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Introducción a los estudios del discurso multimodal
Introducción a los estudios del discurso multimodal
Introducción a los estudios del discurso multimodal
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Introducción a los estudios del discurso multimodal

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Introducción a los estudios del discurso multimodal hace un acercamiento a la historia de los estudios críticos del discurso mono y multimodal, es decir, establece los puentes analíticos entre los discursos que privilegian el uso de un solo sistema semiótico, como la lengua, y aquellos discursos que integran distintos sistemas de signos: imagen fija y móvil, sonidos, lengua escrita, entre otras materialidad es de la significación.

Este compendio pone en relación herramientas teóricas y metodológicas que proceden de las más diversas y contemporáneas líneas de investigación que hacen posible el desarrollo de los estudios discursivos, en relación con los complejos escenarios comunicativos actuales.

La relación entre las particularidades del discurso contemporáneo y los procesos comunicativos propios del mundo global abre el debate. Se aborda la dimensión ética y política de los discursos mediáticos y se reflexiona sobre el carácter colectivo del conocimiento.

Se proponen miradas sobre las distintas formas de apropiación social de los recursos semióticos y los soportes tecnológicos disponibles, a través de los cuales se reconocen las características y usos de los discursos multimodales. El carácter interdisciplinario de este documento, en el que convergen las ciencias sociales y humanas, constituye una herramienta útil para dar soporte a investigaciones y análisis en temas como el cine, la fotografía, el teatro, la música, los mas media y el campo de las tecnologías convergentes.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 may 2016
ISBN9789587757071
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    Introducción a los estudios del discurso multimodal - Neyla Graciela Pardo

    Abril

    DE LOS ESTUDIOS CRÍTICOS DEL DISCURSO A LOS ESTUDIOS CRÍTICOS DE LOS DISCURSOS MULTIMODALES

    Neyla Graciela Pardo Abril

    Universidad Nacional de Colombia

    INTRODUCCIÓN

    Desde mediados de los años ochenta del siglo XX ha crecido en América Latina un interés especial por todas las perspectivas que hagan posible la explicación de los fenómenos discursivos contemporáneos. Con aproximadamente treinta años de labor creciente, las maneras de hacer estudios del discurso se posicionan como ámbitos interdisciplinarios. En estos estudios se requiere cada vez más la fundamentación semiótica y, por otra parte, cobran importancia los principios teóricometodológicos que articulan las ciencias humanas y las ciencias del lenguaje. Los ámbitos de aplicación de los estudios discursivos incluyen estudios mediáticos y culturales sobre educación, sobre los temas de la vida política, la ciencia, la tecnología, con especial interés en problemas nucleares de la vida social.

    El trabajo previo a los desarrollos de los estudios del discurso se reconoce en las investigaciones sobre el análisis de conversaciones y de la sociolingüística que se han preocupado por el análisis de los medios de comunicación, en medio del debate que genera el cambio de paradigma en las ciencias humanas y sociales. La fuente de estos desarrollos tiene anclajes en la etnometodología (Garfinkel, 1967; Sacks, Schegloff y Jefferson, 1974), con una aproximación interpretativa a la sociología, que se centra en la explicación de la organización de la vida cotidiana. El interés por los estudios discursivos que circulan mediáticamente se tornó en eje nuclear de reflexiones como las de Atkinson, J.M. and Heritage, J.C. (1984), Hutchby (1991), Gruber (1991) y Kotthoff (1997).

    No obstante, el examen mediático de los discursos no solo implica la estructura formal que está presente en el proceso comunicativo mediático, sino que se aproxima a las maneras como funciona la producción del significado en los marcos institucionales de los medios de comunicación. Así, los Estudios Críticos del Discurso (ECD), que se desarrollan en torno a la Escuela de Constanza y luego evolucionan con los desarrollos y planteamientos de Beaugrande (1990), Dressler (1980), van Dijk (1980, 85, 90), Wodak (1999), entre otros, tienen como punto de partida el principio que deriva de la relación entre el lenguaje y el poder. Se propone, pues, develar a través del estudio de la comunicación cómo se disimula, elide y legitima, o se revela e incluso se subvierte, los límites sociales, la desigualdad o la exclusión, a través de los usos discursivos y mediáticos de los distintos ámbitos de la vida social, y en especial de la política, las agendas sociales, comerciales y principalmente mediáticas.

    Los Estudios Críticos del Discurso Multimodal (ECDM), que comenzaron a ser desarrollados en los años noventa, exploran el potencial que tienen diferentes modos, entendidos como sistemas semióticos en conjunción creativa y productiva con los recursos tecnológicos para crear significado y evidenciar su verdadero uso en la interacción dinámica con el otro y en el contexto sociocultural en el que produce sentidos.

    La fundamentación que hace posible el paso de los ECD a los ECDM procede de dos condiciones inherentes a la acción discursiva: en primer lugar, la verificación fáctica de que los procesos de comunicación y de producción de significado ha sido siempre multisígnica y ha involucrado recursos semióticos disponibles en la cultura. Es decir, la naturaleza semiótica de la comunicación humana es multimodal. La creación de significado involucra selección de diferentes modos: lengua oral y escrita; sonido: convencionales y naturales, gestos, colores, formas, texturas, olores, diseño visual gráfico, entre otros, y el uso de recursos tecnológicos de mediación: cara a cara, impreso, digital, sonoro, móvil, convergente, entre otras aplicaciones de comunicación tecnológicas, disponibles para cohesionar estas selecciones de acuerdo con la lógica del espacio y del tiempo.

    En segundo lugar, el principio de que la comunicación humana es siempre social. Este carácter se halla definido por la capacidad de construir escenarios de interacción espacio-temporalmente determinados, capaces de ser transformados en relación con los condicionamientos sociohistóricos en los que se producen y circulan (Kress, 2010).

    Los ECDM han venido gestando un interesante diálogo con la teoría crítica social en general, permitiendo la revisión del pensamiento de autores como Pierre Bourdieu (2008), Michel Foucault (1979), Paulo Freire (1975), Erving Goffman (1993). También con los fundamentos de la teorías semióticas más productivas Mijail Bajtín (1985), Roland Barthes (2003), Ch. S. Peirce (1931-1935), Eco (2006), Fabbri (2000); la escuela de Frankfurt, Habermas (1991); con otras perspectivas de ECD: Fairclough y Fairclough (2012) Chouliaraki y Fairclough (1999); Fairclough (2001) [1989], (2010) [1995]; y los gestores de los ECD: Van Djik (1993), 2008b; Van Leeuwen (2008); Kress (2010) Kress y Van Leeuwen (2006), Wodak y Chilton (2007); Wodak y Meyer (2009b) [2001]; Wodak y Weiss (2003). Véase Pardo, N. (2012), para revisar explícitamente algunos diálogos, además de los trabajos de Chouliaraki (2006); Lemke (2006); Machin (2007); Machin y Van Leeuwen (2007); Macken-Horarik (2003); O’Halloran (2004a); Van Leeuwen (1999), (2008).

    Este apartado sintetiza, de manera provisoria, un panorama general de los ECDM. Se presenta una breve revisión conceptual y se verifican algunas de las líneas de investigación con el propósito de indicar fundamentos y principios orientadores de la agenda de investigación en América Latina. Se propone crear un punto de referencia para los investigadores y para quienes se interesan en este campo interdisciplinario de trabajo mediático y discursivo.

    El carácter multimodal y multimedial

    del discurso contemporáneo

    Manovich (2005) describe sucintamente lo que define los discursos en tanto actos de significación, multidimensionales, interactivos, dinámicos, instantáneos y con frecuencia fugaces. La tendencia actual parece indicar que la actividad comunicativa humana se caracteriza por producir lecturas más dinámicas, donde los significados son negociados por los interlocutores que participan activamente. Hay una suerte de ruptura de la denominada comunicación de masas. Lo que circula mediáticamente se percibe dialógico, y las lecturas dependen de los múltiples recursos semióticos, de la coexistencia de recursos tecnológicos, de las diversas rutas de construcción de significados posibles y de los ajustes que los actores sociales proponen a lo que circula como significado. En este proceso, no solo los sistemas sígnicos y tecnológicos son relevantes, sino los procesos de configuración de tejidos discursivos en los que se implican otros textos, voces y géneros. Desde este punto de vista, los analistas verifican la presencia de actores sociales interactuando con recursos simbólicos y materiales, para producir los contenidos, interpretarlos y comprenderlos.

    El carácter multimodal y multimedial de los discursos se constituye en un campo de trabajo interdisciplinar que se propone como un dominio que debe ser teorizado, a fin de verificar los procesos de significación que se implican en el uso simultáneo de diferentes recursos semióticos. Este fenómeno se despliega en la comunicación mediática contemporánea, mediante la apropiación de recursos tecnológicos como la internet, la televisión, la radio, la prensa, las tecnologías convergentes y móviles, a lo largo de un rango de esferas sociales o campos superpuestos como la política, el arte, la educación, la ciencia o la interacción cotidiana (Kress, 2010). En esta perspectiva, los estudios discursivos están encaminados a consolidar relaciones, categorías, principios y metodologías de las ciencias del lenguaje, la antropología, la sociología, las ciencias cognitivas, la filosofía, las teorías de la comunicación y los estudios mediáticos y culturales que pueden contribuir, como lo han señalado Jewitt (2009) y O’Halloran y Smith (2011), a la consolidación de campo de investigación científica y social. Este campo de trabajo será denominado Estudios Críticos del Discurso Multimodal (ECDM).

    Los ECDM son un campo de estudio e investigación relativamente reciente que tiene un primer punto de referencia en Kress y Van Leeuwen (1990, 2006 [1996]) Reading Images y en O’Toole (2011 [1994]) The Language of Displayed Art. La agenda de investigación incluye la sistemática exploración y reconocimiento de la historia y el potencial de los recursos semióticos para crear significados. La observación se hace, no solo como expresión sígnica individual, sino en relación con otros sistemas semióticos con los cuales entreteje redes de significados, como cuando se explora un diseño visual, el sonido, las acciones/gestos, espacio, sistemas gráficos convencionalizados, o la tipografía en un escenario comunicativo en el que se integran funcionalmente. Además, la agenda incluye teorizar y analizar la interacción multisemiótica en contextos sociales específicos, para explicitar recontextualizaciones significativas en la producción e interpretación discursiva.

    El enfoque clásico de Lotman (1996), en el que la cultura es un tejido sígnico y un sistema modelado de relaciones dinámicas entre los distintos sistemas de signos y significados, permitió que desde lo que se denominó la lingüística crítica se formulara el problema de los significados de los discursos en el marco de una teoría semiótica. Este diálogo garantiza el carácter interdisciplinario que debe abordar el investigador para dar cuenta de la comunicación en todas sus formas y ámbitos, a través de las más diversas expresiones discursivas. Esto implica el análisis de los contextos de su existencia e interacción, los actores y los objetos de significado, así como las estructuras y las fuerzas sociales que, con sus complejas interrelaciones, constituyen el mínimo e irreducible objeto de análisis semiótico (Hodge y Kress, 1988).

    La semiótica, especialmente desde los aportes de Bajtin (1985), ha indicado el carácter ideológico de las expresiones simbólicas y ha permitido verificar que la acción comunicativa se desarrolla en el marco de intereses sociales, que orientan los procesos de producción e interpretación de significado multimodal y multimedial. De esta manera, se hacen explícitos los intereses y los accesos diferenciados a recursos simbólicos y materiales propios de la cultura y a las normas que definen las prácticas mediáticas y semióticas, que incluyen prácticas sociales tecnológica e históricamente definidas (cf. Kress, 2010); (Kress y Van Leeuwen, 2001); Van Leeuwen, 2005).

    Los estudios multimodales y multimediales del discurso tienen anclajes interesantes en los análisis interaccionales cuya fuente primaria es la antropología, el análisis de la conversación, la etnografía lingüística, la sociolingüística interaccional y la investigación en comunicación no verbal, cuyas fuentes se pueden verificar en Erving Goffmann (1993), John Gumperz (1982), Deborah Tannen (2005), Ray Birdwhistell (1970), Gregory Bateson (1972), Albert Scheflen (1972) y Adam Kendon (1981); y de manera más contemporánea, en busca de posiciones distintas, se pueden relacionar los trabajos de Ron Scollon (2001) y Sigrid Norris (2004).

    Un enfoque interesante es la teoría desarrollada por Scollon (2001) sobre el discurso mediatizado y multimodal, incluyendo la relación con la teoría de la práctica. El discurso es una interacción que implica instrumentos o recursos materiales y simbólicos de mediación, así como de herramientas culturales, entre las cuales están los distintos sistemas semióticos disponibles, los objetos y las instituciones. El discurso, por lo tanto, hace posible la coexistencia y desarrollo de modos y recursos en un conjunto de condiciones de interacción en las que emergen relaciones, identidades, hábitos y rituales cuyo fundamento es la ‘acción mediada’ como categoría que permite conceptualizar la relación entre herramientas semióticoculturales y la relación discurso-sociedad.

    El análisis multimodal y multimedial del discurso permite evidenciar las relaciones que se proponen como representaciones discursivas cotidianas, entre los actores sociales en prácticas institucionales, en los medios masivos de comunicación y en otras expresiones colectivas y publicas a través de las cuales se identifican formas de proponer las identidades individuales y grupales, las cuales se redefinen dinámicamente en las interacciones cotidianas. Siguiendo los planteamientos de Norris (2011), en la explicación de los marcos semióticos en los que se inscribe la vida cotidiana, es posible comprender el papel que tienen las interacciones situadas en el cambio social.

    Otra herramienta explicativa de los ECDM son los estudios cognitivos. Las teorías más frecuentes sobre representaciones cognitivas, procesos inferenciales, formas de distribución del conocimiento y los anclajes para la comunicación efectiva son algunos ejemplos de principios y categorías a tener en cuenta en los ECDM. De acuerdo con Kress y van Leeuwen (2001), la comunicación contemporánea no solo es multimodal, sino además multifuncional en sus usos y en los procesos de producción de significados culturalmente situados a través de una diversidad de sistemas de signos. La multimodalidad es la coexistencia de diferentes modos semióticos en un evento comunicativo en el que no solo se implican recursos simbólicos y materiales, sino de manera muy precisa, procesos de producción e interpretación social de los actos multimodales. La comunicación multimodal mediática es una práctica en la que los actores discursivos expresan mensajes, eligiendo formas y diseños en los que se combinan sistemas semióticos disponibles. Estos mensajes se expresan en relación con sus intereses sociocomunicativos y gestionan relaciones interactivas, acopiando y accediendo a recursos tecnológicos, que garantizan la distribución social de los significados propuestos.

    Una línea de trabajo, adoptada por un importante grupo de investigadores de los ECDM, es la de la semiótica social. Con cierta regularidad, la reflexión en torno a los principios y categorías de la Lingüística Sistémico Funcional (LSF) sirve a la fundamentación de lo que se denomina Análisis del Discurso Multimodal-Sistémico Funcional (ADM-SF). Las investigaciones de O’Halloran (2004b; 2008); Krees y Van Leeuwen (2006 [1996]); O’Toole (2011 [1994]); Van Leeuwen (1999); Baldry y Thibault (2006); Lemke (2002); Martinec, R. y A. Salway (2005), se integran a categorías y relaciones propias del carácter multimodal del discurso, con conceptos de la Lingüística Sistémico Funcional para explicar los fenómenos semióticos en términos de las funciones y metafunciones, las redes del sistema, la estratificación y el rango, entre otras categorías descriptivas capaces de operar sobre el sistema semiótico.

    Trabajos recientes como los de Martin y Rose (2007 [2003]) y Martin y White (2005), han señalado las relaciones y explicaciones que se derivan de apropiar categorías de la semiótica social, transferir categorías de la LSF a otros sistemas semióticos y aplicar la teoría de la valoración. La propuesta teórica metodológica se propone hacer explícitas las relaciones sígnicas que se implican en el discurso multimodal, para dar cuenta de las formas de construcción de conocimiento social, las formulaciones identitarias de los interlocutores y de proponerse como miembros interactivos de una comunidad. Además, en trabajos como los de Jewitt (2006); Jewitt y Kress (2003); Kress (2005); Kress, Jewitt, Ogborn y Tsatsarelis (2001), se aplican los principios de la semiótica social y de la LSF, a la construcción de escenarios pedagógicos capaces de estabilizar procesos creativos de apropiación social del conocimiento y de crear, usar y evaluar materiales multimodales con potencial para la formulación de múltiples procesos de elaboración de significado, aplicado a la enseñanza.

    Estudios críticos del discurso (ECD)

    Al igual que los ECDM, los ECD son un término amplio para un grupo heterogéneo de estudios que emplean diversas teorías, métodos y corpus. Los ECD constituyen un cuerpo coherente de teorías capaces de explicar de qué manera, en los usos y acceso a los recursos de la sociedad, las expresiones que acopian ejercicios abusivos de poder se proponen hegemónicas e incontrovertibles, para efecto de orientar la vida de una sociedad y contribuir a formular maneras homogéneas de actuar en ella. El desentrañamiento de los discursos hegemónicos evidencia cómo y con qué recursos y estrategias se efectúan propuestas de desigualdad, injusticias y opresión en la sociedad contemporánea, evitando controversias para lo cual se convocan valores y lógicas al servicio de las élites.

    Los ECD constituyen un desarrollo de la lingüística crítica de Fowler, Hodge, Kress y Trew (1979); y de Kress y Hodge (1979), inspirados por las ideas de Marx (2012) con anclajes filosóficos en la escuela de Fráncfort. Uno de los aportes fundamentales de este desarrollo teórico es el de interpretar las categorías gramaticales como signos potenciales de redes ideológicas, que determinan significados más allá de categorías de membresía grupal como clase, rol o etnia, e involucran asuntos centrales de la vida de los sujetos sociales como las identidades, las construcciones ciudadanas o las formas de participación de los actores sociales en su comunidad.

    Por tres décadas, el desarrollo de los ECD se ha centrado en los problemas más estructurales de las sociedades, lo cual compromete una postura interdisciplinaria y metodológicamente ecléctica, y un programa de investigación cada vez más comprometido con grupos específicos y problemas sociales más anclados sociohistóricamente (Wodak y Meyer, 2009a [2001]). La producción en América Latina ha tenido fuentes y debates con publicaciones como la revista Discourse and Society, las propuestas de Norman Fairclough (2012), Gunther Kress (2010), Teun Van Dijk (2008) Theo Van Leeuwen (2008) y Ruth Wodak (2009). Los diálogos más sistemáticos con América Latina se han producido en la Revista Aled (www.aledportal.com), la Revista electrónica Discurso y sociedad (http://www.dissoc.org/) y en libros especializados (Pardo, N. et al., 2013).

    Los ECD, al centrar sus análisis en la teoría crítica, se proponen superar la descripción de los problemas sociales para proponer explicaciones e interpretaciones que contribuyan a optar posiciones y perspectivas de participación y acción ciudadana a partir de la comprensión de la relación entre el discurso y las estructuras sociales (Choulariaki y Fairclough, 1999; Fairclough, 2010 [1995]). En este sentido, el análisis de las estrategias y recursos discursivos son de interés en los ECD, dado que es en este conjunto de recursos y estrategias donde circulan y se proponen los sistemas de ideologías, creencias y opiniones. Así, por ejemplo, el estudio de las distintas expresiones metafóricas (Lakoff y Johnson, 1980), permite explicar maneras de acceder a saberes sociales o a ocultarlos tanto en la interacción cotidiana como en los discursos mediáticos, ya sea los que circulan en los medios masivos de comunicación o en los discursos institucionales (Van Dijk, 2001; Wodak y Meyer, 2009a [2001]). Se trata, por lo tanto, de contribuir al cambio social en las comunidades en las que discursivamente se producen y perpetúan diversas formas de exclusión, de inequidad e injusticia social y construir crítica positiva, cuando a través de las más diversas expresiones simbólicas se promueven transformaciones y se propone la construcción de sociedades más equitativas (Fairclough y Fairclough, 2012; Fairclough, 2010 [1995], p. 7); cf. Martin (2004).

    En los ECD se pueden verificar tres posiciones epistemológicamente diferenciables y políticamente convergentes. En primer lugar, la dialéctica-relacional de Fairclough y Fairclough (2012). En el enfoque más reciente se entiende que el análisis permite reconocer en los discursos las representaciones como formas de producir imágenes del mundo social, para lo cual se examinan la acción y los géneros. Se parte del presupuesto de que las representaciones son críticamente interesantes, para reconocer y verificar las maneras como estas construcciones cognitivas orientan determinadas líneas de acción social. Las representaciones se analizan como elementos constitutivos de los argumentos, particularmente en los discursos que se producen en el ámbito político y que ponen a circular ciertos actores sociales con el propósito de incidir en la acción y participación de grupos sociales específicos, proporcionándoles algunas razones para actuar. En consecuencia, la explicación de las representaciones, que se proponen como recursos de argumentación pública, proporciona una adecuada comprensión de las relaciones entre las estructuras del discurso y los órdenes sociales e institucionales.

    Desde este punto de vista, la identificación, explicación e interpretación de la forma como se proponen selectivamente ciertos argumentos, en los discursos públicos y mediáticos, y la manera en que los agentes se proponen deliberantes, puede restringir la gama de opciones a través de las cuales se trata un problema social –de acuerdo con ciertos intereses de poder– constituyéndose en una fuente para la explicación de la génesis de ciertos conflictos, la distribución de bienes simbólicos y, en especial, la manera como se propone discursivamente la acción en la vida social.

    En segundo lugar, la perspectiva de Aproximación Histórica [AH-ACD] (Wodak, 2003). El estudio de las prácticas discursivas, en este caso, ha examinado discursos mediáticos circulando en sociedades concretas, discursos públicos institucionalizados o no, y recientemente escenarios públicos de interacción, especialmente anclados a la actividad política (Wodak, 2009). La indagación señala que los discursos de los escenarios de interacción política más contemporáneos se organizan en rutinas y rituales normatizados, en torno a un tipo de conocimiento que sirve de fuente para el ejercicio del control social, la exclusión y la discriminación. Se explica la ruptura entre el ejercicio político de quienes lo hacen por oficio y el ciudadano que se encuentra cada vez más alejado de la posibilidad de ejercer su derecho a la participación política. Este ejercicio mediático de desigualdad social se amplifica cuando los medios masivos de comunicación evitan hablar del hacer político y elaboran agendas ficcionales o intrascendentes, para construir sujetos de la acción política espectacularizada. El efecto sociopolítico y cultural es generar y mantener una inactividad social que crea la sensación de consenso y elimina la discusión y la crítica sobre los asuntos nucleares y prioritarios de un grupo social concreto. La indagación conduce a Wodak a señalar, por una parte, que las sociedades denominadas democráticas en Occidente, sufren en realidad de un déficit democrático sustentado en la presencia de una elite y un amplio sector de ciudadanos paralizados y excluidos del quehacer político. Por otra parte, la actividad mediática de los medios de comunicación contribuye a estabilizar esta forma de desigualdad y exclusión, construyendo y distribuyendo discursos ficcionales sobre los políticos, y eliminando de las agendas mediáticas los temas y asuntos que determinan la vida de los ciudadanos.

    El carácter interdisciplinario de los ECD, en este caso, se hace evidente en la articulación teórica y la aplicación al análisis de categorías de Bourdieu (2008), de Etienne Wenger (2001), Gramsci (1981), y la relación poder y conocimiento conceptualizada por Foucault (1992), entre otras nociones que crean un tejido de relaciones a partir de las cuales es viable el análisis de múltiples problemas socioculturales anclados históricamente.

    La agenda de investigación de los AH–ACD se ha formulado en términos de los principios, metas e incidencia histórica y geográficamente anclada de la globalización. Los avances y desarrollos logrados tanto teórica como metodológicamente por los estudiosos del discurso en el mundo y en especial en América Latina contribuyen, de manera contextualizada, a la explicación de los problemas regionales y locales y a mantener vigente el compromiso de contribuir a crear condiciones de dignidad, de acción colectiva y, en general, a empoderar los sectores históricamente marginados.

    En tercer lugar, la aproximación sociocognitiva de Van Dijk. Esta línea de investigación, gestora de los ECD, ha estudiado a profundidad las relaciones entre discurso y poder. El poder está asociado a la capacidad que tienen los grupos de elite y dominantes, caracterizados por apropiar la mayor parte de los recursos materiales y simbólicos en una comunidad, para controlar las acciones y orientar las formas de pensar y percibir la realidad.

    Resumiendo un complejo análisis filosófico y social, definiremos el poder social en términos de control. Así, los grupos tienen (más o menos) poder si son capaces de controlar (más o menos) en su propio interés, los actos y las mentes de los (miembros de) otros grupos. Esta habilidad presupone un poder básico consistente en el acceso privilegiado a recursos sociales escasos, como la fuerza, el dinero, el estatus, la fama, el conocimiento, la información, la «cultura», o incluso varias formas del discurso público y de la comunicación (Van Dijk, 1999).

    En el orden de lo simbólico, el acceso a diversas expresiones discursivas y la apropiación de los recursos tecnológicos para su distribución social, constituye un ejercicio de poder en el mundo global, en donde un eje nuclear del capital es el conocimiento. Los grupos dominantes tienen, además, acceso a diversos discursos públicos difundidos principalmente por los medios de comunicación de masas y el dominio o control de los contextos, entendidos estos como la representación cognitiva de la situación social y los componentes que son relevantes tanto para la producción como para la interpretación discursiva. Esos componentes incluyen roles sociales e institucionales, espacio y tiempo, actitudes, opiniones, creencias, saberes e ideologías.

    La explicación del papel del discurso para comprender los procesos de control social, a través de los tipos de saberes que distribuye, implica reconocer cómo los seres humanos organizan desde la memoria subjetiva e intersubjetiva los conocimientos, las creencias y las opiniones sobre hechos específicos y las maneras como se estabilizan y comparten esas creencias, saberes, opiniones y actitudes en la comunidad, constituyéndose en representaciones sociales (van Dijk, 2002). En este sentido, el control social que procede del discurso se relaciona con los tipos de contenidos cognitivos que forman parte de la memoria social y que son el núcleo de la reproducción del poder. Los discursos producidos por las elites proceden, con frecuencia, de sujetos sociales que se proponen revestidos de prestigio y credibilidad. Esto está articulado a roles y estatus social que garantiza el conjunto de condiciones para producir, distribuir y, en últimas, orientar representaciones sociales a partir de sus opiniones, creencias o ideologías, comunicadas explícita o implícitamente en sus discursos y al servicio de sus intereses. En el marco de estas reflexiones, los ECD se proponen explicar cómo se ejerce el poder a través del discurso, qué es lo que finalmente se comunica a la ciudadanía y, además, cómo se legitima y justifica una perspectiva que, puede incluso atentar contra los intereses y derechos de grupos humanos despojados de acceso a los bienes y recursos sociales.

    La articulación entre los ECD y los EDM (Estudios del Discurso Multimodal) se puede rastrear en Van Leeuwen (2008), y en trabajos como los de Hodge y Kress (1979; 1988), donde se desarrolla una línea de investigación que incluye problemas contemporáneos como el consumismo, la inmigración, la globalización, los problemas de género, la construcción identitaria, el racismo y los discursos que han justificado las guerras más recientes. Van Leeuwen (2008) formula una propuesta analítica para explorar la manera en que los discursos recontextualizan las prácticas sociales al sustituir, eliminar y reacomodar los elementos de dichas prácticas; analiza, además, las formas como se ubican discursivamente los actores, las acciones, los espacios y las temporalidades, así como los recursos disponibles que se representan discursivamente. Esta indagación verifica de qué forma se proponen las evaluaciones, los propósitos comunicativos, y qué tipo de recursos simbólicos se involucran para crear sentido de legitimidad. Los EDM apropian y adaptan, para el reconocimiento de las representaciones sociales, todos los recursos sígnicos y los recursos tecnológicos disponibles en una comunidad para producir multimodalmente significados sociales. Trabajos como los de Machin y Leeuwen (2007) y Van Leeuwen (1999), para mencionar solo algunos, evidencian que los EDM consideran qué es, o no, representado discursivamente, y qué tipo de recursos semióticos y tecnológicos son implicados en su construcción, diseño y distribución.

    Los ECDM y su conjunción con los ECD han tenido un impacto significativo en lo que Fairclough (2001 [1989], 2010 [1995]) y Gunther Kress (2010) denominan la ‘conciencia crítica del lenguaje’.

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