CHILPANCINGO. GRO.– La madrugada del 7 de diciembre de 2011 un autobús circulaba por la carretera Acapulco-Zihuatanejo con rumbo a la Ciudad de México, cuando, de repente, se detuvo en la comunidad de Rodecia, en Tecpan de Galeana, Una camioneta le tapó el paso.
Varios hombres armados abordaron la unidad. Algunos parecían policías, por el uniforme y los vehículos en los que se trasladaron. Preguntaron por Marcial Bautista Valle. Nadie les respondió; no hacía falta. Ellos sabían el asiento en iba el susodicho y se dirigieron a él.
“Baja tus cosas y nos vamos”, le dijo uno de ellos a Marcial, quien acató la indicación. Eran las tres o cuatro de la madragada, según deduce su hija Victoria Bautista Bueno.
Ella y su padre habían convenido en verse en Chilpancingo entre las seis y las siete de la mañana de aquel día, donde él le entregaría los documentos de evidencia que ella llevaría a la Comisión Nacional Forestal (Conafor), relativo al proyecto ecológico que recién les habían aprobado. Marcial no llegó, por lo que su hija calculó la distancia y el tiempo que debió recorrer el autobús de la