Aunque solemos identificar la barbacoa como algo típicamente norteamericano, lo cierto es que la humanidad ha estado cocinando con llamas y brasas desde hace dos millones de años. Hay registros que indican que esta práctica se realizaba ya incluso antes de la aparición de los humanos modernos (del Homo sapiens), aunque el origen de lo que hoy conocemos como barbacoa parece encontrarse en las culturas precolombinas. Los primeros colonizadores europeos observaron que los nativos del Caribe, los arahuacos y los taínos, llamaban ‘barbacúa’ a la carne asada sobre una especie de parrilla compuesta por leños verdes entrecruzados. Esta parrilla, sobre la cual se disponían las diversas carnes, solía tener su fogón bajo el nivel del suelo, en una fosa longitudinal que servía para concentrar el calor y el humo en las carnes que estaban sobre la parrilla. De este modo, las carnes asadas que no se comían enseguida podían conservarse ahumadas para consumirlas más adelante.
Cocinar en la barbacoa puede tener muchos beneficios. Por ejemplo, las altas temperaturas ayudan a crear una costra protectora alrededor de los alimentos que conserva sus propiedades y mejora la digestión de las proteínas. Además, la cocina a la barbacoa hace que parte de la grasa se derrita por el