El Aprendiz De Cientifico

Por Armando José Sequera

Este libro de divulgación científica está destinado a niños y jóvenes que deseen convertirse en físicos, químicos, biólogos o inventores. Está dividido en múltiples secciones en las que se conjuga amenidad y diversión con conocimiento.

• Idioma: Español
• Editorial: Emooby
• Fecha de lanzamiento: 29 mar 2011
• ISBN: 9789898493422

Armando José Sequera

Armando José Sequera (Caracas, 1953) es un escritor y periodista venezolano, que reside en la ciudad de Valencia (estado Carabobo). Es autor de cincuenta y siete (57) libros publicados, treinta y nueve (39) de ellos para niños y jóvenes. Ha recibido dieciséis (16) premios literarios, tres (3) de ellos internacionales: Casa de las Américas, La Habana, Cuba (1979) y Diploma de Honor IBBY (International Board on Books for Young People), Basilea, Suiza, 1996, ambos por su libro Evitarle malos a la gente; Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, Valencia, Venezuela (1998). El Banco del Libro lo nominó en 2006 al Premio Internacional Astrid Lindgren Estocolmo, Suecia, por el conjunto de su obra.Libros y textos de su autoría han sido traducidos a los siguientes idiomas: francés, catalán, coreano, alemán, italiano, portugués, inglés, serbo-croata y checo. Otros textos suyos figuran en diversas antologías de cuentos, minificciones y literatura para niños y jóvenes, en diversos países de América y Europa.Su labor literaria la complementa con frecuentes visitas (una o dos veces a la semana) a colegios y universidades, para presentar sus libros o hablar de temas relacionados con la literatura para niños y jóvenes, la lectura y la escritura creativa.

Vista previa del libro

UNA VERDAD DE MENTIRAS

Cómo una lombriz de tierra engañó a la ciencia

FÓSILES Y DINOSAURIOS

Qué es un fósil y cómo se fosilizaron los dinosaurios

CÓMO MEJORAR EN LOS ESTUDIOS

Nueve recomendaciones ampliamente probadas

La pregunta y su respuesta

¿CUÁL ES EL CIENTÍFICO

MÁS IMPORTANTE DE LA HISTORIA?

UNA VERDAD DE MENTIRAS

Cómo una lombriz de tierra engañó a la ciencia

Un experimento repetido durante 80 años, en múltiples laboratorios, ofreció siempre el mismo resultado. Pero, ¿era el adecuado?

En 1912, el zoólogo estadounidense Robert Mearns Yerkes ideó un experimento para determinar si una lombriz de tierra podía ser domesticada.

El propósito de su prueba era establecer si un animal invertebrado –cuyo sistema nervioso es de los menos desarrollados entre los seres vivos–, estaba en condiciones de aprender ciertas pautas de comportamiento.

Domesticación eléctrica

Robert Mearns Yerkes fabricó un aparato terminado en un tubo de cristal con brazos laterales en la parte superior, es decir, en forma de letra T. En el brazo izquierdo, colocó dos electrodos conectados a una fuente eléctrica, que provocaban descargas de pequeña intensidad.

A continuación, encerró a una lombriz de tierra en el tubo. El animal reptó por éste y, al llegar a la bifurcación, tomó por el camino de la izquierda, de donde se retiró de inmediato al recibir la pequeña descarga eléctrica.

Yerkes repitió varias veces la experiencia y descubrió con asombro que, desde la segunda vez que hizo el recorrido, la lombriz evitaba tomar el camino de la izquierda. Ello lo llevó a concluir que la lombriz de tierra había sido domesticada, es decir, que estaba en condiciones de asimilar conocimiento.

Durante más de 80 años, el experimento de Yerkes sirvió como prueba de la capacidad de aprendizaje de la lombriz de tierra, hasta que a dos científicos de la Universidad de Missouri les surgió una duda y decidieron introducir algunas modificaciones en la prueba.

Un asunto de olfato

Como tantas otras veces en numerosos laboratorios de comportamiento animal en el mundo, los dos científicos de la Universidad de Missouri confirmaron el resultado obtenido por Yerkes. Pero, al sustituir el tubo en forma de letra T por uno nuevo o por el mismo tubo pero recién lavado, las lombrices no reconocían el camino prohibido e igual tomaban por la izquierda o por la derecha, pese a las descargas eléctricas.

Ambos científicos descubrieron que, a medida que avanza, la lombriz deja tras ella un minúsculo rastro de baba. Cuando topa con el camino donde se halla el electrodo, junto a esa baba segrega una sustancia que actúa a manera de alarma y le avisa a ella misma y a otras lombrices del peligro que allí acecha. El rastro permanece en el lugar durante meses y constituye una marca olfativa de peligro que reconocen inequívocamente otros ejemplares de la especie.

Este hallazgo de los dos científicos de la Universidad de Missouri demostró dos cosas: una, que Yerkes fue engañado por la lombriz de su experimento y, dos, que en materia científica, por mucho que se repita una prueba y ésta siempre arroje el mismo resultado, existe la posibilidad de que aún no se haya dado con la verdad.

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La pregunta y su respuesta: ¿Cuál es el científico más importante de la historia?

Casi todos los hombres de ciencia del mundo están de acuerdo en considerar a Isaac Newton como el científico más grande que ha existido.

Lo realizado por él es superior a lo hecho por todos los demás científicos de la historia, pues el descubridor de la Ley de Gravitación Universal destacó en campos como las matemáticas, la óptica, la física y la astronomía y lo que hizo en cada uno de ellos hubiese bastado para darle renombre universal.

Newton fundó las matemáticas superiores, después de crear el cálculo, y también la óptica moderna, mediante sus experimentos para separar la luz en los colores del espectro. Sentó las bases de la física moderna al establecer las leyes del movimiento y las de la astronomía moderna al elaborar su Ley de la Gravitación Universal. Su obra Principios Matemáticos se considera además el libro científico más importante que se ha escrito.

Fue también el primer científico que presentó sus leyes y demostraciones de un modo que superaba a las que podían hallarse en los libros de autores y pensadores griegos, a los que hasta entonces se había considerado como los poseedores eternos de la verdad científica.

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Errónea Interpretación de un Nombre

Cuando el navegante inglés James Cook se hallaba en Australia, visitando el norte de Queensland, vio a un mamífero marsupial que andaba a saltos. Junto a Cook se hallaba un nativo de la región al que le preguntó:

–¿Cómo llaman ustedes a ese animal?

–Kan ga roo –contestó el hombre y Cook, pensando que así se llamaba el mamífero, le dio ese nombre que, al pasar al castellano, se transformó en canguro.

Sin embargo, lo que en verdad el hombre dijo en su lengua fue:

–Yo no sé.

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La ciencia se construye con hechos, del mismo modo que una casa se construye con piedras; pero la acumulación de hechos no es ciencia, así como un montón de piedras no es una casa. Jules-Henri Poincaré (1854-1912). Matemático, físico y filósofo francés.

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CÓMO MEJORAR EN LOS ESTUDIOS

Nueve recomendaciones ampliamente probadas

A menudo, muchos estudiantes se hacen esta pregunta: ¿cómo puedo mejorar en mis estudios?

Al respecto, se pueden hacer algunas recomendaciones. Eso sí, antes de asumir una o más de ellas, es bueno advertir que, si se aplica una de estas técnicas y no nos sirve o no nos sentimos cómodos con ella, no debemos vacilar en desecharla. Persistir puede resultar contraproducente con el propósito de mejorar en los estudios. Claro está que tampoco se debe desistir ante el primer tropiezo pero, como ya se dijo, la clave reside en sentirse cómodo con la técnica que se adopte.

Por cierto, estas recomendaciones han sido utilizadas por millones de estudiantes en todo el mundo y ayudan no sólo a subir las calificaciones sino a aprender efectivamente aquello que se estudia.

Inventariar nuestras capacidades y limitaciones

Con total sinceridad, debemos establecer cuáles son las áreas de estudio en las que destacamos y cuáles no; qué clases nos resultan aburridas y qué clases nos agradan; qué materias o temas se nos hacen fáciles y cuáles no nos entran por más que nos esforzamos.

Organizar el tiempo de estudio

Al establecer lo anterior, podemos preparar un plan de estudios cuya prioridad sea dedicar más tiempo a las áreas que menos dominamos. En este plan debemos tomar en cuenta todas nuestras actividades –alimentarnos, transportarnos, asearnos, descansar, divertirnos–, para que el plan resulte efectivo y no lo abandonemos prontamente, en la creencia de que es imposible de cumplir.

Relajar nuestra mente antes del estudio

Es importante que, antes de entregarnos al estudio, liberemos nuestra mente de preocupaciones. Con la mente descansada aprendemos más y mejor. Para ello, nada mejor que dedicar un rato previo al estudio –entre media hora y dos horas–, al entretenimiento que más nos atrae: música, cine, algún deporte, paseos, lectura, pintura o cualquier otro.

Aprender a concentrarnos

La concentración nos permite dedicar la mayor cantidad de energía y atención a lo que deseamos aprender. Hay quien se concentra mejor oyendo música de fondo. Hay quien prefiere el silencio. La mejor técnica para aprender a concentrarnos es la meditación. A grandes rasgos, meditar consiste en fijar nuestra atención sobre un único objeto o idea y reflexionar sobre él o ella durante 20 minutos. En ese lapso, se recomienda no reprimir aquellos pensamientos que se interponen entre el objeto o la idea y nosotros, pero sí tener conciencia de que entorpecen nuestro intento de concentrarnos. Poco a poco, tales pensamientos dejarán de presentarse inoportunamente pues, a medida que la ejercitamos, domesticamos nuestra mente y colocamos nuestra atención sólo sobre lo que meditamos.

Comodidad ante todo

Se debe elegir un lugar y crear las circunstancias propicias de estudio. Hay quien requiere un lugar específico para hacerlo y hay quien estudia en cualquier espacio y circunstancia. En cuanto circunstancias, hay quien asimila más conocimiento estudiando a solas y quien lo hace mejor si estudia en grupo. Hay el estudiante que asimila mejor en el día y hay quien aprende más estudiando de noche.

Se puede estudiar en un escritorio y también se puede hacer sobre la cama, en una mesa o sobre el suelo. Hay quienes prefieren una luz fuerte para estudiar y quien lo hace mejor con una luz suave. Es cuestión de gustos.

Igual ocurre con los materiales que elegimos: lápiz o bolígrafo para redactar o si se puede y prefiere, sobre la pantalla de una computadora. Se puede estudiar con fichas o con hojas de papel, bien sean blancas o rayadas. Lo recomendable es determinar cuándo, cómo y dónde –entre lo que está a nuestro alcance–, nos sentimos más cómodos.

Memorizar informaciones e ideas a largo plazo

Hay que tener claro que estudiamos no para pasar un examen o para obtener altas calificaciones, sino para aprender una profesión o un oficio que nos sirva para vivir de él un período de nuestra vida o durante lo que nos reste de ella. Así las cosas, debemos crear en nuestra mente una especie de mapa, donde ubicar nuestros conocimientos.

Para ello, imaginemos a un ser humano y a su entorno. Ese ser humano tiene una vida explicable por la biología; sus males y sus remedios los ubicamos en la medicina; el estudio de su mente y su vocación profesional dependen de la psicología; el de sus ideas, de la filosofía; su pasado como individuo y ser social, de la historia; su ubicación física en el mundo, de la geografía y el urbanismo; su relación con la producción, de la economía; el clima en que se mueve, de la meteorología; los fenómenos que ocurren a su alrededor, de la física; los que se producen dentro y fuera de él, con los elementos que lo constituyen, de la química.

Nuestro siguiente paso es ubicar qué lugar ocupa en la vida cada conocimiento que obtenemos, pues cada uno de ellos encaja en un punto específico del mapa mental al que nos referimos. Esto nos permite memorizar las cosas a tan largo plazo que, con seguridad, jamás las olvidaremos.

Tomar buenos apuntes

La recomendación no consiste en apuntar todo cuanto se dice en clases, sino en apuntar debidamente las principales ideas que se expresen, de ser posible señalando los pro y los contra de cada una.

Repasar lo estudiado

Antes