Eran gitanos nuevos. Hombres y mujeres que solo conocían su propia lengua, ejemplares hermosos de piel aceitada y manos inteligentes, cuyos bailes y músicas sembraron en las calles un pánico de alborotada alegría, con sus loros pintados de todos los colores que recitaban romanzas italianas». Estas palabras no pertenecen a un documento histórico, sino literario. Las encontramos en el primer capítulo de Cien años de soledad, la gran novela de Gabriel García Márquez. En ellas se describe la llegada a Macondo de los gitanos. Paradójicamente, ese halo de exotismo y atracción que desprenden esas líneas nos sirve para describir la llegada de los gitanos a la península durante buena parte del siglo xv, una arribada que fue en general muy bien recibida por parte de los peninsulares.
EL ÉXODO GITANO POR EURASIA
Parece claro que el origen más remoto del pueblo gitano se sitúa en el norte o noroeste de los actuales estados de India y Pakistán, ya que la lengua romaní es de origen indoeuropeo y los lingüistas han establecido entre esta y algunas lenguas indias, especialmente con el sánscrito, una clara raíz común.
De hecho, los historiadores se han valido de la lingüística, a falta de otras fuentes documentales, para ir estableciendo las etapas del éxodo del pueblo gitano desde su partida, en el subcontinente indio, hasta su llegada a Europa. Así, se cree que se establecieron en Persia durante siglos, ya que la lengua romaní tiene una fuerte influencia de léxico persa.
La lingüística ha servido para ir estableciendo las etapas del éxodo del pueblo gitano
Desde Persia