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Resistir en tiempos de pandemia: Relatos sanadores
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Resistir en tiempos de pandemia: Relatos sanadores
Libro electrónico195 páginas3 horas

Resistir en tiempos de pandemia: Relatos sanadores

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Información de este libro electrónico

Mientras avanzaba la pandemia por el mundo, el autor quiso –desde la cuarentena de su aldea– hacer avanzar también las soluciones que se le iban mostrando, todo a través de una reflexión diaria en torno a los acontecimientos.

Así, cualquier lector atento encontrará aquí, al menos, los siguientes "remedios": herramientas de inmunidad contra el miedo individual y el pánico colectivo; orientaciones para ver y filtrar más luz en medio de un horizonte oscurecido; pasos para el rediseño y gestión de sí mismo y de las propias emociones; estrategias de autocuidado para empoderar la salud mental y física; herramientas etnofilosóficas para manejarse mejor en esta gran crisis; prácticas espirituales para fortalecer el sistema inmune; cómo rehumanizar la vida y las relaciones con los otros; recetas antiguas de la sabiduría de los pueblos indígenas; enfoques sapienciales para enfrentar la enfermedad y la muerte.

En fin, una valiosa colección de relatos sanadores, que nos van mostrando cómo está ocurriendo la transformación de un mundo y como podría emerger otro más humano, a partir del aprendizaje urgente que nos está pasando.
IdiomaEspañol
EditorialKushe
Fecha de lanzamiento1 jun 2020
ISBN9789567124121
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    Resistir en tiempos de pandemia - Ziley Mora

    Resistir en tiempos de pandemia. Relatos sanadores

    © Editorial Kushe, junio de 2020

    Coihueco

    1era. edición chilena

    © Ziley Mora Penrose

    Nro. Registro de propiedad intelectual: 2020-A-4360

    ISBN edición impresa: 978-956-7124-11-4

    ISBN edición digital: 978-956-7124-12-1

    Diseño general de la obra: Ziley Mora

    Diseño y diagramación de portadas e interior: Carolina Varela

    Fotografía: Ziley Mora

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    Quedan prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio y procedimiento, ya sea digital, electrónico o mecánico, sin la autorización previa y por escrito del autor o de los titulares que acrediten el Copyrigtht

    DEDICATORIA

    Al personal de los servicios de salud, quienes entregaron su vida por causa de cuidar la vida de los otros. Sólo con traje de héroe se puede servir bien a Dios.

    ÍNDICE

    PRESENTACIÓN del Dr. Sebastián Urgarte

    ¿Llegó la hora de la filosofía de la urgencia?

    PRÓLOGO

    Una brújula, un mapa orientador para la inmunidad en medio de la niebla

    I PARTE: Un testimonio

    Bitácora de una peste global

    II PARTE: Herramientas estratégicas

    1. Cómo procesar el día y meditar en tiempos de pandemia

    2. Protocolo para el autocuidado humano

    3. 21 requisitos legales para bien morir (y de paso derrotar al virus)

    III PARTE: Una propuesta

    Rehumanizar la vida desde la pequeña comuna

    Propuesta de modelo de rehumanización postpandemia

    POSTSCRIPTUM

    Una nota inquietante

    "- ¿Y cómo lograste llevar tantas almas al infierno en aquella época?

    - Por el miedo.

    - Ah, sí. Excelente estrategia; vieja y siempre actual. ¿Pero de qué tenían miedo? ¿Miedo a ser torturados? ¿Miedo a la guerra? ¿Al hambre?

    - No. Miedo a enfermarse.

    - ¿Pero entonces nadie más se enfermaba en esa época?

    - Sí, se enfermaban.

    - ¿Nadie más moría?

    - Sí, morían.

    - Pero, ¿no había cura para la enfermedad?

    - Había.

    - Entonces no entiendo.

    - Como nadie más creía o enseñaba sobre la vida eterna y la muerte eterna, pensaban que solo tenían esa vida, y se aferraron a ella con todas sus fuerzas, incluso si les costaba su afecto (no se abrazaban ni saludaban, ¡no tenían ningún contacto humano durante días y días!); su dinero (perdieron sus trabajos, gastaron todos sus ahorros, ¡Y aún se creían afortunados siendo impedidos de ganarse el pan!; su inteligencia (un día, la prensa decía una cosa y al día siguiente, se contradecía, ¡Y aún así se lo creían todo!), su libertad (no salían de la casa, no caminaban, no visitaban a sus parientes...¡Era un gran campo de concentración para prisioneros voluntarios! ¡Jajajajajaja!). Aceptaron todo, todo, siempre y cuando pudieran prolongar sus vidas miserables un día más. Ya no tenían la más mínima idea de que Él, y solo Él, es quién da la vida y la termina. Fue así. Tan fácil como nunca había sido."

    [Cartas del diablo a su sobrino,

    C.S. LEWIS, Inglaterra, 1942]

    PRESENTACIÓN

    ¿LLEGÓ LA HORA DE LA FILOSOFÍA DE URGENCIA?

    La historia de la humanidad puede entenderse como una especie de carrera contra lo que no podemos controlar. A estas alturas del tiempo hemos conseguido un enorme poder científico y tecnológico, aunque eso tiene un efecto perverso: cuando creíamos que podíamos controlar todo, la naturaleza a través de una simple hebra de ácido nucleico nos pone contundentemente en nuestro sitio.

    Esta hora de la desesperación planetaria trajo consigo la hora de los expertos, del reconocimiento del conocimiento sólido y preciso y de que, en medio del barullo de los opinólogos, se empezara al fin a escuchar la voz de profesionales calificados. Pero en este momento, en que por primera vez yo y otros colegas médicos y científicos hemos sido consultados por muchos, debo advertir con humildad que no tenemos todas las respuestas. Lo que buscáis es una quimera, como si el conocimiento fuera uno y uniforme, como si hubiera una lectura científica unificada de todo lo que está ocurriendo. Este, quizás, es un momento donde la ciencia no basta, y lo dice quien se nutre cada día de ella, y en su honor entrega cada hálito de vida, este es un tiempo donde también necesitamos de la filosofía.

    La filosofía se distingue de otro tipo de ciencias en tanto que no busca respuestas prácticas o concretas, sino que busca ampliar el campo de nuestra reflexión humana, ni nada más, ni nada menos. Probablemente la primera filosofía data de la primera madre sapiens en el pleistoceno que, cargando en sus brazos a su hijo recién muerto, víctima de una plaga prehistórica se preguntaba ¿qué es la vida?

    La filosofía nos ayuda a pensar, y eso es algo que necesitamos mucho en un momento de pandemia, que por definición es una época de profundos dilemas, ¿pero, qué es un dilema? Un dilema es algo que tiene tres características: es inevitable, trágico y moralmente irresoluble. Estar conscientes de que estamos lidiando con dilemas nos puede ayudar a entender por qué ninguna solución, en los amargos días de esta devastadora pandemia, nos deja tranquilos, y, contradictoriamente, cualquier propuesta merece ser considerada pues no disponemos de soluciones ni de verdades absolutas. Una manera bella para describir estos dilemas es que ahora estamos obligados a decisiones imposibles. Esto es tan cierto para mí, como médico que atiende pacientes con neumonía vírica al borde de la muerte, como para el hijo que debe decidir si visitar a su madre anciana o debe dejarla sola… con el fin de protegerla.

    Estos días miramos las noticias en busca de luz y no encontramos ninguna respuesta. Y la razón no es un déficit de los noticiarios, pues ellos sí nos entregan los hechos genuinos, o al menos lo intentan. El problema es que estos días no sólo están llenos de hechos; están llenos de acontecimientos. Un acontecimiento se distingue de un hecho porque no admite una sola visión. Un acontecimiento es algo que excede nuestras capacidades interpretativas, y él mismo va cambiando lo que es junto al mundo en el que habita. Entenderlo nos prepara para lo que viene. Y nos recuerda que la responsabilidad social y la solidaridad nunca van dejar de ser necesarias cuando finalmente podamos estar a menos de dos metros de distancia de otro ser humano, en algún día de una futura primavera. Al respecto el esloveno Slavoj Zizek pronosticó que el virus provocará una explosión de la solidaridad; el pensador sudcoreano Byung-Chul Han estima, en cambio, que la enfermedad Covid-19 más bien nos aislará como unos individuos egoístas. Nuevamente, ningún periódico nos proporcionará la estadística precisa, el titular correcto que nos devele el futuro. Aquí necesitamos de los pensadores.

    Entre los muchos dilemas que deberemos enfrentar en estos días duros de pandemia está la dicotomía entre la deontología o el utilitarismo. ¿Acaso matar es lo mismo que dejar morir, algo que podría decirse de la decisión de no darle cuidados intensivos a quienes lo necesiten? Y si abandonas las altas aspiraciones de los deontólogos y te aferras a los utilitarios, ¿cómo decidir quiénes deberían ser sacrificados por el bien de la mayoría?

    ¿Deben unos cuántos profesionales de la salud ser sacrificados para salvar la vida de miles? Sin duda el dilema utilitario se vuelve más dulce cuando miles de profesionales de la salud acuden voluntariamente inflamados por sus principios entrañables. Yo y ellos hoy reafirmamos lo que creemos: sepan que existen ciertos valores que le dan valor a nuestras vidas, y sin los cuales hasta la propia existencia carecería de cualquier sentido. La solidaridad con el enfermo, el humanitarismo, el compromiso con el otro nos hace ser quienes somos, y no podemos traicionar tales principios, pues aunque viviéramos después, sólo seríamos muertos en vida habiendo traicionado lo único que nos da sentido como médicos o como trabajadores de la salud y como personas.

    En estos momentos duros me reencuentro con Ziley Mora, un amigo de tantos años que ha recorrido el duro camino del pensar, regalando las perlas de luz que le arranca a la vida, a través de sus experiencias, sus viajes, sus reflexiones o su observación devota de la sabiduría ancestral de los antiguos habitantes de nuestra tierra. Cómo no recordar cuando era un médico joven en Temuco y, al entrevistar un paciente depresivo que milagrosamente estaba evolucionando mucho mejor, él me relataba que había empezado a mejorar tras dialogar largamente con este profesor de filosofía de nuestro profundo sur de Chile (para mi vergüenza y de todas mis terapias modernas). Nuevamente, en estos tiempos oscuros, mi querido amigo Ziley viene a desafiar la enfermedad con una palabra de luz. Esa palabra le habla al corazón de todos: a los enfermos condenados a una sanitaria soledad, a quienes los atendemos cada día, a los que tienen temor, o a los que deberían tenerlo. Nos habla a todos, y yo simplemente callo, guardo silencio, para escuchar la poderosa voz que nos remece desde las páginas de este libro, hasta estremecernos… hasta sanar nuestra alma de las silenciosas llagas de esta pandemia.

    Dr. Sebastián Ugarte

    Jefe Centro de Pacientes Críticos

    Clínica Indisa - Universidad Andrés Bello, Chile

    PRÓLOGO

    UNA BRÚJULA, UN MAPA ORIENTADOR PARA LA INMUNIDAD EN MEDIO DE LA NIEBLA

    Sólo en las circunstancias más aciagas de la vida sale a relucir sin disimulo el carácter de una persona. Sólo en tiempos de sufrimiento y privaciones se demuestra qué nos pertenece realmente, qué nos sigue siendo fiel y no puede sernos arrebatado.

    [HERMANN HESSE]

    Este es un libro que busca empoderar la inmunidad psicomental del lector. Por tanto, es una especie de un antigripal del espíritu para contrarrestar virus naturales, artificiales, construidos, introducidos, producidos por laboratorios o, eventualmente transmitidos por zoonosis en algún mercado. Porque, al detenernos, al dar un par de pasos hacia atrás, ayuda a ver panorámicamente el conjunto y también a afirmarse más sólido en las raíces mejores de nuestra propia cultura. Una obra que más que una lectura accesoria para entretener alguna aburrida cuarentena, quiere ser parte de la medicina, de la vacuna mental para resistir y vencer al virus. Al visible, pero por sobre todo al invisible que nos venía infectando hace mucho rato. Se empezó a escribir para acompañar la cuarentena de su autor en su pequeño hogar con patio, en medio de su pequeña aldea chilena, muy cerca del campo rural. Y pronto descubre que debía ser generoso, justamente para con los millones que no tienen espacio, ni casa, ni patio ni aldea. Dejó de ser un diario de mi cuarentena personal y pronto mutó. Y rápidamente se concibió para acompañar a la persona que se siente desprotegida de elementos de análisis frente a las desmoralizantes noticias y a la gigantesca desprotección espiritual que se viene. Si bien es cierto que en nada garantiza alguna inmunidad, sí asegura claridad e inspiración para seguir indagando en las pistas que entrega. Y así recurrir e ir directo a las fuentes de salud que propone, como lo es, por ejemplo, el regreso las tradiciones de los pueblos originarios o al reasumir las prácticas familiares del huerto con el siempre satisfactorio trabajo colectivo de toda la vecindad. También es un primer mapa de lo nuevo que emerge, para ver un poco mejor entre las nieblas del futuro. Porque una crisis como ésta pide a gritos un detenerse a pensar, una mejor filosofía orientadora que la pura angustia por comprar cosas y guardar alimentos. Dicho mapa quiere contribuir para que cada lector empiece a comprender mejor, con más referencias, para ayudarle a ordenar los descomunales cambios y el nuevo mundo que se avecina.

    Si bien es cierto que podría calificarse como formando parte del género Diario de una peste planetaria, pretende algo más que eso. Quiere, entreverado con circunstancias domésticas de confinamiento y noticias globales que va recibiendo el autor, ser una especie de caja de herramientas. Obviamente herramientas psicológico-espirituales para que al lector no le gane ni el miedo, el pánico o una angustia en cascada, acaso la pandemia más grave y permanente de todas, de la presente y de las que vendrán. Por tanto, el objetivo del presente libro es volverse una logoterapia reflexivamente eficaz para los virus del alma, esos más letales que los corona y que infectan todo el ser de la persona, empezando por el órgano más clave: el chakra de la corona que activa la pineal, al parecer la tan esquivo núcleo de la conciencia. Busca ayudar a sobrellevar con distancia serena, sabiduría y dignidad los vaivenes y laborales, afectivos y médicos de quien se haya contagiado. También, como todo libro que alude a las sabidurías perennes de la humanidad, también colabora a romper la cadena de infección del capitalismo. Al respecto, no hay mejor explicación que la dada por el filósofo alemán Markus Gabriel:

    En las transacciones de la vida diaria, como comprar un juguete para tu hijo, un paracetamol o un coche, en muchos momentos, alguien tuvo que sufrir por la mera existencia de esa cadena. Todos somos responsables por el sufrimiento de otros. Estas cadenas interconectadas han creado sistemas maléficos y al final de esas cadenas siempre hay alguien que muere por falta de agua limpia, por no tener cosechas, por las condiciones de explotación. Esa es la cadena de infección de una enfermedad, que es el comportamiento inmoral. Si haces lo incorrecto moralmente, haces que la realidad sea un lugar peor. El neoliberalismo global se ha convertido en un modo de destrucción hiperrápido.

    Como todos somos responsables por el sufrimiento de otros, en estos tiempos de contagio, lo primero es cuidar la salud y mantenerse fuerte para no dañar al vecino ni exponer a quienes nos atenderán en un centro de salud. Luego y en paralelo, viene atender la propia mente, esa loca de la casa que requiere alimento, disciplina y mantenimiento. Y allí, para mantener a raya sus flechas untadas de miedo punzante y sus estocadas eléctricas con el veneno de la incertidumbre, habrá que entrar en el invernadero del cultivo interior, en la inviolable casa de la meditación responsable, en el autodominio para encauzar el pensamiento. El ser humano, naturalmente aspira a un desarrollo superior, sustentable dentro de este planeta, y así logrará conectarse con lo que está en su interior y que es su reflejo. Para ello a veces le sirve el empuje de la utopía. Pero si no logra conectar desde lo bajo, desde ese primer piso que es la Naturaleza, no podrá hacer nada más arriba, nada consigo mismo, nada con ninguna utopía. No podrá buscar refugio en algún credo, porque ninguna religión es superior si transgrede lo que dicta esa base del Orden Natural, o ese indesmentible pálpito de fe intuitiva que procede de un corazón sano y expansivo. Menos lo será o lo podrá hoy alguna ideología política. 

    La Tierra estaba ya en agonía antes de sucediera todo esto del virus. Sabemos ahora, mejor que antes y con hechos, que somos el único y verdadero cáncer de esta tierra. Cáncer más intensamente activado y manipulado por algunas células malignas particularmente poderosas que pululan junto al sistema financiero internacional. Y ya nos hemos dado cuenta que si desaparecemos, ella, la Tierra, seguirá impoluta, más bella y esplendorosa. Sabemos que las civilizaciones pasan y la tierra queda, que así lleva alrededor de cuatro mil quinientos millones de años, con hundimientos de Atlántidas incluida. Si hay engaño gigantesco en las autopsias para aumentar el

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