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La dirección divina: 7 decisiones que cambiarán tu vida
La dirección divina: 7 decisiones que cambiarán tu vida
La dirección divina: 7 decisiones que cambiarán tu vida
Libro electrónico207 páginas4 horas

La dirección divina: 7 decisiones que cambiarán tu vida

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Información de este libro electrónico

Autor best seller del New York Times, Craig Groeschel inspira a los lectores a tomar decisiones viables que llevarán sus vidas a lugares maravillosos e inesperados que sólo Dios podría haber planeado.

SIETE PRINCIPIOS QUE LE LLENARÁN DE ALEGRÍA Y PROPÓSITO.

Todos queremos tomar hoy las decisiones correctas que nos conduzcan a un futuro mejor. Pero muchos seguidores de Cristo viven con remordimiento, toman decisiones en base a la culpabilidad, se sienten impotentes acerca de la dirección hacia la que se dirigen sus vidas, o simplemente están demasiado distraídos.

PUEDE APROVECHAR EL PODER DE SUS DECISIONES.

La dirección divina le ayudará a encontrar la sabiduría a través de siete principios para que pueda empezar hoy a tomar decisiones de acuerdo a la voluntad de Dios teniendo en mente su futuro.

¿Qué cosas necesita dejar que están obstaculizando sus relaciones?

¿Qué acciones podría realizer para ayudar a redirigir su camino en el trabajo o en el hogar?

¿Cómo podría crecer su confianza en Dios a la hora de decidir el siguiente paso?

Con historias alentadoras de cómo Dios se ha manifestado en la vida de Craig y las de otras personas, como cuando él conoció inesperadamente a su esposa al tomar una decisión que honraba la voluntad de Dios, este libro le mostrará cómo revitalizar su proceso de toma de decisiones y le acercará más a la vida que Dios quiere que tenga.

UNA HISTORIA DE VIDA QUE ESTARÁ ORGULLOSO DE CONTAR

¿Está listo para vivir la historia que Dios ha planeado para usted? Los pasos alcanzables y poderosos en La dirección divina le guiarán, un paso a la vez.

IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento22 ago 2017
ISBN9780829768008
La dirección divina: 7 decisiones que cambiarán tu vida
Autor

Craig Groeschel

New York Times bestselling author Craig Groeschel is the founding and senior pastor of Life.Church, which created the free YouVersion Bible App and is one of the largest churches in the world. He has written more than fifteen books and hosts the top-ranking Craig Groeschel Leadership Podcast. He speaks regularly for the Global Leadership Network, which reaches hundreds of thousands of leaders around the world annually. Craig and his wife, Amy, live in Oklahoma. Connect with Craig at www.craiggroeschel.com.

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     This is another one of Craig Groeschel's books that just really seeks to help people in the church find their passion and live a purpose filled life. Like all of Groeschel's books, it requires a bit of thinking and soul-searching.

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La dirección divina - Craig Groeschel

INTRODUCCIÓN

Pequeñas decisiones

La vida es el total de todas sus decisiones.

— ALBERT CAMUS

Tomar una decisión es la única distancia que lo separa de lograr un cambio completo en su vida.

Aunque es curioso, es posible que usted no sepa cuál es esta decisión. Es natural pensar que una decisión transformadora y tan grande sería obvia. A veces lo es, como cuando usted tiene que decidir si debe aceptar un trabajo nuevo en otra ciudad y trasladarse para allá con su familia. O si debe volver a la escuela para obtener un título. O si debe casarse con la persona con quien ha estado saliendo durante los últimos meses. Claro, decisiones tan enormes como estas le presentarán incontables consecuencias que estremecerán toda su vida.

Pero las decisiones pequeñas también pueden tener efectos grandes. Nuestra vida constantemente se desborda en las vidas de otros y las vidas de otros también se desbordan en la nuestra. Como dominós cayendo, nuestras decisiones más pequeñas pueden desencadenar consecuencias que jamás pudimos imaginar. Así fue como conocí a mi esposa, no jugando dominó, sino estudiando para un examen importante en la universidad.

Sucedió un par de días antes de los exámenes finales sobre gerencia de negocios, una clase que durante todo el trimestre me arruinó los días entre semanas. Al igual que la mayoría de mis compañeros de estudio, quería hacer cualquier cosa menos estudiar para este examen. Así que cuando un par de mis compinches me invitaron a una fiesta, consideré seriamente aceptar, ya que no tenía nada de importancia que hacer, ¿no es cierto?

Con muy pocas ganas decidí no ir de parranda y optar por una última sesión maratón de estudio en la biblioteca. No había cómo predecir lo que esta decisión, al parecer tan trivial, afectaría el resto de mi vida. Sentado a una mesa con papeles esparcidos a mi alrededor, estaba pensativo, tomando notas y hojeando un libro de texto, acerca de la gestión de empresas, que tenía el tamaño de una guía de teléfonos (y que hubiera sido más interesante de leer).

«Hola». Me sorprendió una voz, así que miré hacia arriba y reconocí a una muchacha de una de mis otras clases. Ella andaba caminando por allí cuando decidió presentarse. Conversamos durante unos minutos y al poco rato volví a conversar sobre el tema de mi recién descubierta fe en Cristo.

Aunque no compartía mis creencias, parecía estar dispuesta a conversar acerca de estas. Así que más tarde, esa noche, continuamos la conversación mientras comíamos. Sin embargo, a medida que nuestra discusión se acaloraba, ella se enfriaba. (Más tarde me confesó que, aunque yo le parecí bastante normal, durante la comida me descartó por catalogarme como un chiflado religioso).

Unas semanas más tarde volví a tropezarme con esta muchacha en el edificio de administración de empresas y ella, muy animada, me tomó del brazo para decirme: «¡Óyeme, acabo de recordar algo, conozco a una chica que tienes que conocer! Es extraña... ¡como tú! Ella es tan exagerada en cuanto a Dios como tú». Al principio pensé que se estaba burlando de mí (y es posible que así fuera), pero lo de la muchacha sí era cierto. Y gracias a esta recomendación conocí a Amy Fox, la mujer que luego se convirtió en mi esposa y en la madre de nuestros seis hijos.

Aquí hay una lección obvia: si usted quiere casarse, deje la fiesta y diríjase directamente a una biblioteca. (Bueno, tal vez esto no funcione para todos, pero le aseguro que es un buen consejo para los que quieran aprobar una clase de gestión de empresas). No se confunda, las fiestas no son malas en sí, pero en este caso tomé ante Dios una decisión sólida y correcta que necesitaba tomar. Y como resultó ser, Dios usó esta buena decisión de maneras que jamás hubiera imaginado.

Lo que sí es cierto es que las decisiones que tomemos hoy determinarán las historias que mañana contaremos acerca de nuestras vidas. Todos los días, y durante todo el día, tomamos pequeñas decisiones, una tras otra. Y estas decisiones se acumulan, cada una entretejida con las demás, formando el tapiz que representa la historia de nuestra vida.

Por eso este libro es tan importante. Jamás he tenido un mensaje más práctico y vivificador que presentarle. Sinceramente deseo ayudarle a tomar decisiones delante de Dios que le lleven a una vida llena de gozo y propósito. El proceso requiere aceptar la responsabilidad de tomar las decisiones y alinearlas con los principios de Dios y luego darle seguimiento con una acción dedicada. De una manera u otra cada decisión que usted tome será de por vida, ya sea que discierna adónde le llevará o no esa decisión. Así que, si quiere cambiar su vida, si quiere coherencia entre lo que cree y cómo vive y si está dispuesto a dejar que Dios le escriba la historia de su vida, este libro es para usted.

Las decisiones que tomemos hoy determinarán las historias que mañana contaremos acerca de nuestra vida.

Una decisión es la única distancia que le separa de la mejor decisión que jamás haya tomado.

Páselo adelante

Nunca podría haber predicho que la muchacha que conocí en la biblioteca sería quien un día me presentaría a la mujer de mis sueños. Pero es muy cierto que muchas de nuestras decisiones nos llevan a consecuencias previsibles. Y si aprendemos a elegir bien, podremos conectar los puntos entre donde nos encontramos y donde deseamos estar. Por ejemplo, la mayoría de las personas con matrimonios saludables, seguros y cariñosos se dan cuenta de que el matrimonio requiere trabajar un poco todos los días (y a veces es más que trabajar un poco). Aprender a criar bien es algo similar. Los niños no se convierten en adultos responsables y respetuosos como por arte de magia; necesitan modelos paternales constantes y cariñosos. Estos mismos principios también se aplican a nuestro trabajo. Las carreras exitosas no son productos adicionales de las circunstancias o de la suerte. Son predecibles, el resultado de un trabajo arduo, una concentración dedicada y riesgos calculados.

Obviamente hay excepciones. Todos podríamos señalar matrimonios en los que ambos parecían trabajar muy fuerte, pero de todas formas terminaron divorciándose. Hijos con padres increíblemente cariñosos pueden terminar con serios problemas. Una empresa se puede ir a pique, aunque tenga un tremendo liderazgo. Pero en general, si usted desea alcanzar una meta, tendrá que tomar decisiones que le lleven en la dirección que quiere ir. En su excelente libro, The Principle of the Path [El principio de la senda], Andy Stanley, mi buen amigo y compañero en el pastorado, lo dice así: «Dirección, no intención, es lo que determina el destino».

Si usted quiere dirigirse hacia la historia que desea contar, tiene que tomar pequeñas decisiones que le cambiarán la vida y actuar diariamente de acuerdo a estas. La próxima decisión que tome siempre será la mejor. Cada decisión debe acercarle cada vez más a todo lo que Dios desea que usted sea, debe guiar su vida en la dirección de una historia que le hará feliz contar a otros.

La mayoría de las personas mira a los que tienen éxito y calcula que es probable que solo tomara un puñado de decisiones importantes y grandes. Pero lo cierto es completamente lo opuesto. Las pequeñas decisiones de las que nadie se percata son las que dan por resultado el gran impacto que todos deseamos.

Cuando usted decide perdonar a su cónyuge en lugar de aferrarse al resentimiento, nadie ve este hecho. Pero la evidencia será obvia en su matrimonio. Las personas le comentarán lo bueno que son sus hijos sin darse cuenta de que adquirieron su madurez con el paso del tiempo, creciendo lentamente como resultado de las pequeñas decisiones, limitaciones diarias y los pequeños ajustes de rumbo que usted sembró a lo largo de sus vidas. Es posible que los colaboradores que vean su ascenso nunca se hayan percatado de las veces que usted tuvo que obviar la politiquería del lugar de trabajo para mantenerse haciendo lo mejor posible todos los días. Incluso sus amigos, que asistieron a su graduación de la universidad, no apreciarán las muchas noches que usted pasó estudiando hasta tarde mientras que todos los demás aplazaban las cosas y andaban de fiesta.

Las pequeñas decisiones de las que nadie se percata son las que dan por resultado el gran impacto que todos deseamos.

Si usted pudiera dar un paso hacia atrás y ver su vida, vería la importancia de cada decisión tomada, incluso las pequeñas. Muchas de nuestras decisiones cotidianas quedan invisibles, casi son automáticas como es tomar el mismo camino al trabajo todos los días, o dar un salto a los medios sociales cada vez que tengamos un momento libre. Todos los días decidimos qué ropa ponernos, dónde estacionar el auto, el horario de la próxima reunión, cómo explicar un informe, qué comer para la cena.

Los neurólogos nos dicen que la primera vez que pensamos en una decisión, nuestros cerebros comienzan a sopesar las opciones, eliminando una posibilidad tras otra hasta que decidimos hacer lo que creemos ser la mejor elección para ese momento en particular. Sin embargo, luego de un tiempo no tenemos que pensar en la mayoría de las decisiones pequeñas que tomamos; suceden sin pensarlo.

Y esto tiene sentido. Cualesquiera que sean las consecuencias que puedan tener decisiones como estas, son tan pequeñas que escasamente las sentimos. Si usted es como yo, se pondrá cualquier ropa que esté limpia y razonablemente libre de arrugas, apropiada para el trabajo, pero cómoda. Comerá el cereal que esté en la despensa (usualmente un cereal que a sus hijos no les agrada) o cualquier sobra que encuentre en el refrigerador.

Pero es muy importante entender esto: esas decisiones que no parecen tener mucha importancia con el tiempo se van sumando hasta llegar a convertirse en hábitos. Y estos hábitos tienen un efecto acumulativo. Al final alteran la historia que contamos acerca de nuestra vida. Permítame darle unos ejemplos de cosas que las personas terminan por hacer que, si las pensaran, nunca habrían decidido hacerlas:

•La mayoría de las personas que fuman nunca planearon hacerse adictos a algo que los puede matar. Solo decidieron probarlo una vez para ver si les gustaba.

•Es posible que las personas que terminaron haciendo un desfalco no fijaron como una meta a largo plazo el robar a su empleador. Lo más probable es que comenzaran tomando un pequeño «préstamo» de la caja chica para pagar un almuerzo de vez en cuando.

•Los que tuvieron una aventura amorosa no se despertaron una mañana pensando: A mi cónyuge no le importará que yo tenga una aventura con la chica de la oficina. Esto comenzó cuando se quedó un rato después de una reunión porque estaba disfrutando la atención de una colaboradora del trabajo.

•Es muy probable que la mayoría de los empresarios no incluyeran la bancarrota al comenzar sus planes. Solo se sobrepasaron en el presupuesto y tomaron un riesgo sin calcularlo bien.

•Las personas adictas a calmantes no aspiraron a que las arrestaran por manejar bajo la influencia y por poseer drogas ilegales. Solo buscaban un poco de alivio de los dolores crónicos.

Es fácil observar problemas como estos y pensar: ¡Jamás haría algo semejante! A nadie le gustaría ser este tipo, el que perdió su matrimonio debido a una adicción secreta a la porno. Ninguna mujer quiere que su historia incluya chismes, cleptomanía y alcoholismo. Es tentador pensar que no será posible que usted se convierta en un adicto a los cigarrillos, que desfalcará a su empleador, traicionará a su cónyuge, que gastará más de lo que su empresa presupuestó o que seguirá tomando analgésicos, aunque ya no tenga dolores.

Pero la verdad es que usted está muy cerca de tomar una decisión capaz de cambiar su vida para siempre.

Su mejor decisión es la que está a punto de hacer.

En este momento.

La vida es un examen de elección múltiple

Las buenas nuevas son que su decisión de toda una vida puede hacer más que ayudar a evitar lo negativo; puede dar inicio a lo positivo, ayudarle a conocer mejor a Jesús y tomar decisiones que honren su compromiso con Dios. Tal vez parezca algo sin importancia, pero llevar su almuerzo en una bolsa pudiera ser el comienzo de un camino que le llevaría a vivir libre de deudas y tener seguridad financiera. Aunque usted prefiera volver a casa, sentarse en el sofá, comer papitas y mirar Doctor Who en la tele sin parar, entrar en el gimnasio para hacer ejercicios puede añadirle años a su vida. Al hacer una llamada por teléfono o enviar un mensaje por texto a un amigo, podría hallar un salvavidas que le sacaría de la soledad que lo está hundiendo bajo las ondas de la depresión.

Tal vez haya oído un antiguo refrán: «La definición de la locura es hacer la misma cosa una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes». Aunque sabemos que algo nos perjudica o no nos resulta bien, a menudo seguimos haciéndolo porque nos ofrece un escape o placer de corta duración. Sabemos que debemos comer mejor, más cuando intentamos perder peso o vencer problemas de salud, pero es difícil seguir tras esta gran meta cuando alguien aparece en la oficina con rosquillas frescas. La mayoría de nosotros luchamos, tratando de relacionar las decisiones menores con las diferencias grandes que queremos ver en nuestra vida.

Será bueno que usted sepa lo que creo: yo creo de todo corazón que la mejor decisión de su vida es elegir seguir y servir a Jesús. Pero esto no es una decisión que se toma una sola vez y nunca se vuelve a considerar excepto los domingos. Aunque muchas personas que invitaron a Jesús a entrar en sus vidas pueden recordar el momento de esta decisión, tenemos que seguir tomando decisiones diarias y en cada momento para negarnos a nosotros mismos y seguirle a Él.

Incluso, aunque usted no crea en Jesús como yo creo, de todas formas, tiene que tomar decisiones todos los días igual que todas las demás personas, así que espero que siga leyendo sin ideas preconcebidas.

Tal vez sea una frase trillada, pero yo creo que Jesús puede alterar el curso de su historia por toda la eternidad. Ahora bien, sé que puede estar pensando: Jesús, bla-blabla, esto lo probé hace mucho tiempo. Esto es así, especialmente si a usted lo criaron cerca a hipócritas religiosos y creyentes tibios. (Lo sé porque esta ha sido mi experiencia). Pero no estoy hablando de eso. Le quiero desafiar, quiero invitarle a ver más allá de su manera de pensar, de estar centrado en un modo de pensar «selfie» y ser muy honesto consigo mismo.

Si se siente vacío, como que siempre está buscando algo más, entonces está parado en una encrucijada de la dirección divina. Si tiene un montón de «amigos», «seguidores» y «likes», pero así y todo siente un anhelo tosco, debe saber que algo tiene que cambiar. ¿Será por eso que recogió este libro? Tal vez esto sea lo que precisamente Dios quiere para usted. Si abre su corazón, creo que Dios le guiará gentilmente, paso a paso, decisión tras decisión, tal vez no a la vida que siempre quiso, sino a la vida que Él siempre quiso para usted.

Él le ama tanto que permite que sea usted quien escoja.

Si abre su corazón, creo que Dios le guiará gentilmente, paso a paso.

La elección es suya

Al fin y al cabo, está en sus manos decidir lo que va a creer, para qué quiere vivir y qué defenderá. Creo que puedo ayudarle al darle las herramientas que necesita para tomar decisiones inspiradas por la divinidad, decisiones que enfrentará todos los días de su vida desde ahora en adelante.

No importa dónde se encuentre en su vida en este momento, la próxima decisión que alterará su vida y que enfrentará hoy es única para usted. Es posible que ya haya hecho el compromiso de confiar en Jesús para siempre, y ahora comprende que necesita

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