Tras el sorpresivo ataque japonés a la base norteamericana de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, se sucedieron seis meses de éxitos militares para el Imperio del Sol Naciente: Japón invadió Tailandia, Filipinas, la Malasia Británica, Birmania, las Indias Occidentales holandesas y multitud de islas en el Pacífico. Pero el entusiasmo por estos éxitos iniciales comenzó a enfriarse a causa de la incursión aérea de Doolittle sobre Japón, el 18 de abril de 1942. Esta ofensiva breve y repentina tuvo un gran efecto psicológico sobre la sociedad nipona. Y, si bien los daños materiales causados fueron poco significativos, los estadounidenses demostraron a los japoneses que eran capaces de bombardear el corazón del Imperio, acabando con la falsa sensación de seguridad que la población tenía.
El primer freno real al expansionismo nipón no llegó hasta la batalla del mar del Coral, a principios de mayo de 1942. Es considerada el primer enfrentamiento de portaviones de la historia y en ella se frustraron los planes nipones de invasión de Port Moresby (Papua-Nueva