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Filosofía on demand: Primera temporada
Filosofía on demand: Primera temporada
Filosofía on demand: Primera temporada
Libro electrónico241 páginas5 horas

Filosofía on demand: Primera temporada

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Una buena serie de televisión puede estimular nuestra capacidad de cuestionar cualquier ámbito de la realidad conocida. La filosofía, a través del análisis de conceptos y de herramientas como la duda y las preguntas, apunta al mismo objetivo. Por eso, este libro conecta esta disciplina con uno de los productos culturales más consumidos en la actualidad.
Siguiendo la estructura en episodios, en esta primera temporada Tomás Balmaceda se formula preguntas a partir de distintas series (algunas clásicas, otras más recientes) y reflexiona guiado por las ideas de grandes filósofos y filósofas de todos los tiempos. Así, un suceso o un personaje sirven para debatir problemas ampliamente planteados en la filosofía, como el libre albedrío o el sentido de la vida (y de la muerte), los dilemas que suscitan las nuevas tecnologías, o temas más mundanos como la acumulación de dinero o la amistad.
Filosofía on demand es una invitación abierta a "filosofar" desde la experiencia de los contenidos de una serie de televisión, dejando de lado prejuicios y viejas creencias.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 nov 2021
ISBN9789505568482
Filosofía on demand: Primera temporada

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    Filosofía on demand - Tomás Balmaceda

    Imagen de portada

    Filosofía on demand

    Filosofía on demand

    Primera temporada

    Tomás Balmaceda

    Índice de contenido

    Portadilla

    Legales

    Instrucciones para leer este libro

    Skip intro?

    E1: ¿Para qué sirve protestar?

    Beverly Hills 90210: Donna Martin, la desobediencia civil y las protestas sociales

    E2: ¿Y si la tecnología le gana a la muerte?

    Black mirror y la vida eterna

    E3: ¿Nuestros amigos son nuestra familia?

    Friends y las familias que elegimos

    E4: ¿Es correcto mentir para ayudar a un amigo?

    Los Simpson y la ética de Homero: Entre Marge, Flanders y Moe

    E5: ¿Qué pasaría si el destino estuviera escrito?

    Lost y los problemas de la Serendipia

    E6: ¿Es correcto clonar personas?

    Orphan Black y los problemas éticos de la clonación

    E7: ¿Qué sucesos pueden cambiarme para siempre?

    Stranger Things y las experiencias transformadoras

    E8: ¿Cómo sé que yo sigo siendo el mismo?

    Wandavision y la permanencia de los objetos en el tiempo

    E9: ¿Soy verdaderamente libre?

    Loki: Entre los viajes en el tiempo y el libre albedrío

    E10: ¿Para qué estoy en este mundo?

    Rick & Morty y el sentido de la vida

    E11: ¿Es moralmente correcto tratar mal a Siri?

    Westworld y la violencia que ejercemos con las máquinas

    E12: ¿Por qué nos emociona un dibujo animado?

    Bojack Horseman y la paradoja de la ficción

    E13: ¿Por qué nos cae bien un canalla?

    Mad Men y la empatía con el antihéroe

    E14: ¿Para qué sirve castigar?

    El marginal y la justificación de la cárcel

    E15: ¿Qué significa que seamos mortales?

    Breaking bad y la certeza del final

    E16: ¿Qué es la privacidad en la era de las redes sociales?

    The X-Files y la sociedad de la exposición

    E17: ¿Puede un robot ser nuestro amigo?

    Star Trek y los límites del afecto

    E18: ¿Cuándo muere una persona?

    Buffy, la cazavampiros y los problemas de la resucitación

    E19: ¿Qué responsabilidad tengo frente a un extraño?

    The Mandalorian y las acciones supererogatorias

    E20: ¿Qué tiene de malo ser millonario?

    Succession y el afán por acumular dinero

    E21: ¿Siempre está mal mentir?

    Los simuladores y la virtud de engañar

    Créditos finales

    © 2021, Tomás Balmaceda

    ©2021, RCP S.A.

    Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopias, sin permiso previo del editor y/o autor.

    Diseño de tapa e interior: Pablo Alarcón | Cerúleo

    Versión: 1.0

    Digitalización: Proyecto451

    Jesse Pink: Me quedé pensando en lo que dijiste sobre el universo… ¿por qué no dejarme llevar hacia donde el universo quiera? ¡Me encanta! Es una filosofía genial

    Jane Margolis: ¡Estaba siendo metafórica! ¡Es una filosofía terriblemente mala! Me he dejado llevar toda la vida hacia donde el universo quería… Es mejor que vos mismo tomes esas decisiones.

    El Camino: A Breaking Bad Movie – Netflix

    INSTRUCCIONES PARA LEER ESTE LIBRO

    ¿Con ansiedad por empezar #FilosofíaOnDemand? Si querés, entonces, podés saltearte la introducción, tal como hacés cuando apretás en skip intro porque querés ir derecho a saber qué es lo que sucede con tu serie favorita. Aquí hay veintiún episodios para disfrutar pero no tienen un orden predeterminado. Empezá por donde quieras: podés elegirlo porque la pregunta que guía la reflexión te llamó la atención o porque te gusta la serie que la inspiró. Leer cada episodio implica que se cuenta algo de la trama de esa ficción: a todas las personas nos disgustan los spoilers y tal vez quieras ver completa la serie antes de empezar, pero la verdad es que las buenas historias no se basan en uno o dos giros sorpresivos, así que la lectura no te arruinará ninguna experiencia audiovisual. Y una última advertencia: soy de aquellas personas que creen que en la filosofía importan más las preguntas que las respuestas, así que no esperes soluciones perfectas a los interrogantes que planteo sino más bien posibles caminos a recorrer. Cuando algo te interese, te sorprenda o incluso te indigne, buscá más información sobre ese autor, autora o corriente y te aseguro que se abrirá ante vos una aventura apasionante que no tiene nada que envidiarle a la mejor serie de todas.

    ¡Ahora sí, dale play y a disfrutar!

    SKIP INTRO?

    Veinticinco siglos atrás, en septiembre de 490 a. C., un hombre se desplomó en las puertas de la ciudad de Atenas. Estaba vestido con pesada ropa de guerra pero sin calzado y el cansancio se le notaba en la cara y en el cuerpo. En el piso, casi sin fuerzas, apenas logró decir una frase antes de fallecer extenuado. Se trataba de Filípides, quien se desempeñaba como hemeródromo, el nombre con el que se conocía a los mensajeros profesionales de las polis griegas. Su función era el transporte urgente de noticias de la forma más veloz que se conocía por entonces: corriendo.

    Filípides venía directo del campo de batalla, en donde había luchado contra el ejército imperial de Persia, y tenía una información clave para los atenienses: habían salido victoriosos y no había nada de qué temer. Filípides corrió sin descanso los 40 kilómetros que separaban Atenas de la ciudad de la batalla, Maratón, con la misión de entregar la buena noticia. Llegó tan cansado después del periplo que al arribar a su destino cayó rendido, comunicó la victoria ocurrida en su ciudad y falleció. Maratón estaba al este de Atenas y su nombre significaba hinojo, la planta característica de la región. Aunque el rigor histórico de la hazaña de Filípides puede ponerse en duda, la leyenda de su sacrificio sigue viva en una de las actividades deportivas más populares del mundo, que forma parte de los Juegos Olímpicos desde Atenas 1896 y que consiste en correr la misma distancia hecha por el héroe, 42.195 metros. Desde hace tiempo, además, hacemos maratones pero sin movernos del sillón de casa: ¿quién no ha maratoneado alguna vez un gran drama, la comedia de la que todos hablan o un thriller atrapante?

    Hoy hablamos de maratón cuando hacemos referencia a la acción de ver varios episodios de una misma serie (¡a veces incluso una serie entera!) de un solo tirón. Es bastante menos heroico que lo que hizo Filípides pero mucho más popular: es un hábito que creció año a año con la aparición de las plataformas de streaming y que se consolidó en los meses en los que el mundo debió quedarse en casa durante las medidas de aislamiento que se tomaron a partir de la crisis causada por el COVID-19.

    Este libro que tenés entre tus manos busca ser un buen compañero de esas maratones: soy un convencido de que los productos de la cultura popular pueden ser una puerta de entrada a la reflexión filosófica. Hay muchas maneras de entender la filosofía y son todas válidas, pero en ocasiones creo que hay malos entendidos: el análisis filosófico no está reservado solo para ámbitos vitales de gran densidad o que requieren una gran terminología específica, sino que puede ser un aliado útil para nuestra cotidianidad. Y filosofar no es, tampoco, expresar opiniones personales, sino que debe ser una reflexión meditada y atenta, que se enriquece cuando se comparte y discute.

    Bajo mi punto de vista, la filosofía es la disciplina que trabaja con conceptos y que utiliza herramientas como la duda o las preguntas para poner en cuestión cualquier ámbito de nuestra realidad, desde preguntarnos por la existencia de dios o lo que sucede después de la muerte hasta cuestiones mucho más mundanas, como pensar acerca del dinero o qué es esta frustración que siento cuando paso mucho tiempo en Instagram pero sigo regresando. Cualquier persona que quiera ponerse a reflexionar, haciendo el esfuerzo por dejar de lado prejuicios y viejas creencias, puede recorrer el camino de la filosofía. E incluso puede encontrar allí su vocación y aspirar al mundo académico, en el que podrá compartir y discutir sus pareceres con colegas. Este libro incluye referencias a grandes filósofos y filósofas de todos los tiempos, muchos de los cuales son de Argentina y están produciendo hoy conocimiento y marcos conceptuales con un estándar altísimo.

    Estamos viviendo lo que se suele llamar la segunda era dorada de la TV o Peak TV, en donde se dan de la mano una producción de series inédita en cantidad de títulos con una calidad que demuestra una profundidad y un nivel de talento que hacen sonrojar a los que alguna vez le dijimos caja boba a la TV. De hecho: la TV ya no es una caja y ni siquiera es un dispositivo. Mientras escribía este libro desembarcaron en la Argentina tres nuevas plataformas de streaming y la modalidad on demand se consolidó como la regla: quiero verlo cuando yo quiero y como yo quiero. Nuestros gustos, además, están siendo analizados al detalle por poderosos algoritmos que detectan qué estamos viendo, qué cosas no podemos dejar de ver y cuáles abandonamos después del episodio piloto.

    Desde hace tiempo, en todo el mundo se escriben libros de filosofía inspirados en series. Leí varios de ellos y disfruté algunos pero siempre sentí que estaban destinados a los fanáticos muy fanáticos de cada serie y no a quienes disfrutamos con los episodios pero no nos detenemos a tratar de descubrir si entre una temporada y otra uno de los actores se operó la nariz o si hubo un error de continuidad entre escenas. Filosofía on demand, en cambio, es un libro sobre preguntas inspiradas por distintas series guiadas por ideas filosóficas.

    Este libro es, también, una carta de amor a las series de televisión de todos los tiempos. Crecí viendo Alf, He-Man y los amos del universo, El superagente 86, Amigos son los amigos y Star Trek: La nueva generación. Durante mi adolescencia y primera juventud, mi educación sentimental fueron Beverly Hills 90210, un segmento de Jugate conmigo llamado Life College y los episodios doblados al español de La niñera y Mad about you. Por ese entonces no existía para mí la noción de temporadas o episodios: veía lo que estaba en pantalla y en mi cabeza ordenaba la cronología si lo creía necesario. Crecí en la década del 80 y del 90 en una ciudad de la provincia de Buenos Aires y no era usual pasar todo el día viendo tele ni existía el verbo maratonear, pero sí prender el aparato y sentarse frente a él antes y después de comer. Las sitcoms me mostraron otras realidades, como la prepa, el Día de Acción de Gracias o el baile de graduación en los Estados Unidos o que torta de jamón era otro nombre para el sándwich gracias a El chavo del 8 y Alcanzar una estrella. No me sonaba raro escuchar hablar de o de tocino ni ver bocas de incendios en las veredas, algo que no había donde yo crecí. Y aunque también vi muchas series argentinas, las historias estadounidenses me enseñaron a entender mejor el inglés.

    ¿Fueron las series una educación ideal mientras crecía? Claro que no. Las vidas, las familias, los cuerpos y las personas eran perfectos en un sentido chato, poco realista y desmotivante. Pero tampoco fueron una terrible escuela: me da mucha alegría saber que ahora hay personajes diversos, que tienen vidas más parecidas a las nuestras y que están muy lejos de cometer errores o entender que hay injusticias que son sistémicas y no de los individuos.

    Escribí Filosofía on demand pensando en una manera de continuar la experiencia de una buena serie de TV estimulando nuestra capacidad de poner en duda la realidad que conocemos y tratar de imaginar si otra es posible, con nuevos conceptos, ideas y objetivos. Ojalá alguna línea, algún autor o alguna idea cambie la forma en que pensás algo. Con eso me daré por satisfecho como autor.

    Una advertencia final: ¡no creo que las series presentes sean las mejores de la historia ni mucho menos! No creo en ese tipo de ránkings. Aquí vas a leer sobre series que estuve viendo en los últimos meses y que me generaron preguntas. Pero me quedaron muchísimos títulos de los que quisiera hablar, como The good place, Steven Universe, Legion, Atlanta, Parker Lewis, el ganador, Alf o Strangers with candy. Además, hay muchas series que estoy seguro de que me van a encantar y que aún no vi, como Twin Peaks, Seinfeld, Veronica Mars, Babylon 5, Lovecraft Country o Community, por solo nombrar algunas. Por fortuna en la era de las plataformas de streaming todos esos capítulos me estarán esperando cuando decida empezar a verlas ¡o encuentre el tiempo necesario!

    Ahora te pido por favor que comiences a maratonear esa serie a la que le tenés tantas ganas… ¡para que nadie diga que Filípides murió en vano!

    Gracias por leer,

    Tomás :)

    E1: ¿PARA QUÉ SIRVE PROTESTAR?

    Item BEVERLY HILLS 90210:

    DONNA MARTIN, LA DESOBEDIENCIA CIVIL Y LAS PROTESTAS SOCIALES

    ¿Qué pasa cuando dos adolescentes de una ciudad tranquila del interior de los Estados Unidos se enfrentan al lujo y la superficialidad de uno de los sitios más ricos del mundo? En eso pensaron Darren Star y Aaron Spelling cuando imaginaron Beverly Hills 90210, una serie juvenil que debutó sin pena ni gloria en octubre de 1990. La historia de los mellizos Brandon y Brenda Walsh —quienes se mudaron junto con su familia de Minneapolis, Minnesota, a Beverly Hills, California— fue el puntapié inicial para una de las series juveniles más exitosas de la historia. Brandon y Brenda personificaban la inocencia y el candor de la clase media de la presidencia de George H. W. Bush que se enfrentaba a una élite millonaria y, aparentemente, superficial. Así, en el colegio conocieron a la egocéntrica Kelly Taylor, al melancólico Dylan McKay, al caprichoso Steve Sanders, a la inteligente Andrea Zuckerman y a la aniñada Donna Martin, entre otros. Tras una primera temporada para el olvido, Beverly Hills 90210 despegó cuando el canal de televisión Fox decidió que continuara al aire con nuevos capítulos en el verano estadounidense, atrayendo con sus romances cruzados e historias adolescentes a una audiencia que fue creciendo a pasos agigantados dentro y fuera de su país.

    Así, durante la década del 90 fueron millones las adolescentes que morían de amor por Dylan y Brandon, quienes representaban dos tipos diferentes de galán, mientras que otros espectadores suspiraban por Brenda y Kelly. Los estilos de las dos jóvenes no podían ser más diferentes: la primera, morocha y rebelde; mientras que su amiga era rubia y refinada. Los conflictos dentro y fuera de la pantalla mantuvieron entretenida a una generación que me incluye y que veía los episodios doblados al español por Canal 13. Con el tiempo, la trama, que inicialmente solo se centraba en triángulos amorosos, fue incluyendo temas relevantes para la audiencia de esa edad como el sexo no consentido, el alcoholismo y el consumo problemático de drogas, la violencia doméstica, los trastornos alimentarios, los embarazos no deseados y el suicidio adolescente. En muchos sentidos, Beverly Hills 90210 se volvió el estándar para las telenovelas juveniles en todo el mundo.

    En uno de los últimos episodios de la tercera temporada de la serie, Something in the Air, nuestros protagonistas estaban listos para, finalmente, graduarse de West Beverly High School. Sin embargo, pocos días antes Donna Martin es encontrada borracha al terminar el baile de fin de curso, violando la política muy estricta con respecto al consumo de alcohol y drogas que tenía la escuela. Cuando el hecho se volvió público y se enteraron los padres de sus compañeros, las autoridades del establecimiento elevaron un pedido a la junta escolar exigiendo un castigo ejemplar para la joven, impidiéndole que se gradúe hasta que no complete un programa contra las adicciones que duraría todo el verano.

    La amenaza de no poder graduarse junto con sus compañeros de colegio destrozó a Donna, quien era una buena alumna, y puso en peligro su ingreso a la universidad. Sus amigos decidieron entonces ayudar y, usando como referencia las protestas que el padre de Brandon y Brenda había protagonizado durante la guerra de Vietnam décadas atrás, organizaron una manifestación: convocaron a los alumnos de su curso a no presentarse a los exámenes finales y marchar desde las aulas hasta la junta escolar durante la audiencia de apelación de Donna. El plan sonaba bien pero era muy arriesgado: incluso sus más grandes amigos sintieron temor frente a las consecuencias de esta desobediencia. Dylan, por ejemplo, dependía de los resultados de esos exámenes para recibir una beca universitaria sin la cual no podría acceder a ese nivel de estudios porque su familia no contaba con suficientes recursos y Steve ya tenía antecedentes por mala conducta y estaba al borde de la expulsión. Todos arriesgaban mucho con esta protesta. Sin embargo, la tenacidad de Andrea logró reunir a más personas sumando otros reclamos, como los de aquellos que querían terminar con el código de vestimenta de la institución, sumando entonces más aliados. Así, reunieron a 300 alumnos, quienes protestaron al grito de ¡Donna Martin se gradúa! ¡Donna Martin se gradúa!.

    Al ver el tamaño de la protesta, las autoridades de la junta escolar amenazaron

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