Había una época en la que al helado no se le pedía mucho y le alcanzaba con ser lo que era: un dulce que refrescaba. Más rico o menos, siempre rankeó las primeras posiciones de los placeres culinarios, pero la gastronomía evolucionó y los consumidores también. Entonces estrenó un nuevo capítulo en su vida: el gourmet. En su versión renovada despertó el interés de profesionales de la cocina y de maestros heladeros con décadas de trayectoria que decidieron volver a las bases y recuperar el oficio artesanal. El cambio se hizo notar ya que, según una encuesta de D’Alessio IROL, el 89% de los argentinos consume helado durante todo el año, casi un hábito nacional.
El término “helado artesanal” se utilizó tanto que se vació de sentido. De repente, esa proclama que tiene un sello distintivo estaba en casi todas las heladerías. Pero ¿qué significa en realidad? “Las marcas que centralizan su fabricación porque tienen muchos puntos de venta indefectiblemente tienen que ‘drogar’ la receta para que ese helado soporte la logística, la manipulación y el