¿La Vida? ¡Un Teatro!
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Eleonora Villegas nace en Caracas, Venezuela en 1.953 y crece en una familia donde el mundo del espectáculo es tradición. Desde pequeña intuye que el mismo será parte de su vida. Es graduada en Comunicación Social y ha ejercido como productora de documentales y programas de televisión.
Recientemente, sorprende con una investigación que desemboca en una obra de teatro sobre la misteriosa biografía del vodevil venezolano de 1.900 y su camino hacia el cine.
Cuenta la historia hasta ahora oculta de una familia que, por su precaria situación económica, decide aprovechar su talento artístico y anteponerlo a las presiones sociales de principios del siglo XX para entonces dedicarse al teatro de revista y el cuplé, en un país y una época que no estaban preparados para ello.
La obra está escrita desde el cariño, la admiración, el orgullo y el respeto hacia todos los personajes que la transitan. Resalta el trabajo y el esfuerzo hecho por estas valientes personas que, sin lugar a dudas, construyeron un legado histórico para sus descendientes.
Eleonora Villegas
Eleonora Villegas nace y crece en una familia donde el mundo del espectáculo era tradición. Su padre, productor de teatro desde muy joven, funda la empresa Bolívar Films, pionera de la industria del cine en Venezuela, en la cual ella comienza a trabajar a los 17 años. De allí en adelante su vida, de una u otra forma, se relaciona a los medios de comunicación.
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¿La Vida? ¡Un Teatro! - Eleonora Villegas
INDICE
ESCENA 1
ESCENA 2
ESCENA 3
ESCENA 4
ESCENA 5
ESCENA 6
ESCENA 7
ESCENA 8
ESCENA 9
ESCENA 10
ESCENA 11
ESCENA 12
ESCENA 13
ESCENA 14
ESCENA 15
ESCENA 16
ESCENA 17
ESCENA 18
ESCENA 19
ESCENA 20
ESCENA 21
ESCENA 1
México D.F. (Nov 1.935) Luis Guillermo de 31 años y su amigo Pepillo, quien al hablar descubre su acento español, caminan por la Calle Antonio Caso mientras conversan animadamente. Se detienen frente al número 28 y tocan el eslabón del portón.
Pepillo: ya verás, amigo, es, como dicen aquí, rechula, el año pasado fue la reina de carnaval de Orizaba, su ciudad natal.
Luis Guillermo: (Tartamudea como cuando está nervioso) ¿T-tan bonita así?
Pepillo: Bueno… en este momento no la vas a ver tan bonita… es que tuvo un accidente y está toda amoratada.
Luis Guillermo: (Alarmado) ¿Un accidente? ¿Cómo fue?
Llegan al portón y tocan. Esperan que los atiendan.
Pepillo: ¡No te asustes, hombre, que no es para tanto! Se pegó en la cara y la tiene inflamada y amoratada. Es que yo estaba enseñando a conducir a su hermana María Luisa, que es la que me gusta a mí. Por cierto, en cuanto a conducir se refiere, ese fue su debut y despedida; chocamos y Aída, que iba detrás de chaperona, se golpeó la cara con el asiento delantero y se fracturó la nariz.
Luis Guillermo:¡Córcholis! Pobrecita!
Pepillo: Pero ya vas a ver los retratos, te juro que es muy bonita… además de ser muy simpática. Eso sí, María Luisa dice que tiene un carácter……
Doña Cata: Buenooo…
Pepillo: Qué hubo, Doña Cata, soy Pepillo, que vengo a visitar a las niñas con un amigo, si Ud. lo permite, claro está.
Doña Cata: No faltaba más, Pepillo, ¡pásenle! A Luisita la llamo ahorita, pero Aída no sé si querrá salir. La pobre parece un monstruo…y no sé si lo querrá ver a usted que es en parte el causante de su accidente. (Risas) ¡Mire que querer enseñar a manejar a María Luisa que es tan distraída! (Risas) Espérense tantito que las llamo…
Luis Guillermo: Pepillo, será en otra ocasión, porque hoy la moza como que no se va a dejar ver…
María Luisa: (Entrando) Buenas tardes tengan ustedes, ¿qué les ofrezco?, ¿un té o una taza de chocolate caliente? También hice unos pastelillos que quedaron deliciosos. Mi mamá está convenciendo a Aída de que salga, la pobre está muy aburrida pero primero muerta antes de dejarse ver así…Además, está muy molesta conmigo, ¡como si yo tuviera la culpa!
Luis Guillermo: (Dándole la mano) : Mucho gusto, María Luisa, soy Luis Guillermo Blanco, un amigo de Pepillo, venezolano, pero trabajo aquí en México.
María Luisa: Pos ya conocemos a muchos venezolanos. Aquí en nuestra pensión se hospedan varios exiliados políticos de su país, está Arturo Uslar Pietri, Miguel Otero Silva… ¿Los conoce?
Luis Guillermo: De nombre, mucho, pero es que tengo muchos años fuera de mi país.
María Luisa: Vamos, Pepillo, ayúdame con la merienda.
María Luisa y Pepillo salen a buscar los pastelillos y el té.
Doña Cata: (Entrando) : Parece que la convencí… ¿Y en qué trabaja usted, joven?
Luis Guillermo: Soy empresario de teatro. Represento a la Compañía Cómica de Lupe Rivas Cacho, ¿la conoce?
Regresan María Luisa y Pepillo con las bandejas y las colocan sobre la mesa.
Doña Cata Y María Luisa: Hombre, claro, es increíble que usted trabaje en tan exitosa compañía, sobre todo siendo extranjero. Y si es así nos encantaría ir a una función. Nos gusta mucho cuando presentan Las Chiapanecas
. Es una pieza tan alegre que nos encanta. ¡La Rivas Cacho o Pingüica (… ¿así es que le dicen?...) es fenomenal!
En ese momento se asoma Aída cubriendo su cara con un antifaz de palito y actitud avergonzada.
Luis Guillermo: Pues ni una palabra más, quedan todas invitadas…
Luis Guillermo se detiene al ver a Aída con el antifaz y, conteniendo la risa, continúa sin remedio.
Luis Guillermo: …pero iremos cuando usted se mejore, señorita...
Aída: Aída… Ahoritita parezco elefante, pero ni cuando mejore iría a ver a la Rivas Cacho! Está más loca que una cabra. Yo no sé cómo usted puede trabajar con semejante…

image.jpgAída, Reina de Carnaval de Orizaba, Veracruz, México, 1.934
Luis Guillermo: (Cortando pone cara de asombro al principio) ¡Qué casualidad, adoro los elefantes!… Aunque nunca había visto un elefante con antifaz. ¿Será por eso que Ud. me ha cautivado? (Todos ríen) Y en cuanto al espectáculo de Lupe Rivas Cacho, es fenomenal, de veras lo recomiendo… y la invitación sigue en pie.
Doña Cata Y María Luisa: (Al unísono) Aída, por Dios, no seas imprudente, ¿no ves que Luis Guillermo es su representante??
Aída: Bueno, es que esa es mi opinión y me gusta decir lo que pienso.
Luis Guillermo: Claro, claro, todos somos libres de decir lo que pensamos. A mí me gustan las personas sinceras…
Pepillo: (En secreto) Te dije que te iba a gustar… y ¡de verdad tiene carácter!!
Aída: Jajaja, (A María Luisa en secreto) Gracias a Dios que tengo este antifaz y no pueden ver lo colorada que estoy.
María Luisa se ríe a carcajadas mientras todos se sientan en la sala y se enredan en una amena conversación mientras toman el té. Luis Guillermo y Aída quedan en sillas contigüas y el spot light se concentra en ellos dos que se enfrascan en un pequeño juego en el que Luis Guillermo, atrevido, trata de apartar el antifaz y ella, en una actitud de EXAGERADA TIMIDEZ, rayando en la coquetería, no se deja. Parece que nadie más existiera a su alrededor. La escena queda oscura.
Prende spotlight sobre Aída sentada con la bandeja con tazas en su regazo. María Luisa entra y se sienta a su lado a conversar en un rincón de la sala.
Aída: (Suspirando) Ay, María Luisa, ¡qué hombre tan encantador…!! Me cautivó…
María Luisa: Pero Aída, no te reconozco, si tú tienes novio, ¿qué vas a hacer con Don Francisco? Es muy gentil, tiene buena posición y te trata como a una reina…Este está guapo pero en cuanto a posición económica….
Aída: Pos si tanto te gusta Francisco, ¡quédatelo!!
María Luisa: Claro que no, está enamorado de ti, no de mí…
Aída: Ya lo sé, pero al conocer a Luis Guillermo me dí cuenta de que no estoy enamorada del viejo Francisco, como le dicen ustedes. Le escribí (enseña el sobre) terminando la relación y ¿sabes que hice ya? Tiré por el excusado la cadena de oro que me regaló.
María Luisa: ¡¡¿Qué hiciste qué?!! Pero me la hubieras dado…o por lo menos se la hubieras devuelto.
Aída: No, es que en la carta le digo que no quiero verlo nunca más… y también le cuento lo que hice con la cadena para que no tenga la excusa de venirla a buscar…
María Luisa: ¡Aída! ¡Qué grosería! ¡Tú estás loca!!
Aída: ¡Loca