El color de sus ojos
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Kenia María Morales Encinas
Hablando de mí, Kenia María Morales Encinas, me define el ser una mujer de fin de siglo con una profesión de analista politólogo, que el nuevo milenio determinó como melómana por placer y escritora por decisión, encontrando en las letras, la expresión ante la ausencia y el olvido. Con tal inquietud debuto en el año 2020, con El Color de sus Ojos, una narrativa en la qué la lectura, se transforma en el lugar de encuentro con el otro.
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El color de sus ojos - Kenia María Morales Encinas
Referencias
Capítulo 1: El nicho en un 19 de septiembre
¿Será posible que la hora de nuestro nacimiento así como el nombre que nos dieron nuestros padres, tracen nuestro destino? Me pregunté a la edad de mis cuarenta años, al indagar en su respuesta me perdí entre dos aguas, la vida y muerte; ignorando que lo que tanto buscaba estaba en mi interior.
Como el personalizar mi nombre Metztli, que significa Diosa de la luna
en lengua indígena, náhuatl, ya que había percibido que bajo la luz de la misma, al caer la noche, encontraba el momento de realización en un regocijo. Lo que relacionaba con el poema de Sabines (1988) La luna (…) sirve para encontrar a quien se ama (…) no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas
, líneas a las que recurría, cuando buscaba entender del sentir, razón por lo que las guardaba en mí alma como una especie de mantra o figura retórica repetitiva.
Nací durante la década de los setenta en un acto de celebración a la independencia, un 16 septiembre a las 10:00 pm horas en la colonia Mixcoac, al sur de la ciudad de México, mismo lugar de nacimiento del escritor Octavio Paz, por lo que me gustaba pensar que entre las calles de la colonia, sus históricos callejones y pintorescos rincones se encontraba la inspiración a esas líneas que tanto he disfrutado en la lectura de El Laberinto a la Soledad, las cuales me emanciparon a la expresión escrita.
Así en el lugar de mi nacimiento interioricé la mexicanidad a través de sus rasgos y matices que me hacen pertenecer a su cultura, haciéndola mi nicho, a través de los sentimientos generados que me ligan a un lugar, al que me he adaptado al momento que el mismo lugar me ha adoptado.
Me caracteriza un físico peculiar compuesto por una altura que rebasa al promedio con 1.74 centímetros, y una delgadez que me definió desde pequeña, de tez blanca y facciones afiladas, heredé los ojos de color café obscuro de mi mamá. De esta forma, desde la hora y lugar de nacimiento así como de la elección de mi nombre, se comenzó a tejer el destino de mi vivir.
Por cada década vivida he dado una expresión o símbolo, enmarcado en el cuerpo con un tatuaje, portando ya cuatro, a lo que los dos últimos resaltan por ser pensamientos escritos en tinta de color azul, debido a que inconscientemente mismo color más que el predilecto, es un remanso de tranquilidad para mi espíritu. A lo que siempre he ido en busca de él, ya fuera al océano o bajo un cielo despejado.
En mi caminar por la vida, me he descubierto de un carácter y personalidad apasionados, vamos, soy muy intensa hasta visceral con las emociones, errando en ocasiones en su expresión. Pero no siempre fue así, ya que a la edad de diez y ocho años, conocí y entendí del amor cuando Eduardo, un joven contemporáneo, compañero de bachillerato, en una época muy anterior a las redes sociales, me expresó su interés por mí, a través de una carta, a la que nunca pude dar respuesta escrita por una especie de bloqueo emocional, lo cual no impidió que se diera una amistad entre nosotros, en la que transcurrieron tres años. Hasta que en el vertiginoso vivir de fin de siglo, Eduardo abusará de los excesos de drogas y alcohol por lo qué en una llamada telefónica definiéramos el estado de nuestra amistad.
–Metztli, es mejor no dejarnos llevar por el arrebato de la pasión carnal y torturar la eternidad de nuestras almas, a un equivocado recuerdo, así y sin culpas pasionales, en la siguiente vida te esperaré.
Pasaron casi veinte años para que entendiera el valor de sus palabras y la forma de sentir de Eduardo, que apostó primero por un buen recuerdo en la eternidad del alma ante un momento de pasión fugaz. Toda vez que en este vivir, jamás he vuelto a saber nada de él.
En esos pasados años, mi espíritu pasional, encontró el fluir en la música del rock en tu idioma y su gestación en las tocadas universitarias, bajo la vieja guardia del rock mexicano, llevándome a entender el lenguaje del nicho. Al tanto que transcurría el año de 1989 y observaba en el televisor el escribir de la historia, con el término de la guerra fría, entre el bloque socialista representado por la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) y el capitalismo liderado por EE.UU., a través de la simbólica caída del muro de Berlín, en su conquista de libertad, la cual, irónicamente el llamado mundo occidental, en su materialismo y excesos, habían convertido a libertinaje. Mismo espíritu me llevó a recorrer el asfalta en cada marcha del 2 de octubre, en memoria histórica de la represión y matanza a estudiantes ocurrida en 1968, en la plaza de Tlatelolco, de