A DEMÁS de ser un arquitecto con un talento extraordinario, Joaquín Torres (53) tiene un magnetismo que se hace aún más evidente en el tú a tú que en sus apariciones televisivas, donde su habilidad comunicativa le convierte casi en una suerte de showman que te atrapa en cada palabra. No en vano, asegura ser “mejor vendedor que arquitecto”, que ya es decir… Pero SEMANA tuvo la oportunidad de conocer al hombre que se esconde detrás del personaje. Ese hombre que mira con ternura a un padre con el que nunca se entendió; que nos presenta con orgullo a sus hermanos Mayte y Andrés; que estrecha entre sus brazos a sus dos perritas; que nos habla con amor de sus hijos y de su marido, el director de televisión Raúl Prieto; que mantiene una lucha interna por desterrar el rencor que siente hacia su hermano Julio, con quien mantiene un litigio por el patrimonio familiar; y al que se le llenan los ojos de lágrimas al hablar de su madre, recientemente fallecida. Y es que Joaquín no solo nos abrió las puertas de esta espectacular residencia familiar, situada en la urbanización más exclusiva de Madrid, y que, con solo 25 años, creó para sus padres, sino también las puertas de ese sensible corazón, al que un grave accidente de moto en diciembre dejó tocado, pero no hundido.
“Hay un gran vacío emocional entre mi padre y yo, pero llega un momento en el que hay que perdonar”
¿Esta residencia es tuya?
Es de mi hermana Mayte, de mi hermano Andrés y mía, y vive mi padre en usufructo, aunque a todos los efectos es suya.
Esta casa es muy importante para ti…
Sin duda. Fue mi primera oportunidad. No digo que no tenga talento, porque me tengo por un buen arquitecto, pero como yo hay muchos que jamás tendrán ni esa oportunidad ni