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La sala 17: Florencio Escardó y la mirada nueva
La sala 17: Florencio Escardó y la mirada nueva
La sala 17: Florencio Escardó y la mirada nueva
Libro electrónico280 páginas5 horas

La sala 17: Florencio Escardó y la mirada nueva

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Florencio Escardó (1904-1992) fue un destacado médico pediatra, sanitarista y escritor argentino. Nació en la ciudad de Mendoza y cursó sus estudios en Buenos Aires, en el Colegio Nacional. Fue decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y luego vicerrector de la misma. Su labor descollante se desarrolló en el Hospital de Niños "Ricardo Gutiérrez" de esta ciudad.
Fue un escritor científico y de creación digno de nota. En 1984 fue galardonado con el Premio Konex en el rubro "Letras" y declarado ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires.
La Sala 17 narra, desde la cálida perspectiva de dos de sus discípulas, los innovadores avances que Florencio Escardó hizo posibles en el Hospital de Niños y en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Con el cariño y agradecimiento que implica todo homenaje al maestro, este libro salda una deuda pendiente con la memoria de este científico y escritor de talla internacional.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 feb 2021
ISBN9789875993655
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    La sala 17 - Hilda Raizman

    Silvia Wasertreguer

    Hilda Raizman

    La Sala 17

    Florencio Escardó

    y la mirada nueva

    ©Libros del Zorzal, 2009

    Buenos Aires, Argentina

    Printed in Argentina

    Hecho el depósito que previene la ley 11.723

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    Asimismo, puede consultar nuestra página web:

    Índice

    Introducción | 6

    Capítulo 1

    Un pediatra innovador | 9

    Capítulo 2

    La Sala 17 | 29

    Capítulo 3

    La cátedra de pediatría | 60

    Capítulo 4

    La residencia en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez | 81

    Capítulo 5

    Trabajo interdisciplinario en la Isla Maciel | 99

    Capítulo 6

    Gestión en la Universidad de Buenos Aires | 116

    Capítulo 7

    Poeta, escritor y periodista | 137

    Capítulo 8

    Florencio Escardó. Algunos aspectos de su personalidad | 155

    Anexo 1

    Entrevistas a colegas, discípulos y contemporáneos | 178

    Doctora Elsa Miatello (2 de julio de 2008) | 178

    Doctor Richard Ehrenbock (3 de septiembre de 2002) | 180

    Doctora Martha Traverso (3 de agosto de 2002) | 182

    Licenciada Sara Rosencovich (2 de octubre de 2002) | 185

    Doctora Mabel Munist (22 de enero de 2003) | 187

    Doctor Guillermo Rinaldi (23 de junio de 2000) | 188

    Licenciada Eva Giberti (30 de diciembre de 2004) | 190

    Doctora Nélida R. de Fernández (14 de agosto de 2002) | 193

    Doctor Carlos J. García Díaz (9 de mayo de 2003) | 194

    Doctor Alberto Chattás (27 de julio del 2002) | 198

    Doctora Susana Ragatke (31 de julio 2002) | 200

    Doctor Jorge Brieva (31 julio de 2002) | 202

    Doctora María E. Ciceri (23 de junio de 2000) | 206

    Doctor Rubén Wainszelbaum (6 de noviembre de 2002) | 207

    Doctor Carlos Alberto Cánepa (14 de agosto de 2002) | 209

    Doctora Sara H. Fernández Cornejo (4 de septiembre de 2006) | 211

    Doctora Nélida Pilar Fernández Busso (13 de noviembre de 2002) | 212

    El escritor Horacio Salas (3 de junio de 2005) | 214

    Anexo 2

    Personal de la Sala 17 | 219

    Anexo 3

    Nota del Dr. Escardó a propósito de la creación de la Cátedra de Psicología Médica en la Facultad de Medicina de la UBA | 225

    Anexo 4

    Ley 13.031 | 228

    Anexo 5

    Nuevo texto del juramento hipocrático | 232

    Bibliografía | 234

    Introducción

    Yo aprecio en mí mismo dos condiciones fundamentales: la mirada nueva y la capacidad de indignación. Por la primera el mundo se me aparece como recién creado, mis ojos no hacen costumbres y me asiste una continua visión adánica que me da esa imagen constantemente renovada del mundo.

    Pasan los años y me sigo indignando por lo que hallo injusto y esa indignación me posee y me traspasa y me hace sentir vivo; el día que se agote en mí habré empezado a morir. Me considero un inconformista conforme de serlo y un revisionista activo; creo que todo, absolutamente todo, palabras, técnicas, teorías, principios y reglas pueden revisarse y deben revisarse. Tal vez ésta sea la mecánica interna de mi mirada nueva.

    (Palabras pronunciadas por Florencio Escardó con motivo del 35º aniversario de su graduación, 20 de junio de 1964.)

    La mirada nueva, la mirada capaz de descubrir la realidad desde otro ángulo, corriendo el velo que el prejuicio y la rutina tiende ante nuestros ojos. Esa mirada nueva era propia de Florencio Escardó y nos sorprendía frecuentemente descubriendo el lado insólito y sin embargo esencial de las cosas.

    Mucho tiene que ver la figura que vamos a describir con la historia que se va a relatar, historia que marcó una época en la concepción médica de la infancia y que se vio reflejada en el desarrollo que vivió la Sala 17¹ durante su intervención.

    Escardó fue, qué duda cabe, un personaje singular. Desprovisto de las anteojeras que frecuentemente imponen la rutina y la comodidad, pudo detectar las deficiencias que se manifestaban en la medicina pediátrica que se practicaba en su momento, como así también advertir las dificultades por las que atravesaba el país.

    Pero Escardó no era hombre de hallarse cómodo en el papel de observador, volcó su esfuerzo en la lucha por abrir ventanas y dejar entrar aire puro en un ambiente médico cerrado y enrarecido por nocivos prejuicios.

    Las autoras de este trabajo nos conocimos en la cátedra de Florencio Escardó cuando iniciamos nuestra actividad como pediatras. El haber transitado una etapa muy importante de nuestra carrera médica bajo su orientación influyó en forma determinante en nuestra labor profesional. Recordar su figura, su sonrisa, sus palabras, aún nos emociona y conmueve. Sus enseñanzas de compromiso ético y su visión humanista marcaron a fondo nuestra propia concepción de la medicina, de allí que —deseando salvar del olvido aquella etapa tan querida por nosotras y tan importante desde el punto de vista formativo— hemos decidido recrearla en este trabajo.

    El conocimiento pediátrico ha progresado enormemente y se cuenta con mayores recursos tecnológicos y terapéuticos. La problemática de la medicina actual y la de los médicos que la ejercen ha cambiado, sin embargo, muchos de los problemas que se plantearon en esa época siguen vigentes y continúan sin ser resueltos.

    Esta es una crónica centrada fundamentalmente en el análisis de las actividades que se realizaron tanto en el área de la Segunda Cátedra de Pediatría, Sala 17 del Hospital de Niños de Buenos Aires Ricardo Gutiérrez, como en la Universidad de Buenos Aires, destacando el importante papel jugado por el doctor Escardó. Su retorno al Hospital de Niños y a la UBA en el año 1955 coincidió con la iniciación en la universidad de una época llamada de oro por algunos historiadores, caracterizada por un gran desarrollo del nivel académico, auge de las investigaciones y un prolongado ejercicio democrático en su seno.

    Han transcurrido más de cincuenta años de esta experiencia y es probable que este relato muestre en ciertas ocasiones omisiones inevitables en una reconstrucción que data de tanto tiempo y que ha sido poco documentada. Creemos que nuestro aporte servirá de estímulo para todos los que piensan que existen posibilidades de ejercer una medicina centrada en la persona, mediante el trabajo interdisciplinario con proyección social.

    Estamos convencidas de que la lectura de este libro podrá ser de utilidad tanto para los estudiantes de medicina y médicos jóvenes, como para los profesionales de otras disciplinas, psicólogos, sociólogos, antropólogos, asistentes sociales, enfermeras y público en general, interesados en una medicina que enfoque al ser humano en su totalidad, meta que persiguió durante toda su vida el doctor Escardó.

    Hilda Raizman

    Silvia Wasertreguer

    Capítulo 1

    Un pediatra innovador

    Creo que será oportuno que repita lo que todo el mundo sabe. Yo soy un hombre de la Reforma Universitaria (Escardó 1970).

    Su trayectoria profesional y docente

    Florencio Escardó fue un prestigioso pediatra y profesor universitario, pero además se destacó como poeta, escritor y periodista.

    En sus memorias, él decía que se consideraba universitario desde los doce años de edad porque había estudiado en el Colegio Nacional de Buenos Aires que dependía de la UBA, del cual egresó con el título bachiller en1922, con las mejores calificaciones en todos los años (Escardó 1956: 5).

    Ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas en el año1923. En ese entonces esa facultad estaba situada al lado del Hospital de Clínicas, hospital-escuela con que contaba la facultad desde 1883 (Halperin Donghi 2002).

    Posiblemente decidió ser médico siguiendo la tradición familiar, ya que su bisabuelo Gregorio de Andrada Taborda y su tío Víctor Escardó y Anaya habían sido médicos muy reconocidos en Uruguay.

    Su vocación por la pediatría nacida en su período de estudiante lo llevó, en 1925, a concursar e ingresar como practicante a la guardia del Hospital de Niños de Buenos Aires donde pasó por todas las categorías, desde ayudante hasta practicante mayor. En esos años tuvo como compañero de guardia a Arnaldo Rascovsky con el que compartió posteriormente su trabajo profesional en la sala del doctor Gareiso.

    Impactado, en ese entonces, por el ambiente hospitalario y por sus vivencias en la facultad, escribe su primera versión de su futuro libro Siluetas descoloridas, donde con fina ironía realiza una crónica sobre la vida en esos centros de estudio.

    Se graduó con el título de médico el 20 de junio de 1929 y firmó su diploma el doctor Ricardo Rojas, el prestigioso historiador, en ese entonces rector de la UBA. Su número de matrícula fue 1747.

    De inmediato viaja a Europa para realizar cursos de perfeccionamiento en pediatría y en Francia concurre como médico asistente a la Clínica del Profesor Rohmer de Estrasburgo.

    Regresa de su viaje en el año 1931 e inicia su actividad como pediatra en el Servicio de Lactantes de la Maternidad Samuel Gache del Hospital Rawson, con el profesor Nicanor Palacios Costa, donde permanece hasta 1934.

    Durante ese período, elige como tema de tesis del doctorado La enfermedad celíaca (Escardó 1933). La define como una enfermedad misteriosa y frecuente en nuestro país y que su aporte podría ser obra útil, ausente hasta ahora en la literatura médica de lengua española. Presenta la tesis en la Facultad de Medicina de Buenos Aires siendo su padrino el doctor Enrique Adalid.² Recibe por la misma el premio Ángel Centeno. Se doctoró el 11 de octubre de 1933.

    Publicó el trabajo titulado La curva ponderal del recién nacido en la primera semana que fue presentado y discutido para su admisión a la Sociedad Argentina de Pediatría. Además realizó varios trabajos sobre temas de neonatología con el profesor Nicanor Palacios Costa.

    Publicó también el libro Nociones de puericultura, excelente texto que refiere las características y cuidados del recién nacido y el lactante sano. Su énfasis en la prevención se adelanta al concepto de promoción y protección de la salud tan vigente actualmente.

    Ingreso al Hospital de Niños de Buenos Aires

    Ingresó al Hospital de Niños de Buenos Aires como médico adjunto en 1934 y luego de recorrer todo el escalafón jerárquico llegó a ser jefe de servicio.

    En 1936 ingresa a la Sala 17 de Neuropsiquiatría y Endocrinología de ese hospital, estableciendo un estrecho vínculo con su jefe el doctor Aquiles Gareiso del que se consideraba su discípulo y de quien guardó siempre un recuerdo entrañable. Este servicio estaba ubicado en la ex-Sala 17, hoy Unidades 9 y10.

    Refiriéndose a la sala y a su jefe, Escardó dice:

    La sala fue creada en 1933 por el doctor Rodolfo Rivarola, preclaro y malogrado director del hospital. El doctor Aquiles Gareiso que había ingresado al hospital en el año 1900 y era jefe del Consultorio de Neurología, fue elegido como su jefe natural. La sala se convirtió pronto en un centro de intensa actividad y en una escuela que pertenece a la historia. Sería imposible reseñar en detalle su producción y trayectoria, pero sí conviene señalar algunos hechos esenciales: allí se dio personalidad mundial a la neuropediatría como disciplina complementaria de la medicina de niños y no subsidiaria de la neurología del adulto; se inició el enfoque psicosomático de la pediatría; se inició el punto de vista psicológico y psicohigiénico; se dieron las bases técnicas de la rehabilitación sobre bases científicas rigurosas; se sistematizaron los primeros trabajos sobre endocrinología infantil con criterio neuropediátrico.[...] Frente a la realidad actual todo eso parece poquísimo; pero Gareiso, con su dulce tenacidad, abrió los surcos sobre tierra no arada (Escardó 1962: 42-43).

    Fueron sus compañeros de sala en ese entonces los doctores Alejandro Petre, Pedro Sagreras, Samuel Schere, Luis Rascovsky, Juan Carlos Pizarro y Arnaldo Rascovsky (Figari 1995: 618-619).

    En 1942 Escardó fue nombrado subjefe de ese servicio.

    Frente a esa sala se conserva aún un ceibo que plantó Gareiso junto a Escardó y al pie del mismo se puede observar una placa que dice lo siguiente: Aquí trabaja, estudia y enseña hace más de cuarenta años Aquiles Gareiso maestro por antonomasia. El 11 de noviembre de 1943 sus discípulos, amigos, compañeros, colaboradores, colocamos esta placa como homenaje a su vida ejemplar y para edificación de quien la lea.

    También, ese mismo día, se realizó en la Sociedad Argentina de Pediatría una sesión extraordinaria en homenaje al doctor Gareiso donde sus discípulos presentaron trabajos efectuados en su servicio. Escardó fue secretario de la Comisión de homenaje que estaba integrada por destacados profesores de Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, entre los que figuraban: Gregorio Aráoz Alfaro, Ramón Carrillo, Pedro de Elizalde, Juan P. Garrahan, Roque A. Izzo, Nicanor Palacios Costa, Aníbal Aristía (Santiago de Chile), Víctor Escardó y Anaya (Montevideo). Por encargo de los organizadores, Escardó escribió la biografía y semblanza de su Maestro (Escardó 1943).

    Durante su primer período en el Hospital de Niños que finalizó en 1946, fue muy prolífico en sus publicaciones. Publicó ocho libros sobre temas relacionados con la pediatría de los cuales destacamos: La inapetencia infantil en 1940, Neurología infantil y Manual de Neurología con el doctor Aquiles Gareiso en1936 y 1942 respectivamente y la Neumoencefalografía en el lactante en 1944, que fue su tesis del profesorado.

    En sus numerosos trabajos, publicados en su mayoría en Archivos Argentinos de Pediatría, abordó temas relacionados fundamentalmente con puericultura, alimentación y neurología.

    En 1946 Aquiles Gareiso fue separado de su cargo por razones políticas (hecho frecuente en esa época) (Rotunno y Díaz de Guijarro 2003: 95-97).

    Escardó relata el episodio de la siguiente manera:

    A principios de 1946 el doctor Aquiles Gareiso, cuyo subjefe era y con quien había trabajado ininterrumpidamente desde 1936, es desconsideradamente separado de su cargo en el servicio que había fundado y conducido a un altísimo grado de eficiencia y notoriedad técnica y científica. Ante tal situación presenté, al entonces Interventor del Hospital doctor Pascual Cervini, mi renuncia al cargo de Subjefe de Servicio dirigido desde su fundación por mi ilustre maestro (Escardó 1956: 6).

    Las autoridades del hospital no aceptan su renuncia y en mayo de 1947 decretan su cesantía en todos los cargos que como honorario o rentado desempeñaba en el Hospital de Niños en su calidad de médico.

    Recordando este hecho hace notar Escardó el carácter insidioso de la resolución, por cuanto jamás tuvo sueldo alguno como médico del hospital. Termina así su actuación en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Separado del mismo siguió ejerciendo su trabajo profesional en su consultorio privado.

    Carrera docente

    En el año 1934, tres años después de su regreso de Europa, inicia su carrera docente.

    Realiza sus primeras prácticas en la enseñanza como ayudante de trabajos prácticos en la cátedra del profesor Roque A. Izzo en el Centro de Investigaciones Tisiológicas que funcionaba en el Hospital Tornú, donde concurrió durante varios años. Allí dictó cursos sistematizados de semiología pediátrica y completó su formación docente con el profesor Pedro Elizalde en el Hospital de Clínicas.

    En ese tiempo entabló estrechos vínculos de amistad con sus compañeros Marcos Schere y Julio César Lascano González, profesionales que lo acompañaron durante largos años.

    Al evocar ese período Escardó dice: En ese momento yo era un alumno más que repasaba su carrera, no alguien necesitado de tomar íntimo contacto con la mística y la mecánica del hecho docente; [los profesores] se ocupaban de que yo supiese tales o cuales cosas, no de cómo debería transmitirlas a mis potenciales alumnos (Escardó 1970: 2).

    En 1941 es nombrado docente libre de Pediatría y diez meses después, por concurso de oposición y por unanimidad de votos del jurado, profesor adjunto de Clínica Pediátrica y Puericultura de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA. ¡Tenía solo 38 años! Él comenta: me hallé a los 38 años de edad incorporado al cuerpo docente de la Escuela [...] Yo dispuesto a seguir siendo aprendiz, me veía de antuvión enfrentado a enseñar a futuros médicos. Fueron días de profunda meditación y de profunda perplejidad, de angustiosos planteos introspectivos y de largas consultas con el venerado maestro Gareiso. (Escardó 1970: 3).

    Como profesor adjunto siguió trabajando con el profesor Roque A. Izzo dictando cursos sistematizados de semiología pediátrica y con el profesor Juan P. Garrahan organizando el Departamento de Neuropediatría en el Hospital de Clínicas.

    Su trabajo como profesor lo llevó a un replanteo de su actividad. Se refiere a ello como una crisis y la describe así:

    Fue en esa época que comenzó a fermentar dentro de mí una crisis que día a día se fue haciendo más profunda y cargándose cada vez de mayores potencialidades: la medicina tal cual la veía a mi alrededor se me tornó casi incomprensible, entendí en medio de agudas revisiones que yo no tenía mucho que ver con el caso clínico y con el niño singular que me querían mostrar en las clases. Los libros de pediatría, aun los más afamados, me parecieron de pronto tan chirriantes y obsoletos como los tranvías, sentí que algo sonaba a hueco pero no sabía bien qué y empecé a experimentar algo así como un sacro horror a los cazadores de premios, a los coleccionistas de certificados de cursos consistentes en ringleras de disertaciones preparadas el día anterior. Percibí en la vida académica un proceso inflacionario como en la moneda y sin pausa pero con prisa me fui alejando de un mundo cultural que ya no tenía nada que ver conmigo. Experimenté la dura soledad del heterodoxo que aún no ha edificado su propia ortodoxia, y, alcanzando que buena parte de la llamada medicina del niño era una medicina infantil, fui desembocando en la pediatría psicosomática o como se llame. [...] Frente a los planteos que surgían dentro de mí me encontré solo, inmensamente solo, las palabras solidarias venían de muy lejos y a menudo en idiomas extraños: Weizsaecker, von Krehl, Flanders Dunbar, Carlos Alberto Seguin, Portmann, Mistschelich, Gebser, Halliday, Spitz y Rof Carballo (Escardó 1970: 4-5).

    El 22 de noviembre de 1946, cuatro años después del concurso para profesor adjunto, Escardó recibe la confirmación de su nombramiento, pero este hecho coincidió con la grave situación que atravesaba la universidad; la UBA había sido intervenida por el Poder Ejecutivo, numerosos profesores habían sido expulsados por opositores al régimen y por solidaridad otros habían renunciado. El gobierno del General Juan Domingo Perón proyectaba la promulgación de una ley que anulaba la autonomía universitaria. Frente a estos sucesos, la Agrupación de Profesores Extraordinarios y Adjuntos de la Facultad de Medicina de la que Escardó formaba parte, presentó en noviembre de 1946 un manifiesto, ratificado por la Asamblea Universitaria, en contra de dicho proyecto. Este documento redactado por Escardó, tuvo gran repercusión periodística (ver anexo 4) (Escardó 1956: 30-32).

    Tomando en cuenta estos hechos Escardó decide rechazar su nombramiento de profesor y, dirigiéndose al interventor de la universidad, le contesta de la siguiente manera:

    En los hechos se trata de un mero trámite administrativo que da consagración a una carrera docente que significa doce años de dedicación, pero se produce cuando se separa, sin la más elemental forma de sumario, a profesores que honran la ciencia y la cultura, y cuando se dictan medidas que entrañan verdaderas amenazas a los profesores en su carácter de jueces examinadores, con lo que se determina el más grave menoscabo de la condición de docente. Por estas razones solicito quiera Ud.

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