Debo reconocer que el Mena House (que debe su nombre a Mena, la legendaria primera dinastía de faraones de un Egipto unido) es mi hotel preferido del gran El Cairo. Me encantan el ambiente decimonónico y su historia. En un país en el que la historia te envuelve, este es un hotel que puede presumir de su propio relato; es un lugar en el que los reyes, los príncipes, los presidentes, la realeza de Hollywood y las celebridades de todo tipo han pasado la noche. Pero, por encima de cualquier otra consideración sobre este hotel, me encantan las vistas. Si eliges la habitación apropiada, puedes tener un balcón privado que da a la Gran Pirámide de Guiza, la única maravilla que perdura del mundo antiguo.
LA ESFINGE Y YO
El Mena House está situado en Guiza (parte del actual El Cairo), a tan solo medio kilómetro al norte de la Gran Pirámide. Si atraviesas la verja de entrada, puedes pasear por las ajetreadas calles hasta llegar a las pirámides. Pero tienes que estar dispuesto a encontrarte con un ejército de vendedores ambulantes que te atosigarán con sus mercancías y antigüedades falsas. Si no te apetece andar, puedes pedir uno de los numerosos taxis, así como camellos y caballos.
Situadas en su día lejos de cualquier asentamiento, las pirámides de Guiza se erigieron en los márgenes del Sahara, el bello e imponente desierto cubierto de dunas y de amplia extensión que abarca todo el norte de África. En un principio, el Mena House era una residencia real que utilizaba Ismail Pacha (1830-1895), quien reinó como jedive (virrey) otomano de Egipto y Sudán de 1863 a 1879. Aquí, el jedive y sus invitados descansaban y se refrescaban después de un día de caza en el desierto o de haber visitado las pirámides. Evidentemente, hoy en día las pirámides siguen en el mismo sitio, ya que el desierto no se ha movido, pero las carreteras cruzan y rodean las pirámides, que quedan protegidas y rodeadas por los vecindarios modernos que se forman para albergar a la creciente población de El Cairo.
Las pirámides, y la Gran Pirámide en particular, acaban de ganarse su reputación como una de las maravillas más sorprendentes del mundo antiguo. Perfectamente alineadas con los puntos cardinales (la Gran Pirámide está orientada hacia el norte verdadero con una exactitud que no pudo igualarse hasta finales del siglo XIX y principios del XX), y construidas con bloques de piedras de varios miles de toneladas con una precisión que desafía cualquier explicación, las pirámides siguen siendo un enigma