El viernes 13 de octubre de 1972, un avión chárter de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrellaba en la cordillera de los Andes (en la provincia argentina de Mendoza) con 45 personas, que integraban un equipo de rugby, familiares y amigos, así como la tripulación. Setenta días después fueron rescatados dieciséis de ellos, quienes sobrevivieron al hambre y a las gélidas temperaturas de la nieve, recurriendo a la antropofagia, esto es, comiéndose los cadáveres de los fallecidos. El suceso, que sería bautizado como la tragedia o “milagro de los Andes” alcanzaría una repercusión mediática sin precedentes, sirviendo de argumento para auténticos best-seller como ¡Viven! (1974), de Piers Paul Read (1941), luego llevado a la gran pantalla en 1993. Sin embargo, no era la primera vez que seres humanos sobrevivían ingiriendo carne humana. La práctica del canibalismo está documentada a lo largo de la Historia… y todavía se mantiene como práctica ritualizada en algunas tribus.
EL PRIMER ENCUENTRO CON LOS CANÍBALES
(1451-1506) fue el primero en referirse a los caníbales en el diario de su primer viaje, con fecha del 23 de noviembre de 1492, por el archipiélago de las Antillas (las islas del Caribe). Había desembarcado en la isla que él bautizaría como La Española (actual Haití y República Dominicana) y que sus nativos llamaban Bohio. En esta isla convivían dos tribus enfrentadas: los ‘taínos’ y los ‘caribes’. Los taínos (pertenecientes a la más amplia comunidad de nativos que hablan el arawak, procedente de la selva