El presidente estadunidense Joe Biden y el primer ministro canadiense Justin Trudeau se fueron de México con pocos acuerdos concretos de la Cumbre de Líderes de América del Norte, pero con el compromiso de su anfitrión, el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de acelerar el proceso de integración regional y de atender los temas importantes para sus socios. Para evitar desencuentros, el tema energético y la crisis en Perú fueron dejados de lado.
En relación con Estados Unidos, el gobierno de López Obrador pavimentó el camino antes de la cumbre al aceptar la propuesta migratoria de la administración Biden para retener en territorio mexicano a cubanos, haitianos y nicaragüenses, tal y como ya lo hace con los centroamericanos y los venezolanos. Pero sobre todo facilitó el encuentro con la espectacular detención de Ovidio Guzmán, a quien Estados Unidos responsabiliza de la introducción del fentanilo, la potente droga que se convirtió ya en un problema de salud pública.
Con Canadá, el presidente mexicano se comprometió a facilitar el diálogo con el sector privado para superar las diferencias con México, principalmente en el campo energético.
“La cumbre rebasó las expectativas”, sostiene.