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El socialismo
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El socialismo

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La actualidad del Socialismo como ideología o doctrina política es evidente.

Sobre todo en el s. XX pero incluso todavía en el s. XXI. Pensemos que la "Internacional Socialista" no se ha disuelto. Sigue siendo la organización que aglutina a todos los partidos que se declaran socialistas en el mundo. No obstante es evidente el confusionismo reinante. Mientras unos hacen rotunda distinción entre Socialismo marxista, Socialismo democrático y Socialdemocracia, otros afirman rotundamente que no existe Socialismo fuera del marxismo. Después de la II Guerra Mundial, con la Unión Soviética dentro de los grandes vencedores, la poderosa maquinaria de la propaganda soviética, hizo creer "urbi et orbi" (intelectuales incluidos) que el verdadero Socialismo; los auténticos representantes del pensamiento de Karl Marx, era el denominado "marxismo-leninismo", en tanto que el Socialismo de los países occidentales era un Socialismo "rosa" o "moderado", conocido como "Social-Democracia".

Es uno de los "mitos" fabricados por la poderosa propaganda soviética. (*)

Aunque en la URSS siempre se reconoció que el intérprete indiscutible de Karl Marx fue Friedrich Engels, se ocultó que sus discípulos predilectos fueron Karl Kautsky y Eduard Bernstein, a quienes nombra albaceas testamentarios suyos (con poderes para revisar, publicar o destruir sus escritos). Kautsky y Bernstein, bajo la dirección de Engels (residente en Inglaterra), ya muerto Marx, son quienes logran imponer #en largos y profundos debates en el Congreso de Erfurt de 1891- la doctrina de Marx en el Socialismo alemán. Alemania y Austria con los partidos socialistas más numerosos y mejor organizados de Europa (y los mejores conocedores de la doctrina de Marx y Engels) se imponen en la Internacional Socialista.

También se pretende ignorar que Lenin y su partido bolchevique no fueron admitidos en la Internacional Socialista, ante la decidida y razonada opinión de Kautsky y Bernstein, discípulos doctrinarios directos de Marx y Engels. Incluso Kautsky publica en 1918 su libro "La dictadura del proletariado" (Die Diktatur des Proletariats) y en 1919 su demoledor "Terrorismo y comunismo" (Terrorismus und Kommunismus).

La "venganza" de Lenin no se hace esperar. Publica su libro: "La revolución proletaria y el renegado Kautsky", dedicando igual calificativo a Bernstein, claro está. De ahí que al no poder utilizar el adjetivo de "socialista" ni el de "marxista" para su partido bolchevique, lo denomina "Partido Comunista" y los sucesores de Lenin deben utilizar el "truco" de bautizar su doctrina como "marxista- leninista", i.e. una "derivación" del Socialismo marxista. Nada que objetar ya, doctrinalmente hablando.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento26 may 2015
ISBN9788416339846
El socialismo
Autor

sigfredo hillers de luque

Sigfredo Hillers de Luque Profesor titular numerario de derecho político, derecho constitucional y profesor titular numerario de ciencia jurídica; Doctor en derecho y Doctor en ciencias políticas; graduado social; profesor titulado de inglés y alemán; traductor-intérprete de francés. De su "historial" le gusta destacar haber sido el primer profesor extranjero y después de la "caída del muro" ya el único, que impartió una conferencia coloquio "a tumba abierta" en la universidad Lomonosov, Moscú, así como en la Universidad Humboldt del Berlín comunista. Mismo tema: críticas a los sistemas comunista y capitalista («globalización»). En el Berlín comunista, una conferencia fue para alumnos elegidos por las propias autoridades académicas y otra sólo para profesores. La conferencia-coloquio en Moscú fue en inglés, con traductor al ruso (un joven profesor auxiliar). Las dos conferencias en Berlín fueron en alemán, al igual que el coloquio. Otras obras del mismo autor: La obra social de España en América. Madrid, 1961/1992. España: una revolución pendiente, Madrid, 1975 (tesis doctoral una crítica al régimen de Franco, publicada en vida de Franco). Derecho- Estado-Sociedad: vol.I: El Socialismo (Socialismo democrático - Socialismo marxista). Madrid, 1985/2001; vol. II: Derecho Constitucional y Regímenes políticos (Alemania; Austria; URSS). Madrid, 1987; vol. III: Textos constitucionales (Alemania; Italia; URSS; España). Madrid 1988/2000; vol. IV: Derecho Constitucional y Regímenes políticos (España; Gran Bretaña; EE.UU.) Madrid, 1993/2001. La «voladura controlada» del Régimen de Franco. Madrid, noviembre 2001. Franco Hitler Churchill - España en la II Guerra Mundial. Madrid, 2002. Falange y Fascismo. Valladolid, Galland Books, 2012. Historia insólita de Gran Bretaña y EE.UU. de América - 606 págs. - Valladolid, 2013.

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    El socialismo - sigfredo hillers de luque

    2015, Sigfredo Hillers de Luque

    Apartado 52 - 28280 El Escorial/Madrid.

    © 2015, megustaescribir

    Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Contents

    Introducción

    El Socialismo desde un enfoque sociológico: Werner SOMBART

    El Socialismo desde un enfoque jurídico-político: El planteamiento de Hans KELSEN

    La interpretación filosófica del Socialismo: Rudolf EUCKEN

    La interpretación auténtica del Socialismo marxista: Friedrich ENGELS

    El Socialismo democrático (y marxista) según Eduard BERNSTEIN

    El Socialismo democrático (y marxista) según Karl KAUTSKY

    El Socialismo francés: El Socialismo humanista de Jean JAURÈS

    El humanismo socialista de Hendrik DE MAN

    El Socialismo marxista de Emile VANDERVELDE

    El Socialismo inglés:

    Independent Labour Party; Social Democratic Federation; Fabian Society; British Labour Party; Social Democratic Party; Socialist Party of Great Britain; British Socialist Party; Nacional Socialist Party

    El Socialismo austriaco (Austromarxismo):

    Viktor ADLER, Otto BAUER, Karl RENNER, Max ADLER

    El Socialismo religioso:

    Carl Mennicke Paul Tillich

    El Socialismo español:

    Pablo IGLESIAS

    Fernando DE LOS RÍOS

    Julian BESTEIRO

    Programas y Manifiestos de Congresos Socialistas

    Bibliografía

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    PROF.PROF. DR.DR. SIGFREDO HILLERS

    curriculum vitae

    Datos personales: Sigfredo HILLERS DE LUQUE

    Lugar y fecha nacimiento: Madrid, 16.12.1934.

    Nacionalidad: español

    Titulación: Doctor en Derecho –Universidad Complutense de Madrid.

    - Doctor en Ciencias Políticas – id. id.

    - Profesor Titular (numerario) de Universidad de Derecho Político

    - Facultad de Derecho

    - Profesor Titular (numerario) de Universidad de Intr. Ciencia Jurídica –Facultad CC. Información

    - Graduado Social –

    - Profesor titulado E.M. de Inglés y Alemán (ver epígrafe siguiente)+traductor/intérprete de Francés

    N.B. De 1975 a 1981 he ejercido en la Facultad de CC. Información y a partir del curso 1981-82 en la Facultad de Derecho

    Idiomas.- INGLES –Profesor titulado E.M. (10 años de docencia en Briam Institute)

    ALEMAN - id. Id. 5 id. id.

    FRANCES –intérprete-traductor titulado (Briam Institute)

    ITALIANO –hablado; traducción directa –nivel medio

    Estancias en Universidades extranjeras

    + ciclos de conferencias(*):

    Europa: ALEMANIA: Universidades de Berlin; Bonn; Regensburg; Leipzig; Jena; Dresde; GRAN BRETAÑA: Universidades de Edimburgo; Glasgow; AUSTRIA. Universidad de Viena; POLONIA: Universidades de Varsovia; Gdansk (Danzig); RUSIA (exUnión Soviética): Universidades de Moscú y Leningrado; CHECOSLOVAQUIA: Universidad de Praga; HUNGRIA: Universidad de Budapest; IRLANDA: Universidad de Dublín –Trinity College; Oriente Medio: ISRAEL: Universidades de Jerusalem y Tel-Aviv

    América: U.S.A. (Universidad de St. Louis, Missouri; cortas estancias en Universidades de Yale y Harvard); MEJICO: Universidades de Monterrey (estatal + ITSM); México, D.F.

    ARGENTINA: Universidad de Buenos Aires + Universidad Católica; Tucumán: Universidad estatal + Universidad Cat. de Sto. Tomás. URUGUAY: Universidad de Montevideo (Universidad Católica); CHILE: Universidad de Antofagasta; SANTO DOMINGO: Universidad de Santo Tomás

    Asia: JAPÓN: Universidad de Tokio; Universidad de Sta. Sophia. FILIPINAS: Universidad de Manila y Univ. Sto. Tomás

    Africa: SUDAFRICA: Universidades de Johannesburgo; Pretoria; Ciudad del Cabo (Stellenbosch); Grahamstown; Lesotho; Ciskei; Transkei; Bophuthatswana

    Oceanía: AUSTRALIA: Universidades de Sydney; Melbourne. NUEVA ZELANDA: Universidad de Auckland

    (*) En Inglés, Francés, Alemán o Español, según los casos, v.gr. en la Universidad Lomonosov de Moscú (exURSS) –Facultad de Derecho, puedo jactarme de ser el primer profesor extranjero –y después del desaparecer la Unión Soviética, ya el único- de haber impartido una conferencia a alumnos y profesores, con coloquio incluido (en inglés, con traducción al ruso). En la Universidad Humboldt de Berlin (Alemania comunista-DDR), también fui el primer y único profesor extranjero en poder pronunciar una conferencia a profesores y alumnos, manteniendo un amplio coloquio, directamente en alemán, en este caso.

    Libros y publicaciones:

    - Derecho-Estado-Sociedad en 4 volúmenes:

    - Vol. I: El Socialismo (Socialismo marxista-Socialismo democrático) – 604 págs. nueva edición (+ addenda)

    idem Vol. II: –1.210 págs. obra completa

    Vol. II/1: Derecho Constitucional y Regímenes políticos contemporáneos Alemania; Austria; URSS

    Vol. II/2: Doctrinas políticas: Marxismo-Leninismo; Nacional- Socialismo alemán; Fascismo italiano; Nacional-Sindicalismo español (Falange)

    idem Vol. III: Textos constitucionales y documentos (edición bilingüe) –traducciones del autor directas del original- Alemania; Austria; URSS; Italia; España - 815 págs.

    idem Vol. IV: obra completa: 1.422 págs (1.662 págs. nueva edición)

    Vol. IV/1: España (1.060 págs. nueva edición);

    Vol. IV/2 Gran Bretaña; EE.UU. de América (602 págs.)

    - La Obra Social de España en América: 114 págs.

    - España: una revolución pendiente: 487 págs.

    - La voladura controlada del Régimen de Franco (un enfoque jurídico-constitucional) –301 págs.

    - Franco-Hitler-Churchill España en la II Guerra Mundial -303págs. - Falange y Fascismo – 311 págs.

    - Historia insólita de Gran Bretaña y EE.UU.de América -606 págs

    * - Artículos y trabajos monográficos:

    Revista Facultad de Derecho –Universidad Compl..Madrid: Randglossen. Notas marginales a la Constitución española 1978; El Socialismo desde un enfoque sociológico-político: Werner Sombart y Hans Kelsen; Los principios fundamentales del Socialismo democrático y sus objetivos políticos, según los Programas y Manifiestos de Congresos socialistas (I y II parte); El pensamiento social del General Primo de Rivera.

    Revista General de Legislación y Jurisprudencia: Las Fuerzas Armadas y la Constitución de 1978

    Anuario de Derecho Civil: La unidad del Derecho-Interrelación del Derecho Civil (parte general) con otras disciplinas jurídicas.

    A todos aquellos —amigos y más que amigos— que en su generosidad y limpieza de corazón, han esperado y han apoyado la publicación de este libro con la misma ilusión e interés que si fuese suyo propio.

    El autor

    Introducción

    La actualidad del Socialismo como ideología es evidente. De todos modos, también es evidente el confusionismo reinante. Mientras unos hacen rotunda distinción entre Socialismo marxista, Socialismo democrático y Socialdemocracia, otros afirman que no existe Socialismo fuera del marxismo. Incluso otros llegan más lejos, afirmando que en la actualidad sólo se puede hablar de auténtico Socialismo si se le agrega el calificativo de «leninista».

    Aún cuando existen multitud de monografías sobre figuras del Socialismo, y extensos tratados sobre el Socialismo en general —y sobre el marxismo en particular— (generalmente de carácter histórico, filosófico, económico y sociológico, pero bastante menos de carácter jurídico o jurídico-sociológico), existen pocas obras de conjunto que nos ayuden a clarificar el panorama. Es el clásico problema de que a veces, el árbol o árboles no dejan ver el bosque.

    Aunque tanto a nivel científico como a nivel de calle, todos están de acuerdo que no es igual el Socialismo en España que en Alemania o en Francia, o más aún, que no es lo mismo el Socialismo de un Largo Caballero que el Socialismo de un Besteiro o de un Fernando de los Ríos, lo cierto es que no se sabe concretar en qué radican esas diferencias.

    El estudio del Socialismo desde una perspectiva jurídico-sociológica, y en concreto desde el planteamiento a respuesta a los conceptos básicos que configuran una sociedad y estructuran un Estado (Familia; Ejército; Enseñanza; Poder Judicial; Hacienda; Relaciones Iglesia-Estado; Propiedad privada, etc.), pueden ayudar a clarificar el actual panorama, harto confuso.

    El interés del público en general (y para el estudioso de los temas sobre el Socialismo en particular) puede ser aún mayor dadas las numerosas lagunas existentes. En buena parte, los autores españoles han evitado acudir a las fuentes originales cuando los documentos y obras de primeras figuras del Socialismo estaban en alemán, sin traducir aún al español, francés o inglés. Se han conformado en estos casos con utilizar fuentes secundarias, lo cual evidentemente reduce el campo de investigación. Este punto, creemos, es de gran importancia.

    Así, por ejemplo, es difícil encontrar un estudio sobre el denominado «Socialismo religioso», cuya experiencia tan interesante podía ser para los españoles, sencillamente porque las obras de Tillich, Mennicke, Deresch, etc. no están traducidas del alemán. Lo mismo ocurre con el trabajo de Bernstein Was ist Sozialismus (¿Qué es el Socialismo?), sobre la base de una lección magistral pronunciada en 1918. Es clave para obtener una perspectiva de lo que pensaba Bernstein 20 años después de haber escrito su «Biblia del Revisionismo». Sin embargo, al no estar traducida, difícilmente se encontrarán citas de esta obra.

    Pensamos que no es lo mismo sacar conclusiones de la obra de Kautsky¹ según la traducción de Pablo Iglesias y J. A. Meliá de la edición francesa (aunque ellos pretenden haberlo hecho de la edición alemana), que del original. Más aún, no es lo mismo hacer un estudio de la citada «Biblia del Revisionismo» (Die Voraussetzungen des Socialismus und die Aufgaben der Sozialdemokratie)² sobre la base de la traducción española de la primera edición de 1899, que hacerlo de forma comparada entre la primera del original y la última edición publicada en vida de Bernstein, en 1920, donde la obra primitiva queda enriquecida con una numerosa serie de notas a pie de página refutando todas las críticas hechas por Kautsky, Rosa Luxemburg, Parvus, K. Liebknecht, etc. a lo largo de esos años.

    Como queda ya dicho, creemos que existen numerosísimas obras, sobre el Socialismo en general y sobre el Socialismo español en particular; sobre todo en el aspecto histórico y en el biográfico de las grandes figuras. Por supuesto, un cúmulo de obras acerca de Marx y de su doctrina, así como sobre el Socialismo surgido de la Revolución rusa (comunismo). Sin embargo, a fuerza de monografías y de estudios parciales; se ha perdido la visión de conjunto, del «bosque» en sí mismo.

    De otra parte, a pesar de las numerosas obras y tratados sobre Socialismo y sobre sus grandes figuras, es notorio las lagunas existentes en el área hispánica sobre este particular, debido a la dificultad clásica del alemán para buena parte de los autores españoles. Son numerosos los documentos de gran importancia que sólo se citan parcialmente, a través de obras en francés o en inglés. También es notorio y contradictorio que mientras se conoce todo o casi todo de figuras de tercera o cuarta fila del Socialismo (sencillamente porque tienen obras traducidas), se desconoce una buena parte de los trabajos de autores de primera fila, de indiscutible primera fila, en el Socialismo. Tal es el caso de KAUTSKY o de BERNSTEIN, nombrados albaceas «ideológicos» por el propio Engels (y a quienes él antes de su muerte, encomendó la tarea de revisar y seleccionar sus escritos para su posible publicación); de Lassalle, Bebel, Wilhelm Liebknecht, o del propio Engels, que fue indiscutiblemente el mejor intérprete —y divulgador— de la doctrina de Marx.

    Todos ellos cuentan con obras escritas en vida de Marx, que merecieron su completa aprobación (a excepción de Lassalle). Son, por tanto, interpretaciones autorizadas sobre las que no cabe discrepancia desde el punto de vista de la doctrina marxista (Tema ya distinto serían las obras de estos mismos autores después de la muerte de Marx). Es incomprensible que todavía haya trabajos básicos de Engels —o incluso de Marx— sin traducir, mientras se publican estudios críticos sobre obras suyas de socialistas italianos o franceses, intérpretes muy secundarios del marxismo (aunque estén de moda).

    No se alcanza bien a comprender que los estudiosos del Socialismo se permitan el lujo de ignorar casi por completo la ingente obra de un Kautsky o de un Bernstein, sencillamente porque sus trabajos no están traducidos al español, y muy pocos al francés o al inglés. Tanto uno como otro (el primero de los cuales calificado y reconocido por todos —incluyendo a Pablo Iglesias o Werner Sombart, como el más fiel intérprete de Marx, después de la muerte de Engels), a lo largo de su dilatada vida —ambos murieron ya de avanzada edad— dedicaron más de 60 años a la interpretación y enseñanza del Socialismo. Para el público español es casi como si sólo hubieran escrito uno o dos libros. Otro tanto podría decirse con respecto a las grandes figuras del Socialismo austriaco. El «Austromarxismo» —la interpretación neokantiana del socialismo marxista— podría ser tan interesante para el público español como lo es ahora el «eurocomunismo». Sin embargo, Max Adler, Otto Bauer, Karl Renner, Viktor Adler, Gustav Eckstein, Rudolf Hilferding, etc., son prácticamente desconocidos para numerosos estudiosos del Socialismo.

    Tampoco se alcanza bien a comprender cómo se puede ignorar casi por completo entre los tratadistas españoles, el estudio crítico realizado sobre el Socialismo por Rudolf EUCKEN. Nos resistimos a creer que no interese a los estudiosos del Socialismo las opiniones de este filósofo alemán, Premio Nobel, maestro de Max Scheler —y padre del conocido economista Walter Eucken. Más bien nos inclinamos a pensar que desconocen su obra, porque tropiezan con la dificultad del idioma alemán (aunque su obra principal sobre el Socialismo —Der Sozialismus und seine Lebensgestaltung³— está traducida al inglés en 1921).

    Del mismo modo —y por ello es objeto principal en este trabajo— tampoco se alcanza a comprender bien que no se cite prácticamente por ninguno de los tratadistas españoles del Socialismo, la profunda obra crítica sobre el Socialismo escrita por un intelectual de la categoría de Werner SOMBART. Lo mismo podría decirse de Franz Mehring, destacado protagonista del Socialismo alemán de la época fundacional, e indiscutiblemente el mejor historiador del tema en su época. (Tan indiscutible que los modernos historiadores como W. Abendroth, etc., hacen la historia del Socialismo alemán, a partir de la fecha en que lo dejó Mehring.) Su magna obra iniciada en 1897, con colaboradores tan destacados como Bernstein, Kautsky, Lafargue, Plejanow, etc., es perfectamente desconocida por el público español (por la misma razón de no haber sido traducida todavía del alemán). La lista de ejemplos podría hacerse interminable.

    Así pues, como queda dicho, se trata de realizar un vasto proyecto, del cual el presente trabajo es sólo una parte. Se trata de ir probando documentalmente si existe o no un socialismo democrático fuera del socialismo marxista; si la actual Social-Democracia es, como se pretende, un subproducto del Socialismo; si son coincidente o divergentes los modelos de sociedad y Estado en los diferentes países donde viene existiendo el Socialismo organizado; el grado de ortodoxia o heterodoxia de los diferentes socialismos con relación al Socialismo orginario, a la hora de establecer sus respectivos modelos de sociedad y Estado; si efectivamente el Socialismo español de Pablo Iglesias era o no una rama derivada del Socialismo francés y no del tronco original; si la entrada de Besteiro y Fernando de los Ríos en el Socialismo organizado español supuso, a la muerte de Pablo Iglesias, la formación de dos corrientes diferentes (aparte de la de Largo Caballero o Prieto), respecto a la idea de transformación de la sociedad y funciones del Estado, etc. El ir probando o demostrando documentalmente todo ésto, creemos que se puede hablar de resultados originales.

    Sabemos que es un poco duro aceptar la primacía que tradicionalmente ha venido ostentando el Socialismo alemán. Y ésto no solo para una buena parte de los estudiosos españoles sobre el tema, sino entre los propios socialistas de diferentes nacionalidades, y en diferentes ocasiones históricas. A este respecto, bueno es recordar el peso que tradicionalmente ha venido teniendo el Socialismo alemán dentro del campo socialista, tanto desde el punto de vista doctrinal como desde el punto de vista numérico. Así por ejemplo, y recogiendo datos que figuran en una de las obras de Werner Sombart⁴: «…A finales de 1870, de los 438.231 votos socialistas de todos los países del mundo, 437.158 correspondían a la Socialdemocracia alemana. En el año 1890, los votos de la Socialdemocracia alemana representaban 5/6 de todos los votos socialistas del mundo (1.427.298 de un total de 1.794.060). En 1914 los socialistas alemanes conseguían 4.000.000 de votos, mientras que en Francia sólo se llegaba a 1.500.000, no llegando el conjunto de votos socialistas en todo el mundo ni a la mitad de todos los conseguidos por la Socialdemocracia alemana.»

    Esto, por lo que respecta al aspecto numérico. En cuanto al aspecto más importante, el doctrinal, basta recordar las palabras de Engels, escritas en Londres el 21.9.1882, en el prólogo de su importante obra: «La evolución del Socialismo; de la utopía a la ciencia⁵: «…Pero el Socialismo científico es fundamentalmente un producto alemán y sólo podía nacer en la nación cuya filosofía clásica había recibido viva la tradición de la dialéctica consciente: en Alemania»⁶… «Nosotros, los socialistas alemanes, estamos orgullosos de que procedemos no sólo de Saint-Simon, Fourier y Owen, sino también de Kant, Fichte y Hegel…»⁷.

    Y todavía podríamos añadir una afirmación de Engels, sumamente definitoria: «Sin el precedente de la Filosofía alemana, en concreto de Hegel, el Socialismo científico alemán… no hubiese llegado a existir»⁸.

    Quienes sin conocer el Socialismo alemán más que de un modo superficial, no llegando sus conocimientos más allá de lo traducido al español o al francés, pretenden sentar cátedra, nos recuerdan lo que se decía antaño de los alumnos de primer curso de Medicina (nos figuramos que entranto los planes de estudio habrán variado), en el sentido de que al conocer solo superficialmente las diversas enfermedades por sus síntomas aparentes, tenían el complejo o la sensación de padecer ellos mismos todas esas enfermedades juntas.

    Werner Sombart, en su obra citada, llega incluso a preguntarse si no existirá una conexión entre el carácter alemán y la «tipología» del movimiento social: «…dada su inclinación a teorizar, a sistematizar y a esquematizar, lo cual le hace compenetrarse con facilidad con el complicado sistema de pensamiento del edificio marxista, para luego mantenerse con la tenacidad de un dogmático en cada uno de los principios doctrinales aceptados…». Según refiere Sombart, Jean Jaurès acusó a los socialistas alemanes en el Congreso de Amsterdam, de «dogmáticos» y de «encarnar una intransigencia de las fórmulas teóricas».

    Cuando escuchamos a estos pseudo-intelectuales, a que antes aludíamos, que por no ser capaces de asimilar un texto alemán de los grandes maestros socialistas —escritos a veces en un estilo que incluso quien domine el idioma alemán se ve precisado a leerlo y releerlo para lograr enterarse— están obligados a caminar con muletas —con las muletas de las traducciones— por el amplio campo científico del Socialismo internacional, no podemos por menos que recordar la frase de Marx: «Si c’est le marxisme, je ne suis pas marxiste».

    No es ninguna casualidad que, tal como nos lo refieren, Marx pronunciase esta frase en francés y no en alemán. Según la versión de Kautsky, no refleja otra cosa que el resultado de la interpretación de una mentalidad (la del propio Marx) por unas personas con muy distinta mentalidad (los socialistas franceses) y a través de unas traducciones hechas al francés de una parte de las obras de Marx; es decir, a través de un vehículo incomple- to e inevitablemente deformado.

    Según nos cuentan, esa fue la gran decepción de Marx en su contacto con sus seguidores franceses (pronunciando al parecer dicha frase para no verse envuelto en la disyuntiva de tener que inclinarse por unos u otros seguidores suyos, con interpretaciones que —también según parece— no eran correctas ninguna de ellas).

    En tal sentido, también viene muy a propósito el comentario entre irónico y conmiserativo de Marx respecto a Prouhdon, cuando —según la cita de Bernstein— Marx le adoctrinaba a veces en conversaciones que duraban hasta la madrugada, sobre la doctrina de Hegel⁹: Marx explicaba la insuficiencia del conocimiento dialéctico de Prouhdon por el hecho de que éste sólo conocía una obra de Hegel, al no haber sido traducido el resto todavía al francés.

    Huelga decir que con todo ésto no afirmamos que no se puede ser socialista si no se sabe el idioma alemán. Lo que sí queremos decir es que quien quiera profundizar en el conocimiento de la doctrina socialista y llegar incluso a penetrar en su génesis, tendrá que tropezarse necesariamente con textos en alemán aún no traducidos. Naturalmente que se puede ser socialista con lo que existe ya traducido o escrito en español. Sin embargo, nadie nos negará que falta aún mucho por traducir, tanto de Marx (ya poco) como de Engels y, sobre todo, de Bernstein, Kautsky, Lassalle, Bebel, etc., por no hablar de sus predecesores Kant, Fichte, Hegel, etc.

    De un tiempo a esta parte se está intentando presentar al público español un socialismo «especial». Se habla mucho de un socialismo «humanista», de «rostro humano»; de un socialismo «democrático». Se nos presenta la imagen del socialismo alemán, inglés o de los países escandinavos. Todos parecen empeñados en presentarnos un socialismo «ideal», separando aquello que le desprestigia y puede restar adeptos.

    Así pues, se hace la dicotomía entre «Socialismo marxista» y «Socialismo democrático». Este último es el bueno, y el civilizado. El Socialismo marxista es el que carga con todos aquellos inconvenientes que —el público español en general— conocemos del Socialismo.

    Esta tesis es sustentada no sólo por algunos conspicuos pseudo-socialistas, sino incluso por conocidos intelectuales españoles, entre ellos un catedrático español, ex-Ministro, Vice-Presidente del Gobierno, y con varios años de experiencia tanto en la cátedra de Derecho Político, como en altos cargos del Régimen de Franco, y artífice esencial, luego de su desmontaje¹⁰, el cual afirma que tanto los marxistas como la derecha conservadora están interesados en que no haya más Socialismo que el marxista: «… Los primeros, para seguir monopolizando todo socialismo, y los segundos, para poder condenar más fácilmente con el calificativo de «comunista» toda corriente socialista.»

    Nos estamos refiriendo a Torcuato Fernández Miranda (q.e.p.d.). Con esta lapidaria frase queda en evidencia su desconocimiento (ignorancia más bien) del Socialismo. (N.B. Dicho en lenguaje barriobajero: n.p.i.). Murió sin haberse leído una sola obra de Engels o de Kautsky. Igual le ocurrió a E. Tierno Galván, también catedrático de Derecho Político (…te lo juro por mi madre… que diría un castizo de mi barrio), al que nos referiremos en el capítulo dedicado a Pablo Iglesias, cuando sale en defensa del fundador del PSOE, denunciando a quienes le tildan de social-demócrata… Y suma y sigue… Inútil señalar que ni el uno ni el otro nunca se leyeron el "Programa de Erfurt (1891) elaborado por Kautsky y Bernstein bajo la dirección de Engels…y que supuso llevar plenamente a la Socialdemocracia alemana a la corriente doctrinal de Karl Marx.

    El propio Sombart, que calificaba de contradicción al Socialismo marxista, reconocía en su obra antes citada que desgraciadamente no había otro socialismo, realmente hablando, que el Socialismo marxista. Desde el punto de vista científico se puede separar, sin más, la figura y doctrina de Marx del Socialismo, o si se quiere de la Socialdemocracia, por el simple hecho de que Marx sea suficientemente conocido para el público español y reste adeptos, es algo que nos atrevemos a calificar de anti-científico.

    De todos modos, como nosotros no pretendemos aquí reivindicar la figura de Marx para el Socialismo democrático, desde el punto de vista del título, no hemos tenido inconveniente en seguir esta corriente o línea equivocada, ciñéndonos a lo que estos reivindicadores del Socialismo «civilizado» creen estar demostrando, v.gr. que existe un socialismo humanista, no sólo inocuo, sino beneficioso una vez cortadas amarras con la doctrina de Marx. Por ello, no hemos querido hacer un estudio detalla- do del Socialismo en general, sino del conocido históricamente como Socialismo democrático. Y por ello tampoco incluimos en el proyecto, más que de forma marginal, la figura y la doctrina de Marx. Sin embargo, queremos dejar constancia aquí de nuestra opinión: es anti-científico separar a Marx del Socialismo democrático, para pasarlo —por razones de eficacia política— al campo del comunismo soviético.

    De otra parte queremos también indicar que, si bien estamos de acuerdo —tal como Werner Sombart fundamenta debidamente en su magnífica obra antes citada— que existe otro Socialismo aparte del marxista, y que por lo tanto están en su perfecto derecho doctrinal aquellos que, arrancando del socialismo premarxista, elaboran o intentan presentarnos un socialismo más auténtico, lo que no puede admitirse desde el punto de vista científico es que se juegue al confusionismo mezclando dos o más corrientes socialistas.

    No son consecuentes ni lógicos con sus citas ni con los autores que manejan. Así por ejemplo, en vista de que es imposible hacer pasar a Marx y a Engels por el ojo de la aguja del Socialismo de matiz «espiritualista», se los descarta y se los coloca con el comunismo soviético de Lenin y Stalin, apoyándose nada menos que en citas sueltas de Bernstein, Kautsky, Liebknecht, Rosa Luxemburg, etc., y silenciando las tesis fundamentales que estos autores han venido sustentando a lo largo de toda una vida de intensa actividad política. Más aún, silenciando que todos ellos fueron durante toda su vida discípulos fieles de Marx, y que se enorgullecían de proclamarlo públicamente.

    No nos dicen que las polémicas y disputas dialécticas entre ellos consistían en esforzarse por demostrar quién era el más fiel intérprete de la doctrina del maestro. Ninguno de ellos renegó del marxismo, y todos y cada uno de ellos se dedicaron a demostrar públicamente, incluso mediante la publicación de artículos y libros, que su pensamiento y acción en nada se apartaban de la doctrina marxista. No es lícito —científicamente hablando— esgrimir constantemente a Bernstein como abanderado de una corriente revisionista del Socialismo, cuando él mismo repite hasta la saciedad —ante las acusaciones de desviacionismo que le hacen sus correligionarios (Kautsky primero y Rosa Luxemburg después), que él no hace otra cosa que lo que ya hiciera Engels en vida del propio Marx, o lo que el mismo Marx hizo con su doctrina: perfeccionarla, adecuarla a los nuevos conocimientos de la Historia.

    Todavía es más disparatado y contradictorio desde el punto de vista científico el querer presentar a Bernstein como el creador de un Socialismo contrario a Marx, y en otras ocasiones —a fin de querer reforzar su figura— recordar que era el discípulo predilecto de Engels. Esto no es ni científico ni honesto, y desde luego, nada lógico. No se puede presentar a capricho a Bernstein, unas veces como discípulo predilecto de Engels y otras —las más— como el propugnador de un nuevo Socialismo, diferente a la doctrina de Marx y Engels. Por lo mismo, creemos que es ilógico separar del socialismo democrático la doctrina y figura de Marx, como si se tratase de extirpar el colmillo o la bolsa de veneno de una serpiente, dejando todo lo demás como está.

    Quien separe a Marx del Socialismo democrático, tiene que separar también a Engels. Y quien separe a estas dos grandes figuras tiene que continuar luego con Kautsky, Bernstein, Liebknecht, Bebel, Mehring, etc. Otra cosa muy distinta es realizar un estudio de la evolución del pensamiento marxista, desde Marx hasta nuestros días, empezando para ello, no desde Bernstein, ni siquiera desde el propio Engels, sino desde el propio Marx.

    Otro punto también a tener en cuenta con relación al término Socialismo democrático es que, tal como nos explica Bernstein en la conferencia antes citada (pronunciada el 28 de diciembre de 1918 en Berlín), el término «demócratas socialistas» no entra en la vida política hasta 1848, concretamente en Francia, siendo obra del poeta alemán Gottfried Kinkel su transformación en «Social-Demokrat» para el nuevo Socialismo alemán.

    Siguiendo en la línea de aclarar confusionismos o de denunciar métodos nada honestos desde el punto de vista de rigor intelectual, diremos que tampoco es lícito —en pura lógica— citar a Pablo Iglesias en apoyo de un socialismo no marxista, tomando con pinzas algunas de sus frases, y ocultando que es el traductor del libro de Kautsky refutando a Bernstein. El propio Pablo Iglesias indica en el prólogo de dicha traducción que él considera a Kautsky como maestro; como el mejor intérprete de Marx y Engels (ya que para Pablo Iglesias, igual que para los demás militantes socialistas de su época, no existe otro Socialismo que el derivado de estos dos maestros).

    Sin ánimo de agotar el tema (que ya se trataría en los correspondientes capítulos del proyecto), tampoco se puede citar a Kautsky sin advertir las diferentes etapas por las que pasó dentro del partido social-demócrata alemán. Desde ser, en 1891, uno de los principales redactores del programa de Erfurt, junto con Engels, Bernstein y Bebel, y su posterior intérprete oficial, hasta su sonada controversia con la jefatura del Partido Socialista alemán (Parteivorstand), precisamente porque no se le autorizaba la publicación de su obra magna «El camino hacia el poder» Der Weg zur Macht, en 1909, teniendo que apoyarse en el ala izquierda del partido formada por Clara Zetkin, Franz Mehring, Hugo Hasse y Karl Liebknecht, y desembocando finalmente en una posición clasificada como «Zentrismus» dentro del socialismo alemán (y que se fija por los historiadores alemanes en 1910, con ocasión de la ruptura de Rosa Luxemburg).

    Entendemos que no se puede citar al «tresbolillo» y combinar a su antojo para justificar una determinada tesis, a figuras del Socialismo como Bernstein, Kautsky, Rosa Luxemburg, Wilhelm y Karl Liebknecht (aparte de desconocer otras importantes figuras como Mehring, Bebel, Lassalle, etc.), sin referirse para nada a las distintas tendencias y rupturas que se produjeron en el partido social-demócrata alemán con la fundación del Partido Socialista Mayoritario M.S.P.: (Mehrheits-Sozialistische Partei); el Partido Socialista Independiente U.S.P.: (Unabhaengige Sozialistische Partei) y el Spartakus-Bund (Liga espartaquista).

    Y sobre todo, y ante todo, lo que de ningún modo puede hacerse es forzar de tal modo los hechos como para intentar hacer coincidir al Socialismo con otras ideologías de carácter espiritual y religioso, a base naturalmente de ignorar las figuras del Socialismo, sus escritos y declaraciones públicas sobre este tema, así como sus respectivas, extensas e intensas biografías, ya que sobre el tema religioso no es tan importante lo que se dice, sino cómo se vive y, sobre todo, cómo se muere.

    Estamos de acuerdo que para conocer una determinada teoría de un determinado autor sobre la reforma agraria o el sistema de organizar la economía de un país, poco importa conocer la biografía personal de su autor (a no ser que luego nos enteremos que el propugnador del reparto de tierras fuese el principal terrateniente, etc.).

    Sin embargo, en el tema religioso es fundamental no sólo la teoría que expone una determinada persona, sino cómo la concibe personalmente en la práctica. En personas representativas de sistemas políticos totales o completos, que abarcan no sólo un modo de pensar, sino un comportamiento, una manera de ser, una actitud ante la vida, por supuesto que es importante —importantísimo— conocer la biografía de quienes sustentan esas ideas. La actitud ante la vida y ante la muerte de un Lassalle, de un Bernstein, de un Kautsky, coinciden casi al pie de la letra con la de un Marx o de un Engels, por no decir con la de un Pablo Iglesias o la de un Julián Besteiro.

    Con respecto a las traducciones, nos vamos a permitir hacer una observación, sin ánimo de ofender a los traductores españoles, pero sí con el ánimo de ilustrar algo a aquellos lectores que no conozcan el problema de las traducciones «por dentro». Sin necesidad de escribir una tesis sobre el tema, diremos que no siempre se logra traducir la letra y la música de un texto en idioma extranjero.

    A veces el traductor se plantea la disyuntiva de o ser fiel a lo que escribe el autor, y traducir tal cual como él lo expone, o si —pensando en el público al que va dirigido la traducción— no sería preferible darle un giro distinto. La primera opción sabe que puede ser a veces casi incomprensible para el público, pero para el traductor es la más sencilla, y sobre todo la más segura, en razón a que está a cubierto de cualquier posible reclamación tanto de la casa editora como del propio autor original.

    En otras ocasiones —y reconoceremos todos que son muy pocas— el traductor se toma la molestia de ir indicando en notas a pie de página la diferente acepción que tal o cual palabra tiene en el país de origen del autor. Pero esto, repetimos, es la excepción. El traductor, cuando traduce por cuenta ajena, sabe que ese esfuerzo ni se lo van a agradecer, ni se lo van a pagar. Y lo que es peor, el editor, lo más seguro es que ni siquiera le vaya a publicar tales notas u observaciones.

    Hemos creido necesario hacer este exordio debido al confusionismo que se produce y a la falsa interpretación que se puede dar a la palabra «espiritual»; «moral», etc. Estas palabras hay que entenderlas dentro del contexto donde están escritas, y teniendo en cuenta quién las pronuncia; para el público o pueblo que las pronuncia, y dentro de qué entorno cultural se escriben. Así, por ejemplo, cuando en España —público en general, y no élites de la «Institución Libre de Enseñanza», por ejemplo— se habla de «espiritual», «moral», «ejercicios espirituales», etc., todos sabemos perfectamente a qué tipo de espiritualidad o moralidad nos estamos refiriendo¹¹.

    Por contra, cuando en Alemania se habla de «Geist», «geistiges», «Moral», «Moralisches», etc., hay que preguntarse quién las pronuncia y cuál es el contexto de donde se ha extraído el párrafo. Quien, al descubrir —en la traducción al español— la palabra «espiritual», y en boca de un autor socialista, se precipita a elaborar toda una teoría proclamando a bombo y platillo su descubrimiento sobre la espiritualidad, ética, humanismo, etc., de tal Socialismo, haría bien en tomarse las debidas precauciones, leyéndose el texto completo, y en seguir profundizando en el autor. Al mismo tiempo, como decíamos antes, debería enterarse de las actitudes de tal autor ante la vida y la muerte.

    Así por ejemplo, un lector neófito y desconocedor de la doctrina y vicisitudes del Nacional-Socialismo y de sus más destacados representantes, podría llevarse un batacazo intelectual mayúsculo si se dedicase a elaborar una teoría nueva del Nacional-Socialismo sobre la base de la frase tantas veces utilizada por Hitler y Goebbels, de luchar por los «moralische Werte» (valores morales). Como quiera que la obra y actuación de Hitler es de todo el mundo sobradamente conocida, cualquier lector medianamente informado sabría dar ahora la acepción correcta a la expresión hitleriana de los «valores morales». Por lo mismo, cualquier lector medianamente versado en el Socialismo y sus cabezas principales, sabe darle la interpretación adecuada a los términos «espiritual», «ética»,, etc.

    Cosa muy distinta sería el hacer un estudio comparado entre los grandes clásicos socialistas y los socialistas españoles, tales como Pablo Iglesias, Besteiro, Fernando de los Ríos, etc. En ellos sí sería válido, puesto que emplean un lenguaje homologado y, por lo tanto, los números que utilizan son números homogéneos, susceptibles de poderse sumar, restar y dividir.

    Siguiendo con el tema de las traducciones, todavía más peligroso (y puede inducir a errores, incluso a aberraciones), es el caso de las traducciones indirectas. Es decir, cuando un lector español llega al conocimiento de un autor extranjero, no a través de una traducción directa del idioma original, sino a través de una re-traducción. Tal es el caso, por ejemplo de las traducciones de obras importantes del Socialismo vertidas al francés o al inglés. El prologuista de una obra de Bernstein, Helmut Hirsch, cita a título de ejemplo el caso de las biografías en inglés de Bernstein, en las cuales figura como profesión del padre la de «railway-engineer», como traducción de «Lokomotivenfuehrer» (maquinista). Desde el punto de vista inglés, la traducción no es del todo mala, puesto que «engineer» no corresponde realmente a «ingeniero», tal como se entiende en Alemania o en España. Desde luego que un conductor de locomotoras eléctricas de los años 60 ó 70 en EE.UU., bien puede considerarse como «engineer».

    Sin embargo, el lector español que leyese la biografía de Bernstein a través de un libro inglés, y se enterase que su padre fue «ingeniero de ferrocarriles», en absoluto puede llegar a imaginarse a un maquinista de locomotora a vapor de la Alemania de mediados del siglo XIX, al que —según nos refiere el propio Bernstein— su madre le consideraba un manirroto o cabeza loca porque, de tarde en tarde, sorprendía a su familia llevándoles un filete de carne, cuya compra desequilibraba totalmente el presupuesto familiar, ya que según Bernstein-padre, «por una vez en la vida el hombre tiene que comer como es debido».

    Como bien dice el editor de dicha obra, habría que imaginarse la cara que pondría Bernstein si se enterase que en los Estados Unidos, y en el mundo anglosajón en general, habían ascendido de tal modo la categoría social de su padre, pasándole de maquinista (proletario) nada menos que a ingeniero (alta burguesía).

    Otro ejemplo gráfico de lo que es traducir la letra y no la música, a que antes aludíamos, podría ser el caso con que nos encontramos en la Universidad al estudiar Economía a través de textos traducidos. Generalmente cuando se explica la disyuntiva que se plantea a la población, o a los gobernantes, en un sistema de economía pre-bélica, nos tropezamos con el lema de «cañones o mantequilla». Tal dilema o planteamiento es salvado gracias al buen sentido o nivel cultural de los alumnos, pero lo cierto es que si nos paramos a pensar, el dilema resultaría ridículo para el ciudadano español medio, ya que el pasar a un racionamiento de la mantequilla no le representaría el menor problema. Por el contrario, tal disyuntiva es efectivamente problemática para un ciudadano medio alemán (al menos antes de que surgiese la margarina).

    Como ejemplo contrario de lo que representa el traducir el «espíritu» más que la letra, recuerdo el caso de la traducción al alemán de un punto del conocido libro «Camino», de Monseñor Escrivá de Balaguer. Concretamente el n.° 205, describiendo la «contabilidad» de las mortificaciones de un hombre de Dios, a la hora del desayuno: «hoy vencía, mañana era vencido… apuntaba: no tomé mantequilla… tomé mantequilla. Ojala también vivamos —tú y yo— nuestra «tragedia de la mantequilla». Pues bien, en la versión alemana de «Camino» (Der Weg) no figura la palabra mantequilla (Butter), sino la palabra Sahne (especie de nata batida). La razón es fácil de comprender. El traductor alemán buscó un producto en Alemania que, desde el punto de vista de la mortificación equivaliese en costumbres a la mantequilla en España, optando por la «Sahne» (como podía haber optado quizá por la mermelada o el azúcar, dado lo golosos que suelen ser los alemanes en general). Pedirle a un alemán que se sacrifique no comiendo mantequilla, es como pedirle a un español que no coma pan o que no utilice el aceite.

    Para terminar con el tema de las traducciones y de lo peligroso —cuando no inmoral— que resulta sacar con pinzas y retorcer determinadas palabras, despojándolas de su contexto, tenemos el caso de una reciente antología sobre Marx, publicada por un conocido profesor socialista (¡también de Derecho Político!) en la que elogia de tal modo a Marx que le coloca como un verdadero ejemplo moral, extendiéndose en facetas de su vida que le hacen aparecer como un verdadero modelo, no ya para socialistas, sino para el español medio. En efecto, todo consiste en la homologación de las palabras «moral», «ética», etc.

    Suponemos que este profesor socialista conoce suficientemente la vida de Marx como para no ignorar —aunque no lo cita— que si bien, efectivamente, vivió en Londres años de extrema penuria, lo que le hacía ser asiduo cliente de las casas de empeño, y que cualquier visita de alguna importancia (como la de Proudhon, por ejemplo), le hacía gastar el presupuesto de la comida en desempeñar un traje —el único que tenía— para poder recibirle dignamente, también es verdad que, según cuenta él mismo, rechazaba con toda energía, como si fuese una proposición deshonesta, el ofrecimiento de un amigo suyo a trabajar con él en su oficina. Mientras —y eso ya no lo dice el profesor socialista— recibía periódicamente una asignación de Engels; tenía una fiel sirvienta que compartía con la familia Marx su penuria (y con la cual además Marx tuvo un hijo), etc.

    No se trata, por supuesto, de «denigrar» aquí a Marx. Se trata sencillamente de hacer ver que la «moral» socialista es algo muy distinto a la moral cristiana. Ni que decir tiene que cualquier representante medio de otra ideología en España puede haber superado con creces en este punto a Marx, pero lo que sí es definitivamente cierto es que en ningún caso se le ocurriría a él, ni a ninguno de sus correligionarios españoles, elevarlo a la categoría de ejemplo moral a seguir.

    Repetimos que para el lector medio español —«alienado por los ancestrales hábitos cristiano-burgueses»— esta referencia de Marx puede resultar denigratoria. Lo que sí puedo afirmar es que el hecho concreto del hijo ilegítimo de Marx con su sirvienta lo leí en un amplio artículo de varias páginas en una revista socialista universitaria alemana, que exponía el hecho como una especie de aportación o enriquecimiento a la biografía de Marx, con la misma naturalidad que nosotros podríamos recoger el hecho de que a Marx, por ejemplo, le gustase tomar el té por las tardes. En cuanto a las sumas de dinero que Marx recibía de Engels, se ha tomado la referencia de alguien tan poco sospechoso en su devoción hacia ambos como es Willy Brandt.

    Volviendo al tema que nos ocupa, añadir que cuando un intelectual de la talla de Werner Sombart, con un tratado tan completo sobre el Socialismo, y con unos enfoques tan magistrales sobre el tema, considera, con toda modestia, que todo esto no es más que una introducción al estudio del Socialismo, para incitar a la lectura y acudir a las fuentes, causa estupor leer a pseudo-tratadistas del Socialismo, que han utilizado como obra básica para conocer texios de las grandes figuras del Socialismo el libro de Jacques Droz «Le Socialisme Democratique 1864-1960», cuando el propio autor advierte en su preámbulo que «se trata de un libro destinado a alumnos (franceses) de Bachillerato… sin mayores pretensiones…». Sin comentarios…

    También es inexplicable que haya gente capaz de sentar cátedra sobre el Socialismo democrático, sin haberse leido los cuatro tomos de la obra clásica de Franz Mehring («Historia de la Socialdemocracia alemana»), que ya en 1889 alcanzaba su novena edición. La categoría de Mehring, una de las figuras más destacadas del partido Social-demócrata alemán, compañero de Kautsky, Bernstein, Bebel, etc., es tan indiscutible como historiador, y su objetividad tan reconocida por el resto de las demás figuras socialistas, que durante su época nadie creyó necesario, o no se atrevió a hacer otra historia paralela o complementaria a la suya.

    Como ya apuntábamos anteriormente, cuando el profesor Abendroth, líder de la fracción de los «Jusos» (Junge Sozialisten), escribe en 1968 la evolución del partido Social-democrático alemán, lo hace a partir de donde lo deja Mehring. Es decir, sesenta años después, Abendroth no considera necesario rectificar ni tomarse la molestia de escribir lo que ya había hecho Mehring.

    Y sin embargo, este socialista de primera fila, de indiscutible autoridad, con numerosos artículos sobre Engels, Kautsky, Lassalle, Bernstein, etc., no es citado ni una sola vez por tanto pretendido intérprete del socialismo-democrático. ¿Hace falta decir que las obras de Mehring no están traducidas al español, y que incluso las ediciones que se pueden localizar en las bibliotecas españolas son de difícil lectura en alemán, estando varias de ellas escritas en caracteres góticos?

    Intentar sentar doctrina sobre el socialismo democrático, saltándose limpiamente «a la torera» el socialismo democrático alemán, o sólo tocándolo de pasada, desde las obras traducidas al español y al francés, por las razones antes expuestas, será todo lo rápido y cómodo que se quiera, pero insistimos que no tiene nada de científico.

    La bien ganada fama de los alemanes —al menos en las generaciones anteriores al «milagro económico»— como tratadistas serios de cualquier materia en que se ocupen, no es fruto de la casualidad, sino de un afán de ir al fondo de las cosas, de estudiarlas desde un principio. De ahí la necesidad de acudir a las fuentes, y no conformarse con versiones de segunda o tercera mano. Desde luego, ésto no ocurría con los auténticos socialistas de antaño, v.gr. Besteiro, Fernando de los Ríos, etc. De este último, sí podemos afirmar que conocía la obra de Mehring, pues casualmente nosotros hemos utilizado en la Facultad de Derecho (Univ.Complutense) un ejemplar de la edición de 1919, en cuyo ángulo superior derecho llevaba estampada su firma autógrafa.

    La importante obra de Rudolf EUCKEN ya citada¹², comienza precisamente con la siguiente frase (que harían bien en meditar todos aquellos que gustan ahora de proclamarse socialistas o partidarios de un socialismo humanista): «El Socialismo contiene tanto una afirmación de carácter económico como una configuración propia de la existencia»¹³. Es decir, traducido algo más libremente, viene a significar que el Socialismo no es sólo un sistema económico, sino un modo de ser, un modo de entender la vida.

    La otra frase que queremos traer a colación aquí es del propio Engels, y viene a subrayar la tesis de Eucken sobre el Socialismo. Nosotros se la brindamos, para su meditación, a todos aquellos que se han quedado en la superficie del Socialismo humanista, contemplando desde lejos la parte visible del iceberg, pero ignorando que por debajo de la superficie del agua existen otras tres cuartas partes más, que no se ven a simple vista. Se trata de una observación muy oportuna que ENGELS hace con respecto a Dühring, sumamente definitoria del carácter alemán, y de ese producto tan típicamente suyo que es el Socialismo democrático:

    «Como se sabe, nosotros los alemanes poseemos un terrible e importante sentido de la perfección, de hacer las cosas a conciencia. Con sentido fundamental de lo profundo, o si se quiere, una fundamentalidad de sentido profundo. Tan pronto como uno de nosotros expone algo que lo considera como una nueva doctrina, primero tiene que elaborarla y hacer de ella un sistema omnicomprensivo. Tiene que demostrar que tanto los primeros principios de la Lógica, como las leyes fundamentales del universo, desde toda la eternidad, no han existido para otro fin que, en última instancia, servir de introducción a esta nueva teoría que él ha descubierto y que le sirve de remate. El doctor Dühring en este aspecto se ha comportado totalmente según el patrón nacional. Ha tenido que manejar todas las materias posibles desde los conceptos del tiempo y el espacio, hasta la teoría del bimetalismo, desde la eternidad de la materia y del movimiento hasta la naturaleza pasajera de las ideas morales; desde las ideas naturalista de Darwin hasta la educación de la juventud en una sociedad futura…»

    En línea con lo anteriormente expuesto, queremos hacer nuestro el planteamiento de SOMBART en relación a su obra antes citada. No se hace aquí un estudio exhaustivo del Socialismo. Nuestra gran dificultad ha sido precisamente seleccionar parte del material recopilado. Es inmenso todo el material, importante y decisivo, que existe sobre el Socialismo. Exponerlo en todas y cada una de sus múltiples facetas, y a través de todos y cada uno de sus principales autores e intérpretes, nos llevaría a escribir una obra de 10 ó 15 volúmenes como mínimo, si quisieramos hacer un estudio a conciencia, con esa «Gruendlichkeit» que señalaba antes Engels.

    Origen (remoto) de este libro.—Por no alargar demasiado este capítulo de «Introducción», dejamos para el próximo volumen la explicación pormenorizada de la génesis y proceso del desarrollo de esta obra a lo largo de diez años. De todos modos, quisiera ya dejar constancia de mi agradecimiento a José Ramón LOPEZ CRESTAR (estudiante de la Facultad de Derecho cuando se comenzó este libro y hoy ya un prestigioso abogado), colaborador tan entusiasta como eficaz en la localización de valioso material. Alguno de los capítulos de esta obra no hubiera sido posible escribirlos, de no haber sido por sus felices hallazgos (en particular, recuerdo el del «Socialismo religioso»).

    A José Antonio AUSET y a Juan José ROLDAN debo el favor de haber realizado durante un muy largo período la ingrata tarea de transcribir las cintas magnetofónicas que les iba dictando (sin esa ayuda quizá no hubiera progresado el proyecto, y se hubiera quedado estancado). A Fernando PEREZ GARIJO debo la inestimable ayuda de la puntual revisión y comentario crítico del manuscrito, a medida que se iba redactando. El fue quien, después de la primera entrega y desde la perspectiva de su siempre sincero criterio personal, dictaminó que el proyecto merecía la pena, y que, por lo tanto, debía seguir escribiendo. En la lejanía del tiempo, desde que comencé el proyecto, recuerdo vagamente haber recibido más ayudas, en el período de gestación de esta obra, pero ahora no soy capaz de concretarlas.

    «Placet académico». —En otro orden de cosas, y en el plano estrictamente universitario, debo agradecer a los Profesores Enrique MARTIN LOPEZ; Rafael GIBERT y SANCHEZ DE LA VEGA; Dalmacio NEGRO PAVON; José Mariano LOPEZ CEPERO y Enrique MUGICA URQUIA el haber dado su «placet» académico, al contenido de esta obra, después de haber aceptado gustosos la voluntaria tarea de leerse cuidadosamente el manuscrito (distrayendo así el necesario tiempo de sus propias tareas docentes e investigadoras), advirtiéndome de los errores y omisiones cometidos (confio en que todos ellos hayan sido subsanados en esta última redacción, antes de pasar a imprenta). De todos modos, me apresuro a pedirles disculpas, y muy especialmente al Prof. Negro Pavón (quien posteriormente releyó el trabajo), de no haber rehecho o ampliado algunos de los capítulos, a la vista de sus acertadas sugerencias. En absoluto se debe a «soberbia científica» por mi parte. Se debe, sinceramente, a que no me he encontrado con fuerzas o ánimos suficientes, después de casi 10 años de espera.

    Al ir repasando las pruebas de imprenta, he ido recordando las observaciones de los citados profesores, y mentalmente les iba pidiendo disculpas (aunque en realidad las disculpas se las debo pedir a los futuros lectores, ya que de haber tenido en cuenta esas observaciones y consejos, el contenido de la obra hubiera mejorado y se hubiera enriquecido). Sin embargo, como ya digo, el tiempo transcurrido ha sido demasiado dilatado como para acometer ahora, con la necesaria ilusión, la ardua tarea de una revisión en regla.

    Justificación del título del libro.—Como se deduce por el título de la obra, se trata de un proyecto de mayor envergadura. Hemos comenzado por una doctrina política: el Socialismo. Por razones de espacio —y de economía— se ha reducido el manuscrito original del tomo I, dejando para un segundo volumen de próxima aparición¹⁴ el amplio capítulo dedicado a los Programas socialistas; la segunda parte del capítulo dedicado al estudio sociológico-político de Sombart sobre el Socialismo, y el capítulo sobre el «Socialismo jurídico» o «Socialismo de los juristas» (Juristensozialismus) de Anton Menger, cuyo planteamiento fue en su día de tal importancia como para hacer que el propio Engels, en colaboración con Kautsky, acometiese personalmente la tarea de realizar su crítica desde los dogmas marxistas (similar a lo que, en cierto modo, ya hiciera con el planteamiento de Dühring). Toda esta parte está terminada y lista para imprenta. En fase de preparación se encuentra todavía lo que sería materia del volumen III sobre el Socialismo: v.gr. los planteamientos de F. Lassalle; A. Bebel; Rosa Luxemburg; K. Liebknecht; Jules Guesde; Paul Lafargue; A. Labriola; Jaime Vera; Largo Caballero; Indalecio Prieto, etc.

    El proyecto es poder ofrecer al público en general, y al estudioso universitario en particular, lo que normalmente expongo a los alumnos de Derecho Político en los dos cursos de la carrera de Derecho. De un lado, las doctrinas políticas que más han destacado en la configuración de los sistemas jurídico-políticos contemporáneos, y de otro lado, los regímenes políticos más destacables que suponen —para bien o para mal— una importancia referencia práctica en la Ciencia Política.

    Consiguientemente, después del estudio sobre el Socialismo, seguirán otras doctrinas políticas que algunos autores, sin el menor rigor científico y con probable mala fe, suelen denominar globalmente como «fascistas»: Nacional-Socialismo alemán; Fascismo italiano; Nacional-Sindicalismo español. Su importancia o validez en una determinada época o en la actualidad puede ser discutida (o deseada), pero siguen siendo objeto de estudio, aunque con fines propagandísticos (más bien con «animus iniuriandi») y, como digo antes, sin el menor rigor científico¹⁵. Se trata de establecer un perfil real de lo que es cada doctrina política, a través de sus principales autores, y no de dibujar una caricatura a través de sus detractores. Esa es la diferencia.

    Aparte de las doctrinas políticas citadas, figurará un estudio monográfico sobre el marxismo-leninismo, cuyos principios rigen el derecho constitucional soviético y, por extensión, los regímenes políticos de los países del Este. También en este área —y no sólo en el de las doctrinas «fascistas»— es de lamentar la falta de rigor con que están escritas algunas monografías y libros de texto, conteniendo (y repitiéndose en sucesivas ediciones) reiterados tópicos manidos sin la menor base científica, cuando no graves errores y omisiones, que dañan seriamente la formación intelectual de nuestros universitarios. Entendemos que no es necesario profesar el credo marxista-leninista para conocer a fondo el Derecho soviético y la doctrina que lo inspira¹⁶.

    A este respecto, siempre recordaré la experiencia vivida en la Universidad Libre (Freie Universität) de Berlín (principio de los sesenta) que me hizo meditar y admirar el nivel científico de las Universidades alemanas (de aquella época al menos).

    Aparte de asistir a diversas clases de la Facultad de Derecho, quise también asistir a un seminario organizado por el Osteuropa-Institut («Instituto de Europa del Este»), dependiente de la Universidad, dedicado al estudio comparado de diferentes sistemas jurídico-políticos de países del área soviética. Lo dirigía el entonces Director del Instituto, el prestigioso jurista y sovietólogo alemán Prof. Walter MEDER, quien con su inconfundible acento prusiano-oriental, me preguntó con la mayor naturalidad del mundo, qué idiomas eslavos conocía yo… El Prof. Meder, benévolamente (conmiserativamente, más bien), me autorizó a asistir a su seminario (y a las clases que regularmente impartía en la Universidad).

    Cuando asistí a las primeras clases del seminario, pude comprobar lo justificado de la pregunta. Las citas de textos originales en ruso, polaco, checo, húngaro, etc., eran constantes. Allí se estudiaba de verdad, y se profundizaba al máximo. Como es lógico, se podían seguir las clases sin saber idiomas eslavos, pero para obtener el aprovechamiento previsto en el seminario, era evidente que se necesitaba saber al menos el ruso. Teniendo en cuenta que se trataba de un seminario para alumnos de Derecho y no para post-graduados, uno se lamenta que tal nivel científico, en este área al menos, sea impensable hoy por hoy en la Universidad española.

    El Prof. MEDER está hoy jubilado de sus tareas docentes, aunque sigue siendo una reconocida autoridad en el campo del Derecho soviético. Sirva el recuerdo de esta experiencia vivida como pequeña muestra de agradecimiento y rendido homenaje de admiración por parte de uno de sus discípulos que —como no podía ser por menos— tan repetidamente le cita en sus clases de Derecho Político. Sobre la base de sus enseñanzas y de sus magistrales obras escritas, en mi próximo trabajo, trataré de refutar y subsanar lo que yo considero graves errores y omisiones en conocidos libros de texto y monografías de autores españoles sobre el régimen soviético¹⁷.

    Junto al tratamiento de las distintas «doctrinas políticas» contemporáneas ya mencionadas, figurará el estudio, en sus capítulos correspondientes, de los regímenes políticos contemporáneos más destacables, entendiendo por tales —y como mínimo— los de Gran Bretaña; EE.UU.; U.R.S.S.; Francia; Alemania; Italia; Austria¹⁸.

    Finalmente, debo explicar el por qué he elegido para el título de esta obra el término doctrinas políticas y no teorías políticas, al igual que regímenes políticos en lugar de sistemas políticos. No es que la diferencia sea fundamental, pero trataré de explicar el por qué de la elección.

    Algunos autores piensan que el término régimen político comprende tanto el concepto de «sistema político» como el de «doctrina política», pero no es así exactamente. No siempre la existencia de un régimen político presupone la existencia de una doctrina política. Es cierto que en el caso de la Unión Soviética, cuando hablamos del «régimen político soviético» estamos ante un «sistema político» con una determinada «doctrina política», pero también se puede hablar del «régimen político español» del período 1936-1939 («Régimen de Franco») y, sin embargo, ello no supone la existencia de una «doctrina política»¹⁹.

    Quizás partiendo de la tesis anteriormente expuesta, algunos autores prefieren emplear el término «régimen político» en el caso de la Unión Soviética o de la Alemania de Hitler, y el de «sistema político» en el caso de países regidos por un sistema democrático parlamentario (o partitocrático): Gran Bretaña, EE.UU., Francia, etc.²⁰.

    La realidad es que en dichos países, sin tener una doctrina política determinada, sus «sistemas políticos» contienen unos determinados principios filosóficos que rigen tales sistemas. El término anglosajón de «political systems» abarca más de lo que nosotros entendemos por «sistemas», del mismo modo que el término «doctrina» abarca más de lo que normalmente se entiende por «teoría».

    Hay ideologías que son «un cuerpo total de doctrina», que contienen no sólo una «teoría del Estado», sino toda una Filosofía del Derecho y del Estado; que suponen toda una «Weltanschauung». Tal es el caso, naturalmente, del Socialismo. Hubiera sido impropio colocarlo bajo el rótulo de «teorías políticas». El Socialismo es —como se podrá comprobar a lo largo de esta obra— bastante más que una teoría política. Es un cuerpo total de doctrina: una concepción propia de la vida y de la Historia. Es casi —o sin el «casi»— una religión, como ya en época lejana lo definiera el Cardenal Koenig, y como lo confirman los planteamientos de Lassalle, Jaurès, etc.

    Madrid/El Escorial 1985 (1ª edición. Ed. Universidad Complutense) / 2013 (presente edición, revisada. Ed. Palibrio –Bloomington,IN/ USA)

    El Socialismo desde un enfoque sociológico:

    Werner SOMBART

    El Socialismo desde un enfoque sociológico:

    Werner Sombart21

    En la introducción de su obra Fundamentos y Crítica del Socialismo²², Sombart advierte que el concepto «Socialismo» es un concepto bastante confuso en la fecha en que él escribía, «a la vista del confusionismo verbal desbordado en el que ha caído Europa al construir su torre de Babel». Para Sombart existen dos distintas posibilidades básicas para determinar un concepto como es el del Socialismo. Se puede llegar a este concepto, bien por un sistema analítico, a posteriori, o por un sistema sintético, a priori. El método analítico, a partir de un hecho determinado empíricamente, busca destacar las características esenciales, unificándolas en un concepto. Esto se produce cuando se trata de definir un suceso histórico determinado, tal como ocurre con el «Socialismo moderno» o «proletario», que se extiende a los intentos de emancipación del proletariado, y que supone en consecuencia —sigue diciendo Sombart— «la derrota espiritual del movimiento social moderno».

    El Socialismo y el movimiento social no son en este sentido otra cosa que la realización de un nuevo y futuro orden social, adecuado a los intereses del proletariado o el intento de su realización. «El Socialismo acomete la realización en el mundo de las ideas y el movimiento social su realización en el mundo de las realidades. Todo intento teorético de mostrar al proletariado activo el objeto de su afán, convocarlo a la lucha, organizar esta lucha, mostrarle el camino por el cual se puede alcanzar ese objetivo, supone en su conjunto lo que nosotros —señala Sombart— denominamos Socialismo moderno.»

    «Sin embargo —prosigue diciendo Sombart—, teniendo en cuenta que en la actualidad podemos calificar sin lugar a dudas como socialistas determinados acontecimientos, quiere decir que nosotros partimos de un hecho histórico determinado y apriorístico, que nos permite hacer tal calificación. Dicho en otras palabras: Cuando se trata de determinar el concepto general de Socialismo, nos servimos del método sintético apriorístico.»

    En este sentido. Socialismo es, en expresión de Sombart, la lucha o esfuerzos por la realización del ideal de la justicia en la sociedad humana, coincidentes en que este objetivo sólo puede ser alcanzado cuando se sustituya a la economía capitalista o de lucro (Erwerhswirtschaft), por una economía carente de lucro (erwerbslose Wirtschaft).

    Cuando el Socialismo se mantiene dentro del marco de un «social-racionalismo», en expresión de Sombart, exige simplemente la realización del principio de justicia. Sin embargo, dentro de este marco se desarrollan las

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