Cartas precarcelarias (1909-1926) Antología
Por Antonio Gramsci
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Antonio Gramsci
Antonio Gramsci (Ales, Cerdeña, 1891-Roma, 1937) ha sido uno de los mayores renovadores del pensamiento marxista del siglo XX. En Turín, donde estudió filología, se vinculó a los círculos obreros, escribió críticas de teatro y se convirtió en el principal teórico del movimiento de los consejos de fábrica (1919-1920). En esa época innovó radicalmente el lenguaje político en la revista L'Ordine Nuovo. Desde 1922 a 1926 fue activista destacado del núcleo dirigente del Partido Comunista Italiano y analista excepcional de la "cuestión meridional". Detenido y encarcelado por el fascismo mussoliniano, pasó diez años enfermo en distintas prisiones de Italia en las que escribió los Cuadernos de la cárcel (1929-1935). Pensó la política comunista como ética colectiva del pueblo y acuñó o dio una forma nueva a conceptos que han pasado a formar parte del lenguaje político de la ciudadanía democrática de este fin de siglo: hegemonía, sociedad civil, nacional-popular, revolución pasiva, filosofía de la praxis, transformismo de los intelectuales, intelectual colectivo, reforma moral e intelectual, etc. A pesar de su carácter fragmentario, la obra de Gramsci ha influido durante décadas en la cultura alternativa de los cinco continentes.
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Cartas precarcelarias (1909-1926) Antología - Antonio Gramsci
Monedero
introducción
Gramsci en libertad
I
Para esta breve antología de cartas de Antonio Gramsci hemos seleccionado las que a nuestro entender cubren aspectos sobresalientes de un epistolario abundante y complejo que, a pesar de los esfuerzos de los investigadores, sigue todavía siendo parcial. El periodo abarcado va desde 1909, cuando desde Cagliari, siendo un bachiller, le escribe a sus familiares en Ghilarza, hasta 1926, año en que es arrestado por la dictadura fascista de Benito Mussolini¹.
Como una suerte de guía de lectura nos parece adecuado subrayar tres etapas —que evidentemente no funcionan como compartimentos estancos— de la vida del intelectual y dirigente político italiano aquí presentes: el Gramsci estudiante en formación, el Gramsci crítico y cronista y el Gramsci líder del PCd’I y estratega en la política internacional.
Entre 1908 y 1914, el Gramsci estudiante. En las cartas de esta época —primero en Cagliari, como acabamos de decir, y luego en Turín— vemos a un joven más bien solitario y sufrido, estudioso y lector voraz, sometido a muchas estrecheces económicas y aquejado de enfermedades nerviosas. En lo que respecta a sus intereses intelectuales durante su formación universitaria en Turín, el joven Antonio (que firma las cartas como Nino
) se interesa principalmente por la lingüística, colaborando a veces con su apreciado y admirado profesor Matteo Bartoli. Por otra parte, en la política, en el recuerdo de Palmiro Togliatti, es también un joven orgulloso de su origen sardo, incluso partidario autonomista de su Cerdeña natal: un sardista
que veía con buenos ojos la independencia de su isla, periodo que, según Angelo D’Orsi, en su reciente biografía, puede fecharse precisamente entre 1911 y 1913.
Sus interlocutores en las cartas elegidas son miembros de su familia; a su madre, Giuseppina Marcias, a su hermana Teresina; pero en especial su padre, Francesco Gramsci, a quien se dirige a veces desesperado, a veces suplicante y en otras ocasiones francamente agotado, molesto y decepcionado porque este no logra ayudarlo como él necesitaría. La beca que recibe del colegio Carlo Alberto no es suficiente, así que, a causa de la falta de dinero para comer, para vestirse, debido a que necesita libros y documentos varios, acaba siempre por acudir a su padre. También en esta primera etapa, importantísima para su formación, lo vemos lamentablemente enfermo, aquejado de mareos y migrañas, viviendo junto al Dora y luego bajo la Mole Antonelliana, entre la fría y espesa niebla turinesa, sufriendo muchas tensiones nerviosas y físicas, y sin embargo siempre —a excepción de los momentos en los que la enfermedad lo vence— con la fuerza de la ironía y la autoironía.
El siguiente momento es el del Gramsci crítico. En este momento Gramsci es un joven cuyos intereses están ya afianzados en la actualidad y la actividad periodística y política dentro de las luchas socialistas. Lejos han quedado las cartas del estudiante en las que expresaba esa soledad que sienten los que, alejados de su hogar, se abandonan a la desesperación. Es 1915, ha dejado la universidad para dedicarse completamente al periodismo y al activismo político. Afiliado ya al Partido Socialista, según los críticos e historiadores, entre otras actividades impulsa formas de asociación populares pedagógicas que sirven para instruir a los obreros en la cultura socialista (la carta a Lombardo Radice de marzo de 1918 es, en este aspecto, iluminadora para conocer sus procedimientos pedagógicos). Entre todo esto comienza a afianzarse poco a poco como promotor y participante en primera persona de las luchas entre las distintas corrientes del partido, creador e impulsor de los consejos de fábrica a través de L’Ordine Nuovo, publicación creada junto a sus compañeros de la Universidad, Palmiro Togliatti, Angelo Tasca y Umberto Terracini, aunque ya para entonces haya creado una publicación como La Città Futura y escrito en otra como el Avanti! de Turín, y a veces incluso las ha dirigido, como en el caso de Il Grido del Popolo. De este periodo, desafortunadamente, existen pocas cartas; no obstante, las que han llegado a nuestro conocimiento son significativas, como la anteriormente mencionada a Lombardo Radice, por ejemplo. Estos años de formación en Turín, a decir de Laurana Lajolo en su Gramsci, un uomo sconfitto, son los más felices de su vida; intensos, ricos en esperanza y elecciones fundamentales de vida.
En las cartas de la última etapa aquí considerada —la de Gramsci en la política internacional— vemos a nuestro autor fuera de Italia. Mucho más maduro políticamente, conoce también en este periodo a Julia Schucht, su compañera de vida e ideales. En esta etapa, podemos distinguir, por una parte, la fase moscovita, cuando acude a Rusia como representante de Italia ante la Internacional Comunista; y, por otra parte, su periodo en Viena, desde donde consolida su papel de dirigente dentro del Partido Comunista de Italia.
Gramsci permaneció en Moscú desde mediados de 1922 hasta finales de 1923. En esta etapa y la posterior en Viena mantiene una voluminosa correspondencia con algunos miembros de su grupo de Turín y con Julia Schucht. En una de las cartas aquí seleccionadas, la del 18 de mayo de 1923, vemos cómo va desarrollándose su intención de consolidar progresivamente un grupo diverso que se anteponga al de su admirado Amadeo Bordiga —fundador del Partido Comunista de Italia, y siempre contrario a pactos con los socialistas— para dirigir el rumbo del partido mientras el fascismo crece imparable. El periodo de Gramsci en Moscú es en el que conoce más profundamente la Revolución rusa, a Lenin y a otros dirigentes comunistas rusos y, además, es aquí donde comienza a desarrollar el concepto de hegemonía. Por otro lado, según Giuseppe Fiori, habiendo emprendido ese viaje a Rusia profundamente deprimido y enfermo de crisis nerviosas, termina por ser internado en un sanatorio, el ahora célebre Bosque de Plata (Serebriani Bor), en las afueras de Moscú, donde conoce a Eugenia Schucht, también internada por un fuerte agotamiento psicofísico que le impide caminar. Durante esta estancia conocerá sucesivamente, con ocasión de una visita, a la hermana de Eugenia, Julia Schucht, una estudiante de música quien se convertirá más adelante en su compañera y con quien tendrá dos hijos. También presentamos aquí cartas hasta ahora inéditas en español que testimonian el desarrollo de su relación, las preocupaciones que Gramsci comparte con Schucht por su situación vital en Viena (y más adelante en la Roma tomada por el fascismo) y su eterno deseo de vivir juntos, que solo podrá realizarse por brevísimos periodos. La llegada de Julia Schucht a la vida de Gramsci aportará al espíritu del Gramsci político internacional (y a sus cartas) algo ante lo que él mismo se maravillará: el amor de una persona, pues ¿cómo podía ser posible preocuparse por la gente y amarla si primero no se ama a una persona y se es amado por ella?, se preguntará, en una de las cartas dirigidas a Julia (6 de marzo de 1924). Este aspecto personal de Gramsci, si creemos en sus propias palabras, será fundamental para darle la fuerza vital para salir adelante y tener la energía suficiente en los combates políticos que se