El oro y el altar: Una revelación que va a abrir los ojos de los siervos de Dios
Por Edir Macedo
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El oro y el altar - Edir Macedo
M141e
Macedo, Edir, 1945
El oro y el Altar : Una revelación que va a abrir los ojos
de los siervos de Dios (e-pub) / Edir Macedo – 1a ed.
Traducción: Marta Angélica Corvino
Rio de Janeiro / Unipro Editora, 2018.
208.p; il.; cm
Traducción de: O ouro e o Altar
ISBN 978-85-7140-890-6 e-pub
1. Avivamiento - fe. 2. Altísimo – celo. 3. Angélica, Marta Traducción
I. Título
CDD 231
Copyright© 2018
COORDINACIÓN GENERAL: A. Lobato
EDITOR: Mauro Rocha
COORDINACIÓN DE CREACIÓN: Paulo S. Rocha Jr.
EDICIÓN DE COPIA Y REVISIÓN: Marta Angélica Corvino
TAPA: Paulo S. Rocha Jr.
PROYECTO GRÁFICO Y DIAGRAMACIÓN: Luiz Felipe Kessler
COAUTORA: Núbia Siqueira
PREPARACIÓN DE TEXTO: Jaqueline Corrêa
FOTOS DE LA TAPA: Demétrio Koch
TRADUCCIÓN: Marta Angélica Corvino
CONVERSIÓN A EPUB: Cumbuca Studio
____________________________
1ª edición
Año 2018
Está prohibida la reproducción total o parcial sin el expreso consentimiento de la editorial. Están permitidas solo breves citas, siempre y cuando sea mencionada la fuente bibliográfica.
Este libro fue revisado según la Real Academia Española.
Los textos bíblicos citados están en la versión La Biblia de las Américas (LBLA), salvo expresa mención y tienen como objetivo incentivar la lectura de las Sagradas Escrituras.
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Inhaúma - CEP 20766-720 Rio de Janeiro - RJ
tel (21) 3296-9300
Site: www.unipro.com.br
Índice
Portada
Hoja de rostro
Créditos
Introducción
Capítulo 1 - Los enemigos de Dios
Los llamados maestros de la Ley
La cátedra de Moisés
¿A quién honra Dios?
Capítulo 2 - Dicen, pero no hacen
Las Escrituras transformadas en un peso
La armonía entre lo que Jesús hacía y decía
La carga de la religión versus la carga de Jesús
Aprendiendo de Jesús, que es manso y humilde de corazón
Capítulo 3 - El deseo del hombre de ser admirado y de ser señor
¿Cómo nació el orgullo?
Cómo trabaja satanás
La diferencia entre el cristiano religioso y el cristiano genuino
Capítulo 4 - ¡Ay de vosotros!
Jurar por el Templo, ¡eso no es nada!
Jurar por el Altar, ¡eso no es nada!
Necios y ciegos enseñan y defienden el error
La mayor revelación de los últimos tiempos
La prueba del alma
Capítulo 5 - Caín y Abel
La ofrenda de Abel y la ofrenda de Caín
La marca de injusticia versus el legado de justicia
La ira de Caín y la ira de los hermalos
Actitudes semejantes, pero intenciones distintas
Dios deseó levantar el semblante de Caín
La respuesta de Caín revela su condición espiritual
El pecado está a la puerta de todos
Capítulo 6 - La relación con Dios
Si Yo Soy Padre, ¿dónde está Mi honor?
Autoexamen espiritual
En el Altar, no es aceptada ofrenda defectuosa
La generación que se burla de Dios
Cuando la deshonra viene del púlpito
El origen del desprecio por el Altar
El aviso antes de las maldiciones
Bendiciones maldecidas
Una ofensa a Dios
El siervo bueno y fiel
Capítulo 7 - La santidad del Altar y de la ofrenda
Cómo llegar al Altar
Cómo un pastor hace crecer suministerio
Capítulo 8 - Un trabajo que no produce nada
La prioridad de Dios: salvar almas
Siervo pirata
Las consecuencias del engaño dentro de la Obra de Dios
Capítulo 9 - Dos veces hijo del infierno
¿Qué es, de hecho, ganar almas?
La sinfonía perfecta
Compasión por las almas perdidas
Capítulo 10 - Obediencia parcial y obediencia total
Diezmo de la menta, del eneldo y del comino
La justicia, la misericordia y la fe
Las bienaventuranzas
El carácter justo de Dios
La justicia y la libertad del hombre
Parecidos a Dios
El mosquito y el camello
Capítulo 11 - El Altar puede ser el lugar más peligroso del mundo
La hipocresía en la Iglesia Primitiva
Enséñate a ti mismo
¿Alguna semejanza con nuestros días?
La más grave acusación contra los hipócritas
Cuando todo es inútil
Capítulo 12 - Corrija el engaño mientras hay tiem
¿Hijos del Altísimo o criaturas terrenales?
El Principio Divino de dar
La buena medida de Dios
¿Qué tiene de misterioso el acto de dar?
¿Cuál es el valor del oro para Dios?
Develando los secretos del alma humana
Comprenda lo que usted está haciendo
¿Cuál es su elección ahora?
Capítulo 13 - Cómo ocurre la caída de un pastor
Las estrategias del diablo para derribar a un pastor
El pastor y sus tentaciones
El peligro del adulterio
Cómo entró el adulterio en la mente de David
Consecuencias del pecado de David
Los ojos pueden ser los mayores agentes del pecado
Como animales irracionales
La perniciosa vanidad
Ganancia deshonesta
La comparación, el primer paso para el enfriamiento espiritual
Reconozca su orgullo
¡Esté alerta!
Conclusión
Introducción
Una carta abierta a los siervos del Altísimo
Antes que nada, me gustaría aclarar que considero a los pastores, obreros/as, esposas de pastores, evangelistas y misioneros los mayores instrumentos para el avivamiento de la Obra de Dios en este mundo.
Cuando estos siervos mantienen su vida en el Altar del Señor, imbuidos del deseo de llevar con fidelidad Su Palabra, logran inflamar la fe en las personas que están bajo sus cuidados.
Sin embargo, al perder la visión espiritual, esos hombres y mujeres se tornan el mayor impedimento para la Salvación de las personas.
Exactamente así eran los escribas y fariseos: les cerraban la puerta del Reino de Dios a los hombres que por ellos eran enseñados (Mateo 23:13). Por eso, el Señor Jesús los llamó hijos del diablo
(Juan 8:44), hijos del infierno. A fin de cuentas, mientras el Señor Jesús estaba dando Su Vida para abrirles las puertas del Cielo a las personas, los religiosos, con su mala conducta, las cerraban, declarándose, así, enemigos del Altísimo.
Cuando meditamos sobre lo que está escrito en el capítulo 23 del Evangelio de Mateo, podemos ver que el motivo de la fuerte reprensión del Salvador a los maestros judíos reverbera en nuestros días, sobre todo, en lo que atañe a la hipocresía y a su falta de consideración con el Altar de Dios.
Aquellos hombres se deslumbraban demasiado con posiciones, títulos y honras humanas. De manera semejante, muchos siervos de Dios
de la actualidad han sucumbido a ese mal. Se tornan cada vez más llenos de sí, dominados por el orgullo y por el brillo que este mundo ofrece. Y aunque incluso presenten algún tipo de servicio en la Obra, esa ofrenda es inútil, pues no procede de un corazón que teme y tiembla delante de los Principios Sagrados.
Lamentablemente, hemos visto pastores que son verdaderos fenómenos en el púlpito
, porque predican bien, llenan iglesias, sus nombres son respetados, pero son ínfimos en lo que respecta a la práctica de sus propias enseñanzas y al cultivo de una comunión diaria con Dios. Llevan a otros a temer al Todopoderoso, mientras que ellos mismos no Lo honran. Y la prueba de eso es la ofrenda de vida inservible que, día tras día, han puesto sobre el Altar.
Lo que confirmaba la ceguera de los religiosos en la época del Señor Jesús y también revela la falta de visión de muchos siervos en nuestros días es el menosprecio por la justicia, por la misericordia y por la fe.
Esas personas que se perdieron pusieron en el oro y en la ofrenda el motivo de su empeño en la Obra. Al elegir lo que es perecible como la razón de su esperanza dejaron de promover la gloria de Dios para promoverse a sí mismos.
Así, no son los incrédulos los que más se han burlado y jugado con las cosas de Dios, ¡sino los que declaran ser de Casa
!
Muchos de ellos saben que están procediendo con el carácter engañador de Jacob (cuando fingió ser Esaú), aun así, no se arrepienten ni cambian de actitud; en lugar de eso, continúan actuando de modo fraudulento.
Tales siervos
conocen los Preceptos Divinos, pero fingen y se disfrazan para pasar por personas fieles, espirituales y fervorosas, cuando, en realidad, sus ojos anhelan solo la alabanza y los beneficios humanos.
Frente a eso, que estas palabras suenen como una alerta de lo Alto para despertar a los que duermen y vivificar a los que están a punto de morir o, incluso, a los que ya están muertos espiritualmente, ¡antes de que su ruina sea irreversible!
Este libro, por lo tanto, tiene como finalidad avivar la fe, el primer amor y las primeras obras de los cristianos, para que su candelabro no les sea quitado (Apocalipsis 2:5).
Es necesario que cada uno cele por sí, antes de que pierda el privilegio de ser un siervo del Altísimo, porque la Obra de Dios no debe ser hecha con malestar y mucho menos por imposición de otro, sino con alegría y fidelidad, pues el servicio sagrado es un presente del Todopoderoso a Sus escogidos (Números 18:7).
Cuando el Dios Eterno nos favorece con la dádiva de servirlo, Él nos prueba una vez más Su amor, dándonos una honra que no merecemos.
Entonces, hagamos uso de este privilegio con sinceridad y temor, recordando que hay una maldición reservada para aquellos que sirven de manera engañosa, indiferente y/o relajada.
No se aventure en la Obra de Dios si no está dispuesto a dar toda su vida en Su Altar, después de todo: ¡Maldito el que hiciere indolentemente la obra del SEÑOR...
(Jeremías 48:10)!
Capítulo 1
Los enemigos de Dios
El capítulo 23 del Evangelio de Mateo, cuenta que, pocos días antes de Su crucifixión, el Señor Jesús rechazó de forma severa y pública a los escribas y a los fariseos de Su época delante de una multitud atenta a lo que Él hablaba. Durante todo Su ministerio, el Salvador los había confrontado, pero ese día en especial, ocurrió la más dura de todas Sus reprensiones.
El Señor Jesús hizo eso porque ya había advertido a los maestros judíos en varias ocasiones, pero no había habido arrepentimiento de parte de ellos. Entonces ahora, al hablar en su contra, el Salvador quería que las personas se resguardasen de la hipocresía y de las instrucciones distorsionadas que aquellos maestros enseñaban. Para eso, usó la práctica de los religiosos como ejemplo de lo que jamás podemos ser o hacer en la conducción de nuestra vida espiritual.
Pero, a fin de cuentas, ¿quiénes eran los escribas y los fariseos?
Los llamados maestros de la Ley
Los escribas eran copistas de los Textos Sagrados y los únicos autorizados oficialmente en Israel a copiar la Ley escrita. A causa de ese oficio, tenían la Palabra de Dios bien memorizada y en la punta de la lengua, de manera que se jactaban de ser los más capacitados para instruir al pueblo.
Ellos presumían diciendo que su objetivo de vida era preservar las Escrituras; en la intimidad, sin embargo, no respetaban al Todopoderoso y, mucho menos, a Su Palabra, pues no la practicaban. Esos hombres dejaban a las Escrituras de lado para observar con rigor las tradiciones religiosas, como las muchas restricciones alimenticias, las adiciones innecesarias de reglas en cuanto a guardar el sábado, entre otras tradiciones que desagradaban a Dios.
Semejantes a los escribas eran los fariseos – un grupo de hombres que había decidido separarse de los demás judíos, en el siglo II a. C. Al principio, la intención de ellos parecía buena, pues aspiraban a vivir de manera más dedicada al Altísimo y a los valores de la fe. Pero, con el tiempo, formaron una secta impregnada de falsedad y ambición, cuya finalidad era solo imponerles a los otros su propia doctrina y las tradiciones de sus antepasados.
Los fariseos eran conocidos en la sociedad como los hombres más fieles y correctos de su época; interiormente, sin embargo, la mayoría de ellos no poseía misericordia y era injusta, codiciosa y envidiosa.
En aquel tiempo, pertenecer a un grupo religioso era una noble distinción en la sociedad judaica y una marca de espiritualidad. Los escribas y los fariseos eran conocidos como hombres que vivían en perfecta comunión con el Altísimo. No obstante, por la apariencia, esos religiosos podían engañar a los hombres, pero no al Señor Jesús, que sabía bien que el corazón de ellos estaba sumergido en profundas tinieblas.
Por eso, la urgencia de ese mensaje del Señor Jesús, que tenía el propósito de prevenir a los discípulos y al pueblo para que no se contaminaran con los principios distorsionados y con las malas prácticas de los maestros judíos, pues ellos, en realidad, eran los enemigos de la fe.
En toda la Biblia, vemos que las reprensiones Divinas no fueron dirigidas a los afligidos, a los perdidos o a los que desconocían la Verdad, sino que fueron dirigidas a los fingidos, rebeldes y conscientes de sus pecados, los cuales no manifestaban ningún deseo de cambiar.
Aunque el Hijo de Dios amase y desease salvar a todos, Él sabía que los hipócritas no estaban dispuestos a arrepentirse. En la mente cauterizada y en el corazón endurecido de ellos, no había espacio para la corrección de Dios. Así, es fácil percibir el contraste entre la manera afectuosa con la que el Señor Jesús Se dirigía a los desesperados y rechazados y la forma severa con la que reprendía a los fingidos y orgullosos.
Veamos, a continuación, algunos ejemplos de cómo el Señor Jesús lidió con los afligidos, los enfermos y los despreciados.
• El paralítico conducido por sus cuatro amigos oyó palabras de ternura del Salvador: Y Le trajeron un paralítico echado en una camilla; y Jesús, viendo la fe de ellos, dijo al paralítico: Anímate, hijo, tus pecados te son perdonados
(Mateo 9:2).
• La mujer adúltera recibió protección contra sus acusadores: …Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado? Y ella respondió: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete; desde ahora no peques más
(Juan 8:10-11).
• La viuda, delante del cortejo fúnebre del único hijo, fue acogida con bondad y misericordia: Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores
(Lucas 7:13).
• La suegra de Pedro, en el lecho de enfermedad, recibió Su gentil asistencia: E inclinándose sobre ella, reprendió la fiebre, y la fiebre la dejó; y al instante ella se levantó y les servía
(Lucas 4:39).
Vemos que, durante todo Su ministerio, el Salvador socorrió, animó y bendijo a los humildes. Incluso en Su momento de mayor dolor en la cruz, Él fue capaz de hablar con gentileza y atender el pedido del malhechor crucificado a Su lado. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu Reino. Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás Conmigo en el Paraíso
(Lucas 23:42-43).
Sin embargo, la blandura desaparecía cuando Jesús hablaba con ciertos religiosos. Entre los términos y expresiones dispensados a ellos, estaban: insensatos y ciegos, guías ciegos, serpientes, camada de víboras, hipócritas y sepulcros blanqueados (vea Mateo 23:16,17,27,33).
La arrogancia de aquellos hombres era tan grande que el Señor prefirió revelarles Su