unos veinticinco kilómetros al suroeste de Roma se encuentran los restos del que fue el puerto más imponente del mundo romano. El origen de este asentamiento, conocido desde 314 como Portus Romae, se remonta al siglo i d. C. Por entonces, en el contexto expansionista de Roma por el Mediterráneo, el vecino puerto de Ostia no satisfacía las demandas de productos –especialmente grano– de la principal potencia del momento, por lo que el emperador buscó una solución más efectiva. A tan solo tres millas al norte de Ostia, se iniciaron las labores del mayor complejo portuario jamás construido por los romanos, hogar de miles de comerciantes y trabajadores que constituyeron el engranaje esencial de esos intercambios comerciales. Allí compartían no solo trabajo, sino ocio, vida y religión, en un enclave de tintes monumentales
