Algunas veces, basta con mirarse las manos para hacer un recuento de tu vida, y no hay manos que cuenten una historia tan admirable como las de Lalo García. Ya sea cuando está nervioso, emocionado o concentrado, el chef mueve y utiliza sus manos para ex presarse. Es también gracias a ellas que conecta con la tierra, con los alimentos y con la cocina. El chef ha tenido una trayectoria digna de admira ción. Pocos individuos han tenido la fortaleza con la que él vive su vida día a día. Sin embargo, no puedo hablar de Lalo sin pensar e integrar a Gaby López, su pareja y socia en cada una de estas aventuras culinarias y sociales.
A Lalo y Gaby los conocí cuando eran parte del equipo de Enrique Olvera. Los vi abrir Máximo, en la esquina de Tonalá en la Roma, convertirse