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Los feminismos ante el islam: El velo y los cuerpos de las mujeres
Los feminismos ante el islam: El velo y los cuerpos de las mujeres
Los feminismos ante el islam: El velo y los cuerpos de las mujeres
Libro electrónico260 páginas3 horas

Los feminismos ante el islam: El velo y los cuerpos de las mujeres

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Velo, hiyab, niqab, burka… ¿qué diferencias hay entre ellos? ¿Por qué se prohíbe el velo en algunos países occidentales? Estas preguntas son fundamentales para la historia de las mujeres en el mundo musulmán y en Europa, especialmente desde los feminismos. ¿Cómo actúan estos con respecto al pañuelo y a las mujeres musulmanas? ¿Reproducen la visión occidental más extendida de que el hiyab solo puede ser sumisión?, ¿o reconocen el velo como parte de la diversidad de mujeres y de feministas? ¿Se puede llevar pañuelo y ser feminista al mismo tiempo? Este libro muestra la pluralidad de posiciones en los feminismos, como la hay también en las prácticas con respecto al hiyab. Por tanto, el conocimiento del contexto es fundamental para entender qué significa un pañuelo: el velo puede contribuir a la opresión o ser utilizado para hacerle frente.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 mar 2021
ISBN9788413521510
Los feminismos ante el islam: El velo y los cuerpos de las mujeres
Autor

Laura Mijares

Arabista y profesora del Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, donde dirige el Grupo de Investigación GRAIS (Grupo de Análisis sobre Islam en Europa). Es directora del proyecto de investigación “Socialización familiar y educativa de la juventud musulmana: el tránsito del capital social y político”. Es autora de numerosas publicaciones en el campo de la sociología de las comunidades musulmanas en relación con el género, la juventud y la islamofobia. Entre sus trabajos destacan el monográfico Aprendiendo a ser marroquíes. Inmigración y diversidad lingüística en España (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006), así como la coordinación en 2018 del número especial “Islamofobia y racismo antimusulmán. Un análisis multidisciplinar desde las prácticas”, de la Revista de Estudios Internacionales Mediterráneos (REIM)..

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    Los feminismos ante el islam - Laura Mijares

    INTRODUCCIÓN

    Para muchas feministas socializadas en España y en Europa, la reflexión sobre el pañuelo y sobre las mujeres musulmanas en general las conduce a un dilema moral y político cuyas consecuencias son devastadoras para la construcción de sus posiciones y las del propio feminismo. Por un lado, condenan, como no podría ser de otra manera, la violencia a la que las mujeres se ven expuestas en muchos contextos musulmanes¹, en los que el islam es directamente instrumentalizado para ejercerla y legitimarla, y que en ocasiones incluye la imposición directa o indirecta de un pañuelo o niqab². Por otro, la comprensión y solidaridad con estas mujeres parece conducir a algunas feministas a condenar el pañuelo de las musulmanas como una forma de violencia en todas las circunstancias; en muchas ocasiones, las lleva incluso a apoyar las leyes represivas y racistas de muchos Estados —básicamente europeos— que legislan contra el derecho de esas mujeres a vestirse como quieran. Es decir, siguiendo esta lógica, la condena del autoritarismo de los Estados musulmanes que legislan en contra de las mujeres —por poner un ejemplo, la crítica de las normas vestimentarias en Irán— es la que las lleva a apoyar las mismas prácticas autoritarias de otros Estados que, como Francia o Bélgica, prohíben el pañuelo o el niqab. Sin embargo, esto no siempre es percibido desde sus posiciones feministas como una contradicción. Pero, para las mujeres que sí lo perciben como una incoherencia, se plantea como un dilema que se concreta en preguntas como las siguientes: ¿estar en contra de la represión que se produce en Irán contra las mujeres en nombre de la República Islámica implica que hay que estar a favor de las leyes que prohíben el hiyab en Europa? ¿Estar a favor del derecho de las mujeres musulmanas a llevar el pañuelo nos convierte en cómplices de la violencia que se ejerce en Arabia Saudí y que incluye la imposición vestimentaria del niqab? ¿Hacer una crítica de las fuertes corrientes conservadoras que son hegemónicas en los contextos musulmanes nos lleva a apoyar la prohibición del burkini en las playas francesas (por cierto, prohibido por corrientes conservadoras)? ¿Cómo puede el fe­­minismo defender el derecho de las mujeres a vestir como quieran en unas regiones y, en otras, defender la prohibición sobre lo mismo?

    Estos dilemas se intentan resolver, o más bien, disolver, en la idea de que el pañuelo es el mismo pañuelo en todos los lugares y posiciones, y que siempre implica una opresión, de modo que ha de ser eliminado y ninguna mujer debería querer llevarlo y, si lo lleva, sería falsa conciencia. Esta perspectiva es socialmente hegemónica y, a pesar de que hay un feminismo inclusivo que debate y reflexiona sobre la diversidad de las mujeres, es difícil sustraerse a este planteamiento. Además, hay una parte del feminismo que comparte abiertamente estas posiciones esencialistas sobre el islam y el pañuelo, pero, sobre todo, sobre las situaciones de opresión a las que tiene que enfrentarse la mujer musulmana. Este planteamiento invisibiliza los diferentes contextos en los que se desarrolla la vida de las mujeres y proyecta sobre las musulmanas los viejos marcos pensados desde el colonialismo, el racismo y, ahora, las políticas antiterroristas.

    Al hilo de esta idea emerge una pregunta crucial: ¿El pa­­ñuelo siempre ha de considerarse una forma de violencia contra las mujeres? La respuesta solo puede ser no. Para empezar, porque no se puede hacer semejante afirmación a propósito de cómo usan el pañuelo millones de mujeres musulmanas en el mundo. Pero la respuesta tampoco puede ser que cada mujer lo usa de modo diferente, porque el pañuelo es efectivamente una cuestión individual, pero sobre todo social. Por tanto, pensamos que es imprescindible conocer los contextos en los que se ubica el pañuelo, que naturalmente son enormemente diversos. Si esto es así, ¿por qué la mayoría de la gente en contextos no musulmanes piensa que siempre significa opresión y violencia?

    Como feministas y como académicas, debemos reconocer que en muchos lugares la violencia se produce en nombre del islam y toma el cuerpo de las mujeres como un campo de batalla, imponiendo modos de vestir y de estar en el mundo. Además, conocemos la poderosa ola conservadora que arrastra a buena parte de los países de mayorías musulmanas, que se refleja también en el control de las vidas y de los cuerpos de las mujeres, en especial de las pobres. Esto no tiene por qué ser islamofobia. Tampoco lo es tomar una posición política contra las estrategias patriarcales de un fuerte conservadurismo religioso que renace de sus cenizas y que focaliza sus esfuerzos en el cuerpo de las mujeres, con un hombre actuando como guardián, a veces incluso de manera pública. La islamofobia o el racismo antimusulmán o antiárabe, según sea el caso, vienen dados más bien por el marco desde el que se produce este posicionamiento, que, más allá de actitudes individuales, es estructural y se fundamenta en una relación sedimentada en el capitalismo, desde los procesos coloniales, hasta los recientes protocolos de lucha contra la radicalización islamista, pasando por las migraciones. La is­­lamofobia es lo que ocasiona que la crítica a la violencia contra las mujeres en países que tienen mayorías musulmanas se transforme en un argumento punitivista en Europa, que prohíbe el pañuelo y que penaliza a las mujeres que lo llevan, porque las hace responsables y cómplices de todas esas violencias. Este deslizamiento, argumento central de las posturas prohibicionistas, solo puede ser el producto de un sistema racista.

    Es el racismo lo que, en definitiva, coloniza el pensamiento que lleva a algunos sectores del feminismo a pensar en las musulmanas como menos mujeres y, desde luego, como menos —o no— feministas, solo por ser musulmanas. Para otras tendencias, es indirectamente el racismo, que se apoya en la idea de que el feminismo es uno y único, y no hay lugar para otras formas de ser mujer ni de ser feminista. Aquí el discurso Ain’t I a Woman? de Sojourner Truth se reactualiza en las posiciones de muchas mujeres mu­­sulmanas, que luchan contra el estatuto de víctima o contra la acusación de falsa conciencia que les adjudica la ideología dominante. Es en el feminismo anticapitalista y antirra­­cista, llamado también autónomo, crítico o de las huel­­gas, donde se da esa reflexión que plantea Truth, aunque de manera dispersa y, en ocasiones, veteada por los planteamientos hegemónicos sobre qué es una mujer. Tanto este feminismo como el movimiento antirracista abren en teoría un espacio para la discusión, que, desde luego, es reducido e insuficiente, lo cual explica que la acción feminista desde el islam se sitúe absolutamente fuera de sus límites, en ámbitos específicos y militantes, sin mantener apenas relación con los anteriores.

    Hemos escrito este libro porque pensamos que hay muchas maneras de ser mujer, y eso lo hemos aprendido del feminismo. Y por eso creemos en un feminismo que no les diga a las mujeres qué tienen que hacer o cómo debe ser su cuerpo para serlo. Sabemos que es compatible el pañuelo con el feminismo porque hemos conocido a feministas que lo llevaban, de la misma forma que nos hemos encontrado a muchas mujeres que no lo llevaban y no se sentían feministas.

    En el libro también reflexionamos sobre el papel del pañuelo como eje de la opresión, pues hemos encontrado una intersección en la que merece la pena detenerse. Toda la sociedad española podría estar de acuerdo en que las mujeres con pañuelo están discriminadas, pero las razones que se darían podrían variar. Para una parte, serían los hombres musulmanes los que subyugan; otra hablaría de islamofobia. El hecho es que a la mayoría nunca se le ocu­­rriría conectar la situación de las mujeres musulmanas con el racismo. Pero, por nuestra profesión, en la que llevamos más de 30 años, y por nuestras relaciones personales, hemos pasado demasiado tiempo escuchando los relatos sobre el racismo contra las mujeres musulmanas: en la calle, en la escuela, en el transporte o en el trabajo. Sin embargo, la idea dominante sobre las mujeres musulmanas es que su mayor problema es que están oprimidas por los hombres y por su cultura machista. Esta explicación es racista precisamente porque borra el racismo, que es en realidad su mayor problema, al menos en las sociedades occidentales. Esto no implica que no padezcan también el sexismo. Lo que sí que es cierto es que el pañuelo impide que las musulmanas pasen desapercibidas en Europa y en España. Por tanto, es una tarea ímproba despañuelizar el análisis social, por más que en ocasiones se corra el peligro de convertir el hiyab en fetiche una vez más. Como nos enseñó Bourdieu, el velo permite expresar posiciones racistas inconfesables escudándose detrás de la defensa de grandes principios como la libertad o la igualdad entre los hombres y las mujeres. Es un subterfugio para esconder y reproducir el racismo. Hablemos más de racismo y de islamofobia y menos del hiyab.

    ESTRUCTURA DEL LIBRO

    El libro no es una historia de la organización del feminismo, de la que existen muchas obras muy bien construidas, sino de cómo las discusiones acerca de cómo son y deben ser las mujeres musulmanas han ido acompañando a los debates feministas en diferentes contextos. En el marco de estos debates, aparece el pañuelo, a veces como una metonimia corporal, porque proporciona una base concreta sobre la que construir la reflexión. Lo que pretendemos es analizar cómo han bregado los feminismos con la cuestión del pañuelo y las mujeres musulmanas en diferentes contextos, así como sus consecuencias. En el capítulo 1 indagamos en los procesos históricos por los cuales se ha ido construyen­­do políticamente el pañuelo, siendo centrales tanto el encuentro colonial como la construcción poscolonial de la nación. A partir del análisis de un puñado de países, tratamos de romper con la idea de que existe una contradicción entre las políticas de género coloniales y autóctonas, mostrando los recorridos de sus feminismos y la complejidad de sus proyectos. Nos parecía fundamental incluir las reflexiones feministas sobre los modelos de género de colonizadores y colonizados en la primera mitad del siglo XX. Esto nos ha permitido mostrar que no eran en absoluto opuestos, ya que compartían tanto los planteamientos propios de la época en la que surgieron como los intentos de instrumentalización de la cuestión femenina por parte de uno y otro. En ese mismo capítulo 1 nos ocupamos de los cambios en el estatuto jurídico de las mujeres en algunos Estados araboislámicos poscoloniales, poniendo en primer plano a los movimientos feministas, que han sido los artífices de estos procesos. No obstante, el programa colonial no termina con las independencias y se exporta a Europa con todo su marco ideológico con respecto a las personas musulmanas, en el que es muy importante la construcción que una parte del feminismo tiene sobre lo que debe ser una mujer. De ahí que el capítulo 2 se centre en la construcción y normativización de las mujeres musulmanas, esta vez ya en Europa, analizándolas a partir de la relación entre los feminismos y la regulación del pañuelo y tomando dos casos muy diferentes, que ayudan justamente a entender toda la diversidad de la discusión: Francia y los Países Bajos. En el primer caso, los movimientos feministas estuvieron muy presentes en las discusiones y en los Países Bajos apenas participaron en los debates sobre la prohibición del niqab. El resto del libro se centra sobre la cuestión en España. En el capítulo 3, después de un análisis de la conformación del problema del hiyab y del niqab, pasamos a indagar en las lógicas de lo que hemos llamado feminismos prohibicionistas, tratando de explicar sus posiciones políticas y teóricas. Aquí hacemos un seguimiento de los conflictos relacionados con el pañuelo como modo de acceder a las imágenes y posiciones sobre las mujeres musulmanas, para pasar después a un análisis más exhaustivo de las perspectivas feministas. En este punto, modificamos un poco la estrategia de trabajo que teníamos. Nos dimos cuenta de que necesitábamos compartir nuestras discusiones con las personas y los movimientos de los que hablábamos en el libro. Además, si bien hay una serie de posiciones hegemónicas, que pasan por mayoritarias, convenientemente registradas en los textos, a otras no es posible acceder a partir de lo escrito, de modo que llevamos a cabo varias entrevistas en profundidad, que fueron realizadas online.

    Si no hubiera sido por la pandemia, nos hubiera resultado demasiado complicado quedar con todas ellas. Para­­dójicamente, el cambio comunicativo que ha supuesto el confinamiento ha facilitado nuestra tarea, aunque el tributo sea la pantalla. Para ello, diseñamos una serie de entrevistas con personas que vivían no solo en Madrid, sino en Elche, Alicante, Barcelona, Tánger o París. En esto nos centramos en el capítulo 4, donde analizamos las perspectivas de los feminismos inclusivos, que son contrarios a las regulaciones y mantienen debates cada vez más vivos en el marco de las discusiones sobre la diversidad.

    Realizamos entonces diez entrevistas, que nos permitieron discutir nuestros planteamientos en la segunda mitad del proceso de investigación. Al final de esta introducción, presentamos a las entrevistadas e identificamos sus adscripciones.

    Al final del libro, planteamos algunas preguntas sobre el pañuelo, que nos formularon compañeras feministas —no musulmanas— a petición nuestra, poniendo sobre la mesa ciertos dilemas del feminismo en relación con el islam. Se han quedado en diez después de un largo trabajo de síntesis, lo que muestra que las preguntas son muchas y nuestras respuestas, muchas menos.

    Finalmente, hemos hecho este libro pensando en las per­­sonas interesadas en el tema procurando que el rigor de lo que presentamos no le quite frescura ni claridad. Durante todo el tiempo de escritura, que se ha dilatado en el tiempo mucho más de lo esperado, hemos tenido en la cabeza la idea de un feminismo para todas. Cerramos esta introducción con las palabras de Catherine Samary, feminista francesa, que para nosotras reflejan parte de nuestra posición a lo largo de la escritura:

    Debo decir que lo que yo he vivido en el colectivo en algunos años, ha supuesto un enriquecimiento considerable y no entiendo cómo es posible no alegrarse al descubrir que se puede ser musulmana, llevar el pañuelo y ser feminista. No comprendo cómo mis compañeras están perdiéndose esto.

    ENTREVISTAS

    En un periodo que va desde septiembre de 2020 a enero de 2021, entrevistamos a nueve mujeres implicadas en el activismo y a una décima que no lo está. Con todas teníamos una relación previa, aunque fuera mínima. Hemos contado con feministas anticapitalistas, activistas antirracistas, activistas de derechos humanos y feministas musulmanas. Sus perspectivas han sido fundamentales dada la dificultad de producir la información desde otros soportes. En todos los casos, son activistas con un alto nivel académico, con una capacidad importante de reflexión y de construcción teórica. A las entrevistadas les planteamos dos temas muy generales: en primer lugar, la presencia de mujeres musulmanas o de origen musulmán, con o sin pañuelo, en la militancia en sus organizaciones; en segundo lugar, la posición de sus movimientos respecto al pañuelo y a las mujeres musul­­manas. Aunque más abajo ofrecemos un cuadro-resumen con sus características, ampliamos esta información a continuación.

    FEM1 y FEM2 han participado activamente en el feminismo de las huelgas o el feminismo de lo común, como lo nombra la segunda. FEM1 procede de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) y milita actualmente en la Asamblea de Dones d’Elx y de la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca (PAH) en una ciudad valenciana. FEM2 nace al final de los ochenta, académica y feminista también de largo aliento. FEM3 es activista amazige³ de Madrid, hija de marroquíes, y antigua componente de Shababia, un grupo conformado por españolas y españoles descendientes de la inmigración marroquí. ANTR1, ANTR2 y ANTR3i son activistas antirracistas. La primera es una joven corroncho-caribeña colombiana, que llegó a España de niña con su familia y que milita en el antirracismo decolonial. ANTR2 reside en Cataluña, donde llegó por reagrupación hace 20 años; es activista antifascista y antirracista, militante de la Unitat contra el feixisme i el racisme (UCFR) y académica; a la tercera activista le hemos añadido una i porque, siendo militante antirracista, se ocupa específicamente de la lucha contra la islamofobia. Es musulmana, de familia mixta araboespañola y milita en la Aso­­ciación Musulmana por los Derechos Humanos (AMDEH), desde donde además realiza un riguroso trabajo de análisis sobre la

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