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El Espíritu Santo
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Libro electrónico387 páginas6 horas

El Espíritu Santo

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El Espíritu Santo no es simplemente otro libro de Teología, sino una guía muy práctica y útil para encontrar un camino hacia la vida llena y guiada por el Espíritu. Aquellos que desean conocer y experimentar íntimamente al Espíritu Santo, serán bendecidos al leer la exposición del Dr. Bailey sobre los siete aspectos del Espíritu Santo: la persona del Espíritu Santo, el ministerio del Espíritu Santo, los siete espíritus del Señor, el bautismo del Espíritu Santo, los nueve dones del Espíritu, los nueve frutos del Espíritu, la vida llena y guiada por el Espíritu.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 may 2017
ISBN9781596655638
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    El Espíritu Santo - Dr. Brian J. Bailey

    I PARTE

    LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO

    LA TRINIDAD

    A. Siete aspectos de la persona del Espíritu Santo.

    B. El Espíritu como miembro de la Deidad.

    C. Los símbolos del Espíritu Santo.

    D. Los nombres del Espíritu Santo.

    LA TRINIDAD

    El Dios de todo el universo, el único y verdadero Dios a quien servimos, está constituido por tres personas distintas e inconfundibles. Estas tres personas son Dios Padre, Dios Hijo (el Señor Jesucristo) y Dios Espíritu Santo. Aunque son tres personas, debemos comprender que ellos son un solo Dios, y no tres dioses en una persona. La Deidad nos es revelada en forma plural en Génesis 1:26, donde el Señor dice: "Hagamos al hombre a nuestra imagen". Desde el principio de la Palabra de Dios, comenzando con el primer capítulo de la Biblia, el Señor aclara que hay tres personas en la Deidad.

    Dios Padre es llamado el Anciano de días (Dn. 7:9,13) y la Majestad en las alturas (He. 1:3). En las Escrituras, Él generalmente es visto sentado en el trono (Dn. 7:9; Ap. 5:6-7). Él es la fuente y origen de todo. De Él salieron las otras dos personas de la Deidad que siempre habían existido en él. El Padre tiene la forma y figura del Hijo, sin embargo, él es un espíritu (vea Jn. 5:37; 4:24). Dios Hijo, el Señor Jesucristo, es el Jehová del Antiguo Testamento. Fue Jesús y no el Padre quien se les apareció a Abraham, Moisés y a otros profetas. Él se ve como el Padre, sólo que más joven.

    El Señor Jesús le dijo a Felipe en Juan 14:9: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. El Padre y el Hijo son idénticos. El Hijo es la imagen misma de su sustancia (He. 1:3), pero el Padre se ve mayor. El Hijo tiene un cuerpo humano tangible, pues Él es la expresión física de la Deidad. Él gobierna y administra el reino de Su Padre.

    El Espíritu Santo también es una persona. Él es la tercera persona de la Trinidad. Es un ser que provino de Dios, siendo sin embargo, igual a Dios (vea Jn. 15:26). Él es un espíritu, pero también se asemeja al Padre y al Hijo. Las Escrituras siempre se refieren al Espíritu Santo como Él y no como eso. Él no solamente es una influencia, es una persona. Él lleva a cabo las órdenes del Padre y del Hijo, y Su principal objetivo es exaltar al Hijo.

    El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son iguales. Ellos tienen un mismo carácter y están unidos en una misma visión, pensamiento y objetivo. Describiendo a Jesús, Filipenses 2:6 dice: …el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios. En Juan 5:17 Jesús dice: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

    El resultado de esta afirmación se encuentra en el versículo 18: "Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios". Por lo tanto, el Padre y el Hijo son claramente iguales.

    Justo antes de que el Señor Jesús fuera a la cruz, prometió que enviaría a otro Consolador en Su lugar, el cual sabemos, es el bendito Espíritu Santo (Jn. 14:16; 16:7). (La palabra griega traducida otro significa otro del mismo tipo). Sólo uno de iguales cualidades puede ser enviado en lugar de alguien. Por tanto, basados en las Escrituras, podemos decir claramente que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son iguales.

    Sin embargo, existen diferentes grados de autoridad en la Deidad. El Padre es supremo. Él es el mayor en posición y autoridad. El Hijo dejó esto muy claro en Juan 14:28, donde dijo: porque el Padre mayor es [en autoridad y posición] que yo. El Hijo y el Espíritu Santo son sumisos a la voluntad del Padre. Jesús le dijo a Su Padre: Hágase tu voluntad, no la mía. El Hijo es el heredero de todos los dominios de Su Padre y el Padre le ha entregado todas las cosas en Sus manos (vea He. 1:2; Jn. 3:35; 13:3). Su deseo es hacernos coherederos con Él.

    El Señor Jesús va a heredar todos los reinos de este mundo (Ap. 11:15). Él gobierna sobre el reino de Su Padre con la ayuda del Espíritu Santo. En el Milenio, el Hijo reinará en persona sobre la tierra. Sin embargo, Él aún estará en sumisión a Su Padre. 1 Corintios 15:28 aclara esta verdad: Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos. Asimismo, el Espíritu Santo solamente hace lo que el Padre le dice que haga (Jn. 16:13). La Trinidad obra en perfecta unidad y armonía al gobernar el universo.

    LA TRINIDAD REVELADA EN LA ESCRITURA

    La Trinidad puede ser vista en muchos pasajes de la Escritura. Veamos ahora algunos de ellos. En la Creación, Dios Padre dio la orden de que la tierra fuese creada y tomara su forma. Él hizo todo esto a través del Hijo, quien proclamó las palabras de Su Padre (He. 1:2; Ef. 3:9; Col. 1:16). Sin embargo, fue el Espíritu Santo quien se movió sobre la faz de la tierra e hizo que todo existiera en el orden determinado (Gn. 1:2-3).

    Estos tres miembros de la Deidad también pueden ser vistos en la encarnación de Cristo. Por medio del Espíritu Santo, el Padre preparó un cuerpo humano en el vientre de María para Su hijo Jesús (vea He. 10:5). Lucas 1:32-35 dice: Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre... Respondiendo el ángel [a María], le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

    En este pasaje el Padre es llamado el Altísimo y el Señor Dios. Jesús es llamado Hijo del Altísimo y el Espíritu de Dios es llamado Espíritu Santo. Por lo tanto, podemos ver claramente la evidencia irrefutable de los tres miembros de la Deidad en las santas Escrituras.

    El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son vistos de nuevo en el bautismo de Jesús, en el río Jordán: Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre Él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia (Mt. 3:16-17). Mientras el Hijo estaba siendo bautizado en el río, el Espíritu Santo vino sobre Él como paloma, y el Padre habló desde los cielos diciendo que estaba complacido con Su Hijo.

    La Trinidad también fue descrita en la fórmula del bautismo en agua dada por el Señor Jesús en Mateo 28:19: Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Pablo dejó esto muy claro cuando retóricamente les preguntó a los corintios si él había bautizado a alguno de ellos en su propio nombre (Vea 1 Co. 1:12-15). ¡Por supuesto, Pablo no bautizó a ninguno en su propio nombre! Todos ellos fueron bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

    Asimismo, la Trinidad es revelada a través de la crucifixión. Pablo dijo en Hebreos 9:14: ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? El Hijo de Dios fue a la cruz por medio del poder capacitador del Espíritu Santo que estaba con Él, ofreciéndose a Sí mismo sin mancha a Su Padre.

    El Padre levantó a Cristo de entre los muertos por medio de la acción del Espíritu Santo. Romanos 8:11 nos da evidencia bíblica de este hecho: Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Pablo repite esta verdad en Romanos 6:4: Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Es este mismo Espíritu el que levantará a los santos en el día de la resurrección.

    Un precioso retrato de la Trinidad es visto en el martirio de Esteban. Hechos 7:55-56 dice acerca de Esteban: Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Los ojos de Esteban, quien estaba lleno del Espíritu Santo, fueron abiertos para ver al Hijo de pie a la diestra del Padre. Jesús lo estaba esperando para darle la bienvenida al cielo. Normalmente, Cristo está sentado a la diestra de Dios, pero en esta ocasión Él está de pie para darle la bienvenida a uno de Sus santos escogidos.

    Los tres miembros de la Deidad también son vistos en el cielo: Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono (Ap. 5:6-7).

    Cuando Juan, el discípulo amado, vio un libro en el cielo que estaba sellado, lloró, porque ningún hombre había sido hallado digno de abrir el libro. Sin embargo, el Cordero de Dios, el Señor Jesús, prevaleció para abrir el libro y lo tomó de la mano derecha de Dios el Padre, que estaba sentado en Su trono. Este pasaje dice que el Cordero tiene siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios. Este es el Espíritu Santo que reposaba sobre Cristo. De esta manera, la Trinidad es revelada claramente en las Escrituras.

    LA TRINIDAD REVELADA EN LA ESCRITURA

    1. En la Creación.

    2. En la encarnación de Cristo.

    3. En el bautismo de Jesús.

    4. En la fórmula bautismal.

    5. En la crucifixión.

    6. En la resurrección de Jesús y todo creyente.

    7. En el martirio de Esteban.

    8. En el cielo.

    En 2 Corintios 13:14, encontramos una bendición apostólica dada por el Apóstol Pablo que nos ayuda a visualizar la Trinidad: La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión [o compañerismo] del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.

    Pablo habla de la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo. ¿Cómo podemos tener comunión o compañerismo con una influencia? Obviamente, no podemos. Por ende, el Espíritu Santo es una persona que anhela tener comunión con aquellos con quienes pueda compartir Sus más íntimos sentimientos y deseos.

    Como ya dijimos anteriormente, el Hijo es idéntico al Padre. La única diferencia es que la apariencia del Padre es de mayor edad. De la misma manera, el Espíritu Santo también tiene una forma. Sin embargo, sería poco común que una persona tuviera una visión del Espíritu Santo o lo viera con sus propios ojos. No obstante, podemos tener comunión con Él, pues nosotros fuimos hechos a Su imagen y Él es Dios. El Salmo 103:13 dice que el Padre se compadece de nosotros (acariciándonos y mimándonos), como un padre lo hace con sus hijos.

    Hace muchos años, tuve una visión en la que vi la espalda de Dios Padre. En esa visión, Él acariciaba tiernamente a los niños en el cielo. Algunas veces, podemos incluso sentir la mano del Señor Jesucristo sobre nosotros. Yo he sentido la mano del Señor sobre mí en varias ocasiones. De la misma manera, también podemos sentir al Espíritu Santo cubriéndonos y ungiéndonos. El tener comunión con Él es un gran privilegio y honor que no debemos tomar a la ligera.

    Debemos orar al Espíritu Santo así como oramos al Padre y al Señor Jesús. ¿Por qué? Porque Él es la tercera persona de la Deidad. El Espíritu Santo debe convertirse en una realidad para nosotros. Necesitamos depender de Él y estar conscientes de Su presencia en todo momento. Todo creyente nacido de nuevo y lleno del Espíritu, debe sentir la necesidad de acercarse al Espíritu Santo. Despertar ese deseo en usted es el propósito de este libro.

    A. SIETE ASPECTOS DE LA PERSONA DEL ESPIRITU SANTO

    El Espíritu Santo no es simplemente una fuerza o influencia, sino más bien un individuo que tiene todos los atributos y cualidades asociadas con un personaje en particular. Si hemos de comprender la importancia del tercer miembro de la Deidad, debemos examinar estos atributos. Vamos ahora a considerar siete aspectos de la persona del Espíritu Santo.

    1. POSEE UNA MENTE

    El apóstol Pablo dijo en Romanos 8:27 que el que "escudriña los corazones sabe cuál es la intención [mente] del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos". A la luz de esta escritura entendemos que el Espíritu Santo tiene una mente, y por supuesto, una influencia no posee una mente. La mente es uno de los atributos claves de una persona.

    Los apóstoles declararon en Hechos 15:28: Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias. En esta situación en Hechos 15, el Espíritu Santo les reveló a los apóstoles sus pensamientos con relación a las ordenanzas que los gentiles debían obedecer. Este es un muy buen ejemplo de la mente del Espíritu.

    2. TIENE UNA VOLUNTAD

    Al referirse a la repartición de los nueve dones del Espíritu Santo en 1 Corintios 12:11, el apóstol Pablo dice: "Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere". Por lo tanto, el Espíritu Santo también tiene una voluntad. Es el Espíritu Santo quien decide qué dones debemos tener y el que reparte varios dones a cada creyente, como Él desea.

    3. TIENE SENTIMIENTOS

    El Espíritu Santo también tiene emociones y sentimientos. Pablo escribió a los creyentes de Éfeso: Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención (Ef. 4:30). En Isaías 63:10 se habla de los israelitas rebeldes que enojaron al Espíritu Santo. Si nosotros desobedecemos al Señor y hacemos cosas que no le agradan, entonces contristamos al Espíritu Santo.

    Algunas veces podemos sentir la tristeza que Le hemos causado, pues el Espíritu Santo tiene la habilidad de comunicar Sus sentimientos a nuestro corazón. También, el Espíritu Santo tiene mucha compasión, pues Él desea producir amor y todos Sus otros frutos en nuestra vida (vea Gá. 5:22-23).

    4. SE LE PUEDE MENTIR

    Como a una persona, también se le puede mentir al Espíritu Santo. En Hechos 5:3, Pedro dijo a Ananías: "¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?" No podemos mentirle a una influencia; sólo podemos mentirle a una persona. En Juan 16:7-15, cuando se habla del Espíritu Santo se dice Él o Lo varias veces. En las Escrituras originales, nunca se habla de Él como ese o eso.

    5. PUEDE SER BLASFEMADO

    El Señor Jesús declara en Mateo 12:31-32: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado: pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.

    En este pasaje, Cristo colocó al Espíritu Santo al mismo nivel que Él. Él dijo que aquellos que blasfemaran al Espíritu Santo no serían perdonados. Vemos, que el Espíritu Santo, como persona, puede ser blasfemado de la misma manera que el Hijo de Dios también puede ser blasfemado. La blasfemia al Espíritu Santo ocurre cuando atribuimos las obras del Espíritu Santo al diablo, sabiendo en el corazón de uno que estas obras son, en verdad, del Espíritu Santo.

    6. PUEDE HABLAR

    El Espíritu Santo tiene la habilidad de hablar; una fuerza o influencia no la tiene. Como está registrado en Hechos capítulo 10, Pedro recibió una visión que le revelaba claramente que los gentiles eran aceptados por Dios. Mientras meditaba sobre esta visión, escuchó que alguien le hablaba: "le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado" (Hch. 10:19-20). Hablar es la acción de una persona. El Espíritu Santo no es eso sino Él.

    Esta verdad respecto a la habilidad de hablar del Espíritu Santo también es revelada en el libro de Apocalipsis. Juan concluye su mensaje a las siete iglesias de Asia con esta frase: El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (ver Ap. 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Podemos oír al Espíritu Santo hablándonos, si tenemos oídos que oyen y si tenemos oídos atentos a Él. Por esto, necesitamos que nuestros oídos espirituales sean abiertos más y más.

    7. PUEDE SER INSULTADO Y APAGADO

    El Espíritu Santo puede ser insultado, como también el Señor Jesús puede ser insultado. En Hebreos 10:29 leemos: ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta [insulto] al Espíritu de gracia?

    El Espíritu Santo puede ser insultado por nuestras acciones y palabras. Si nosotros nos volvemos a nuestra antigua forma de vida, después de haber conocido al Señor como nuestro Salvador, insultamos al Espíritu Santo. Aun más, Pablo nos dice en 1 Tesalonicenses 5:19: No apaguéis al Espíritu. Estos siete puntos acerca de la persona del Espíritu Santo ofrecen evidencias y pruebas abrumadoras de que el Espíritu Santo es en verdad una persona y no simplemente una influencia.

    SIETE ASPECTOS DE LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO

    1. Posee una mente.

    2. Tiene una voluntad.

    3. Tiene sentimientos.

    4. A Él se le puede mentir.

    5. Puede ser blasfemado.

    6. Puede hablar.

    7. Puede ser insultado y apagado.

    B. EL ESPÍRITU SANTO ES UN MIEMBRO DE LA DEIDAD

    Como dijimos anteriormente, el Espíritu Santo es un miembro de la Deidad. Como tal, tiene todas las cualidades y características de los otros dos miembros de la Trinidad: el Padre y el Hijo. Existen muchas pruebas en la Santa Escritura acerca de que el Espíritu Santo es un miembro de la Deidad, pero sólo vamos a ver seis de ellas.

    1. ES ETERNO

    Una de las características de la Deidad es que Ellos son eternos (vea Sal. 90:2; 2 Ti. 1:17). Ellos no tuvieron principio y no tienen fin. Jesús era, y es, y ha de venir (Ap. 1:4). En Hebreos 9:14, el apóstol Pablo escribe: "¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" De esta manera, la Escritura establece claramente que el Espíritu Santo es eterno. También es claro que tiene las mismas características que los otros dos miembros de la Deidad.

    2. ES OMNIPRESENTE

    Otro atributo de la Deidad es que son omnipresentes. Ellos pueden estar en todo lugar al mismo tiempo. En Jeremías 23:24, el Señor pregunta: ¿Se ocultará alguno, dice Jehová en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra? Dios llena el cielo y la tierra. Jesús será visto por toda criatura alrededor del mundo en Su Segunda Venida (Ap. 1:7; Mt. 24:30). El Espíritu Santo también es omnipresente. Él tiene la habilidad de estar en todo lugar al mismo tiempo.

    En el Salmo 139:7, el rey David hace esta pregunta: ¿adónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Luego, continúa: Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra (Sal. 139:8-10).

    Dios dirige los asuntos del infierno, al igual que los asuntos del cielo. Las personas que han tenido visiones del infierno confirman esto. El rey David estaba consciente que no importaba a dónde él fuera, pues sabía que el Espíritu Santo está en todas partes. Podía sentir la presencia del Espíritu Santo con él en todo momento. De esta manera, si nosotros caminamos en la luz, podemos estar seguros que el Espíritu Santo siempre va a estar con nosotros sin importar a dónde vayamos.

    3. ES OMNIPOTENTE

    Al igual que los otros dos miembros de la Deidad, el Espíritu Santo es omnipotente o todopoderoso. En Lucas 1:35, el ángel del Señor le dijo a María: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. El Espíritu Santo es llamado poder del Altísimo, pues posee todo el poder.

    En Mateo 28:18, el Señor Jesús declaró, justo antes de ascender al cielo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. De estas escrituras vemos que durante los tres años y medio de Su ministerio en la tierra, Cristo tuvo la unción, el poder y la energía del Espíritu Santo. Todo el poder le fue dado por el Padre, a través de la operación del Espíritu Santo. Debido a que el Espíritu Santo es omnipotente como Cristo, es claramente un miembro de la Deidad. En Zacarías 4:6-7, el Señor habló a Zorobabel diciéndole que no sería por medio de la fuerza, o del poder del hombre que el templo sería terminado y que prevalecería sobre el imperio Persa, el cual le impedía poder terminar esa obra. En lugar de esto, el trabajo de construir el templo sería completado por medio del tremendo poder del Espíritu Santo. ¡El Espíritu Santo es omnipotente! Él es capaz de vencer los estorbos y obstáculos de todas las naciones de la tierra.

    Muchas veces en la Escritura, el Señor amonesta a Su pueblo por no buscarlo a Él para ser librados de ejércitos enemigos que venían en contra de ellos. Él reprende a Ezequías por enviar a Egipto un embajador para pedir ayuda en contra del ejército asirio que estaba avanzando en contra de Jerusalén (vea Is. 31:1-5; 36:6). ¡Es en el poder del Espíritu Santo, omnipotente, en el que se debe confiar en todo momento!

    4. ES OMNISCIENTE

    Otro de los atributos divinos del Espíritu Santo es que Él es omnisciente, en otras palabras, el Espíritu Santo posee todo conocimiento y sabiduría. El apóstol Pablo dice en 1 Corintios 2:9-11: Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

    El hombre es un espíritu. Es un espíritu viviendo en un cuerpo físico. Nosotros podemos conocer verdaderamente a una persona, cuando realmente conocemos su espíritu. Por gracia, nosotros somos capaces de comprender el espíritu de otros, porque nosotros también somos un espíritu. De la misma manera, el Espíritu Santo entiende al Padre porque también es divino. El Espíritu Santo comprende todas las cosas que se relacionan con Dios y con el hombre. Por esto, siempre que necesitemos saber algo, debemos pedirle al Espíritu Santo que nos lo revele. Uno de Sus ministerios es el de revelarnos las cosas del Padre y del Hijo.

    5. EL ESPÍRITU SANTO ES LLAMADO DIOS Y SEÑOR

    A través de las Escrituras podemos ver que el Espíritu Santo es llamado Dios. Cuando Ananías

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