Las Emociones En El Espacio Arquitectónico: (Pretextos Para Diseñar La Casa Habitación)

Por Juan Manuel Aldana Zárate

Con este trabajo pretende dejar de lado las modas arquitectnicas para concentrarse en favorecer vivencias plenas de los usuarios con conceptos que permitan a l y sus lectores transformar los espacios con soluciones creativas para que sus proyectos sean mejores experiencias arquitectnicas para quienes los viven.

• Idioma: Español
• Editorial: Palibrio
• Fecha de lanzamiento: 22 abr 2013
• ISBN: 9781463354039

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Copyright © 2013 por Juan Manuel Aldana Zárate.

Diseño de la Portada: Alejandro Velasco Sánchez

Las Imágenes del Interior son Obra del Autor

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Fecha de revisión: 18/04/2013

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Indice

Presentación

Prólogo

Introducción

Impresiones sobre el espacio arquitectónico

Las emociones en el espacio arquitectónico

Cómo ve el arquitecto a la arquitectura

Los arquitectos de a pie

Cuando la arquitectura nos contempla

El pretexto de diseño

La arquitectura es la escenografía de mis vivencias

La arquitectura, mi arquitectura

La moda arquitectónica y su mercado cautivo

Los significados en el proceso metodológico de diseño arquitectónico

Traje a la medida

Utopía arquitectónica

La psicología en el espacio arquitectónico

Psicología y espacio

Depuración de emociones

Psicogenética y arquitectura

Genética espacial

Espacio interno, espacio soñado

Lugar para la paz interior

Las emociones en la casa habitación

¿Por qué regresar a vivencias positivas a través del espacio arquitectónico?

La tecnología requiere adaptación del espacio

La línea recta y la línea curva

El estrés en el espacio arquitectónico

El manejo del estrés en el espacio arquitectónico

La casa habitación

La evolución de la casa habitacion

La integración familiar a cambio de la funcionalidad

Yo, tú, él, nosotros

Los usuarios

La casa habitación como un organismo

La casa habitación es un ser vivo

Los elementos arquitectónicos

El agua

La luz

El arco

El espejo

El piso

La alberca

La chimenea

La escalera

La puerta

La ventana

La cortina en la ventana

Las tejas

La profundidad en las soluciones arquitectónicas

Locales en la casa habitación

El baño

La recámara

Nuevo diccionario arquitectónico

Diccionario arquitectónico-emocional

Bibliografía

Presentación

Este texto lo entrega un apasionado del diseño arquitectónico quien, evidentemente, no pretende mostrar su erudición sino su amor por lo que hace, así como su profunda preocupación por lograr la felicidad y bienestar del usuario de todo espacio arquitectónico; he aquí el valor de esta obra.

La escribe un arquitecto con muchos años de ejercicio profesional que recoge no tanto lo que ha aprendido o demostrado con su obra, sino lo que ha sentido al hacer arquitectura; lo que ha logrado al comunicarse con quienes han confiado en él para diseñar los espacios en los que habitan con sus seres más cercanos día con día.

Aquí la primera lección: sentimiento y comunicación, empatía con el usuario; pensar en él, en sus necesidades, valores, usos y costumbres, y por supuesto, en sus emociones…

Permitir que nos acompañe la intuición al tiempo que nos damos licencia para alejarnos un poco de la cuadratura del funcionalismo, del mundo mercantil, del frenesí de las modas pasajeras, de la tendencia hacia el Mundo Feliz de Huxley, en donde la vida robotizada desengrana la convivencia armónica de las familias.

El autor de este libro nos recuerda los significados de la arquitectura desde el proceso mismo de su generación… nos invita a acercarnos al usuario, a conocer su historia pasada y presente, qué siente; qué piensa, qué desea…. Y con ese material hilar una historia con bosquejos que, como un rompecabezas, se pueda ir armando poco a poco hasta llegar a una solución final, después de un proceso cognitivo y un genuino acuerdo con quien habitará el espacio.

Manuel Aldana evoca a su padre, sastre por oficio, y propone hacer arquitectura como trajes a la medida, justo como le acomoden al usuario. Recuerda el concepto de utopía y aterriza al decir que la fantasía de crear espacios sanos y sanadores, es posible.

Se adentra en el tema de la psicología y habla de la psicogenética para volver la vista a la enorme influencia que tiene la arquitectura en las formas de vida de quienes la habitan. Por ello propone diseñar casas que ayuden a sus habitantes a encontrar un estado de equilibrio que les brinde serenidad.

Afirma también una verdad absoluta: no todo se aprende en la universidad; acaso nos volvemos receptores de conceptos, pero dependerá de cada uno de nosotros aplicar la teoría aprendida para que el conocimiento adquirido trascienda.

Sin embargo, en la arquitectura y el diseño, eso será posible solamente si entrecruzamos el conocimiento con la parte interior de cada uno de nosotros, si somos sensibles y logramos tocar esas fibras que se acercan a las emociones de los seres humanos.

Es con esa sensibilidad que el autor recorre cada espacio de la casa-habitación para entregarnos pequeños capítulos colmados de pretextos encauzados a intentar hacer una arquitectura que colabore a lograr una vida plena para el usuario.

A través de sus capítulos, Aldana da forma lo que él llama un manual de elementos arquitectónicos con la esperanza de que se logre dignificar al usuario con el manejo del espacio en armonía con sus necesidades.

Vale la pena revisar despacio el diccionario arquitectónico emocional con el que cierra esta obra en el que, como en los espacios dedicados a los elementos arquitectónicos, entrega descripciones rebozantes de ese sentir que no se mide ni sabemos cuánto pesa; eso no se precisa, simplemente es; tan simple como que una teja apunta al cielo y una ventana trae consigo renovación y pureza hasta terminar… coloreando mis sueños.

Si es de sueños que quieres alimentar tu alma creativa y crees que lo que para otros es utopía puede hacerse realidad, este libro es para ti.

Jorge Tamés y Batta

Director, Facultad de Arquitectura, UNAM

Prólogo

Cuando he tenido la necesidad de desarrollar un proyecto arquitectónico, me he ubicado en ese punto inicial en el que debo decidir cómo será, en el que debo echar mano de los elementos arquitectónicos de mi repertorio para que vistan mi solución funcional.

Generalmente, hasta antes de abandonar al modo absolutamente funcionalista de proyectar, me congratulaba de las disposiciones que había creído le gustaban al usuario del espacio proyectado, sin embargo, eran soluciones que atendían a necesidades sólo funcionales, é incluso, que se regían por mi muy particular criterio de funcionalidad y estética arquitectónica. Descubrí que gracias a la programación espacial desde mi niñez, sigo un orden de acomodamiento que satisface mis proyecciones de imágenes de bienestar, las que efectivamente, son mías y ajenas al usuario demandante.

En algunos casos incluso, llegaba a convencer a mis usuarios de que mis soluciones formales eran las adecuadas a sus necesidades y, como sucede generalmente, terminaban aceptando por ser la opción inmediata, adecuada o no.

Aún así, hubo casos en que a la entrega final de un proyecto, los usuarios quedaban contentos con el resultado sin necesidad de adjudicarles mi propia convicción. Estará conmigo de acuerdo el lector, que la vanidad arquitectónica del proyectista es en estos casos, elevada a su máxima expresión, sin la comprobación posterior por saber si el usuario adoptó el espacio proyectado como la solución más adecuada una vez habitado.

Al pasar los años en mi ejercicio profesional me pregunté si hay algún modo de utilizar los elementos arquitectónicos para que satisfagan necesidades más allá de las funcionales, que también atiendan a las necesidades emocionales de los usuarios, y encontré la respuesta, un sí, en el que puede haber formas para concebir la disposición de los elementos arquitectónicos de acuerdo a los sentimientos, sin ser sólo un paliativo de las emociones desagradables propiciando emociones agradables que se pueden vivir en el espacio arquitectónico, insisto, desde mi muy particular forma de concebirlo.

Como proyectista cada vez estoy más convencido de que en un proyecto están expresadas mis propias emociones, como en un óleo ó en una acuarela las del pintor que las crea, de ahí mi necesidad de concebir el espacio como un crisol de vivencias y emociones me invita a revisar mis experiencias de vida para convertirlas en textos, y a los textos darles formas gráficas para moldearlas en imágenes abstractas de dos y tres dimensiones dibujadas en los planos arquitectónicos, pero más aún, en una dimensión que se sale de mi capacidad de expresar en dibujos y que pretende llegar al usuario a su interior desde el mío propio.

En 2007 tuve la fortuna de encontrarme con Lucie Perrault B. quien me fue orientando hacia una nueva forma de vivir, y en el camino me ha ayudado a emplear las herramientas que tengo y que por miedo había evadido. Este libro refleja mis descubrimientos en la búsqueda de mayor plenitud, también refleja mis experiencias aplicadas a mi ámbito de trabajo y una de mis pasiones en la vida: el diseño arquitectónico. En este ejercicio sólo me atrevo a hablar de aquello que he podido vivir, de lo que he podido experimentar en mis propias vivencias en el espacio físico, de mis propias visiones sobre lo que deseo del espacio proyectado para mí y para los usuarios a los que he tenido la fortuna de atender.

Creo que vale poco una opinión cuando se carece de una experiencia previa, y es inservible la experiencia cuando después de vivirla se carece de una opinión al respecto. Este libro es un testimonio de que al intervenir en el espacio arquitectónico ya sea para crearlo, modificarlo, restaurarlo ó mantenerlo, he tenido la fortuna de ver las expresiones de los usuarios listos para estrenar sus sentimientos en las entrañas de la arquitectura, y eso me permite transcribir aquí lo que he percibido, y mejor aún, lo que he podido vivir en el espacio, lo que sentido al habitar el mío propio.

Este libro es mi propio manual de elementos arquitectónicos para manejar mis propias emociones, tengo la esperanza de que al leerlo, cada diseñador de espacios encuentre su propia manera de proyectarlas en el espacio y pueda además, interpretar las de los usuarios que le piden una solución arquitectónica, buscando la depuración de las emociones que habitan en su interior hasta llegar a ese estado en que éstas desaparecen, en donde puede prescindirse de ellas para sentirse pleno, donde se puede ser quien se es, ó dicho de otra forma, donde se deja de vivir dependiendo del exterior y se llega al interior de cada ser humano que habita el espacio.

Introducción

Todos hemos deseado ser felices, lograr la plenitud, vivir sin las consecuencias de la modernidad de vida a la que hemos llegado, sin las contrariedades que ocasiona lo que confundimos como mayor calidad de vida, cuyo concepto general socialmente aceptado es la posesión de más y más bienes materiales que nos entretengan y mantengan nuestra atención dispersa a las emociones reales que vivimos cotidianamente, es decir, esa supuesta calidad de vida nos hace poseedores de cosas y nos evade de emociones adecuadas en el interior de nuestro ser, son en mucho sólo distractores de realidades intangibles. En esta visión comercializada de la existencia misma muchas veces la calidad de vida es directamente proporcional a la cantidad de bienes materiales que se posee, y la arquitectura juega un papel fundamental en estos principios de propiedad material para lograrla, es insuficiente tener una casa cómoda, es