenta de que alguien está siguiendo sus pisadas, lo más probable es que intente destruir evidencias importantes o que utilice su influencia para obstaculizar o, incluso, parar al periodista.

    La tercera fase es el análisis de la información obtenida y, para ello, los autores ofrecen una serie de técnicas. La primera es el archivo tanto físico como digital de los documentos. Esto permite ahorrar el tiempo que se puede desperdiciar en la búsqueda de información ya obtenida. Además, Santoro (2004) y Dinges (2010) recomiendan la elaboración de un memorándum, que es una especie de diario donde el periodista anota qué hizo cada día, pues advierten que el reportero puede perder el control entre tanta información. Para cruzar los datos que se van recopilando, Santoro (2004) propone hacer un cuadro de doble entrada: en el lado de las columnas se colocan datos como direcciones, teléfonos, abogados, contadores y otros datos; y en el de las filas, los principales sospechosos de la investigación. El objetivo es corroborar si existen conexiones entre los personajes como, por ejemplo, si comparten el mismo teléfono, dirección, contador o encontrar cualquier otra coincidencia. Otra técnica recomendada por Santoro (2004) es la elaboración de una línea de tiempo, en la que se ordenan cronológicamente las actividades realizadas por los investigados. De esta manera, pueden aparecer relaciones entre hechos que de otra manera parecerían desconectados (Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002; Santoro, 2004). La idea de recopilar datos en un solo archivo para ubicar conexiones también es retomada por Hunter (2013), pero de manera más ambiciosa. Él propone la elaboración de un archivo maestro, que consiste en registrar todos los datos en un documento de texto o en una hoja de cálculo. Deben quedar las transcripciones de entrevistas, los extractos de documentos, la información de las fuentes, las anotaciones del periodista… en suma: todo. Esta técnica equivaldría a una síntesis del archivo, el memorándum, la cronología y la tabla para cruzar datos. Al final, todos los investigadores coinciden en que, si los resultados de la reportería y su análisis contradicen la hipótesis, esta debe ser perfeccionada tantas veces cuantas sea necesario. Por último, queda la etapa de producción, en donde se redacta y edita el reportaje. En definitiva, la investigación periodística se lleva a cabo en cuatro momentos —planificación, reportería, análisis y producción— que operan simultáneamente (Ver Tabla 1).

    LOS DATOS EN LA INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA

    Uno de los mayores retos de la investigación periodística es no naufragar en un mar de datos inconexos. Los métodos analizados dejan ver la gran cantidad de documentos y testimonios que los investigadores tienen que recopilar y analizar para poner a prueba sus hipótesis. Santoro (2004), por ejemplo, plantea que el primer paso de la reportería es buscar los antecedentes de todos los personajes involucrados y propone una lista de quince fuentes dónde conseguirlos aunque, dependiendo de la organización burocrática de cada país, el número de instituciones a consultar puede incrementarse. Junto con los documentos y testimonios van apareciendo datos. Lo que permite el método de investigación es encontrar las conexiones entre esos datos. Por ejemplo, si salta a la vista que una empresa está acaparando los contratos de una institución pública, se revela un dato interesante. Siguiendo el método de investigación, se podría corroborar si esa compañía tiene relación con algún funcionario de esa institución. Lo que se necesita es encontrar los nexos.

    La investigación periodística también trabaja con estadísticas. El método sugerido por Atwood (2010) recomienda que el periodista establezca lo que el autor llama la práctica generalizada o la situación normal del tema que está indagando. Para comprender este concepto, pone como ejemplo un reportaje que denunció la falta de atención médica a niños que sufrían el síndrome de Chediak-Higashi, los llamados niños grises, en el estado de Táchira, en Venezuela. Uno de los puntos claves de la historia, resalta el autor, fue que la periodista logró mostrar que la tasa de incidencia de esa enfermedad era muy alta en esa región. Esa era la situación normal. Atwood (2010) indica que el análisis estadístico permite entender el fenómeno para después describírselo al lector, pero para ello no solo es necesario mostrar las cifras, sino también darles contexto y explicación. Una base de datos puede aportar de diferentes maneras a una investigación: puede revelar una tendencia, encontrar patrones, identificar un caso inusual, dar profundidad o proveer contexto (Houston, Bruzzese, & Weinberg, 2002; Lehren, 2018). Lo fundamental es que el dato que salga del análisis estadístico no quede aislado, sino que se conecte con los otros elementos de la investigación.

    Los trabajos que incluyen análisis de bases de datos no dejan de lado la reportería de a pie, las entrevistas, ni la búsqueda de documentos. El periodista estadounidense Andrew Lehren (2018) cuenta que cuando participó en la investigación Iraq War Logs, que expuso los archivos secretos de seguridad filtrados por el soldado Chelsea Manning a Wikileaks en 2010, pudo revisar el contenido de los casi 400 mil reportes militares gracias al conocimiento de herramientas de bases de datos. Sin embargo, eso no fue suficiente. Lehren también fue tras los registros públicos: auditorías, contratos, transcripciones de audiencias y noticias. Esto le permitió establecer una lista de cien contratistas de seguridad privada involucrados en la guerra de Irak. El periodista corrió ese listado en los archivos filtrados haciendo nuevas consultas, para asegurar que no se le había escapado algún detalle. Complementar el análisis de bases de datos con reportería tradicional fue un acierto, concluyó el reportero. Si bien la masiva digitalización de la información obliga a la construcción de un nuevo perfil de periodista, esto no implica que el uso de nuevas tecnologías deje de lado las técnicas tradicionales ni que la investigación se confine a un trabajo de escritorio (Hahn & Stalph, 2018; Houston, 2004).

    El periodismo de datos, también llamado periodismo dirigido por datos (Data-Driven Journalism, DDJ) o reportería asistida por computador (Computer-Assisted Reporting, CAR), ofrece varias herramientas al periodismo de investigación. Houston, Bruzzese y Weinberg (2002) han identificado cinco herramientas básicas que tienen vigencia hasta la actualidad. La primera son las bases de datos oficiales que se encuentran en los sitios web de las instituciones públicas, aunque también se las puede obtener a través de pedidos de acceso a la información. La segunda herramienta son las hojas de cálculo, que permiten computar los registros de esas bases. También están los administradores de bases, con los que se puede agrupar, filtrar, resumir, unir o comparar enormes cantidades de registros. Otra herramienta son los visualizadores, que permiten graficar los datos en tablas, cuadros y mapas, e incluso diseñar infografías e historias interactivas. Por último, están los programas de estadística, a través de los cuales se pueden identificar patrones significativos en una base de datos. En la actualidad, existen programas informáticos que reúnen varias de las herramientas aquí descritas y otras adicionales como, por ejemplo, la capacidad de recolectar y limpiar datos. Chevalier y otros (2018) ofrecen un catálogo de herramientas utilizadas por nueve especialistas -periodistas, diseñadores e investigadores académicos-, donde se incluyen a trabajadores de The Washington Post, The Guardian y Spiegel Online. Entre las herramientas de acceso gratuito calificadas como de capacidad media-alta y alta están D3, R, Python, JavaSript y Tableau.

    Desde mediados de la primera década del presente siglo, varios medios estadounidenses y británicos han contratado programadores informáticos dentro de sus redacciones, que son reconocidos como periodistas programadores (programmerjournalists). El profesor Paul Bradshaw (2018) apunta que la incorporación de esos profesionales y la adopción de técnicas para analizar datos han ofrecido una alternativa al trabajo investigativo basado en la elaboración de hipótesis. Esto (el uso de hipótesis) puede ser útil para enfocar una investigación, pero también puede pasar por alto información que puede conducir a historias más importantes (Bradshaw, 2018, la traducción es mía). Es decir que el análisis de datos no se usa solo para confirmar o negar una sospecha, sino para descubrir nuevos lineamientos de la investigación.

    Los investigadores Sylvain Parasie y Eric Dagiral (2012) señalan que, si bien el principal deber de los programadores en una redacción es diseñar visualizaciones, estos profesionales, que en su mayoría están relacionados a movimientos activistas que promueven el software libre y el gobierno abierto, han desarrollado una nueva epistemología³ que pone en cuestión el modelo establecido de cómo los datos pueden aportar a una investigación. Los autores identifican tres proposiciones extraídas del trabajo de los programadores, las mismas que cuestionan la forma en que el periodismo tradicional mira al procesamiento de datos.

    La primera pone en duda la concepción de la noticia. Los programadores la ven como información estructurada. Esto implica que la noticia no debe ser considerada como algo que está escondido en las bases de datos y que el periodista tiene que descubrir usando conceptos estadísticos (Houston, 2004). Para los programadores, lo importante es que la base de datos esté completa y que sea los más granular posible, es decir, que su unidad de descripción no sea general (países, regiones, estados, provincias o ciudades), sino específica (personas, cuadras, manzanas, escuelas, hospitales…). Si cumple estas condiciones, la base es en sí misma la noticia. No esconde nada. Otra implicación de esta tesis es que las bases ya disponibles no deberían ser consideradas como la única herramienta legítima en que los datos apoyan una investigación periodística, sino que hay otra alternativa: todo lo que los reporteros recolectan es susceptible de ser estructurado en una nueva base. Parasie y Dagiral (2012) plantean que estas técnicas (computacionales) permiten que una base sea diseñada a partir de datos heterogéneos -números, palabras, fotos, etc.- (pág. 863, la traducción es mía). Considerar a la noticia como información estructurada rompe las barreras con que el periodismo tradicional mira el potencial de los datos para apoyar una investigación.

    La segunda proposición está relacionada al diseño de herramientas que permitan a la audiencia explorar los datos directamente. Los programadores sostienen que el público no solo debería tener la posibilidad de chequear los datos, sino también de combinarlos y usarlos para sus propios propósitos (Parasie & Dagiral, 2012). Esto pone en cuestión el rol mismo del periodista, que tradicionalmente ha sido considerado como un mediador entre la audiencia y la realidad (Restrepo, 2004). No obstante, los investigadores Stolper, Lee, Riche y Statsko (2018) advierten sobre los riesgos de brindar a los lectores una exploración sin límites. Previenen que, si los consumidores pudieran cambiar la visualización significativamente, los datos presentados podrían dejar de tener consistencia con la narrativa que está a su alrededor; además, que el lector podría perderse ya sea por la carga o la filtración exageradas de datos. Frente a ello, estos autores proponen proveer herramientas de exploración contraladas por el periodista. Lo que es imperativo para los programadores es que las herramientas de exploración de datos ayuden a que los ciudadanos puedan tomar decisiones en su vida diaria. Para ellos, el periodista debería dejar de tener un papel central y permitir que los lectores contribuyan legítima y activamente en el proceso (Parasie & Dagiral, 2012).

    La última tesis se relaciona con la posibilidad de reducir la dependencia que los periodistas tienen con las agendas gubernamentales. Si bien el descubrimiento de irregularidades en el gobierno ha sido una tradición en el periodismo de investigación, los programadores cuestionan que, en gran medida, esas revelaciones dependen de la disposición del mismo gobierno para transparentar su gestión (Parasie & Dagiral, 2012). La propuesta se entiende bien en el contexto donde los investigadores realizaron el estudio: Chicago. Ahí las autoridades locales publican periódica y automáticamente bases de datos que permiten a los programadores formar sus propias bases enfocadas a rendir cuentas al gobierno federal. De acuerdo con el estudio, el 47% de los proyectos de periodismo de datos publicados por el Chicago Tribune entre el 2009 y 2011 se realizaron con bases diseñadas por el propio equipo del diario, mientras que esa cifra fue de apenas el 7% en las publicaciones hechas entre 2002 y 2009. Con estas herramientas de investigación, subrayan los autores, la revelación de irregularidades depende menos de las autoridades al interior del gobierno federal.

    En definitiva, el estudio de Parasie y Dagiral (2012) revela cómo la incorporación de programadores a las redacciones ha generado tensiones con respecto a la tradición periodística. Las tesis extraídas del trabajo de esos especialistas amplían la noción que se tiene de noticia, alientan la participación de las audiencias en la producción de contenido y brindan una alternativa para evitar la dependencia que puede tener el periodista con respecto a las autoridades para revelar irregularidades.

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