o cola de león? Es la pregunta que nos machaca el cerebro cuando nos enfrentamos a un dilema profesional como el que se le presenta a Aoy, la protagonista de . Aoy es cocinera en el negocio nos pone sobre la mesa los platos más amargos de la profesión -trabajes en el tipo de restaurante que te dediques- y nos plantea preguntas alrededor del sector de la alta cocina y las élites. La continua presión psicológica y la falta de conciliación personal son temas recurrentes; también hay cuestiones profundas que se van presentando como si fuesen snacks de bienvenida cuyo gusto, lejos de ser ligero, queda en el espectador durante toda la película: ¿formación o autodidactismo?; la invisibilidad al trabajar a la sombra de un gran nombre; lo manido de la cocina hecha con amor; la comida como estatus; el hambre de los pobres vs. el de los ricos; coleccionar experiencias sólo para poder contar que has estado y la idea del chef casi al nivel de la divinidad; el animalismo. En hay lucha de poder: interna, en el propio restaurante y global, en la sociedad, en cómo el hambre (literal, el que te habla desde el estómago y figurado, el que te mueve desde las tripas) mueve el mundo y cómo sin hambre nadie consigue nada. “Gana quien más hambre tiene. El hambre es lo que te hace especial”, dice el chef Paul. Otra cosa es hasta dónde cada uno es capaz de llegar por descubrir el sabor de ser especial.
