El Exorcista (1973) es, probablemente, la película de terror más iconográfica de todos los tiempos. En contraste con otros films del género, su primera escena no se ambienta en la oscuridad de una sombría y vieja mansión, sino que lo hace a plena luz del día, bajo un sol inclemente desde el amanecer y en un escenario exótico: unas ruinas al norte de Irak.
En el transcurso de una excavación arqueológica, el padre Merrin no disimula su temor al desenterrar la cabeza que recompone los restos de una estatuilla antropomorfa: se trata de una figura grotesca, cuyo escuálido torso alargado, recorrido por un desproporcionado pene en erección con forma de serpiente, parece ensanchado al despliegue de unas alas hieráticas y la exhibición de unas temibles garras. Su desafiante cabeza de perro, con rostro leonino, y cuernos circundando sus cejas, desaconsejan mantenerle la mirada… Es Pazuzu, el rey de los demonios del viento. Y su verdadera historia, es la que vamos a relatar a continuación…
¿LA PRIMERA VÍCTIMA DE SATANÁS?
Si la Biblia fuera una película, Satanás sería un personaje secundario, en contraste con la dimensión que, siglos más tarde, le otorgarían las distintas confesiones religiosas que, en su versión más fundamentalista, ven al Diablo hasta en los libros de . Incluso Hollywood ha redimido a Satanás de (1861-1938) se caracterizó de a principios del siglo XX.