La llegada de Armando Archundia, exárbitro mundialista que debutó en 1985, a la presidencia de la Comisión de Árbitros de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) tras la renuncia de Arturo Brizio Carter, generó expectativas sobre un mejor rendimiento arbitral en la Primera División.
Ha pasado lo mismo que con el Árbitro Asistente de Video (VAR), implementado desde hace cuatro años en la Liga MX para ayudar a superar los errores de los jueces centrales en cada partido: los errores continúan.
Baste mencionar el partido de vuelta de repechaje de Puebla contra Chivas por el Apertura 2022, efectuado el domingo 9 en el Estadio Cuauhtémoc. En ese encuentro el silbante Luis Enrique Santander no marcó dos posibles penaltis a favor del conjunto de la Franja; en ambos casos el silbante no acudió al VAR para revisar las jugadas. Su indecisión fue duramente criticada.
En entrevista con , dos exsilbantes analizan las debilidades del arbitraje mexicano. Bonifacio Núñez, quien debutó como juez de línea en 1976 y en 1980 dirigió en el máximo circuito de México, se retiró en 1996; y Felipe Ramos Rizo, quien dirigió por primera vez en Primera División en 1993, dirigió siete finales de manera consecutiva en el máximo circuito mexicano y la final de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000; también acudió como juez principal