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Violencia contra los periodistas: Configuración del fenómeno, metodologías y mecanismos de intervención de organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión
Violencia contra los periodistas: Configuración del fenómeno, metodologías y mecanismos de intervención de organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión
Violencia contra los periodistas: Configuración del fenómeno, metodologías y mecanismos de intervención de organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión
Libro electrónico722 páginas8 horas

Violencia contra los periodistas: Configuración del fenómeno, metodologías y mecanismos de intervención de organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión

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La violencia contra los periodistas no es un hecho aislado. Esta es una práctica presente en países de todo el mundo y que se caracteriza por la impunidad que rodea a las muertes de comunicadores de diversos medios de comunicación., Esta situación no solo deja impune el crimen, también impide y trunca la relación de la información con la comunidad. Cuando estos actos se llevan a cabo, se vulnera la persistencia de la libertad de expresión, el funcionamiento y el propósito de los medios de comunicación, la confianza en la investigación periodística y las fronteras del miedo.

Consciente de la gravedad de la situación, Marisol Cano investiga en este libro diez organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión mediante una metodología cualitativa que hace uso de técnicas de investigación como el análisis documental, el análisis de contenido y la entrevista estructurada. De esta forma, logra construir un marco global analítico de la lucha frente a la violencia contra los periodistas en la primera década del siglo XXI que le permite conocer el discurso sobre la libertad de expresión, sus formas de evaluación, las decisiones de las organizaciones para intervenir en determinados contextos, los procesos de protección de los periodistas y el perfil de las organizaciones encargadas de su bienestar.
En un mundo tan conectado, el periodismo ya no es un asunto que pueda limitarse a las fronteras nacionales o a contextos locales, su accionar atañe a la comunidad internacional y las repercusiones que se derivan de su silenciamiento es un asunto que demanda el compromiso y la responsabilidad de toda la humanidad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 ene 2019
ISBN9789587812992
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    Violencia contra los periodistas - Marisol Cano Busquets

    18).

    I

    CONSIDERACIONES TEÓRICAS Y ESTADO DE LA CUESTIÓN

    La violencia contra los periodistas es un tema de impacto social relativamente poco abordado por la investigación académica. Si se parte de la premisa de que cuando existen restricciones a la libertad de expresión, y particularmente a la libertad de prensa, se establece un impedimento importante para la existencia de una sociedad bien informada y de una ciudadanía activa y deliberativa, entonces la defensa del ejercicio en libertad de este derecho, la seguridad de los periodistas y la lucha contra la impunidad en los actos de violencia cobran gran interés en la conformación de la vida en sociedad.

    El asunto, entonces, está estrechamente relacionado con la pregunta sobre el papel de los medios informativos en la sociedad, si se tiene en cuenta una perspectiva bastante afianzada a lo largo de la historia, que valora en alto grado las contribuciones del periodismo a la sociedad, en especial la construcción de espacios de diálogo y debate de ideas, la búsqueda de la verdad, la justicia y la libertad.

    Si la pregunta se ubica en la primera década del siglo XXI, el desafío está en ponerla a dialogar con los grandes cambios culturales originados en el desarrollo y la apropiación que los ciudadanos hacen de las tecnologías de información y comunicación, pero también con la recomposición de los modelos de producción y financiación del sector de los medios informativos, la globalización de la esfera pública, la pérdida de autonomía del periodismo debida a presiones internas y externas, el choque de culturas, las crecientes prácticas de vigilancia y control, los nuevos movimientos sociales y las transformaciones de la economía global.

    En razón de lo anterior, para estudiar el tema de la violencia contra los periodistas —un ámbito en el que no se puede desconocer la existencia de una dimensión teórica y de otra práctica en constante tensión y complementariedad—, se buscó estructurar una propuesta teórica que, desde la perspectiva de la autora de esta disertación doctoral, pudiera dar solidez al análisis y comprensión del significado de un fenómeno complejo de gran impacto para la vida en sociedad y las libertades públicas. En consecuencia y después de un proceso de discernimiento sobre los que podrían ser los elementos fundamentales para abordar el tema —teniendo siempre presente el inmenso valor que tiene para la vida en sociedad la labor de un periodismo independiente, responsable y ético—, la autora configuró un entramado teórico que conjuga, a su juicio, cuatro dimensiones significativas para tal fin:

    i. El rol de los medios informativos y del periodismo en la sociedad y en la construcción de una esfera pública deliberativa.

    ii. El entramado de relaciones de poder y presiones en el que se desarrolla el trabajo periodístico y lo convierte en un campo en disputa.

    iii. La comprensión del derecho a la libertad de expresión como cimiento de sociedades plurales y diversas.

    iv. El entendimiento de las dimensiones de la violencia y de su significación social.

    Rol de los medios informativos y del periodismo en la sociedad

    La indudable importancia de los medios de comunicación para la vida en sociedad radica en haberse convertido en un recurso de poder como instrumentos potenciales de influencia, control e innovación, y en el modo primario de transmisión de información esencial para el funcionamiento de las instituciones sociales (McQuail, 2010, p. 28). Los medios trazan un mapa del mundo a través de las noticias y de los comentarios, interpretan la marcha de la sociedad en forma de marcos explicativos y estructuran conocimiento público, con lo cual influyen sobre la comprensión que las personas tienen del mundo por medio de los marcos cognitivos que proporcionan (Curran, 2005, p. 169). Así mismo, constituyen un ámbito en el que se despliegan múltiples asuntos públicos y son un espacio destacado para la construcción, el almacenamiento y la expresión de la cultura y los valores de las sociedades y los colectivos humanos y, por tanto, el origen de un sistema de significados que aporta patrones a los individuos y a los grupos (McQuail, 2010, p. 28).

    Como productores, difusores y depositarios de significados sobre los acontecimientos, los medios están profundamente implicados en la vida en sociedad (McQuail, 2010, p. 29), con sus inherentes tensiones y conflictos de carácter político, económico, social o cultural. Son muy pocas las cuestiones sociales significativas que se abordan sin algún tipo de consideración del papel de los medios de comunicación.

    La honda imbricación de los flujos de información, noticias y comentarios en la vida de las sociedades sugiere un espacio de potencial desencuentro entre las expectativas de los diferentes grupos sociales sobre el rol que desempeñan los medios en general, y el periodismo en particular, y las propias percepciones e ideas de los periodistas en relación con sus tareas y responsabilidades sociales. El reclamo de libertad y de independencia del Estado, de los gobiernos y de otros poderes por parte de quienes ejercen el periodismo contribuye a una dinámica y un clima de discrepancia permanente donde ellos deben actuar. Si bien es cierto que en sociedades libres el periodismo no debería tener obligaciones con el Estado o con otro cuerpo externo, gracias a la extendida doctrina de la libertad de prensa, sí se espera que los periodistas no hagan daño y obedezcan la ley (McQuail, 2013, p. 20). Sin embargo, los medios informativos y los periodistas generalmente resienten que se les intente prescribir algún rol, excepto el que ellos mismos se autoimponen.

    Aun así, resulta inaceptable admitir que es posible desatender los reclamos que la sociedad hace al periodismo. Basta tener en cuenta tan solo el hecho de que quienes controlan algunos medios de comunicación basados en el mercado pueden coartar su independencia y amordazar la vigilancia que están llamados a hacer de los gobiernos, bien sea porque son sus defensores o porque esperan beneficiarse en las regulaciones (Curran, 2005, p. 250). No menos significativas son todas aquellas influencias que pueden condicionar la labor de los medios, entre las que se encuentran los compromisos políticos y los intereses privados de los accionistas o las que se derivan del poder ideológico de los principales grupos de la sociedad (Curran, 2005, p. 246).

    Como lo explica McQuail (2013, p. 5), aunque la práctica del periodismo vista desde dentro no requiere justificación o explicación teórica, inevitablemente alguna forma de teoría se desarrolla fuera acerca de la interacción entre el periodismo y su entorno social, en especial a medida que el periodismo gana en complejidad y sus consecuencias se hacen más significativas. Desde la perspectiva de este autor, los periodistas pueden no necesitar una teoría para guiar sus actividades cotidianas, pero la teoría es esencial cuando median propósitos como explicar o justificar acciones de quienes ejercen el periodismo que resultan controvertidas o en procesos de rendición de cuentas que involucran responsabilidades frente a la sociedad, a la legislación y la autorregulación profesional. En particular, lo que sostiene McQuail es que el reclamo de la libertad periodística como principio no puede fundamentarse sin una justificación teórica, además de los argumentos pragmáticos que también lo sustentan (2013, p. 5).

    Los acercamientos teóricos a la relación entre sociedad y periodismo se enmarcan en la tradición más amplia de los estudios sobre los medios de comunicación, en los que se identifican dos enfoques diferenciados: el mediacéntrico, que se orienta a los propios medios y a su actividad, y el sociocéntrico, más centrado en la sociedad, que entiende a los medios como reflejo de fuerzas políticas y económicas (McQuail, 2010, pp. 30-32).

    Si lo que se observa son los intereses y las convicciones de los teóricos, McQuail ve otra línea divisoria donde identifica dos tendencias: los que pertenecen al ámbito de la cultura y de las ideas, y los que privilegian las fuerzas y los factores materiales. Este teórico caracteriza, entonces, la existencia de otros cuatro enfoques principales en los estudios sobre los medios de comunicación: el mediaculturalista, que da mayor importancia al contenido y a la recepción de los mensajes teniendo en cuenta la influencia del entorno individual; el mediamaterialista, en el que los aspectos político-económicos y tecnológicos de los medios reciben la mayor atención; el socioculturalista, que recalca la influencia de los factores sociales en la producción y recepción de los medios y sus funciones en la vida social y, finalmente, el sociomaterialista, que considera que los medios son más un reflejo de las circunstancias económicas y materiales de una sociedad que una de sus causas primarias (McQuail, 2010, p. 32).

    Lo que subyace en general en los diferentes enfoques en cuanto a la relación entre medios de comunicación y sociedad es la premisa de los medios como una institución social establecida, con sus propios conjuntos de normas y prácticas, pero cuyo ámbito de actividades queda sujeto a definición y limitación por toda la sociedad (McQuail, 2010, p. 29).

    Ya no en lo concerniente a los enfoques de los estudios, sino a los tipos de teorías existentes sobre los medios de comunicación, el mismo McQuail (2010, pp. 32-34) advierte la existencia de cuatro tipos de teorías principales: de las ciencias sociales, normativas, operativas y del día a día, de las cuales al investigar un fenómeno como el de la violencia contra los periodistas son relevantes las teorías operativas y, en especial, las normativas, es decir, aquellas que prescriben cómo deberían operar los medios si tuvieran que ser defendidos o alcanzados determinados valores sociales. Las teorías se entienden aquí no solamente como un sistema de postulados parecidos a las leyes, sino también como cualquier conjunto de ideas que contribuya a comprender un fenómeno, guiar una acción o predecir una consecuencia (2010, p. 32).

    Las teorías normativas aportan a la configuración y legitimación de las instituciones mediáticas y las teorías operativas conciernen a las ideas prácticas reunidas y aplicadas por los profesionales de los medios en el curso de su labor y contribuyen a organizar aspectos de la experiencia y a mantenerse dentro de lo que permite la sociedad. En asuntos de ética periodística, por ejemplo, estas últimas se superponen a las teorías normativas (McQuail, 2010, pp. 32-33). Lo que interesa en este trabajo es, entonces, esa compleja y sugerente tensión, pero a su vez conexión, entre aproximaciones normativas y aproximaciones operativas al periodismo.

    De este modo, el punto de partida se fundamenta en la premisa de la existencia de dos tipos de teorías de la prensa, más que de los medios de comunicación en general: las que prescriben sus tareas en la sociedad y las que describen la práctica real de esas tareas; de esta forma se abordan las relaciones entre periodismo y sociedad mediante una articulación entre la dimensión ideal o normativa y la dimensión real o descriptiva (Christians, Glasser, McQuail, Nordenstreng & White, 2009, p. ix).

    La idea de que los medios y los profesionales del periodismo tienen unas responsabilidades en la sociedad deviene de las teorías normativas de los medios y de la democracia desde las que se espera que los medios cumplan la función crítica de informar al público, a través de lo cual los ciudadanos pueden participar plenamente de la democracia (Brants, 2013, p. 19). Los medios informativos tienen, así, la responsabilidad de cumplir con ese papel por el bien general y hacerlo, además, de una manera fiable, cuidadosa e independiente. Esto denota que los medios tienen el poder de definir, explicar e interpretar la realidad y darle un significado, de ahí que se tenga la expectativa de que lo hagan de la mejor manera posible y con honestidad, de tal manera que se pueda confiar en ellos para desempeñar ese papel importante que se les ha asignado (Brants, 2013, p. 21).

    Sin embargo, los medios y los periodistas deben cumplir esa labor con presiones crecientes, internas y externas, como se verá más adelante. Además,

    […] deben hacer su labor de una manera responsable, pero a su vez atractiva. Deben hablar y escuchar, reír y llorar, ser independientes y neutrales, involucrarse y mantener la distancia. Y, mientras hacen todo esto, deben sostener los valores profesionales de la fiabilidad en el proceso de recolección de información, la precisión y un sentido inteligente en la interpretación de los hechos. (Brants, 2013, p. 21)¹

    En la esencia de un enfoque normativo está la idea de rol que proviene de la sociología y cuyo origen se ubica en el momento en que la teoría funcionalista de los sistemas sociales se refiere a las tareas o actividades que deben ser desempeñadas por una persona o grupo para asegurar el adecuado funcionamiento de un sistema como un todo. En el caso de los estudios de medios, los primeros teóricos de la comunicación que abordaron el asunto en la década de los años cincuenta subrayaron tres funciones sociales principales de la comunicación que podrían expresarse bien en términos de roles: la vigilancia del entorno, a partir de la revelación de las oportunidades y las amenazas que pueden afectar la posición de valor de una comunidad y de las partes que la componen; la correlación de las distintas partes de la sociedad en su respuesta al entorno, y la transmisión del legado social de una generación a la siguiente (Laswell, 1982 [1955], p. 205).

    En este trabajo, la aproximación a los roles de los medios informativos y del periodismo se hace desde el enfoque contemporáneo de las teorías normativas y se circunscribe al estrecho vínculo entre periodismo, sociedad y democracia. En esa medida, el concepto de rol, aplicado a los medios informativos y al periodismo, se entenderá como una combinación de tareas profesionales y propósitos ampliamente reconocidos, estables y perdurables (Christians et al., 2009, p. 119).

    De acuerdo con los planteamientos normativos, una prensa libre en una sociedad democrática, como se señaló, no puede estar obligada a seguir algún propósito en particular, por el contrario, los roles de los medios informativos son un asunto de elección, reforzado por las tradiciones y la fuerza de los vínculos sociales. Teniendo esto en perspectiva, en la historia de los estudios en comunicación se configuran cinco roles esenciales (con una amplia variedad de enfoques, formas de enunciarlos y de definirlos):

    i. Proveer información acerca de acontecimientos y de sus contextos.

    ii. Proveer comentarios , incluyendo orientación y consejos en relación con los sucesos.

    iii. Proveer un foro para la expresión de diversos puntos de vista y para la incidencia política.

    iv. Proveer un canal de doble vía entre ciudadanos y gobierno.

    v. Actuar como crítico o perro guardián con el fin presionar al gobierno en su obligación de rendir cuentas (Christians et al., 2009, pp. 29-30).

    Si bien es cierto que las formulaciones de estos roles se han referido en el pasado fundamentalmente a aquello que es llamado la prensa —que en sentido amplio abarca los medios tradicionales—, el desafío aquí es tomar en cuenta, como lo plantean los enfoques contemporáneos de las teorías normativas, el cambio profundo en la naturaleza de los medios y del periodismo que se está dando en los inicios del siglo XXI, con lo que esto implica para la formulación y el estudio de sus roles en la actualidad. El desarrollo de internet, la apropiación de las TIC por los ciudadanos y la consecuente multiplicación de productores de información, el acceso abierto o la interactividad son realidades que están modificando los paradigmas en el hacer y en el pensar el periodismo.

    El enfoque contemporáneo de las teorías normativas de los medios informativos y del periodismo

    Este trabajo doctoral se nutre de la preocupación que mueve a autores como Christians et al. (2009, p. vii) sobre la necesidad de tratamientos más teóricos en torno a la relación entre medios y sociedad en general y entre periodismo y democracia en particular, y de responder al desafío intelectual de quienes se preguntan por la ética profesional, el desempeño responsable de los medios, la defensa de la libertad de expresión y la formación de los periodistas.

    Tomar las teorías normativas como marco para abordar la violencia contra los periodistas tiene que ver, por un lado, con que una de sus características básicas es el intento de proporcionar una explicación razonada de las relaciones entre una concepción de democracia en una sociedad particular y los roles concretos de los actores en el debate público; esto, en el caso de la presente investigación, cobra sentido al intentar aportar fundamento a aquello que determina para el periodismo el deber de cumplir con unas u otras actividades en la sociedad y el consenso que puede lograrse alrededor de ello (Christians et al., 2009, p. 86). Y, por el otro, debido al nexo de estas teorías con la ética periodística y las políticas de comunicación que rigen el ordenamiento de los medios en asuntos relacionados con seguridad nacional, libertad de prensa, orden público, igualdad y diversidad en el acceso a los medios e impacto moral y cultural de sus contenidos (Igartua y Humanes, 2010, p. 58).

    En un asunto como el estudio de la violencia contra los periodistas, sus causas, motivaciones y consecuencias, es pertinente contar con el enfoque de unas teorías que afirman la autonomía y la autorregulación de los medios y enlazan la libertad y la responsabilidad en un proceso dialéctico (Merrill, 1993, pp. 37-40).

    Estas teorías normativas pueden cumplir una función legitimadora, aportar una explicación argumentada, determinar la importancia de la calidad del diálogo, dar un fundamento moral a las actividades de los medios informativos y poner sobre la mesa el concepto de verdad pública cultural, que tiene que ver con la veracidad y la honestidad de lo que se expone en la esfera pública (Christians et al., 2009, pp. 73-86).

    Lo que se observa en la evolución reciente de las teorías normativas de los medios es que han ampliado su repertorio de explicaciones, incluidas aquellas que tienen que ver con la libertad de expresión, las nuevas dimensiones y una mirada global que las ha enriquecido con los aportes de tradiciones culturales no tenidas en cuenta antes en el paradigma occidental dominante, entre ellas, las de Asia, África, América Latina y el mundo islámico (Christians et al., 2009, p. 67).

    Ahora bien, ese enfoque contemporáneo de las teorías normativas de los medios, que cuenta entre sus principales representantes con Clifford G. Christians, Theodore L. Glasser, Denis McQuail, Kaarle Nordenstreng y Robert A. White —cuyos planteamientos guiarán uno de los cuatro componentes del marco conceptual de este trabajo—, ha puesto su mirada en lo que estos autores ven como expectativas ciudadanas de una comunicación participativa más directa, intentando justificar y proveer fundamentos teóricos normativos para la participación de los ciudadanos en el debate público, algo cada vez más central en muchas sociedades hoy en el mundo. Esto tiene que ver con las distintas orientaciones que pueden darse hoy a las teorías normativas, por ejemplo, entre quienes están más cercanos a una concepción individualista y liberal sobre cómo garantizar la verdad y la libertad en el debate público y quienes defienden las aproximaciones que hacen en este sentido las concepciones comunitarias y orientadas socialmente (Christians et al., 2009, pp. 66-68). Los anteriores son aspectos de indudable impacto para el campo periodístico, cuyas vibrantes transformaciones reflejan en gran medida estas discusiones y preocupaciones.

    En una teoría normativa de los medios, de acuerdo con Christians et al. (2009, pp. 71-73), los siguientes son asuntos fundamentales:

    i. El deber de alcanzar un acuerdo sobre el acceso libre e igualitario al debate público. La tradición de los postulados normativos es defender alguna forma de libertad para expresar opiniones en el foro público sin represalias.

    ii. La búsqueda de alternativas para resolver conflictos a través de la deliberación. Las grandes declaraciones sobre el modo adecuado en que debe darse el debate público han surgido, precisamente, en momentos en los que la crisis de las instituciones sociales amenaza la existencia de un debate libre y sin restricciones.

    iii. La capacidad para lograr un balance entre el arte de la persuasión, la comprensión por todas las personas del debate público y la veracidad. Algunas de las declaraciones normativas más significativas en relación con el debate público se han dado en contextos culturales que tienen un especial aprecio por la estética en el estilo que se imprime a la comunicación.

    iv. La relación entre la academia y el ámbito del debate público. Por lo general, los autores de postulados normativos de importancia han sido también maestros de la deliberación pública.

    Dicho lo anterior, estos autores aportan para el análisis un esquema en el que identifican los principales actores sociales involucrados en un sistema normativo (figura 1), algo que será de utilidad al momento de aproximarse al fenómeno de la violencia contra los periodistas. Lo que se establece allí es una relación dialéctica entre los actores del sistema y los correspondientes asuntos normativos a ellos asociados.

    Christians et al. (2009, pp. 69-71) organizan estos asuntos de forma jerárquica, ubicando en la parte superior los valores comunicativos de una cultura y en la parte inferior las prácticas cotidianas específicas de los grupos y los profesionales de la comunicación, con los criterios a partir de los cuales se guían para tomar sus decisiones. Así, lo que muestra el sistema es que en la base están los ideales personales de los profesionales, que a su vez se articulan con el estilo de una determinada cultura corporativa, el ethos de las salas de redacción, los códigos de ética de las asociaciones profesionales y los principios generales para quienes son maestros de la comunicación y para las instituciones mediáticas. Luego están las políticas normativas de las organizaciones mediáticas, las que rigen su operación; aquí se ubican los empresarios de los medios como actores. Siguen las normas nacionales e internacionales relacionadas con la comunicación; aquí son los legisladores y los políticos los que se convierten en actores del sistema. En este último nivel, las normas establecen entornos más o menos favorables para la independencia de los medios y configuran las fronteras de control que establecen los Estados para su funcionamiento. Aunque los medios aceptan una cierta regulación fundamentada en el interés público, tratan de mantener vigente el principio de independencia frente al control del poder del Estado, con el fin de proteger su función de guardianes y de vigilantes del cumplimiento de la responsabilidad social pública que les compete a los Estados. En el siguiente nivel se ubican las teorías normativas cuyos correspondientes actores son la academia y la comunidad filosófica. Finalmente, aparece como elemento normativo la filosofía pública de la comunicación, entendida como los valores y compromisos comunicativos generalmente difundidos por una cultura; aquí los actores del sistema son las

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