A driano reunió un conjunto de características que le hicieron particularmente idóneo para la vida militar.
Así, fue siempre un gran aficionado a la caza, buen jinete, hábil en el uso de las armas, incluso el lanzamiento de la jabalina, caminante infatigable y hombre caracterizado por una enorme energía.
Su carácter también facilitó sus relaciones con los soldados de Roma, a los que trató siempre con familiaridad, compartiendo su vida y sus alimentos. Nunca les pidió nada que no estuviera preparado y dispuesto a realizar por sí mismo y así, las instrucciones y ordenanzas que dejó escritas para los ejércitos de Roma fueron utilizadas durante más de cien años: el adiestramiento en el uso de las armas, la disciplina, la regularidad de las marchas (al menos tres al mes), la renuncia a todo lujo…, todas ellas fueron características de la vida en la milicia que él practicó tanto en su juventud como cuando era ya todo un emperador de Roma.
A pesar de todas estas cualidades y del hecho de que participó frecuentemente en las campañas militares más relevantes de su antecesor, Trajano, su ejercicio del poder contrastó profundamente con el de su antecesor de modo que evitó entrar en campaña siempre que pudo hacerlo.
No obstante, Adriano gustó de representarse como soldado en las monedas sucesivamente acuñadas durante su periodo, del mismo modo que se preocupó siempre por mantener una buena relación con la milicia lo que, dadas sus cualidades y capacidades, no le resultaría demasiado difícil.
EL PERFECTO ADIESTRAMIENTO PARA UN GENERAL Y PARA UN EMPERADOR
Adriano, tras su esmerada educación, siguió el